Núm. 102-107 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

J A I E L L U I S Y N A V A S
poner dificultades a la moneda salida de la ceca murciana, y la advertencia de que
ello no perjudicaba a los privilegios de Valencia (11, afirmación, por cierto, cuando
menos, algo discutible, inclinan a creer que el establecimiento de un taller de
acuñación en hlurcia debió chocar con la oposición de muchos sectores valencia-
nos, que verían amenazados sus intereses; quizá por ello, no tuvo más larga vida
el taller murciano.
En 1926 Jaime 11 dio orden de acuñar en Alicante, determinando algunos
extremos sobre el sistema en que debía llevarse a cabo (2). El documento en que
asi lo establece contiene varios extremos, que vienen a coincidir con lo apuntado
en otras ocasiones (gentes a quien está dirigido el documento, fijación de la talla
por parte del monarca, precauciones sobre el modo de labrar y vigilar las labores,
determinación de lo que corresponde a los monederos por su labor, etc.). No obs-
tante, figuran algunas nuevas precauciones y faltan otras disposiciones incluidas
en otros documentos (3). Los puntos de coincidencia vienen a confirmar lo indicado
en varios lugares de este trabajo (41, a la vez de que nos dispensan de repetir lo
allí consignado. Las nuevas disposiciones parecen ser fruto de las observaciones
de nuevos, si no males, si peligros antes peor captados. Una situación (de hecho
o de derecho) induce al infractor a burlarla a partir de lo existente; es un presu-
puesto que no puede rehuir quien aspire a burlarla. Entonces percibe nuevas
vías, al agudizar el ingenio y la actividad mental en dicho camino (5). Entonces,
estos males son a su vez un presupuesto para el legislador, incluso si no se dan;
actualmente cabe el temor a que en un momento dado puedan darse, lo cual
le induce a estudiar la cuestión, por poco prevenido que sea (y cuanto más lo
sea, más a fondo la estudiará), y le llevan a su vez a agudizar el ingenio en otro sen-
tido, y a avanzar en 61. De ahí que (salvo algunos posibles errores, difíciles de
comprobar sin una práctica de la que hoy estamos alejados por el tiempo), las
nuevas disposiciones de esta indole, en sí, representan siempre una mejora, o un
afán de lograrla, de equilibrar las posibles nuevas corruptelas. Y si no son mejoras,
son un ensayo que permitirá ser más perfecto en las próximas medidas que se
dicten al ampliar el campo de la experiencia. La duración de las medidas de esta
indole, en la medida en que conocemos dicha duración, son un buen elemento,
no suficiente ni necesario (pues pueden intervenir otras razones en su efimeridad)
para comprender su utilidad práctica, o mejor dicho, las que sus contemporáneos
creían que tenía, que dada su experiencia, salvo casos de error, coincidiría bastante
con su utilidad real.
(1) VCase BOTET: ob. cit., tomo 11, pAg. 81.
(2) BOTET: ob. cit., tomo 111, doc. 16.
(3) Véase la nota 1 de la p6g. 59.
(4) Y en los trabajos a que hace referencia la nota anterior.
(5) Es decir, dada una situación de hecho y de derecho, se cometen ciertas infracciones partiendo
de los resquicios que la misma deje. Entonces, el poder piiblico adopta las medidas para poner fin a dichos
resquicios, de donde resulta una nueva situación, que ser6 *la base de estudio* a partir de la cual el infractor
buscara nuevas vias de comisión de irregularidades, dando lugar a un nuevo funcionamiento del mecanismo
de percepciones mentales. Cuando a su vez el legislador advierta las nuevas irregularidades. estudiara
y percibir& nuevas soluciones, que darán lugar a otra situaci611, de la cual partir6 nuevamente el delincuente,
y así continúa actuando este factor sicológico de desarrollo del derecho y la organizacidn social
y administrativa, y naturalmente de la administración monetaria.