Núm. 102-107 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

AMONEDACIÓN EAT LA CORONA DE ARAGÓS EN EL SIGLO SI\'
C) Siguiendo la misma tendencia a superar el sistema de diversidad de talleres
monetales por medio de una moneda para todos sus Estados, como ya ocurría
en Castilla, el Rey creó los coronados de Aragón; éstos serían de vellón (1).
Es interesante consignar que se prohibió a los encargados de elaborar esta moneda
el fundir la peculiar de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca (z), lo cual
indica que el monarca, al poner este limite a las actividades des us monederos,
quería conservar dicha moneda. Probablemente aún no estaba el país bastante
adaptado a un sistema monetario único y porque quizá el Rey temía choques con
las autoridades locales.
Al fijarse el precio del arriendo, la forma de pagarlo, los derechos y obligaciones
de arrendadores y oficiales de la monederia, etc., se establecieron normas análogas
a las vigentes para la labra del oro (3). Son medidas nada sorprendentes, pues
ya sabemos que ocurre con frecuencia que la creación de una nueva moneda vaya
acompañada de un cierto conservadurismo en el sistema orgánico de las cecas.
D) Para comunicarse con monederos, al menos con los valencianos encargados
de acuñar plata, el Rey se sirvió del Baile (4), constituyendo otro caso de
relación de los monederos con la administración, análogo hasta cierto punto con
otros tratos de los monederos con los merinos aragoneses (5). Todo ello contribuye
a que los monarcas no trataran directamente con las gentes de las cecas, salvo
quizá en los casos de contratar arrendamientos, lo cual es perfectamente lbgico,
pues los monarcas tendrían otras ocupaciones más importantcs y más atractivas.
Ello explica, al menos en parte, que con frecuencia ignoraran muchos aspectos del
estado interno de sus casas de moneda, según se desprende de los informes que
pedían sobre estas (6).
E) Varias disposiciones de Juan 11 sobre circulacibn de moneda parecen revelar
el deseo real por favorecer la labra de los coronados (;), lo cual es lógico dentro
de la situación general, tal como se deduce de los diversos lieclios estudiados.
F) Juan 1 dictó una ordenacibn para la acuñación de florines (8). Por tratarse
de una reordenación general de la acuñastón de esta clase de moneda se repiten
ahora muchas normas que liemos visto aparecer en otras ocasiones. Todas
no, quizá por considerarse en extremo específicas o de detalle para figurar en este
(1) Véase BOTET: ob. cit., tomo 11, pág. 173, y MATE^, La ceca ..., pág. 45-46.
(2) Véase BOTET: ob. cit., tomo 11, pág. 173.
(3) Véase BOTET: ob. cit., tomo 11, pág. 174.
(4) MATEU: La ceca ..., pAg. 48.
(5) Véase BOTET: 06. cit., tomo TI, pág. 28 y siguientes. Con todo, cabe señalar una diferencia: el Baile
es un funcionario económico, el hlerino no. Ello recuerda lo acaecido en Barcelona, donde el juramento
se prestaba ante el Yeguer, que también era una autoridad (gubernativa g judicial) de carácter gencral.
Es posible que estemus ante un influjo de la evolución de nuestras instituciones. Las normas correspondientes
a una primera fase, en que la Administración está menos desarrollada, se establecen en función
de las autoridades ordinarias. Las correspondientes a un posterior periodo, de organización mas compleja
y especializada, corresponden a la especial competencia del Baile General.
(6) Véase BOTET: ob. cit.,tomo 11, pág. 32 y siguientes. Posiblemente los Reyes intervinieron en alguna
cuestión más que la de los arriendos. Pero en la Baja Edad Media no parecen haber ejercido una SU~CN~sión
directa de las actividades de la monederia. Antes de la unión de Cataluña y AragOn, tenían menos
ocupaciones y probablemente pudieron prestar una atención m8s directa al trabajo de los acuñadores.
(7) Véase BOTET: ob. cit., tomo 11, pág. 176-177.
(8) BOTET: ob. cit., tomo 111, doc. 40.