Núm. 102-107 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

AMONEDACIÓN EN LA CORONA DE ARAGÓN EN EL SIGLO SIV
andaba en extremo desencaminado en este asunto, al menos por parte de algunos
pensadores, y ciertas tendencias, a las que por :cierto, no parece haber sido siem-
pre extraño Don Pedro) tampoco habría gran dificultad doctrinal sobre este as-
pecto de la cuestión. Pero cuestión aparte, es que prácticamente fuera siempre
fuente de bienes y que por tanto la conducta del monarca fuera la más moral
(antes de enjuiciar moralmente al Rey, hay que tener en cuenta que es posible
no se diera cuenta de algunos de los posibles males derivables de dicha disposición).
Las franquicias en cuestión eran muy grandes y había peligro de que fueran fuente
de abusos. Quizá por esto mismo la legislación sobre el particular fue oscilante, aun
cuando algunas de dichas oscilaciones se deban quizá a la intensidad de las ne-
cesidades de metal amonedable. Es éste un caso en que se puede apreciar cómo
primero se perciben ciertas necesidades, luego los males que en otro aspecto pue-
den tener las normas dadas para remediarlas, pudiéndose de ambas llegar a un
derecho mejor.
Además, dada la conveniencia general de disponer de moneda, cstas franqui-
cias a los aportadores de metal a las cecas, con todos sus inconvenientes, es pro-
bable que fueran un mal menor en aquel momento.
Los inconvenientes posibles de esta disposición (franquicia frente a posibles
detenciones a favor de los aforantes a la ceca) estaba atenuada por la exclusión
de dicha franquicia a los reos de los delitos más graves: (cad hoc tamen guidatico,
et assecuramento excludimus fures fractores itinerum, fahricatores falsae mone-
tae, et qui crimen leesae comisserit maiestatis)). Ello ayuda asimismo a valorar
la escala de gravedad de infracciones que se aplicaba en la época. La inclusión cn
la misma del delito de falsificación de moneda está de acuerdo con cuantos datos
poseemos sobre la consideración de este delito en el medievo, mucho más perni-
cioso en sus efectos y de más fácil comisión que en nuestros dias.
En 1353 era maestro de ceca en Barcelona Ramón Gay, y se le ordenó entre-
gar todo el instrumental, sospechando Gil Farrés (1) la existencia de irrcgularida-
des en la fabricación de la moneda de este maestro. Ello es ciertamente posible
aun cuando, naturalmente, una medida de esta indole pudo obedecer a motiva-
ciones muy diversas. En todo caso, desde el punto de vista del funcionamiento
de las cecas, una medida de esta indole es interesante por permitirnos apreciar
que en Barcelona funcionaba el mismo sistema que en Valencia, es decir, que
el instrumental de acuñar era de la Corona, pero se entregaba al maestro de la
ceca, el cual, a su vez, respondia de la custodia y devolución del mismo, sistema
lógico y concorde con el carácter de institución real, arrendado en general a corto
plazo (lo que hacia que si cada arrendador tuviera que comprar el instrumental
al no proporcionárselo el Rey, hubiera salido muy costosa la acuñadión). Por
lo demás, la analogia de sistema entre Barcelona y Valencia no puede sorprendernos
dados los muchos elementos comunes que hemos señalado existían en el sistema de
monederias de la Corona de Aragón.
El sistema de propiedad de la Corona de los instrumentos de acuñar se podia
(1) . O. GIL FARRCS: Hacia la sistematizacidn ..., phg. 206.