Núm. 102-107 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

J A I M E L L U . 1 S Y N A V A S
mismo reino : así Valencia logra de la Corona que se comprometa a conservar inalte-
radas las monedas de otros Estados, sobre los cuales las Cortes valencianas carecían
evidentemente de jurisdicción, pero cuya situación monetaria interesaba a los
levantinos que utilizaban numerario aragonés o balear. En cierto sentido el defec-
to de jurisdicción de los valencianos quedaría subsanado por la autoridad que tenia
el Rey de por sí para mantener la moneda de sus restantes dominios (1).
Posiblemente estamos ante un momento en que se tiende a admitir el numera-
rio por su valor real al margen del nominal, quizá por una perturbación de su antigua
relación. Así induce a opinar el hecho de que el país deseara la sanción del sistema
de libre evaluación.
Señalaremos, finalmente, que la promesa de no alterar el numerario sólo sería
parcialmente cumplida por la Corona, pues en 1374, ante la petición de las Cortes
de Valencia, que se quejaron de la emisión de moneda de oro baja de ley (es decir,
del doble atentado económico y a los privilegios), el infante don Juan prometió
respetar los derechos del Reino (2).
A) A mediados del siglo XIV escaseó la moneda jaquesa, consiguiendo
Pedro IV una Bula de Bonifacio VI11 del 16 de julio de 1346, en la que se consentía
el uso de numerario distinto del jaques clásico; en septiembre de 1346 se otorgó
el consentimiento real para que Lérida utilizara moneda de Barcelona en vez
de jaquesa, y el Fuero de ((de agmento et cuditione moneteo (Cortes de Zaragoza
de 1350) se dirigió a regular las nuevas necesidades. La emisión de 1350 tuvo por
maestro a Juan Eximeniq de Huesca y por director efectivo al escribano Ramón
Gay, efectuándose en Zaragoza, custodiándose los productos de la monedería en
el castillo de Alcaine, bajo la custodia del alcaide Juan Lupo de Sesé (3).
Por consiguiente, aún a mediados del siglo XIV subsistía el peso moral del
papado en esta cuestión, en relación con el juramento de conservar la moneda y
la posible dispensa del mismo. Esta cuestión parece ligada a un momento de ne-
cesidades de disponibilidad de numerario aragonés, la cual a su vez parece hallarse
en la clave del paso de la preponderancia del numerario catalán sobre el aragonés
en la vida económica de Lérida. De ahí quizá que la nueva ceca se emplazara en
Zaragoza, en el centro vital de Aragón, y no entre Zaragoza y Lérida. No en vano
la organización de la administración monetaria ha estado siempre lógicamente
influida por las necesidades que satisfacen.
La dualidad entre rector titular y efectivo de la ceca parece en este caso fruto
del sistema de arrendamientos que hacia que el maestre, cuando dirigía personal-
mente la ceca, asumiera en realidad dos funciones en su persona: la financiera
(1) Además, si Valencia carecia de autoridad sobre la moneda de los demás Estados por raz6n de su
origen, sl la poseia respecto de lo que con ella se hiciera en territorio levantlno.
(2) Fori Regni Valentiae, libro IX, rúbrica tde crim de tals...*, ley 14.
(3) Pfo BEL~N: LOS dineros jaqueses. tPsana*, núm. 1 (1952), phg. 95.