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<strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong> - <strong>historia</strong><br />
<strong>Francisco</strong> "Paco"<br />
<strong>Urondo</strong> nació en Santa<br />
Fe en 1930. Poeta,<br />
periodista, académico<br />
y militante de la<br />
organización<br />
Montoneros, donde<br />
pertenecía al equipo<br />
de prensa. Dio su vida<br />
luchando por el ideal<br />
de una sociedad más<br />
justa. "No hubo<br />
abismos entre<br />
experiencia y poesía<br />
para <strong>Urondo</strong>." -dice<br />
Juan Gelman-, "corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo<br />
verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí<br />
mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio<br />
de la gente. Paco fue entendido en eso y sus poemas quedarán para<br />
siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra.<br />
Fue -es- uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y<br />
lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de<br />
la escritura.<br />
También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear<br />
sufrimiento." El 17 de junio de 1976, con motivo de una encerrona de<br />
fuerzas conjuntas de la policía y el ejército muere Paco <strong>Urondo</strong> a la edad<br />
de 46 años.<br />
Juan Gelman escribe sobre Paco <strong>Urondo</strong><br />
Para Paco nunca hubo contradicciones entre la militancia<br />
por una patria justa, libre y soberana, y la condición de<br />
escritor. En sus poemas se puede ver la profunda unidad de<br />
vida y obra que un autor y sus textos pueden alcanzar. No<br />
hubo abismo entre experiencia y poesía para <strong>Urondo</strong>.<br />
"Empuñé un arma porque busco la palabra justa", dijo<br />
alguna vez.<br />
En 1975 junto con Rodolfo Walsh se pone a trabajar en la confección de<br />
una respuesta al golpe militar que se veía venir. Dicho plan no apuntaba a<br />
1
un improbable freno al golpe sino a una respuesta orgánica que dificultara<br />
el despliegue inicial de los militares en las primeras 48 horas. El<br />
documento fue llevado a la dirigencia de la organización, la cual nunca<br />
llegó a ejecutar la propuesta de los compañeros sino que implementó otro<br />
plan de operaciones, para el cual no fueron llamados a discutir ni Walsh ni<br />
<strong>Urondo</strong>. Por consiguiente la prensa montonera siguió funcionando como si<br />
hubiera un futuro electoral: pensando en una revista ¡e incluso en un<br />
diario! Esto, naturalmente, traía como consecuencia la necesidad de<br />
mantener más o menos congregado un aparato importante, con grandes<br />
locales, imprentas, etc. Un blanco terriblemente fácil para el enemigo.<br />
En mayo de 1976, la organización, decide trasladar a Paco a Mendoza. Un<br />
error según opiniones actuales y contemporáneas, ya que dicha provincia<br />
desde 1975 era una sangría permanente. El 17 de junio, en un contexto<br />
de derrota, cae <strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong> como consecuencia de una cita<br />
envenenada.<br />
El compañero y amigo Rodolfo Walsh, así relata el momento: "Hubo un<br />
encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los<br />
dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera.<br />
Finalmente el Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: "Disparen<br />
ustedes". Luego agregó "Me tomé la pastilla y ya me siento mal". La<br />
compañera recuerda que Lucía dijo: "¡Pero papi, por qué hiciste eso!" La<br />
compañera escapó entre las balas, días después llegó herida a Buenos<br />
Aires.<br />
También luchó contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento,<br />
para que el mundo entero entrara en la <strong>historia</strong> de la alegria. Las dos<br />
luchas fueron una sola para él. Ambas lo escribieron y en ambas quedó<br />
escrito.<br />
Juan Gelman<br />
Palabras<br />
Dicen que un escritor atraviesa al morir un<br />
purgatorio de veinte años en la memoria<br />
pública. El plazo está más que cumplido para<br />
ese gran poeta que fue –que es– <strong>Francisco</strong><br />
<strong>Urondo</strong>, caído en combate contra la dictadura<br />
militar un día de junio de 1976, a los 46 de<br />
edad. Dejaba un libro inédito, Cuentos de<br />
batalla, que se perdió en la noche genocida.<br />
Como Rodolfo Walsh, como Haroldo Conti, Paco<br />
escribió hasta el final, en medio de tareas,<br />
urgencias y peligros de la vida clandestina.<br />
Para estos pilares de la literatura nacional<br />
nunca hubo contradicciones entre la militancia<br />
2
por una patria justa, libre y soberana, y la condición de la escritura.<br />
Cuando en este tiempo de la despasión se recuerdan las polémicas de los<br />
años sesenta –unos pretendían hacer la Revolución en su escritura; otros,<br />
abandonar su escritura en aras de la Revolución–, se percibe en toda su<br />
magnitud lo que Paco, Rodolfo, Haroldo nos mostraron: la profunda<br />
unidad de vida y obra que un escritor v sus textos pueden alcanzar.<br />
No hubo abismos<br />
entre experiencia y poesía para <strong>Urondo</strong>. "Empuñé un<br />
arma porque busco la palabra justa", dijo alguna vez. Corregía mucho sus<br />
poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de<br />
corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del<br />
misterio de la lengua al misterio de la gente. Paco fue entendido en eso v<br />
sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del<br />
encuentro del lector con su palabra.<br />
Buitres de la derrota –que siempre se han cuidado mucho cada centímetro<br />
de piel– le han reprochado a Paco su capacidad de arriesgar la vida por un<br />
ideal. Paco no quería morir, pero no podía vivir sin oponer su belleza a la<br />
injusticia, es decir, sin respetar el oficio que más amaba. El había<br />
escuchado el reclamo de Rimbaud: "¡Cambiad la vida!". Estaba convencido<br />
de que sólo de una vida nueva puede nacer la nueva poesía. Mi confianza<br />
se apoya en el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré<br />
/ la vida para que nada siga como está, escribió. Fue –es– uno de los<br />
poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos<br />
autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura.<br />
También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear<br />
sufrimiento, para que el mundo entero entrara en la <strong>historia</strong> de la alegria.<br />
Las dos luchas fueron una sola para él. Ambas lo escribieron y en ambas<br />
quedó escrito.<br />
Juan Gelman<br />
"Si ustedes lo permiten,/<br />
prefiero seguir viviendo":<br />
<strong>Urondo</strong>, de la guerra y del<br />
amor<br />
Si ustedes lo permiten,/<br />
prefiero<br />
seguir viviendo":<br />
<strong>Urondo</strong>,<br />
de la guerra y del<br />
amor, un nuevo libro de<br />
Nilda Susana Redondo.<br />
Esos versos son el inicio del<br />
poema "La pura verdad" de<br />
Del<br />
otro lado, publicado en<br />
1967. El poeta aquí se<br />
3
expone en su vitalidad y su erotismo, reafirma su convicción de que verá<br />
la revolución y la seguridad de estar alcanzando a percibir la potencia de<br />
la palabra. Quiere "sostener / esta victoria, este puño; saludar",<br />
despedirse.<br />
<strong>Francisco</strong><br />
<strong>Urondo</strong> nació en Santa Fe en 1930 y murió en 1976, en una<br />
encerrona que le hace la policía en Mendoza: en esa circunstancia ingiere<br />
la pastilla de cianuro que los combatientes de Montoneros llevaban<br />
consigo. El odiaba la posibilidad de que lo prendieran, lo torturan<br />
horrendamente y lo colocaran en la situación de delatar. Iba con Alicia<br />
Raboy, la hijita de ambos, Ángela, y otra militante montonera.<br />
Rodolfo<br />
Walsh y Juan Gelman, sospecharon siempre que había sido<br />
enviado por la cúpula de la organización a Mendoza, a una muerte segura.<br />
La excusa habría sido una conducta "liberal" en el terreno del amor; la<br />
posible verdad, sus disidencias políticas con la manera de llevar adelante<br />
la prensa; y además su carácter de intelectual y las sospechas que eso<br />
sólo despertaba. Respecto de esto encontramos testimonios elusivos del<br />
propio <strong>Urondo</strong>, en una nota publicada en Crisis en 1974 y en su poema de<br />
la misma época, "Por soledades".<br />
<strong>Urondo</strong><br />
realiza un recorrido político que va desde su apoyo al gobierno de<br />
Arturo Frondizi, por lo que ocupa el cargo de Director de Cultura de Santa<br />
Fe hasta la inscripción en la lucha armada en 1970, en las FAR, de la<br />
izquierda peronista. Aquí ingresa llevado por su hija Claudia, quién le<br />
presenta a Carlos Olmedo. Concluye en Montoneros porque su<br />
organización, en 1973, se fusiona con aquellos. Durante los ‘60 es activo<br />
partícipe del proceso de radicalización revolucionaria de los intelectuales<br />
de clase media. Se forma en el marxismo con León Rozitchner, forma<br />
parte de las redes culturales organizadas en torno a Cuba, integra el<br />
Movimiento de Liberación Nacional; allí se debate intensamente qué hacer<br />
con el peronismo y con la lucha armada. <strong>Urondo</strong> finalmente optará por un<br />
guevarismo peronista ubicado en el nacionalismo revolucionario: tal la<br />
autodefinición de las FAR.<br />
Este<br />
poeta había participado en los ‘50 del Movimiento Poesía Buenos<br />
Aires y en los ‘60 en Zona de Poesía Americana. Tiene una prolífica<br />
producción poética, la que continúa hasta su muerte con sus Cuentos<br />
de<br />
Batalla. Escribe cinco obras de teatro, una novela, dos libros de cuentos,<br />
ensayos referidos a la situación de la poesía; es autor de La Patria<br />
Fusilada: realiza este reportaje a los tres sobrevivientes de la masacre<br />
de<br />
Trelew de 1972, en la cárcel de Devoto, la noche anterior de ser todos<br />
liberados por el gobierno de Cámpora, en 1973.<br />
De<br />
<strong>Urondo</strong> hay poco dicho, pero sí fragmentaciones. En el presente libro<br />
se sostiene que no hay una línea divisoria entre el bohemio y el militante;<br />
entre el poeta y el combatiente; sino que el deseo erótico de <strong>Urondo</strong> y<br />
aún de su generación, se expresa también en su opción revolucionaria.<br />
4
Esta lectura se realiza a partir de los propios textos del poeta. Con lo que<br />
Paco confrontará es con la concepción de la familia como sustento del<br />
orden social. Pero en este sentido se emparenta con el cristianismo<br />
liberacionista o de base, porque el Cristo en que se referencian es el que<br />
dice que para seguirlo a él hay que dejar a la familia y enfrentarse el hijo<br />
con el padre.<br />
De<br />
<strong>Urondo</strong>, como de su generación, se ha dicho que buscó la muerte. Aquí<br />
se trata de comprender la complejidad del concepto de la muerte que<br />
actúa en la época, de la cual el poeta es médium. Veremos muertes<br />
heroicas, las que tienen sentido por la vida de los otros, por la realización<br />
posterior de la revolución como la del poeta Javier Heraud en el Perú;<br />
malas muertes, muertes aturdidas, como la del propio <strong>Urondo</strong>, o la de<br />
Roque Dalton, matado por integrantes de su propia organización en El<br />
Salvador; muertes alienadas como la del personaje de la película de<br />
<strong>Urondo</strong> y Kuhn, Pajarito Gómez. Las muertes por los otros aunque los<br />
otros no mueran por él, como la del Che Guevara. Los que corren la<br />
suerte del agredido.<br />
De<br />
la violencia, actualmente, se habla en abstracto, en general<br />
condenándola en nombre de la supuesta vida democrática y en los<br />
últimos<br />
tiempos, del principio "no matarás", de la Biblia, en la que hay tantas<br />
muertes y horrores que uno no puede terminar de representárselos. En el<br />
libro se analiza la perspectiva que tenía el movimiento revolucionario<br />
respecto de las diversas formas de violencia a las que podía recurrir el<br />
pueblo para resistir la violencia del Estado y del Capital. Se analiza esto<br />
sobre todo a partir de la novela de <strong>Urondo</strong>, Los Pasos Previos. Allí hay un<br />
riquísimo debate. Fundamentalmente se parte de la tesis de que el origen<br />
de la derrota popular estaría no tanto en la opción por la lucha armada<br />
sino, en el caso de Montoneros, en la alienación de la potencia del pueblo<br />
en manos del general Juan Domingo Perón, que en realidad defendía los<br />
intereses de la burguesía, y en nombre de ella actuó, enviando a la<br />
muerte a sus hijos, dilectos mientras pudo utilizarlos para que facilitaran<br />
su regreso a la Argentina.<br />
Se<br />
trabaja desde una perspectiva de investigación que rompe con las<br />
esferas aisladas de las ciencias sociales: se concibe a la política, la<br />
estética, la ética, la literatura, la <strong>historia</strong>, como paridas en una misma<br />
matriz de realidad, por lo que escindir las fuentes periodísticas de las<br />
literarias, o las palabras y las cosas, los individuos de los fenómenos<br />
sociales, lo micro de lo macro no es el deseo de este trabajo sino al<br />
contrario. Se busca la interacción dialógica de los diversos discursos que<br />
preñan los textos de <strong>Urondo</strong>.<br />
<strong>Urondo</strong><br />
es el poeta de la revolución, pero es el poeta de las voces de los<br />
otros, quien tal vez más se sumerge en sus recorridos; a veces puede<br />
reconstruir un nuevo discurso desde los otros, como en su poema<br />
Adolecer, donde hay una ejercicio de restauración de la memoria como<br />
5
convocatoria mesiánica a los tiempos de la ira. Otras, aparece alienado en<br />
la voz de autoridad de su organización, como en el poema "Noticias". Pero<br />
fundamentalmente, lo que supo hacer es ser de los del pueblo, asumir su<br />
voz sin por ello dejar de conocer que "futuro y memoria se vengarán<br />
algún día" de su afán de ser él mismo.<br />
Se<br />
recorre aquí cuáles son los rastros ideológicos de su perspectiva, cómo<br />
se articulan peronismo, guevarismo, marxismo, cristianismo. Cómo a la<br />
vez están presentes las corrientes marxistas humanistas, con los<br />
Manuscritos Económico-Filosóficos de Marx y las corrientes antihumanistas<br />
de Althusser.<br />
Y se destaca el debate respecto al rol de los intelectuales en la revolución.<br />
La incorporación de <strong>Urondo</strong> a las FAR también está vinculada con el rol<br />
protagónico que esta organización asigna a los intelectuales. Pero no a los<br />
intelectuales individualistas, "grandes pajarotes"- esos a los que no quería<br />
parecerse <strong>Urondo</strong>-, producto de la jaula invisible con que los encierra el<br />
sistema de poder, sino a los intelectuales descentrados, capaces de<br />
mantener su voz crítica dentro de las nuevas organizaciones que se<br />
construyen, a la vez que generan nuevas formas de pensamiento, nuevas<br />
percepciones, nuevas realidades.<br />
Nilda<br />
Susana Redondo<br />
* Nilda Susana Redondo es oriunda de Santa Rosa, La Pampa. Estudió<br />
letras. La dictadura le impidió ejercer la docencia "por difundir ideas<br />
antiargentinas y hacer conocer autores de ultraizquierda".<br />
Ha<br />
desarrollado amplia militancia por los DDHH, y en los terrenos político<br />
y gremial. Es directora de un colegio secundario; en la UNLPam, trabaja<br />
en las cátedras de Literatura Argentina II y en la extracurricular Ernesto<br />
Che Guevara. Participa en proyectos de investigación en la misma<br />
universidad.<br />
Publicó<br />
Poemas de amor y rebeldía (1994); El compromiso político y la<br />
literatura: Rodolfo Walsh (2001) y Haroldo Conti y el PRT. Arte y<br />
subversión (2004). Estos dos últimos trabajos de investigación conforman<br />
un cuerpo con el presente libro porque se plantean continuar los debates<br />
político-ideológicos, éticos, estéticos y culturales de los ‘70. Ha<br />
protagonizado numerosas conferencias y paneles con este fin.<br />
Un documental sobre el poeta<br />
Homenaje<br />
a <strong>Urondo</strong><br />
6
Paco<br />
<strong>Urondo</strong>, revisitado por Daniel Desalmos<br />
En<br />
un homenaje al poeta, de quien en 2005 se cumplieron 29 años de su<br />
muerte, el 10 de noviembre (de 2005)se estrenará Paco <strong>Urondo</strong>, la<br />
palabra justa, un largometraje documental de Daniel Desalmos que llevará<br />
a la pantalla grande a Cristina Banegas y a Juan Leyrado para interpretar<br />
los poemas del reconocido escritor. Estructurado en base a entrevistas a<br />
la hermana del autor, Beatriz <strong>Urondo</strong>, y a sus hijos Javier y Angela, el film<br />
reconstruye la vida del poeta a través de relatos y valiosas imágenes de<br />
archivo. El punto de partida que llevó al director a rodar este film, tras<br />
una ardua investigación, fue comprobar que este intelectual que brilló<br />
como poeta, novelista, dramaturgo y guionista cinematográfico ha sido<br />
relegado al olvido, al igual que aquel atardecer invernal de junio de 1976<br />
en el que fue perseguido por una patrulla del Ejército en la localidad de<br />
Guaymallén, Mendoza, y luego asesinado. A través de este documental,<br />
Desalmos intentará rescatar el valioso y entrañable legado de un artista,<br />
recuperando así también su identidad y su memoria.<br />
Recordando a Paco <strong>Urondo</strong><br />
Por<br />
Luis O. Saavedra*<br />
Hipotesis<br />
Próximamente<br />
se cumplirán 29 años del asesinato de<br />
<strong>Francisco</strong> Reynaldo "Paco" <strong>Urondo</strong> en Guaymallen,<br />
Mendoza.<br />
No ha sido muy difundido,<br />
lamentablemente, que Paco nació en Santa Fe<br />
el 10 de Enero de 1930. Fue poeta, periodista, académico y militante, dio<br />
su vida luchando por el ideal de una sociedad más justa. Fue un poeta<br />
excelente, exquisito, de aquellos que dejan siempre una impronta en lo<br />
que escriben.<br />
En<br />
euskera, lengua vasca y raíz de su apellido, la palabra ur - ondo<br />
significa agua buena. Paradoja de la ciudad de Santa Fe, ciudad rodeada<br />
de agua, que se olvidó de recordar a su hijo, a Paco <strong>Urondo</strong>, a Paco del<br />
agua buena.<br />
Paco<br />
fue padre de tres hijos, Claudia y Javier, santafesinos e hijos de su<br />
unión con Graciela "Chela" Murua, y nacidos el 14 de Abril de 1953, y el<br />
27 de Noviebre de 1957, respectivamente.<br />
Angela,<br />
su tercer hija es fruto de su unión con su compañera asesinada<br />
junto a él en Guaymallen, Mendoza, el 17 de Junio de 1976, Alicia Raboy.<br />
Angela nació el 30 de Junio de1975, y Paco no pudo darle su apellido por<br />
7
ser, ya a esa altura, un perseguido político clandestino, pero la<br />
reconocería como su legítima hija en su testamento.<br />
Claudia<br />
seria desaparecida con su compañero y padre de su hijo, Mario<br />
Koncurat, a fines de 1976, poco tiempo después de que <strong>Urondo</strong> fuese<br />
asesinado. Javier y Angela mantienen viva la memoria de su padre con<br />
honestidad y dignidad.<br />
Paco<br />
fue convocado para ocupar la Dirección de Arte Contemporáneo de la<br />
Universidad Nacional del Litoral, con solo 27 años, en 1957. Producto de<br />
esa gestión, de gran reconocimiento, sería designado como el primer<br />
Director Provincial de Cultura, siendo gobernador de Santa Fe, el doctor<br />
Carlos Sylvestre Begnis, el 16 de Junio de 1958.<br />
Un<br />
año después, cansado de las actitudes intolerantes hacia su gestión, y<br />
cuando el gobierno nacional de Arturo Frondizi deja de lado las promesas<br />
electorales y se convierte en rehén de las Fuerzas Armadas. renuncia a su<br />
cargo.<br />
En<br />
la época de <strong>Urondo</strong>, la ciudad de Santa Fe tenía un brillo cultural<br />
enorme: en ese entonces, los hermanos Maraño y Washington Castro en<br />
la Escuela Superior de Música ofrecían conciertos populares gratis, junto a<br />
Carlos Guastavino, y Ariel Ramírez.<br />
El<br />
"Cocho" José María Paolantonio con gran sacrificio ponía en escena "La<br />
Cantante Calva" de Ionesco. Fernando Birri hacía sus primeras<br />
experiencias fílmicas en la Escuela de Cinematografía de la Universidad<br />
Nacional del Litoral (U.N.L.), y sentaba las bases del movimiento de cine<br />
documental junto a Nicolás Sarquis, Gerardo Vallejo, Jorge Goldemberg y<br />
Adelqui Camusso, luego de la brillante experiencia cultural de "El Retablo<br />
de Maese Pedro", propuesta cultural multidiscliplinaria encabezada por<br />
Fernando Birri, donde Paco <strong>Urondo</strong>, a principios de los cincuenta había<br />
sido titiritero junto a su primera esposa, entonces novia "Chela" Murua. En<br />
literatura estaban Juan José Saer, Hugo Gola, Hugo Mandón. En plástica,<br />
el Grupo Litoral marcaba tendencia.<br />
En<br />
esa época surge la inolvidable TIRE DIE, cortometraje testimonial, que<br />
mostraba el cruce del tren proveniente de Buenos Aires por un puente<br />
angosto sobre el Río Salado y la miseria de los chicos del barrio El<br />
Triángulo que, seguían ó trepaban el tren y por diez centavos –que tiraban<br />
los pasajeros– se arrojaban al agua con una zambullida a veces<br />
impecable, y otras no tanto para recuperar las monedas lanzadas.<br />
Mucho<br />
tiempo después, en Junio de 1973, luego de haber sido un preso<br />
político, y con Héctor Campora al Frente de la Presidencia, y Rodolfo<br />
Puiggros al frente de la Universidad de Buenos Aires, Paco <strong>Urondo</strong> es<br />
designado Director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía<br />
y Letras de la UBA. Renunciaría el 1 de Octubre de 1973, en solidaridad<br />
8
con la renuncia del rector Puigross, cuestionado fuertemente por la<br />
derecha universitaria. La primavera camporista empezaba a marchitarse.<br />
Un mes después asumiría la jefatura del recién creado Diario NOTICIAS.<br />
Quien<br />
esto escribe tuvo la satisfacción de salir de la cárcel de Devoto,<br />
aquel glorioso 25 de Mayo de 1973, junto a Paco <strong>Urondo</strong>, quien prometía<br />
beberse íntegra una botella de Pont Leveque, como alguna vez lo habíaos<br />
hecho junto a Jorge Conti y otros intelectuales santafesinos.<br />
Meses<br />
después, en noviembre de 1973 el Paco periodista pasa a ser el<br />
responsable político del diario "Noticias" que salía todas las mañanas<br />
desde el 20 de Noviembre de ese año y tiraba 130.000 ejemplares. Esa<br />
experiencia militante que compartían Miguel Bonasso, Rodolfo Walsh, Juan<br />
Gelman, Horacio Verbitsky, y el uruguayo Zelmar Michelini. A fines de<br />
Agosto de 1974, Isabel Perón clausuraría esa publicación. Poco antes,<br />
había sido también clausurado "El Mundo" otra expresión de prensa<br />
militante, aunque encarada desde otro ángulo político.<br />
Como<br />
dato curioso, acotemos que la corresponsalía Rosario de El Mundo<br />
era compartida por Carlos Gabetta, hoy Director de la Edición Cono Sur de<br />
Le Monde Diplomatique y nuestro compañero Miguel Ferrari. El<br />
corresponsal de Noticias era el hoy Subsecretario de Derechos Humanos<br />
de la Provincia, Víctor Aliprandi. Ambas corresponsalías compartían<br />
fraternalmente el fotógrafo.<br />
Para finalizar, leeremos un fragmento<br />
de<br />
MUCHAS GRACIAS, uno los últimos<br />
poemas de Paco <strong>Urondo</strong>, no sin antes<br />
agradecer a los compañeros de la<br />
Asociación Civil "El Periscopio" de<br />
Santa Fe, que nos han hecho llegar<br />
los materiales para componer este<br />
texto.<br />
La suerte<br />
ha dejado aquí de andar<br />
fallando:<br />
se encendió la luz y pudo<br />
verse el caos, las<br />
flagrancias: esa mano<br />
allí, esta codicia; el<br />
miedo y otras<br />
mezquindades se pusieron<br />
en evidencia y el amor<br />
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos<br />
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie<br />
pudo negar que en este país, en este<br />
continente, nos estamos todos muriendo<br />
de vergüenza.<br />
Aquí estoy perdiendo amigos, buscando<br />
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente<br />
la vida, queriendo respirar<br />
9
trozos de esperanzas, bocanadas<br />
de aliento; salir<br />
volando para no hacer agua, para<br />
ver toda la tierra y caer en sus brazos.<br />
* Nota: "Momentos de memoria", columna de opinión emitida el sábado 4<br />
de junio de 2005, en el programa "Hipótesis", LT8 Radio Rosario,<br />
Argentina.<br />
La<br />
Fogata<br />
Horacio Verbitsky y su<br />
evocación de <strong>Francisco</strong><br />
<strong>Urondo</strong>, en la semana en la<br />
que Santa Fe lo recuerda a<br />
29 años de su muerte<br />
Paco,<br />
ese amigo del alma<br />
A 29 años de su muerte,<br />
Santa Fe reivindica a Paco<br />
<strong>Urondo</strong>.<br />
Periodista, militante social y<br />
santafesino, <strong>Francisco</strong> Paco<br />
<strong>Urondo</strong> no encontró<br />
diferencias entre la poesía<br />
y<br />
la política porque ambas<br />
compartían el mismo<br />
espacio: “Los compromisos con las palabras l levan o son las mismas cosas<br />
que los compromisos con las gentes, depende de la sinceridad con que se<br />
encarecen tanto una actividad como la otra”, dijo alguna vez. Y tanto creía<br />
en ello, que no dudó en entregar su vida a la militancia en Montoneros en<br />
los años ‘70. Y por eso, el 17 de junio de 1976, acechado por fuerzas<br />
militares, se tomó la pastilla de cianuro que llevaba entre sus ropas.<br />
Horacio<br />
Verbitsky compartió con <strong>Urondo</strong> algo más que una redacción.<br />
Fueron amigos durante varios años y el recuerdo de Paco se mantiene<br />
vivo en su memoria, tal como lo evocara, con cariño y emoción el pasado<br />
lunes cuando se inaugurara en Santa Fe una semana de<br />
homenaje/reivindicación a un poeta que fue, desde su muerte,<br />
condenado<br />
a la cruel oscuridad del olvido.<br />
“El<br />
recuerdo de Paco para mí esta asociado, por un lado por una serie de<br />
<strong>historia</strong>s personales que hemos vivido juntos; y por otro, con una época<br />
de nuestro país”, rememora Verbitsky, y continúa: “La primera vez que yo<br />
lo vi debe haber sido en 1960 o 1961, cuando asistí a una lectura de<br />
10
poemas suya. En esa época, Paco y Juan Gelman leían poemas en lugares<br />
pequeños en una época en la que todo el mundo fumaba en lugares<br />
cerrados e intoxicaba a todos los demás. Estaban los dos sentados en una<br />
mesa y leían primero un poema uno y luego un poema el otro, y nosotros<br />
escuchábamos. Eran maravillosos porque hablaban de los temas de la vida<br />
cotidiana con un tono coloquial, que no era lo que uno estaba<br />
acostumbrado a lo que era la poesía y era muy fuerte porque constituía<br />
un<br />
cambio, implicaba sentir que eso era poesía y al mismo tiempo estaba<br />
hablando de vivencias de la vida cotidiana. Pero además, planteaban los<br />
temas de la lucha política, del poder, de la revolución. Tanto Paco como<br />
Juan le escribían a la revolución, la interpelaban con su poesía, aunque<br />
tenían <strong>historia</strong>s políticas distintas”.<br />
Verbitsky<br />
también recuerda entre risas que “la década del ‘60 era una<br />
época de la libertad de costumbres; y Paco vivía en una vieja casona que<br />
seguramente le recordaba las casas de Santa Fe porque era una<br />
construcción de un estilo italiano, aunque en realidad prefería llamarse<br />
francés porque quedaba mejor. La casa era muy grande, estaba siempre<br />
llena de gente, de amigos, había reuniones continuamente y se<br />
conversaba de todo, se escuchaba música, se discutía en voz alta<br />
de<br />
temas relacionados con la literatura y con el arte y con la política; pero<br />
también esa casa servía para hacer y deshacer parejas, porque era refugio<br />
de recién separados, un lugar de protección de parejas políticamente<br />
incorrectas pero que igual se formaban; y había unos chiquilines que<br />
andaban escuchando y mirando todo y abriendo mucho los ojos, que<br />
jugaban mientras nosotros hacíamos la sobremesa con ‘la máquina de<br />
decir pavadas’, que era como Paco llamaba a la botella de vino. Ellos<br />
escuchaban y absorbían las frustraciones de los padres por una época en<br />
la que se cerraban los caminos y se abrían otros, pero había proyectos,<br />
esperanzas y mucha voluntad de que las cosas cambiaran”.<br />
Pero<br />
la marca imborrable que Verbitsky lleva de <strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong> es ese<br />
apodo que lo acompaña desde la primera vez que trabajaron juntos en<br />
una redacción. “Jacobo Timerman había organizado un diario en Mendoza<br />
para un empresario inmobiliario muy importante y yo monté la<br />
corresponsalía en Buenos Aires. Ahí trabajaba Paco. Esa fue la primera<br />
vez que trabajamos juntos en una redacción, y él me bautizo con el apodo<br />
de Perro. Cuando me preguntan por qué, yo respondo que por el buen<br />
carácter, pero no se si fue por eso. La verdad es que Paco era muy<br />
bautizador. Se divertía mucho y divertía mucho a los demás, porque<br />
cuando uno piensa en su vida, en cómo lo mataron, da una imagen muy<br />
solemne, como de libro escolar, pero él no era así. Al contrario, era un<br />
tipo muy serio en todas las cosas que hacía, pero muy gozador de todo.<br />
Siempre cerraba los ojitos chiquitos, miraba todo irónicamente,<br />
observaba, catalogaba, y a través de esos ojitos entrecerrados veía<br />
todo<br />
lo que pasaba alrededor”.<br />
Luego<br />
de ello, volvieron a encontrarse en la redacción del diario La<br />
11
Opinión, “que era como un Arca de Noé, había dos animales de cada<br />
especie política de la época. Todos sabíamos que el otro andaba en algo<br />
pero nadie sabía en qué, porque el secreto se mantenía mucho. Pero<br />
había gente que participaba de distintas organizaciones que se lanzaron<br />
a<br />
hacer esa revolución que Paco y Juan habían escrito en sus poemas; y<br />
esos fueron varios años en los que yo no supe qué estaba haciendo Paco<br />
aunque lo imaginaba”, recuerda. Hasta que en los primeros días de 1973,<br />
cae detenido junto con un grupo de gente entre la que estaba su mujer de<br />
ese momento, Lili Mazzaferro, y su hija Claudia. <strong>Urondo</strong> estuvo preso<br />
varios meses en la cárcel de Devoto. “Él decía que era un preso señorito<br />
porque estaba en condición de detenido, pero mantenía su ironía, su<br />
prestancia, su postura. Y ahí estuvo toda una noche encerrado en una<br />
habitación con los tres sobrevivientes de la Masacre de Trelew grabando<br />
las entrevistas que después fueron su libro La patria fusilada”, narra<br />
Verbitsky.<br />
http://www.analisisdigital.com.ar<br />
Verbitsky y sus testimonios en el documental sobre<br />
Paco <strong>Urondo</strong><br />
Por<br />
quién mueve la cola el Perro<br />
“Empuñé<br />
un arma porque buscaba la palabra justa”<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong><br />
Por<br />
Marcos Disniper<br />
¿A quién responde El Perro Verbitsky? Lamentables<br />
declaraciones en el fantástico documental sobre<br />
<strong>Francisco</strong> "Paco" <strong>Urondo</strong><br />
del "renombrado periodista".<br />
El documental recientemente estrenado y que lamentablemente<br />
sólo<br />
puede verse en una pequeña sala del cine Cosmos, Paco <strong>Urondo</strong>, la<br />
palabra justa, es un documento carnalmente emotivo sobre el poeta y<br />
militante montonero que perdiera su vida en 1977 tragándose una pastilla<br />
de cianuro ante el miedo de ser capturado y exponerse a la delación bajo<br />
tortura.<br />
El trabajo es excelente, de muy buen nivel y entre líneas pueden<br />
vislumbrarse un par de perlitas que lo hace opaco. Una al documental<br />
en<br />
sí, otra a uno de los principales entrevistados que recorre los metros de<br />
cinta fílmica.<br />
Esto no es defensa<br />
de nada ni nadie, ya que la cada uno pone, o no, la<br />
cara, y la verdad no ofende, porque es verdad. Pero lo que mancha a este<br />
trabajo fílmico, del cual es casi imposible dejar la sala sin sentir un nudo<br />
en la garganta y alguna gotera abierta en el lagrimal, es que incurre en la<br />
12
nueva moda de la militancia testimonial es en “péguele al boludo”, esto<br />
es, toda la culpa de todos los errores que los revolucionarios padecieron<br />
en los ’70 son culpa de Mario Firmenich, Roberto Perdía y Fernando Vaca<br />
Narvaja y el resto, de palo, la miraba desde la ventana. Claro, estos están<br />
vivos y poco cuenta esposas, familiares y amigos que perdieran estos<br />
tres.<br />
El programa<br />
de con la reseña de la película que entregan en la puerta de<br />
la Sala 2 del Cosmos, hay errores y una intencionalidad que no muestra el<br />
documental. Error: que <strong>Urondo</strong> murió en Buenos Aires. Intencionalidad:<br />
“supuestamente traicionado por integrantes del grupo montonero”.<br />
En tal sentido, el ex montonero Juan Gasparini escribió su Montoneros,<br />
final de cuentas, y la sensación que deja para cualquiera que quiera saber<br />
de primera mano qué paso en aquellos años donde una idea valía la vida,<br />
es que Gasparini estuvo en la ESMA de casualidad y su relato casi<br />
permanente en tercera persona lo pone en otra vereda de la organización<br />
en que militara. De hecho acusa desde la vereda de enfrente.<br />
Pues aquí, en el documental, la exclusiva culpa de la muerte de Paco<br />
<strong>Urondo</strong> la tiene no sólo la Conducción Nacional de Montoneros, sino<br />
directamente Firmenich.<br />
Paco <strong>Urondo</strong> había sido penado<br />
por haber cometido una infidelidad. Y lo<br />
que llamativamente obvia el documental es que su pareja, Lili Mazzaferro,<br />
fue quien lo acusara ante la Conducción montonera y pidiera la pena más<br />
alta del código de conducta que regía en todas las organizaciones<br />
guerrilleras, entre otras, la infidelidad a la pareja/compañera, se lo<br />
penaba.<br />
Esta es el<br />
único punto flojo del excelente documental, en cuanto a su<br />
producción.<br />
Ahora bien, hay<br />
un elemento que recorre el trabajo desde su principio al<br />
fin que es lisa y llanamente lamentable, y no está demás ponerlo a<br />
debate.<br />
El “Perro”<br />
Horacio Verbitsky tiene una participación, cuanto menos,<br />
patética. En primera instancia incurre en una falta de respeto, porque<br />
obviamente, Verbitsky culpa a la conducción montonera de la culpa de la<br />
muerte de Paco <strong>Urondo</strong> y demás males.<br />
Efectivamente, <strong>Urondo</strong> fue visto saliendo de un hotel junto a su última<br />
pareja mientras compartía su vida con Mazzaferro, fue elevado a “juicio<br />
revolucionario”, despromovido de su rango y se le dio un nuevo destino.<br />
Entienda el lector, y haga el esfuerzo por leer esto en el marco de los ’70<br />
y de una organización enfrentada con la Triple A y la Dictadura que<br />
dispuso casi toda su estructura para la represión sobre Montoneros.<br />
Paco <strong>Urondo</strong> había aceptado la falta, tal como señala Miguel Bonasso en el<br />
documental “al artículo 16”, pero pidió que no lo trasladaran a Santa Fe o<br />
a Mendoza porque allí sería fácilmente reconocible. Murió en Mendoza<br />
tragándose la pastilla de cianuro mientras lo perseguía vaya a saber<br />
quién, cuantos represores sin uniforme.<br />
Criticar el traslado a un lugar donde sabía<br />
que sería una ratonera, bien<br />
vale el debate de semejante error, que con todas las letras fue una<br />
barbaridad.<br />
13
Pero caer en la posición de Verbitsky supera lo patético si se es bien<br />
pensado y mal informado. Tal vez en realidad lo de Verbitsky sea una<br />
aproximación a su realidad canina.<br />
El Perro, quien escribiera y comiera de su salario en el diario Noticias, de<br />
Montoneros, y participara de la célula de prensa e inteligencia ANCLA, de<br />
Montoneros bajo el mando de Rodolfo Walsh, oficial montonero,<br />
testimonia sobre la vida de Paco <strong>Urondo</strong> como si fuera un colega español<br />
de la sección Cultura del diario El País. Parece que el Perro no estaba.<br />
El Perro va mucho más allá que Gasparini, porque para este tal vez queda<br />
la posibilidad que utilice el relato desde la ventana como un recurso<br />
literario. El Perro, a diferencia de Bonasso que demuestra al menos<br />
consecuencia y se hace cargo de su pasado militante, con aciertos y<br />
errores, habla desde afuera, acusa a una “conducción delirante” de la cual<br />
la mayoría no puede hablar porque fueron desaparecidos y apenas<br />
sobrevivieron tres de ellos. De movida, Perro, si el muerto no tiene<br />
posibilidad de réplica no se debería ser tan liviano a la hora de acusar.<br />
Para el Perro, estos errores era producto de “una mezcla de Clausewitz y<br />
Mao Tse Tung mal digerida”. Para todos los amantes de los revolucionarios<br />
que leen esta nota, la pena “por desviaciones burguesas” al que comete<br />
“infidelidades carnales” no fueron inventadas ni por Firmenich, ni por<br />
Santucho, sino que estos las tomaron del Hombre Nuevo de Ernesto<br />
Guevara.<br />
Además hay<br />
que tomar en esto una cuestión que se desprende lógica. No<br />
sólo Paco <strong>Urondo</strong> admitió su culpa aunque en desacuerdo, sino que sabía<br />
que dicho código de conducta existía. En términos más simples: si hacerse<br />
socio de un club de fútbol implica que los hombres vayan con polleras a la<br />
tribuna popular, hay dos opciones, hacerse socio o no. <strong>Urondo</strong> optó por<br />
ingresar a Montoneros, algo que para Vertbisky era raro “para un hombre<br />
tan inteligente”. Bueno, la diferencia podría radicar en que <strong>Urondo</strong> estaba<br />
decidido por una revolución que no fue. Al Perro nadie lo vio cantar<br />
“vamos a hacer la patria socialista”.<br />
Pero cosa rara ver a un Perro hablar. Todavía queda en el tintero saber<br />
por qué, si es que fue cierto como circulaba entonces, Rodolfo Walsh lo<br />
agarró a golpes. Como también saber cómo, de cada atentado justo salía<br />
minutos antes a comprar puchos o vaya a saber qué, porque si algo<br />
demostró éste es su espectacular habilidad para no estar en los peores<br />
momentos. ¿Qué hay con la protección que le habría dado los servicios de<br />
inteligencia de la Fuerza Aérea? Aquí ya sería haberse pasado al bando del<br />
enemigo con bagajes y todo. A no ser que siempre estuviese de ese lado,<br />
quién sabe.<br />
Nos vamos a caer aquí en la tradicional acusación de los servicios locales<br />
sobre el financiamiento del Perro por parte de la Fundación Ford, ligada a<br />
la CIA. El Perro, lo que sí es cierto, recibe en el CELS financiamiento de la<br />
National Endownment Democracy (NED), que según el New York Times y<br />
el Washington Post -no el Granma- es una fundación que funciona como<br />
ducto de la CIA para financiar partidos políticos como ocurre en<br />
Venezuela, como ocurrió en los países de la Europa Oriental para<br />
desestabilizar a los regímenes comunistas, la misma que hoy financia<br />
a<br />
14
periodistas en Irak para “crear la libertad de expresión” tras décadas de<br />
sometimiento de Saddam Hussein. Ni hablar de la sede “progre” de Clarín,<br />
que naciera con aportes que Manzano le diera a “Berny” Zanata/12,<br />
acusado hoy por Luis Majul de haber recibido dinero de Fernándo de<br />
Santibáñez cuando el delarruista estaba al frente de la...SIDE.<br />
Hoy el Perro comenzó a tener una postura crítica del gobierno de<br />
Néstor<br />
Kirchner, a cambio de su posición inicial, que llegó ser considerado como<br />
“mentor de Kirchner” y demás.<br />
Que se oponga a un gobierno no tiene absolutamente nada de malo, lo<br />
que siempre quedará en la nebulosa es si esto corresponde a un<br />
convencimiento por un análisis profesional, o porque quedó herido de que<br />
Miguel Bonasso sea el predilecto de la pareja K y quedara nuevamente en<br />
las sombras, perdiendo los favores presidenciales.<br />
El Perro es despreciado en algunas culturas no porque<br />
sea más sucio que<br />
los gatos o vaguedades por el estilo, sino que se lo repudia porque el<br />
Perro sólo es fiel a quien le da de comer. No importa quién.<br />
www.rodolfowalsh.org,<br />
diciembre de 2005<br />
Paco está entre nosotros<br />
Presentacion<br />
de una biografia sobre Paco <strong>Urondo</strong><br />
Asociación Madres de Plaza de Mayo, junio de 2003<br />
En la Biblioteca Julio Huasi, de la Asociación Madres de<br />
Plaza de Mayo, fue presentado un importante libro que<br />
narra la vida y la lucha del gran <strong>Francisco</strong> "Paco" <strong>Urondo</strong>,<br />
hombre de palabra y acción, tal vez uno de los mejores<br />
poetas de la llamada<br />
Generación del 60. En el acto hablaron José Luis<br />
Mangieri, Carlos Aznárez, el autor Pablo Montanaro, y la voz del<br />
mismísimo Paco, leyendo sus poemas más extraordinarios.<br />
Ocurrió<br />
el miércoles 18 de junio de 2003, a la hora del atardecer. Fue en<br />
la Biblioteca de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que lleva el<br />
nombre de otro poeta, militante y periodista fundamental, Julio Huasi.<br />
Al<br />
día siguiente de cumplirse 27 años de su caída en combate, y en ocasión<br />
de la aparición de una minuciosa biografía escrita por el joven escritor<br />
Pablo Montanaro, se reivindicó la vida y la lucha, los sueños y los poemas<br />
de <strong>Francisco</strong> "Paco" <strong>Urondo</strong>.<br />
Al<br />
acto de presentación de "La palabra en acción. Biografía de un poeta y<br />
militante" (Ed. Homo Sapiens. Rosario), asistieron José Luis Mangieri,<br />
poeta y editor de la legendaria revista "La rosa blindada", y Carlos<br />
Aznárez, escritor y periodista, compañero de Paco <strong>Urondo</strong> en la<br />
organización Montoneros. Además, intervinieron el autor del libro y,<br />
15
centralmente, el mismísimo Paco, a través de una emocionante cinta que<br />
contenía la voz del poeta en la lectura de sus versos más reveladores.<br />
El<br />
primero en hablar fue José Luis Mangieri. El director de la célebre<br />
colección de poesía "Libros de tierra firme", expresó que "lo más<br />
importante es que Paco <strong>Urondo</strong> murió en combate. Paco <strong>Urondo</strong> no<br />
fue<br />
asesinado; es cierto, tomó la pastilla, pero murió en combate, que es muy<br />
distinto a decir que fue asesinado. Dadas las características de Paco, es la<br />
muerte que le correspondía". Además, destacó que "a Paco habría que<br />
sacarlo a la calle, ponerle su nombre a alguna plaza. Paco fue un<br />
combatiente que llegó como los famosos poetas surrealistas de París<br />
que<br />
lucharon con el cuerpo bajo la ocupación nazi y no solamente con sus<br />
versos". Tal como luego lo hizo Carlos Aznárez, Mangieri celebró que el<br />
libro haya sido realizado por un joven: "Me llama la atención la inquietud<br />
de Montanaro sobre Paco y especialmente que se acerque a un<br />
combatiente en un momento de una decadencia tan grande en todos<br />
los<br />
niveles, donde el Proceso está instalado, lo tenemos instalado".<br />
A su turno, el director del periódico "Resumen Latinoamericano" reconoció<br />
que "el libro de Pablo Montanaro me gustó mucho, no sólo porque lo<br />
escribe un joven sino porque vengo notando que nuestra <strong>historia</strong> de lucha<br />
de los 60 y 70 la están escribiendo, en gran parte, una cantidad de<br />
farabutes que ni estuvieron, tampoco era necesario que estuvieran, pero<br />
por lo menos tuvieran respeto para contarla. Montanaro la ha contado<br />
bien, ha recogido los testimonios y nos ha edificado un Paco <strong>Urondo</strong> muy<br />
parecido a lo que realmente fue".<br />
La<br />
alocución de Aznárez fue por demás emotiva porque incluyó no pocas<br />
anécdotas acerca de la acción política de <strong>Urondo</strong>. "A Paco tuve la suerte<br />
de conocerlo en la militancia, cuando estaba en las Fuerzas Armadas<br />
Revolucionarias y, sobre todo, cuando andaba huyendo por los caminos<br />
hasta que fue detenido con Lili Mazzafero y con el 'Jote' Koncurat. De<br />
pronto gran cantidad de gente que lo conocía se sorprendió porque no<br />
podían entender que fuera guerrillero y además fuera todo eso que<br />
contaban los diarios con exageración pero dando algunos datos que tenían<br />
bastante que ver con la realidad militante", recordó.<br />
Enseguida<br />
remarcó que Paco "era jodón, era muy alegre. Todo lo que<br />
hacía lo hacía con una pasión desenfrenada. Cuando cae preso, poco<br />
antes de la amnistía a todos los presos políticos, obviamente nadie sabía<br />
que iba a salir tan rápido, él dedica con pasión a trabajar en una acción<br />
militante que fue supereficaz y que fue recoger los testimonios de los<br />
sobrevivientes de la Masacre de Trelew, en ese libro maravilloso, 'La<br />
patria fusilada', que leímos todos".<br />
Justo<br />
cuando Carlos Aznárez estaba relatando el contexto que rodeó a<br />
aquel importantísimo libro sobre los fusilamientos en Trelew, ingresó al<br />
salón de la Biblioteca Hebe de Bonafini, la presidenta de las Madres, quien<br />
16
hasta ese momento había permanecido escaleras abajo, en el Auditorio de<br />
la Universidad Popular, en la proyección inaugural de un valioso film<br />
producido por egresados de la carrera de Periodismo.<br />
Envuelta<br />
en su pañuelo blanco, Hebe pudo escuchar que "cuando Paco<br />
salió de Devoto nos llamaba la atención que lo hiciera con el pelo largo,<br />
con cara de preso de varios meses, de estar dando vueltas al patio y,<br />
sobre todo, cuidando ese bolso marinero. Le preguntábamos qué tenía en<br />
ese bolso. El contestaba 'esto es la bomba'. Tal cual. 'La patria fusilada'<br />
prestó un servicio tremendo para desenmascarar lo que había sido esa<br />
miserable dictadura lanussista que llevó a practicar ese fusilamiento en<br />
masa que aún está impune, porque todavía no apareció el Capitán Sosa, a<br />
quien todos los compañeros lo seguiremos buscando en nuestros sueños".<br />
Carlos<br />
Aznárez también subrayó la etapa periodística de <strong>Urondo</strong> y evocó<br />
que "después estuvimos en el diario 'Noticias', que fue una experiencia de<br />
periodismo maravilloso. Era un diario bien hecho, bien escrito, con buen<br />
material y con una cantidad de gente enorme. Ahí estuvo Paco<br />
representando el cargo de coordinador, de director y mandamás.<br />
Lo hacía<br />
no sólo porque estaba trabajando con sus amigos, sus compañeros de<br />
toda la vida, sino también tenía un enorme respeto por aquellos que<br />
recién se iniciaban. Paco se tomaba el trabajo, a pesar de todas las<br />
responsabilidades que tenía, de guiarlos, conducirlos, no tirarles las notas<br />
al cesto de papeles, sino que se tomaba el tiempo que fuera necesario<br />
para corregirlos. Paco decía: 'Hay que hacer un periodismo que cuente lo<br />
que la gente hace, dice y tiene ganas de que se cuente'".<br />
Además,<br />
su compañero en Montoneros recalcó que "obviamente, Paco<br />
pertenecía a una organización que era muy vertical, él respetaba esa<br />
verticalidad y se encuadraba cuando lo corregían o cuando le marcaban<br />
un<br />
error. Aunque no lo reconocía como un error, lo aceptaba porque venía de<br />
sus compañeros a los que les reconocía más mérito para marcárselo". De<br />
la misma manera destacó la capacidad militar de <strong>Urondo</strong>: "Era muy rígido<br />
cuando se disponía a plantear algo como una operación militar. Un tipo<br />
muy valiente. Lo interesante, y esto es lo bueno que cuenta el libro,<br />
muchos de nuestros compañeros lo tenían como un intelectual, en el<br />
concepto malo del intelectual. Subyacía la idea de que Paco no podría<br />
actuar en un enfrentamiento fuerte. Yo no participé de ninguna acción<br />
militar con Paco, pero tengo compañeros que sí lo han hecho y realmente<br />
agradecían tener un jefe militar como Paco, porque cuidaba hasta el<br />
último momento a su gente, porque lo más importante no era la acción<br />
a<br />
realizar sino el equipo de gente que estaba en la operación. En eso<br />
Rodolfo Walsh y Paco construyeron una relación con la organización, sobre<br />
todo con la base de la organización, que siempre le agradecían o pedían ir<br />
con ellos en los tantos ámbitos en que han estado de militancia".<br />
Más<br />
adelante, Aznárez reconstruyó los días finales de <strong>Urondo</strong> y reveló que<br />
"cuando termina su paso por 'Noticias' y empieza la nueva experiencia de<br />
17
Informaciones, llega ese momento álgido para el cual hay una polémica de<br />
si lo mandaron o no lo mandaron al muere por ir a Mendoza. A nosotros<br />
nadie nos mandaba a hacer cosas que no tuviéramos ganas de hacer.<br />
Todo lo que hacíamos en la militancia política lo hacíamos porque<br />
queríamos estar en esa organización, porque nos comprometíamos con<br />
eso. A veces había excesos, errores, pero hay una parte de nuestra<br />
<strong>historia</strong> que se ha contado en el después, sobre todo cuando se<br />
empezaron a escribir libros que contaban la experiencia del 70 donde<br />
se<br />
quiere dejar esa imagen de que todos nuestros jefes nos mandaban al<br />
muere. Y no es así. Nadie iba al muere porque lo mandaban, uno estaba<br />
en una organización comprometida hasta las últimas consecuencias. Se<br />
cometían errores graves y también se pagaban esas culpas con los<br />
compañeros de base y otras veces con la muerte de algunos de los<br />
compañeros de la dirección; porque no todos los compañeros de la<br />
dirección de Montoneros o del ERP son los que sobrevivieron. Hay un<br />
montón de compañeros que fueron direcciones de esas organizaciones y<br />
estuvieron en la primera línea de combate hasta último momento. Y Paco<br />
era uno de ellos. Evidentemente Mendoza no era el lugar ideal para<br />
mandarlo, pero ya no había lugares ideales, todo el país estaba<br />
agujereado por la delación, por los servicios..."<br />
Antes<br />
de terminar, también recordó a quien fuera la última compañera de<br />
<strong>Urondo</strong>, "Alicia Cora Raboy, una compañera que siempre reivindico porque<br />
la conocí y trabajé en distintos ámbitos de la organización. Alicia ha<br />
quedado siempre como la compañera de Paco, incluso algunos<br />
compañeros la miraban como 'La mujer de...'. Alicia se tomó la militancia<br />
en serio y le cambió la vida. Era muy disciplinada, honesta. A Paco, Alicia<br />
lo calmaba, porque Paco muchas veces volaba y Alicia lo bajaba a tierra. Y<br />
sobre todo le dio a su hija, Angela. Cuando nació Angela a Paco lo vimos<br />
cambiado, como que necesitaba ser padre otra vez y lo festejó con un<br />
entusiasmo que le hizo olvidar todos los agujeros negros que le estaba<br />
planteando en ese momento la militancia".<br />
Para<br />
finalizar, Carlos Aznárez reflexionó que "hay que rescatar de Paco y<br />
de todos estos compañeros como Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Miguel<br />
Angel Bustos, que siendo brillantes intelectuales nunca se dejaron ganar<br />
por esta aureola de intelectualidad y cuando hubo que pasar a la acción<br />
directa, porque no había otra vía o forma de combatir a los enemigos,<br />
tomaron el camino de las armas. Y si hubiéramos ganado la revolución,<br />
hubieran sido maravillosos constructores. Hay que decirlo, estuvimos ahí<br />
del triunfo y porque estuvimos ahí nos pegaron con la ferocidad con que<br />
nos pegaron, porque estuvimos arañando el cielo. En ese sentido Paco nos<br />
dejó un legado de vivir con coherencia y con alegría las cosas que se<br />
hacen".<br />
18
PARA QUE EL MUNDO ENTRARA EN LA HISTORIA DE LA<br />
ALEGRIA<br />
Junio en la vida y muerte de <strong>Francisco</strong> Paco urondo<br />
INVITACIÓN DE LA ASOCIACION MADRES DE PLAZA DE<br />
MAYO<br />
<strong>Francisco</strong> Paco <strong>Urondo</strong> fue poeta y periodista. Militante<br />
revolucionario peronista de la organización Montoneros, que cayo en<br />
combate contra la dictadura militar uno de estos días de junio pero del<br />
1976, cumplidos sus 46 años de edad.<br />
Para Paco nunca hubo contradicciones entre la militancia por una patria<br />
justa, libre y soberana, y la condición de escritor. En sus poemas se puede<br />
ver la profunda unidad de vida y obra que un autor y sus textos pueden<br />
alcanzar. No hubo abismo entre experiencia y poesía para <strong>Urondo</strong>. -<br />
Empuñé un arma porque busco la palabra justa, dijo alguna vez.<br />
En Montoneros, <strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong>, pertenecía al equipo de prensa.<br />
En 1975 junto a Rodolfo Walsh se ponen a trabajar en la confección de<br />
una respuesta al golpe militar que ya se veía venir. Dicho plan no<br />
apuntaba a un improbable freno al golpe, sino a una respuesta orgánica<br />
que dificultara el despliegue inicial de los militares, las primeras 48hs. El<br />
documento fue llevado a la dirigencia de la organización, la cual nunca<br />
llegó a ejecutar la propuesta de los compañeros, sino que implementó<br />
otro plan de operaciones, para el cual no fueron llamados a discutir ni<br />
Walsh ni <strong>Urondo</strong>. Por consiguiente la prensa montonera siguió<br />
funcionando como si hubiera un futuro electoral: pensando en una revista<br />
e incluso en un diario! Esto, naturalmente, traía como consecuencia la<br />
necesidad de mantener más o menos<br />
congregado un aparato importante, con<br />
grandes locales, imprentas, etc. Un<br />
blanco terriblemente fácil para el<br />
enemigo.<br />
En mayo de 1976, la organización,<br />
decide trasladar a Paco a Mendoza. Un<br />
error según opiniones actuales y<br />
contemporáneas, ya que dicha provincia<br />
desde 1975 era una sangría permanente.<br />
El 17 de junio, en un contexto de<br />
derrota, cae <strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong> como<br />
consecuencia de una cita envenenada.<br />
El compañero y amigo Rodolfo Walsh, así<br />
relata el momento:...:<br />
19
- Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un<br />
tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una<br />
compañera. Finalmente el Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: -<br />
Disparen ustedes. Luego agregó - Me tomé la pastilla y ya me siento maL.<br />
La compañera recuerda que Lucía dijo: - Pero papi, por qué hiciste eso. La<br />
compañera escapó entre las balas, días después llegó herida a Buenos<br />
Aires.<br />
Paco, poeta, periodista y militante peronista escribió:<br />
.....Y la <strong>historia</strong> de la alegría no será<br />
privativa, sino de toda la pendencia<br />
de la tierra y su aire, su espalda y su perfil, su tos y su<br />
risa. Ya no soy<br />
de aquí; apenas me siento una memoria<br />
de paso. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio<br />
por este mundo desgraciado. Le daré<br />
la vida para que nada siga como esta.<br />
---------<br />
Dijo Juan Gelman de Paco <strong>Urondo</strong>:<br />
-También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear<br />
sufrimiento, para que el mundo entero entrara en la <strong>historia</strong> de la alegria.<br />
Las dos luchas fueron una sola para él. Ambas lo escribieron y en ambas<br />
quedó escrito.<br />
En estos dias de Junio, mas precisamente el miercoles 18 de junio a las<br />
19.30 hs. en la Biblioteca Julio Huasi de la calle Hipólito Irigoyen 1584 de<br />
la Ciudad de Buenos Aires la Asociación de Madres de Plaza de Mayo<br />
presentaba un libro titulado <strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong>, la palabra en acción -<br />
Biografía de un poeta y militante escrito por Pablo Montanaro.<br />
NAC&POP<br />
"Paco <strong>Urondo</strong> era lo menos parecido a un<br />
guerrillero"<br />
Osvaldo Bayer, fragmento de un reportaje de<br />
Ana Bianco<br />
"En el documental, usted afirma que ERP y<br />
Montoneros habían tomado su libro sobre<br />
20
Severino Di Giovanni como una especie de obra de cabecera. ¿Cómo<br />
evalúa hoy esa época?<br />
"Fue un período que viví intensamente. Mucho de mis mejores amigos<br />
estaban metidos en la guerrilla. Paco <strong>Urondo</strong> trabajó al lado mío durante<br />
dos años, en la redacción de Clarín. En mis encuentros con Rodolfo Walsh<br />
yo le decía que ellos eran los mejores, pero que los iban a matar. Que la<br />
represión era diez veces mayor en fuerzas, y que era necesario cuidar a la<br />
juventud argentina. Otros, que no eran mis amigos, me llamaban "el<br />
burguesito", acusándome de ser responsable de una interpretación<br />
libertaria de la vida que no podía llegar jamás a la revolución.<br />
Desgraciadamente, los hechos me dieron la razón y no porque yo viera<br />
tan claramente esa época. Con Rodolfo nos habíamos conocido en Cuba.<br />
Por eso quiero escribir una segunda novela, que se va referir a finales de<br />
los '60 y principios de los '70. No puedo contar mis polémicas con Paco ni<br />
con Rodolfo, porque ellos no están. Tampoco puedo reproducirlas y<br />
adjudicarles expresiones, con lo que lo voy a hacer a través de personajes<br />
que el lector pueda reconocer. Teníamos hermosas discusiones, eran<br />
realmente de lo mejor. Paco <strong>Urondo</strong> era lo menos parecido a un<br />
guerrillero. Yo no sabía que había tomado esa línea. En un encuentro en<br />
Berlín con Manuel Puig, el novelista, recibimos la noticia de su muerte, en<br />
Mendoza. Puig me contó, con algo de indignación: "Tengo que contarte,<br />
Osvaldo, que las crónicas dicen que Paco era Montonero". Yo, para<br />
tranquilizarlo, porque sabía que le podía dar un ataque de nervios, le dije<br />
que no que estaban mal, que Paco era del ERP. Puig me dio un gran<br />
abrazo y me dijo: "Que alegría que me das". Es que Puig era muy<br />
antiperonista.<br />
Paco es la mitad de mi vida, le tengo un profundo respeto<br />
Beatriz <strong>Urondo</strong>, hermana del poeta y militante asesinado<br />
por la dictadura, recuerda su calvario para recuperar el<br />
cuerpo.<br />
Por ANA BIANCO<br />
<strong>Francisco</strong> “Paco” <strong>Urondo</strong> (1930-1976) tuvo una vida<br />
intensa. Era un reconocido poeta de la generación de los años ’60 y ’70,<br />
novelista (Los pasos previos), cuentista, dramaturgo, ensayista (Veinte<br />
años de poesía argentina), guionista de cine y televisión y periodista,<br />
responsable junto a Juan Gelman del suplemento cultural del diario La<br />
Opinión (1971), secretario de redacción del diario Noticias (1973) y autor<br />
de La patria fusilada (reportaje a tres sobrevivientes de la masacre del 22<br />
de agosto de 1972 en Trelew), que realizó mientras estaba preso en la<br />
cárcel de Villa Devoto, en 1973. <strong>Urondo</strong>, un intelectual comprometido, se<br />
integró a la organización guerrillera FAR a comienzos de los años ’70 y<br />
21
aceptó, en contra de su voluntad, un destino en Mendoza. Murió<br />
combatiendo el 17 de junio de 1976 en Guaymallén, en una redada en la<br />
cual Alicia Rabboy, su esposa, fue secuestrada y continúa aún<br />
desaparecida, y Angela, su hija, sobrevivió. El documental Paco <strong>Urondo</strong>, la<br />
palabra justa, dirigido por Daniel Desaloms, revaloriza la figura de <strong>Urondo</strong><br />
y entre los entrevistados destaca a Beatriz (80 años) hermana de Paco,<br />
una testigo importante. En una charla telefónica desde Merlo, San Luis,<br />
Beatriz <strong>Urondo</strong> compartió con Página/12 la odisea que soportó para<br />
recuperar el cuerpo de su hermano y rescatar a su sobrina, Angela. El<br />
director Desaloms se refiere al testimonio de Javier, hijo de Paco, frente al<br />
estreno de hoy en el Cosmos [10/11/05].<br />
Beatriz llegó a Mendoza con Teresa, la madre de Alicia Rabboy, y empezó<br />
su peregrinar: “Visitaba el Comando del Ejército dos veces por día, iba<br />
vestida con un tapado de piel y con alhajas, como si fuera una oligarca, y<br />
recibía reiteradamente la misma respuesta: ‘Desconocemos el hecho’. En<br />
una de esas visitas había observado a un hombre de civil que me miraba<br />
con lástima. Y fue él quien me dijo que el cuerpo de Paco estaba en el<br />
Hospital Cevit, y también agregó que no sabía nada de la señora, pero<br />
que me iban a entregar a la nena. Llegamos al hospital con Teresita y nos<br />
impedían entrar porque había finalizado el horario de visita. A un milico le<br />
dije que pensaba entrar igual, que si quería me diera un tiro por la<br />
espalda. Adentro escuché que unos hombres con botas de lluvia y palas<br />
hablaban de un periodista, bien empilchado y con un reloj tan lindo, que<br />
no lo iban a poder enterrar en la fosa común, porque la hermana lo<br />
reclamaba. Me dirigí al forense, que no sabía nada del hecho, le mostré<br />
una foto y le insistí que me mostrase los registros, hasta que finalmente<br />
trajo un cuaderno Tamborcito sucio y de mala muerte donde constaba: 17<br />
de junio, alrededor de las 18 horas, NN sexo masculino. Un policía me<br />
acompañó a reconocerlo, yo fingía estar enojada por ser mi hermano la<br />
oveja negra de la familia. Paco estaba ahí desnudo en la morgue, y pensé:<br />
‘Qué frío debe haber tenido’. Le habían robado la vida...”<br />
Beatriz necesitaba la constancia de defunción: “Le pedí al forense la<br />
partida de fallecimiento y figuraba como NN. En Tribunales me enteré de<br />
que para ponerle el nombre correspondía iniciar un juicio y eso demoraba<br />
mucho tiempo. Yo quería terminar con todo lo antes posible y todavía me<br />
faltaba recuperar a mi sobrina Angela, de once meses. En el juzgado<br />
argumentaban que faltaba una firma de Minoridad y Familia y me dio un<br />
ataque de nervios. Ellos se comunicaron por teléfono con las autoridades<br />
de Casa Cuna de Godoy Cruz. Acudí allí y empecé a los gritos a<br />
desahogarme, hasta que me dieron a Angela bajo mi responsabilidad. La<br />
directora se había encariñado con Angela y la llevaba a dormir a su casa.<br />
La tenencia provisoria la tuvo Teresita, su abuela, y aunque resulta<br />
increíble, ella la dio en adopción a una prima de Alicia que no tenía hijos.<br />
Era un hecho consumado. Volví a ver a Angela a los 18 años, cuando la<br />
contactó Javier, el hijo de Paco”.<br />
22
Beatriz, Teresa y Angela tomaron finalmente un avión en el aeropuerto<br />
con los restos de Paco: “En el Plumerillo, el féretro fue puesto en una<br />
cureña hasta subirlo al avión y una doble fila de soldados lo custodiaba. La<br />
situación era paradójica. El avión estaba iluminado y lo revisaban<br />
centímetro por centímetro. En el hall revisaban los bolsos de mano de los<br />
pasajeros y eso generó una reacción en la gente. Llegamos y fue<br />
enterrado en el cementerio de Merlo, Buenos Aires, como NN, a fines de<br />
junio de 1976, hasta que en 1983 le devolvieron su identidad”.<br />
–Usted menciona en la película una carta que nunca le entregó a su<br />
hermano.<br />
–Sí, una carta que le escribí cuando estaba preso y le decía simplemente<br />
que lo quería. Pensaba dársela en alguna visita o cuando saliese de la<br />
cárcel, pero no se la di. Estoy escribiendo Mi hermano y yo, un libro de<br />
anécdotas, que abarca desde el nacimiento de Paco en Santa Fe hasta su<br />
muerte. A mi hermano lo amaba y cuando nació jugaba con él como si<br />
fuese un juguete. Yo escribía, pero Paco nunca se enteró. Paco es la mitad<br />
de mi vida. Le tengo un profundo respeto como poeta. Era jodón,<br />
simpático, prepotente, machista, y conmigo era muy protector. Soy<br />
docente y no pude aspirar a una dirección por mi apellido. Me presenté a<br />
concurso varias veces, hasta que finalmente me percaté de que estaba en<br />
una lista negra. Presenté la renuncia y me jubilé. La familia no estaba<br />
enterada de la actividad política de Paco hasta que cayó preso en 1973.<br />
No sabíamos por qué habían mermado sus visitas. Luego desaparecieron<br />
Claudia, la hija de Paco, y “Jote” Koncuart, su marido, en diciembre de<br />
1976. La película la vi dos veces y está realizada con mucho respeto. El<br />
poema con la voz de Paco, dedicado a los hijos y grabado en Cuba a modo<br />
de despedida, es premonitorio y me hace llorar...<br />
El testimonio de Javier<br />
En el documental, uno de los principales testimonios es de Javier, hijo de<br />
Paco, que hace un relato personal y político muy reflexivo. El director<br />
Daniel Desaloms dice de Javier: “El se quita jerarquía intelectual y dice<br />
que es simplemente un cocinero. Pero es brillante en su análisis sobre la<br />
realidad política de esos años. En febrero del ’73 fueron detenidos en<br />
Ingeniero Maschwitz Iván Roqué, Lili Mazzaferro, Alicia Rabboy y Paco. La<br />
policía allanó el domicilio de Chela Murúa, ex esposa de Paco, que vivía en<br />
Colegiales, y la llevaron detenida, a pesar de que no participaba en<br />
política y estaba separada de Paco desde 1959. Cuando llegó a su casa,<br />
Javier se encontró con efectivos policiales y, desesperado, tomó un tren<br />
para llegar a Maschwitz: encontró la quinta con la luz prendida y la policía<br />
adentro, y se escapó por un alambrado. Javier era un chico de apenas 12<br />
años y se ocupó de hacer los llamados a los amigos y a los abogados para<br />
informar de la detención. Tuvo una <strong>historia</strong> muy intensa”.<br />
Página 12, Jueves, 10 de Noviembre de 2005<br />
23
Poeta de tiempo completo<br />
Por Juan Sasturain<br />
Hay que tener humor, corazón y huevos –y<br />
saber que se los tiene– para publicar en vida<br />
los Poemas póstumos y cerrar el libro que<br />
reunía Todos los poemas (De la Flor, 1972) con<br />
estos versos, los finales de “Solicitada”: “Yo no<br />
soy / de aquí; apenas me siento una memoria /<br />
de paso. Mi confianza se apoya en el profundo<br />
desprecio / por este mundo desgraciado. Le<br />
daré / la vida para que nada siga como está”. Y<br />
hacerlo. Porque ese hombre que murió<br />
desguarnecido pero con las armas en la mano apenas cuatro años<br />
después, sabía y respetaba el valor de las palabras. Era un hombre<br />
entero, y un escritor en serio.<br />
Ahora, cuando se lo leía poco, llega la bienvenida película. La reedición<br />
que hizo Adriana Hidalgo hace unos años, de Los pasos previos, su única<br />
novela –“una crónica jodona, capaz que dramática, de las perplejidades de<br />
nuestra inteligencia ante el surgimiento de las primeras luchas populares”,<br />
la definió Walsh– nos devolvió un texto que como La canción de nosotros,<br />
de Galeano, e incluso el Mascaró, de Conti, son más representativos y<br />
sintomáticos de la época que de los autores. Porque <strong>Urondo</strong>, que fue<br />
periodista y de los buenos –y ahí está La patria fusilada (1973) para<br />
testimoniar el oficio–, frecuentó el ensayo literario como cronista y lector<br />
atento de su generación, pero fue sobre todo poeta y, en este caso sí, de<br />
los mejores.<br />
Es cierto que últimamente –tres décadas...– se lo ha leído salteado y con<br />
anteojeras ideológicas reversibles: la predisposición celebratoria ante el<br />
poeta militante victimizado o el prejuicio frente a una palabra que se<br />
supone meramente instrumental. Claro que tampoco estaban los poemas<br />
a mano para verificar. Después de aquella edición de De la Flor, poco y<br />
nada anduvo por las librerías. Hasta que hace unos años, a fines de los<br />
noventa, Juan Gelman armó para la editorial Seix Barral una hermosa<br />
antología de su amigo. Es la que anda por ahí, se llama Poemas de batalla<br />
y al seleccionador no le gustó el título elegido finalmente por alguien que<br />
no era él (ni Paco, claro). Y con razón: da una idea algo estrecha del<br />
contenido del libro y sobre todo de la actitud del autor a la hora de<br />
versear. Acaso se debió precisar un detalle: durante veinticinco años de<br />
leer, escribir y publicar poesía, la primera batalla de <strong>Urondo</strong> –no la única,<br />
por supuesto– fue por la expresión justa y contra la estimulante opacidad<br />
de las palabras. “La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado /<br />
24
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta”, escribió en La<br />
pura verdad, a mediados de los sesenta, para concluir: “Sin jactancias<br />
puedo decir / que la vida es lo mejor que conozco”. Algo que la misma<br />
vida podría haber dicho de él.<br />
Página 12, Jueves, 10 de Noviembre de 2005<br />
SELECCION POETICA<br />
Su obra poética comprende Historia antigua (1956), Breves<br />
(1959), Lugares (1961), Nombres (1963), Del otro lado<br />
(1967), Adolecer (1968) y Larga distancia (antología<br />
publicada en Madrid en 1971). Ha publicado también los<br />
libros de cuentos Todo eso (1966), Al tacto (1967);<br />
Veraneando y Sainete con variaciones (1966, teatro);<br />
Veinte años de poesía argentina (ensayo, 1968); Los pasos<br />
previos (novela, 1972), y en 1973, La patria fusilada, un libro de<br />
entrevistas sobre la masacre de Trelew del '72. Es autor en colaboración<br />
de los guiones cinematográficos de las películas Pajarito Gómez y Noche<br />
terrible, y ha adaptado para la televisión Madame Bovary de Flaubert,<br />
Rojo y Negro de Stendhal y Los Maïas de Eça de Queiroz. En 1968 fue<br />
nombrado Director General de Cultura de la Provincia de Santa Fe, y en<br />
1973, Director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y<br />
Letras de la Universidad de Buenos Aires. Como periodista colaboró en<br />
diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana,<br />
Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias.<br />
Amarla es difícil<br />
Es buena, cuando duerme;<br />
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio<br />
que remonta los sueños.<br />
Cuando calla, es buena<br />
y su voz una premonición olvidada y peligrosa<br />
que arruina el silencio.<br />
Cuando grita o llora<br />
o se lamenta o se divierte o se cansa,<br />
nada puede contener<br />
este dolor alegre que envenena<br />
mis sueños y mi soledad.<br />
Por eso es difícil pensar<br />
en ella, en su cara bondadosa;<br />
25
abandonarse; por eso<br />
es una cobardía retenerla<br />
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.<br />
A veces, cuando lo pienso,<br />
no sé qué hacer con ella,<br />
con este destino luminoso.<br />
Dos lineas de fiebre, mareas y pronósticos<br />
Oigo tu paso que se acerca o se<br />
despide; revolcar la sangre, el odio; conocer,<br />
reconocernos. Saber para qué sirven<br />
los fracasos, las victorias del amor. Dejar<br />
que a tu rincón se siente quien no debe sentarse.<br />
Sin poder iluminarte; embarazada, sepultada,<br />
mejor que valga la pena, que todo salga bien. Perdón<br />
y desconfianza: tu pesado calor<br />
es una muela de reproches<br />
y agradecimientos y ternuras y miedos.<br />
Rastro luminoso y cálido, perdido<br />
para encontrarme. Rastro de la verdad que alcanzo<br />
a tocar, rescatado por mi flagrancia vacilante, hirviendo<br />
de terror. Rostro que levantamos para destrozar.<br />
De una punta a la otra de la verdad,<br />
voy a levantar tu nombre, como si fuera mi brazo derecho.<br />
Del otro lado<br />
Cuando estuvimos desesperados, alguien<br />
contó la <strong>historia</strong>.<br />
No se la puede escuchar serenamente, tiemblan<br />
las manos, el corazón se encoge de dolor;<br />
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.<br />
Ocurre lo de siempre.<br />
Estábamos perdidos y la <strong>historia</strong> era confusa. Nada<br />
tenía que ver con la certeza, ni<br />
con el muslo de la bataclana. No<br />
intervinieron traiciones; no es<br />
una vulgar <strong>historia</strong> de fervores o de mantenidas.<br />
26
Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También<br />
aquella vez (siempre aquella vez) apagaron<br />
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.<br />
Nos apretamos las manos en la sala impenetrable, temblamos<br />
ante la cólera que aún no se había manifestado, que nunca<br />
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino<br />
de otra manera. Nuestras manos<br />
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso pánico;<br />
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.<br />
Estábamos perdidos en aquel<br />
cine y él no era como el redentor; su cruz<br />
no era un mandato, era<br />
la inteligencia del hombre, era la resurrección<br />
de la ciencia y de nuestros queridos finados.<br />
Hace mucho que nos pasó esto; la mano<br />
fría del cadáver impenitente<br />
rozaba los sueños,<br />
acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos.<br />
Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las <strong>historia</strong>s,<br />
con los muertos que no aceptan su desdichada condición, no<br />
sabemos qué hacer con el miedo; no sabemos<br />
encontrar nuestras manos, nuestra<br />
tristeza. El mundo inconsistente.<br />
Hubo muchas anécdotas como ésta ¿Quién<br />
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene<br />
su <strong>historia</strong>? Pero nadie supo qué decir, nadie supo<br />
qué hacer, cuando alguien contó la <strong>historia</strong>.<br />
Seguramente al escucharla buscarás una mano; será<br />
como antes, pero enseguida<br />
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.<br />
Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de siempre:<br />
tendrás ganas de llorar, y nada más.<br />
Nadie esperaba una <strong>historia</strong> como ésta, tan lamentable ¿Por qué<br />
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la<br />
espesura de la sala?<br />
Se derramará sobre tu memoria,<br />
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada;<br />
la <strong>historia</strong> sobrevolará tu linda cabecita,<br />
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,<br />
27
que despeinará cariñosamente tu pelo<br />
Cada día que pasa<br />
Sin excepción, casi por naturaleza o desatino,<br />
todos los días, a la mañana, temprano,<br />
ando por este camino. Llego tarde al trabajo y con<br />
alegría, cuando<br />
es necesario llegar más temprano<br />
y con indignación o repugnancia o sed<br />
de venganza o rabia. Todo esto<br />
no me martiriza ni me apena, aunque parezca<br />
lo contrario y tenga olor a traición; sé muy bien,<br />
con toda impaciencia, que el ocio<br />
llegará algún día con la revolución. Y que ni una cosa<br />
ni la otra vienen de la tristeza o de la impotencia.<br />
Voy cansado, es cierto, harto como todo el mundo que se precie,<br />
o con desaliento; pero nunca falta<br />
alguna cosa, un olor,<br />
una risa que me devuelva,<br />
para valer la pena; recién entonces empiezo a convencerme;<br />
calles sucias y bocinas y el tráfico<br />
alucinado y dormido todavía; viejos conocidos,<br />
como el destino<br />
o la bruma de la ciudad. Y<br />
el mal semblante; la desconfianza<br />
en los ojos, en los grandes ojos de la gente<br />
hechos para volar. Manos enrarecidas<br />
que rodean<br />
la calle sitiando su respiración. Dominados<br />
del mundo; empleadas<br />
tersas y vulgares bajando<br />
de coches lujosos de los dueños<br />
de otras empleadas, y así sucesivamente.<br />
La pura verdad<br />
Si ustedes lo permiten,<br />
prefiero seguir viviendo.<br />
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo<br />
motivos para quejarme o protestar:<br />
siempre he vivido en la gloria: nada<br />
importante me ha faltado.<br />
28
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado<br />
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor<br />
y miedo y apremio.<br />
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve<br />
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.<br />
Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,<br />
melancólica, débil, poco interesante,<br />
un abanico de plumas que el viento desprecia,<br />
caminito que el tiempo ha borrado.<br />
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin<br />
darme cuenta, voy iniciando<br />
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a<br />
cualquiera o aburrir de golpe.<br />
Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi<br />
memoria ha muerto y se queja<br />
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.<br />
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,<br />
pero lo he derrotado<br />
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algun día.<br />
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la<br />
Cenicienta, aunque algunos<br />
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito<br />
y también vayan muriendo.<br />
No descarto la posibilidad<br />
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.<br />
La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado<br />
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.<br />
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud<br />
y en mi destino y en la buena suerte:<br />
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido<br />
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.<br />
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;<br />
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no<br />
sirve y se corrompe.<br />
29
Puedo hablar y escuchar la luz<br />
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.<br />
Tocar el sueño y la impureza,<br />
nacer con cada temblor gastado en la huida<br />
Tropiezos heridos de muerte;<br />
esperanza y dolor y cansancio y ganas.<br />
Estar hablando, sostener<br />
esta victoria, este puño; saludar, despedirme<br />
Sin jactancias puedo decir<br />
que la vida es lo mejor que conozco.<br />
Bar "La Calesita"<br />
Es el fondo de un bar. Es un lugar parecido a una<br />
cueva donde uno se sienta, bebe y ve pasar a<br />
hombres enrarecidos por distintos problemas. Es una<br />
gran linterna mágica.<br />
Es una gruta retirada del mundo que cobija a sus<br />
criaturas. Uno se siente allí ferozmente feliz.<br />
Acaba de aparecer el primer hombre, apenas ha<br />
aprendido a caminar, aún no sabe defenderse.<br />
El hombre sonríe y llora y sigue la fiesta.<br />
El ocaso de los dioses<br />
No hay nadie en la calle, en los ruidos húmedos, en el<br />
vuelo de las hojas y mis pasos quieren reiniciar<br />
las maderas de la adolescencia.<br />
Pero todo está abandonado, no hay nada que pueda<br />
favorecernos; ningún aire de inconsciencia, ningún<br />
reino de libertad. Sólo hábitos tolerantes haciendo<br />
crujir nuestra memoria. "Ha estado bien", decimos.<br />
Dueños del incendio, de la bondad del crepúsculo,<br />
de nuestro hacer, de nuestra música, del único<br />
amor incoherente; soberanos de esa calle donde los<br />
tactos y la impresión hicieron su universo.<br />
30
Las sombras acarician aún sus veredas, tu mismo<br />
nombre y tu gesto son una forma nocturna que en<br />
esa constelación crece y sabe enrostrar nuestra<br />
culpa.<br />
Y todo termina con una esperanza, con una dilación<br />
–"ha estado bien"–, o en un bostezo, o en otro<br />
lugar donde es menester el coraje.<br />
Algo<br />
a Rubén Rodríguez Aragón<br />
con tu muerte<br />
algo vendrá<br />
algo que jamás sacudió<br />
tu conciencia<br />
no importará<br />
la tierra que te rodea<br />
el árbol que te soporta<br />
el agua que admitió tu pereza<br />
no será algo<br />
que ahora retumba en tu memoria<br />
ni las resonancias que prefirió olvidar<br />
vendrá algo sin vínculos<br />
una lluvia sin pasado<br />
sin gestos censurables<br />
o bondadosos<br />
no estará en juego<br />
tu salvación<br />
tampoco el olvido<br />
ni el arrepentimiento<br />
el "ángel tuerto"<br />
no vendrá a consolarte<br />
no será necesario<br />
y olvidarás también el consuelo<br />
para tu corazón<br />
no habrá consuelo el día en que caigas<br />
no habrá estaciones<br />
ni pájaros<br />
ni trenes<br />
31
ni alcohol<br />
ni sangre penosa que aguantar<br />
no por eso habrá descanso<br />
el día en que llegue algo que no suponías<br />
algo que vendrá a reclamar<br />
el lugar en el mundo<br />
que supiste negarle<br />
una indescriptible culpa<br />
haciendo estallar las huellas<br />
que minuciosamente lograbas distribuir<br />
ningún rastro<br />
con tu muerte<br />
vendrá una nueva<br />
y desconocida vergüenza<br />
Como bola sin manija<br />
puedo ir para un lado<br />
puedo ir para otro lado<br />
encontrar estuarios pálidos cisnes quietos<br />
buques mansos que como a las nubes<br />
me llevan de un lado para otro lado<br />
puedo dar con lugares apacibles<br />
o sombras excitantes<br />
la primera piel de una mujer<br />
el aroma de una mujer el sonido de una fiesta<br />
puedo beber de cierto cuidado y enfermarme levemente<br />
y sentir en las sábanas el olor del sol<br />
puedo llegar a tener suerte en el juego y en la vida<br />
puedo cambiar de vida y de nombre<br />
puedo peinarme de otra manera<br />
y vestir como nunca lo hice<br />
puedo sorprender<br />
ser irascible o piadoso<br />
comprensivo con las mujeres<br />
o despiadado con sus increíbles sentimientos<br />
puedo como antaño volver a enamorarme<br />
puedo padecer por un vago recuerdo<br />
o tirar todo por la borda<br />
32
o no soportar la memoria<br />
–hoy te he recordado vagamente–<br />
puedo reír y cantar<br />
divertir a la gente<br />
y esperar a que todos estén completamente locos<br />
y ya no parezca tan divertido<br />
puedo envejecer y enmudecer para siempre<br />
y decir palabras sin mayor fundamento<br />
puedo gozar de placeres fáciles y complicados<br />
–eras alta antes de conocerte<br />
y hoy no he recordado tu nombre<br />
y pienso que otro día podré humillarlo–<br />
puedo tener rasgos bondadosos<br />
arranques de conmovedora caridad<br />
puedo echarme a perder<br />
o tener más hijos como si ofreciera<br />
el más estupendo y bonito de los mundos posibles<br />
puedo ambicionar una amplia fortuna<br />
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro<br />
o seducir a una adolescente frágil-como-un-pétalo-de-agosto<br />
puedo hacer viajes exóticos morder la espesura de un follaje<br />
jugar mi vida por unos diamantes impuros<br />
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría<br />
puedo emborracharme aquí o en el extranjero<br />
y caer exhausto en la turgencia de un muslo<br />
o en el filo de una dudosa alcantarilla<br />
puedo investigar o escribir luminosos párrafos<br />
que abrirían por sí el futuro<br />
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo<br />
firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad<br />
puedo ser adorado<br />
puedo ser odiado<br />
tener amantes<br />
distintas en su belleza singulares en sus caprichos<br />
o no tener a nadie<br />
y no guardar un solo recuerdo<br />
puedo rechazar la ternura<br />
33
o mendigarla como hace unas horas<br />
puedo vivir alternativas viejas o recientes<br />
fáciles y peligrosas<br />
puedo elegir mi destino<br />
aunque no sepa darle forma adecuada<br />
ni por dónde empezar<br />
puedo imaginar el tiempo que desconozco<br />
luchar por esa o por otra dulce aspiración<br />
puedo olvidar<br />
–hoy no he podido recordar tu nombre–<br />
de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas<br />
y sus mañas de vieja tramposa<br />
puedo no pensar en que distribuye los signos<br />
de ese futuro tangible y ajeno<br />
POEMAS POSTUMOS<br />
Milonga del marginado paranoico<br />
Parece mentira<br />
que haya llegado a tener<br />
la culpa de todo lo que ocurre<br />
en el mundo; pero es así. Han tratado<br />
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,<br />
me han dado razones de peso técnico largamente<br />
formuladas y<br />
parcialmente ciertas. Pero<br />
yo sé que soy culpable de los dolores<br />
que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades<br />
que lo van vaciando: quisiera saltar<br />
como Juan L. Ortiz, vociferar<br />
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron<br />
de mano; segundo, no me sale bien y aquí<br />
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento<br />
igual a diapasones y recursos<br />
que conozco perfectamente y que no vale la pena<br />
repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque<br />
tendré que ir<br />
reconociendo que no he sabido<br />
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque<br />
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas<br />
por la mala impresión, por las exageraciones.<br />
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No puedo quejarme<br />
Estoy con pocos amigos y los que hay<br />
suelen estar lejos y me ha quedado<br />
un regusto que tengo al alcance de la mano<br />
como un arma de fuego. La usaré para nobles<br />
empresas: derrotar al enemigo– salud<br />
y suerte–, hablar humildemente<br />
de estas posibilidades amenazantes.<br />
Espero que el rencor no intercepte<br />
el perdón, el aire<br />
lejano de los afectos que preciso: que el rigor<br />
no se convierta en el vidrio de los muertos; tengo<br />
curiosidad por saber qué cosas dirán de mí; después<br />
de mi muerte; cuáles serán tus versiones del amor, de estas<br />
afinidades tan desencontradas,<br />
porque mis amigos suelen ser como las señales<br />
de mi vida, una suerte trágica, dándome<br />
todo lo que no está. Prematuramente, con un pie<br />
en cada labio de esta grieta que se abre<br />
a los pies de mi gloria: saludo a todos, me tapo<br />
la nariz y me dejo tragar por el abismo.<br />
Muchas gracias<br />
Sirve y me inclino<br />
ante tu palabra, luz de mi pensamiento. Abrirán<br />
las puertas, dejarán entender: los artistas, los<br />
intelectuales, siempre<br />
han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron<br />
caminos, emancipaciones<br />
que no siempre lograron recorrer: era<br />
prematuro en algunos casos, en otros fue distinto<br />
– convengamos–, otras palabras son, bajar<br />
la corredera de la mira, buscar con el guión<br />
y dar justamente sobre algo que puede<br />
moverse; un bulto,<br />
un meneo a menos de cien metros<br />
de tu corazón vulnerable, también enemigo.<br />
La suerte ha dejado aquí de andar<br />
fallando: se encendió la luz y pudo verse el caos, las<br />
flagrancias: esa mano<br />
allí, esta codicia; el miedo y otras mezquindades se pusieron<br />
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en evidencia y el amor<br />
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos<br />
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie<br />
pudo negar que en este país, en este<br />
continente, nos estamos todos muriendo de vergüenza.<br />
Aquí estoy perdiendo amigos, buscando<br />
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente<br />
la vida, queriendo respirar<br />
trozos de esperanzas, bocanadas de aliento; salir<br />
volando para no hacer agua, para<br />
ver toda la tierra y caer en sus brazos.<br />
La verdad es la única realidad<br />
Del otro lado de la reja está la realidad, de<br />
este lado de la reja también está<br />
la realidad; la única irreal<br />
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien<br />
si pertenece al mundo de los vivos, al<br />
mundo de los muertos, al mundo de las<br />
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o<br />
de la producción.<br />
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel<br />
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y<br />
las flaquezas del amor, por supuesto, forman<br />
parte de la realidad; un disparo en<br />
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos<br />
gritos irreales de dolor real de los torturados en<br />
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía<br />
cualquiera<br />
son parte de la memoria, no suponen necesariamente<br />
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente<br />
es la reja cuadriculando el cielo, el canto<br />
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz<br />
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso<br />
cubriendo la Patagonia<br />
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como<br />
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia<br />
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia<br />
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro<br />
como los designios de todo un pueblo que marcha<br />
hacia la victoria<br />
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,<br />
a rescatar lo suyo, su<br />
realidad.<br />
Aunque parezca a veces una mentira, la única<br />
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mentira no es siquiera la traición, es<br />
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.<br />
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973<br />
de "Poemas de batalla", antología de Paco <strong>Urondo</strong> publicada por Planeta,<br />
1998<br />
© Herederos de <strong>Francisco</strong> <strong>Urondo</strong><br />
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