XVIII P - Hermandad Sacramental Esperanza de Triana
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IX. LLA A ESTACIÓN DE CADA MMADRUGADA<br />
ADRUGADA<br />
H<br />
UELE la ciudad a cera <strong>de</strong>rramada sobre sus calles, y se siente la<br />
pasión más profunda <strong>de</strong>l alma al ir aproximándose las horas cruciales<br />
para la fe <strong>de</strong>l cristiano. Al alzarse el sol, éste trae consigo las<br />
inquietu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una madrugada que está por llegar al suspirar el Jueves Santo.<br />
Tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> negras mantillas, <strong>de</strong> meditación y silencio, horas <strong>de</strong> profunda<br />
expectación, minutos <strong>de</strong> añoranzas, anochecida <strong>de</strong> impaciencias, <strong>de</strong> saber que<br />
el Señor <strong>de</strong>l Gran Po<strong>de</strong>r volverá a atravesar el mar <strong>de</strong>vocional <strong>de</strong> las miradas<br />
orantes que se clavan en su figura portentosa y tremenda...<br />
Cae la noche, y en la clausura espiritual <strong>de</strong>l Viernes Santo, el río se<br />
salpicará <strong>de</strong> <strong>Esperanza</strong> para así encontrarnos con Dios en su sacrificio, y “una<br />
ciudad en cruz, <strong>de</strong> madrugada, / penitente y gloriosa, / le mostraba a los cielos<br />
/ la forma <strong>de</strong> morir más bella que existía”, según el verso <strong>de</strong> María Sanz. La<br />
calle Pureza es un auténtico hervi<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> amor, y cuales espíritus<br />
fantasmagóricos, los nazarenos llegan a la Capilla <strong>de</strong> los Marineros y a la<br />
Parroquia <strong>de</strong> Santa Ana por el camino más corto... En ese momento se<br />
presiente El rito y la regla <strong>de</strong> Rafael Montesinos, pues “hoy la memoria<br />
escoge / el camino más corto para herirme”. Oración íntima en la capilla,<br />
nervios que sacu<strong>de</strong>n al alma, y el ver<strong>de</strong> nazareno, con su capa al viento,<br />
marcha a la catedral trianera, don<strong>de</strong> formará su tramo. Y el frío cruzará las<br />
mínimas rendijas <strong>de</strong> las vidrieras, y el templo será helado camposanto a la<br />
espera <strong>de</strong> que se enciendan los cirios que con sus llamas indican el camino a<br />
seguir hasta Cristo.<br />
Se forma la cofradía, y a las dos y cuarto <strong>de</strong> la madrugada, la Cruz <strong>de</strong><br />
Guía avanza enhiesta entre la emoción <strong>de</strong> la gente. Minutos <strong>de</strong>spués, el<br />
silencio se <strong>de</strong>svanece ante el sonoro golpe <strong>de</strong>l llamador <strong>de</strong>l barco dorado <strong>de</strong>l<br />
Señor <strong>de</strong> las Tres Caídas, y poco a poco, se aproxima a la puerta tratando <strong>de</strong><br />
acariciar con su cruz el dintel <strong>de</strong> la misma. Y otro año más se produce el<br />
milagro, Cristo ya está en <strong>Triana</strong> burlando la estrechez <strong>de</strong> la calle, y recoge los<br />
llantos y súplicas que se va encontrando en su camino a Sevilla. Mientras<br />
tanto, a pocos metros <strong>de</strong> allí, ocurre otra cosa totalmente distinta...<br />
En la Iglesia <strong>de</strong> Santa Ana,<br />
los tramos <strong>de</strong> nazarenos<br />
sienten que echarán <strong>de</strong> menos<br />
esa figura cristiana<br />
que reconforta a <strong>Triana</strong>.<br />
Cristo <strong>de</strong> las Tres Caídas,<br />
ilumina nuestras vidas<br />
al llegar la madrugada<br />
con la dulce llamarada<br />
<strong>de</strong> las almas conmovidas.<br />
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