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Peregrinación a la tumba del Padre Esteban Uriburu - Schoenstatt.org

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Reflexión junto al Santuario de Sión<br />

Aquí, junto al Santuario de los padres, en Sión, recordamos <strong>la</strong> última peregrinación <strong>del</strong> padre<br />

<strong>Esteban</strong> en esta tierra antes de ser llevado al cementerio. Un pasaje <strong>del</strong> libro <strong>del</strong> Apocalipsis,<br />

que él citara con frecuencia, nos lleva a meditar y a agradecer su vivencia heroica de <strong>la</strong><br />

Alianza de Amor, de su conciencia de misión: “Sé fiel hasta <strong>la</strong> muerte, y te daré <strong>la</strong> corona de<br />

<strong>la</strong> vida” (Apocalipsis 2,10). No dudamos que él alcanzó <strong>la</strong> corona de <strong>la</strong> vida.<br />

En una oportunidad el <strong>Padre</strong> Kentenich, captando su espíritu audaz, apasionado, universal, le<br />

dijo que sería un “Cristóbal Colón, un conquistador <strong>del</strong> mundo para <strong>la</strong> Mater”. Hoy somos<br />

testigos de que realmente lo fue, de que a partir de <strong>la</strong> Campaña, totalmente poseído por <strong>la</strong><br />

misión , fue sumando a su paso aliados por todo el mundo.<br />

Cuántas veces le escuchamos decir frente a situaciones difíciles, a través de <strong>la</strong>s cuales <strong>la</strong><br />

Providencia le mostraba una oportunidad para jugarse por <strong>la</strong> misión, por <strong>la</strong> Santísima Virgen,<br />

por Cristo: “El que no arriesga no gana”. Su actitud era fruto de saberse pequeño, pero aliado<br />

con María, que como a él le gustaba expresar es “poderosísima”. Esta fe práctica en <strong>la</strong> Divina<br />

Providencia lo llevaba a detectar los p<strong>la</strong>nes de Dios con un radar especial, que era fruto de un<br />

serio trabajo interior, de su entrenamiento espiritual, que siempre comparaba con el<br />

entrenamiento en el deporte: “Nos hemos olvidado que <strong>la</strong> vida es, ante todo, lucha, torneo,<br />

noble competencia. Estamos aquí en <strong>la</strong> tierra luchando por “c<strong>la</strong>sificarnos”, para ganar, en<br />

definitiva, el Cielo, <strong>la</strong> corona de <strong>la</strong> vida eterna... el rugby puede también enseñarnos algo:<br />

nadie sale de <strong>la</strong> cancha de <strong>la</strong> vida sin <strong>la</strong>stimaduras. No debemos extrañarnos de estos. Por el<br />

contrario, debiera preocuparnos pasar cierto tiempo sin dificultades y dolores. Porque eso<br />

sería una c<strong>la</strong>ra señal de que no estamos jugando en <strong>la</strong> cancha, sino sentados en <strong>la</strong> tribuna. De<br />

espectadores”. (<strong>Uriburu</strong>, <strong>Esteban</strong>, Experiencias y Reflexiones, pag.69).<br />

Su amor a María, a Cristo, a <strong>Schoenstatt</strong>, a <strong>la</strong> Iglesia, fue lo que lo llevó a percibir en <strong>la</strong><br />

Campaña una concreción de <strong>la</strong> misión <strong>del</strong> 31 de mayo, una respuesta a lo que el <strong>Padre</strong><br />

Kentenich denominaba “<strong>la</strong> Iglesia de <strong>la</strong>s nuevas p<strong>la</strong>yas”. Él iba descubriendo, maravil<strong>la</strong>do,<br />

en <strong>la</strong> Campaña de don Joao aquello que dijera el <strong>Padre</strong> Fundador en los comienzos de <strong>la</strong><br />

misma: “¿Perciben ustedes cómo todas <strong>la</strong>s fuerzas fundamentales de <strong>Schoenstatt</strong> se tornan<br />

eficaces a través <strong>del</strong> aposto<strong>la</strong>do <strong>del</strong> señor Pozzobon?”. (<strong>Uriburu</strong>, <strong>Esteban</strong>, Héroe hoy, no<br />

mañana, pag.46). El padre <strong>Esteban</strong> hab<strong>la</strong>ba de <strong>la</strong> Campaña como “el vehículo veloz <strong>del</strong><br />

mensaje de <strong>Schoenstatt</strong>”; podía estar horas hab<strong>la</strong>ndo acerca de cómo esta corriente de vida y<br />

gracias permitía concretar ese anhelo y visión <strong>del</strong> Fundador de popu<strong>la</strong>rizar el misterio de<br />

<strong>Schoenstatt</strong>, de llevarlo al pueblo, “a campo abierto”. A medida que hab<strong>la</strong>ba era como que no<br />

sólo encendía a los que lo oían, sino que él mismo se reencendía.<br />

Frente al gran crecimiento de <strong>la</strong> Campaña, y, convencido de que <strong>la</strong> fecundidad de <strong>la</strong> misma<br />

estuvo, desde su origen, sustentada por <strong>la</strong> entrega, por <strong>la</strong> vivencia heroica de <strong>la</strong> Alianza de<br />

Amor de don Joao, fue p<strong>la</strong>smando en los dirigentes el anhelo de encarnar este espíritu. Nos<br />

repetía: ”<strong>la</strong> fecundidad de <strong>la</strong> Campaña está sustentada por <strong>la</strong> entrega de sus dirigentes”. Todo<br />

esto lo transmitía en forma <strong>org</strong>ánica, apasionada, con su propia vida. Nos abrió <strong>la</strong>s puertas de<br />

su corazón y en él <strong>la</strong>s puertas de <strong>la</strong> Alianza de Amor en todas sus dimensiones; irradiaba su<br />

fascinación frente al misterio de <strong>Schoenstatt</strong> y su anhelo era compartirlo, rega<strong>la</strong>rlo para que<br />

todos pudiéramos, como tantas veces nos decía, vo<strong>la</strong>r alto como <strong>la</strong>s águi<strong>la</strong>s, a <strong>la</strong>s supremas<br />

alturas <strong>del</strong> Amor. En muchas oportunidades, en medio de una conversación, se detenía, y con<br />

una mirada radiante, feliz, preguntaba: “Dígame, ¿usted ha pensado qué sería de su vida sin<br />

<strong>Schoenstatt</strong>, sin <strong>la</strong> Campaña?”.

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