Coetzee y Bloom. Dos formas de abordar el canon ... - Hermeneia
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<strong>canon</strong>.<br />
Introducción<br />
<strong>Coetzee</strong> y <strong>Bloom</strong>.<br />
<strong>Dos</strong> <strong>formas</strong> <strong>de</strong> <strong>abordar</strong> <strong>el</strong> <strong>canon</strong> literario.<br />
(D<strong>el</strong> latín <strong>canon</strong>, y éste <strong>de</strong>l griego kanón).<br />
1. m. Regla o precepto.<br />
2. m. Catálogo o lista.<br />
3. m. Mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> características perfectas.<br />
4. m. Catálogo <strong>de</strong> los libros tenidos por la Iglesia católica u otra confesión<br />
r<strong>el</strong>igiosa como auténticamente sagrados.<br />
Una <strong>de</strong> las preguntas más habituales que se le hace a cualquier escritor que conce<strong>de</strong> una<br />
entrevista es aquélla que le pone en la tesitura <strong>de</strong> escoger sus lecturas favoritas, aqu<strong>el</strong>los<br />
títulos que, llegado <strong>el</strong> caso, optaría por llevarse a una isla <strong>de</strong>sierta. Las revistas y<br />
suplementos culturales también nos ofrecen listados periódicos con las mejores obras <strong>de</strong><br />
una <strong>de</strong>terminada época o autor. Tales propuestas tienen mucho <strong>de</strong> juego literario, pero<br />
escon<strong>de</strong>n una realidad innegable que ha dado y seguirá dando a los especialistas tema<br />
para disquisiciones interminables: El caudal <strong>de</strong> textos literarios a nuestra disposición es<br />
ingente, mientras que <strong>el</strong> tiempo <strong>de</strong> que disponemos para leerlos es limitado. ¿Cuáles son<br />
las obras que <strong>de</strong>beríamos escoger?<br />
Señalar las obras y autores <strong>el</strong>egidos para formar <strong>el</strong> olimpo literario en <strong>el</strong> que<br />
estarían representados los más altos valores humanos y estéticos, ésta es la principal<br />
cuestión a la que <strong>de</strong>be o <strong>de</strong>bería respon<strong>de</strong>r cualquier <strong>canon</strong>. La <strong>el</strong>ección <strong>de</strong> los<br />
candidatos que conformarán esa <strong>el</strong>ite cultural exige explicar previamente cuáles son los<br />
criterios que se han tenido en cuenta a la hora <strong>de</strong> realizar dicha <strong>el</strong>ección. Señalar que en<br />
esa lista <strong>de</strong>berían encontrarse aqu<strong>el</strong>los textos <strong>de</strong> mayor calidad literaria resulta una<br />
obviedad y sólo aplaza brevemente la pregunta: ¿Quién <strong>de</strong>termina esa calidad y cómo?<br />
No es una cuestión baladí. Los valores estéticos fluctúan con <strong>el</strong> período histórico en <strong>el</strong><br />
que nos encontremos, y encontrar una <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> b<strong>el</strong>leza válida para cualquier<br />
contexto resulta poco menos que imposible. Centrándonos en <strong>el</strong> ámbito literario, en<br />
cada época hay géneros consi<strong>de</strong>rados más canónicos que otros. A principios <strong>de</strong>l s. XX<br />
fue exaltada la nov<strong>el</strong>a norteamericana, lo que contribuyó a que Faulkner o Hemingway<br />
se convirtieran en los escritores dominantes, y a finales <strong>de</strong>l mismo siglo comenzó otra<br />
nueva revisión <strong>de</strong> géneros con <strong>el</strong> <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la nov<strong>el</strong>a periodística. En nuestra época,<br />
la nov<strong>el</strong>a histórica ha quedado casi <strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong>valuada. En cuanto a estilos, los<br />
gran<strong>de</strong>s nov<strong>el</strong>ones <strong>de</strong>cimonónicos cargados <strong>de</strong> digresiones en las que <strong>el</strong> autor se tomaba<br />
la licencia <strong>de</strong> pontificar sobre todo tipo <strong>de</strong> temas, fueron cediendo <strong>el</strong> testigo a obras que,<br />
buscando la objetividad, otorgaban su voz a un narrador cada vez más alejado <strong>de</strong> la<br />
omnisciencia. <strong>Bloom</strong>, en El <strong>canon</strong> occi<strong>de</strong>ntal, cita a Fowler para explicar por qué en<br />
cada momento <strong>de</strong> la historia hay unos géneros que crecen en popularidad y otros que<br />
quedan r<strong>el</strong>egados al olvido: “Cada época posee un repertorio <strong>de</strong> géneros bastante escaso
al que lectores y críticos reaccionan con entusiasmo [...] <strong>el</strong> <strong>canon</strong> provisional queda<br />
fijado por los escritores más importantes o <strong>de</strong> mayor personalidad. Cada época <strong>el</strong>imina<br />
nuevos nombres <strong>de</strong>l repertorio” 1 .<br />
A la dificultad <strong>de</strong> apuntar unos criterios estéticos universales, <strong>de</strong>bemos añadir la<br />
posible contaminación cultural que los <strong>el</strong>ectores <strong>de</strong> las obras proyectan sobre sus<br />
candidatas. En la <strong>el</strong>aboración <strong>de</strong> cualquier <strong>canon</strong> participan aspectos extra-literarios,<br />
porque la persona o las instituciones encargadas <strong>de</strong> compilar los textos pertenecen a una<br />
tradición cultural y forzosamente estarán condicionadas a la hora <strong>de</strong> realizar su <strong>el</strong>ección.<br />
J. M. <strong>Coetzee</strong>, en su conferencia «¿Qué es un clásico?», trata <strong>de</strong> dilucidar<br />
algunas <strong>de</strong> estas cuestiones, preguntándose si la preeminencia <strong>de</strong> una obra consi<strong>de</strong>rada<br />
clásica se apoya realmente en unas cualida<strong>de</strong>s objetivas e inherentes al texto, o bien ha<br />
logrado su preeminencia gracias a un cúmulo <strong>de</strong> circunstancias externas. Dicho <strong>de</strong> otro<br />
modo: ¿A qué nos estamos refiriendo exactamente cuando etiquetamos una obra como<br />
clásica? ¿Existen dos lecturas alternativas <strong>de</strong> un texto: una que atien<strong>de</strong> al enfoque<br />
poético y otra que hace lo propio con <strong>el</strong> sociocultural? <strong>Coetzee</strong> se sirve <strong>de</strong> un clásico, en<br />
esta ocasión musical, para explicarnos su teoría.<br />
¿Clásico por imposición cultural?<br />
Cuando tiene quince años, mientras pasea por <strong>el</strong> jardín <strong>de</strong> su casa en los suburbios <strong>de</strong><br />
Ciudad <strong>de</strong>l Cabo, <strong>Coetzee</strong> oye música en la casa <strong>de</strong> al lado y queda sobrecogido por las<br />
sensaciones que le produce la pieza. Es una grabación <strong>de</strong> El clave bien temperado <strong>de</strong><br />
Bach para clavicémbalo, obra que en aqu<strong>el</strong> entonces <strong>Coetzee</strong> sólo reconoce como<br />
“música clásica”, y cuyo título averiguará tiempo <strong>de</strong>spués. En su familia no hay<br />
tradición musical, ni en los colegios a los que asiste se ofrece formación <strong>de</strong> este tipo,<br />
pero todo cambia para <strong>Coetzee</strong> <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong>la tar<strong>de</strong> en la que por azar escuchó a<br />
Bach. Era la primera vez que recibía <strong>el</strong> impacto <strong>de</strong> lo clásico, y aqu<strong>el</strong> recuerdo le sirve<br />
para plantearse las siguientes preguntas: ¿le habló Bach a través <strong>de</strong> las épocas gracias a<br />
las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su música, o todo fue algo mucho más prosaico: una mera <strong>el</strong>ección<br />
simbólica, que hizo <strong>de</strong>cantarse a <strong>Coetzee</strong> por la alta cultura europea como forma <strong>de</strong><br />
escapar <strong>de</strong>l lugar que ocupaba en su clase social? ¿Fue una experiencia estética genuina<br />
o la simple manifestación <strong>de</strong> un interés material? Todas estas preguntas, que nos remiten<br />
a las cuestiones planteadas en la introducción, pue<strong>de</strong>n resumirse en una: ¿fue<br />
consi<strong>de</strong>rado siempre Bach como un clásico <strong>de</strong> la música?<br />
En 1737, durante la última etapa <strong>de</strong> su vida profesional, Bach fue <strong>de</strong>nostado en<br />
un artículo publicado por un alumno suyo, Johan Adolf Scheibe. Para Scheibe, la<br />
música <strong>de</strong> Bach resultaba ampulosa, oscura, y estaba lastrada por la laboriosidad y <strong>el</strong><br />
esfuerzo, características éstas que se oponían frontalmente a la naturalidad y a la<br />
sencillez que él propugnaba para un nuevo tipo <strong>de</strong> música que <strong>de</strong>bía dar prepon<strong>de</strong>rancia<br />
al sentimiento por encima <strong>de</strong>l int<strong>el</strong>ecto, y valorar la unidad y la claridad por encima <strong>de</strong><br />
cualquier artificio técnico. El artículo <strong>de</strong> Scheibe, que anticipó <strong>el</strong> florecimiento <strong>de</strong> la<br />
edad mo<strong>de</strong>rna y <strong>el</strong> final <strong>de</strong> la tradición polifónica heredada <strong>de</strong> la Edad Media, supuso<br />
también la puntilla para Bach. Progresivamente, su música <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> escucharse hasta<br />
<strong>de</strong>saparecer casi <strong>de</strong>l todo y él <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser un clásico. ¿Cómo se convirtió en lo que es<br />
hoy día?<br />
En la introducción <strong>de</strong>l primer libro sobre Bach, publicado en 1802 y titulado La<br />
vida, arte y obras <strong>de</strong> J. S. Bach. Para los admiradores patrióticos <strong>de</strong>l arte musical<br />
1 Harold <strong>Bloom</strong> (1995), El <strong>canon</strong> occi<strong>de</strong>ntal. Editorial Anagrama, Barc<strong>el</strong>ona, p. 31.
genuino, po<strong>de</strong>mos apreciar <strong>el</strong> tufillo político que <strong>de</strong>sprendió su rehabilitación al<br />
principio: “Este gran hombre fue un alemán. Enorgullécete <strong>de</strong> él, patria alemana. Sus<br />
trabajos son un patrimonio nacional <strong>de</strong> inestimable valor que no admite comparación<br />
con <strong>el</strong> <strong>de</strong> otra nación” 2 . El momento <strong>de</strong>cisivo en que la obra <strong>de</strong> Bach saltó <strong>de</strong> nuevo al<br />
reconocimiento y a la fama se produjo en 1829, es <strong>de</strong>cir, casi un siglo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />
famoso manifiesto <strong>de</strong> Scheibe, cuando Men<strong>de</strong>lssohn dirigió las representaciones <strong>de</strong> La<br />
pasión según San Mateo en Berlín. Años antes, <strong>el</strong> nombre y la música <strong>de</strong> Bach habían<br />
servido primero a la causa <strong>de</strong>l nacionalismo alemán que se enfrentó a Napoleón, y más<br />
tar<strong>de</strong> al movimiento protestantista, y ahora aqu<strong>el</strong>las representaciones <strong>de</strong> Men<strong>de</strong>lssohn<br />
en Berlín servían para completar <strong>de</strong>finitivamente la recuperación <strong>de</strong>l músico para la<br />
causa alemana.<br />
Muchos <strong>de</strong> esos aspectos políticos e i<strong>de</strong>ológicos que sirvieron para rehabilitar a<br />
Bach, al menos al principio, se han olvidado, pero para <strong>Coetzee</strong> es capital i<strong>de</strong>ntificarlos,<br />
porque <strong>el</strong>los nos permiten compren<strong>de</strong>r <strong>el</strong> pasado como una fuerza mo<strong>de</strong>ladora <strong>de</strong><br />
nuestro presente, y, en último término, reconocer que <strong>el</strong> clásico se halla, también,<br />
históricamente constituido. Ahora bien, ¿<strong>de</strong>bilita este r<strong>el</strong>ato la trascen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong><br />
momento que <strong>Coetzee</strong> experimentó en <strong>el</strong> jardín cuando era niño, y nuestra noción <strong>de</strong> lo<br />
clásico como eterno? <strong>Coetzee</strong> respon<strong>de</strong> que <strong>de</strong> ningún modo, y para rescatar la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />
la obra que perdura a través <strong>de</strong> las épocas por su propio valor, retoma su historia en <strong>el</strong><br />
punto que la <strong>de</strong>jó: si Bach era un compositor tan <strong>de</strong>sconocido, ¿cómo es que<br />
Men<strong>de</strong>lssohn conocía su música?<br />
Veinte años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Bach, un círculo <strong>de</strong> músicos todavía<br />
interpretaba regularmente su música: Mozart, Haydn y <strong>el</strong> propio Men<strong>de</strong>lssohn formaron<br />
parte <strong>de</strong> ese círculo. Existía una tradición <strong>de</strong> Bach entre los músicos profesionales, que<br />
había impedido que su música <strong>de</strong>sapareciera <strong>de</strong>l todo. Ésta es la clave que nos permite<br />
confiar en la condición <strong>de</strong> clásico <strong>de</strong> Bach: <strong>el</strong> proceso <strong>de</strong> prueba al que había sido<br />
sometido por los propios profesionales <strong>de</strong> la música durante años. Gracias a <strong>el</strong>la Bach<br />
sobrevivió a la época <strong>de</strong> Scheibe e incluso a ese regalo envenenado que supuso que los<br />
sectores nacionalistas <strong>de</strong> la patria alemana lo <strong>el</strong>igieran como estandarte <strong>de</strong> sus tesis<br />
políticas durante su recuperación en <strong>el</strong> siglo XIX. Podríamos recuperar <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong><br />
ejemplos análogos al <strong>de</strong> Bach, como, por ejemplo, <strong>el</strong> <strong>de</strong>l maltrato y olvido al que se<br />
sometió a Shakespeare durante los años posteriores a su muerte (con críticos feroces,<br />
como Voltaire o Tolstoi). Sin embargo, regresaremos con <strong>Coetzee</strong> a aqu<strong>el</strong> momento <strong>de</strong><br />
1955 en <strong>el</strong> jardín para respon<strong>de</strong>r, por fin, a la pregunta: ¿su reacción al escuchar a Bach<br />
se <strong>de</strong>bió a una cualidad innata <strong>de</strong> la música o a una <strong>el</strong>ección cultural interesada?<br />
Su conclusión, ahora, es optimista: Bach, <strong>el</strong> “clásico”, apareció en aqu<strong>el</strong><br />
momento como valor musical atemporal. Sus composiciones ya habían superado <strong>el</strong><br />
examen <strong>de</strong> cientos <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> int<strong>el</strong>igencias antes que la suya. Lo clásico sobrevive, por<br />
adversas que sean las circunstancias, porque hay generaciones <strong>de</strong> personas que no se<br />
pue<strong>de</strong>n permitir ignorarlo. Horacio afirmó que si una obra sobrevive cien años <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> ser escrita es que esa obra <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser un clásico. <strong>Coetzee</strong> afirma algo parecido, al<br />
sugerir que la interrogación al clásico forma parte <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la obra. El clásico se<br />
<strong>de</strong>fine a sí mismo por la supervivencia, concluye, y si necesita ser protegido <strong>de</strong>l ataque<br />
<strong>de</strong> la crítica no podrá probar que es un clásico. El criterio expresa una gran confianza en<br />
la tradición <strong>de</strong> la prueba: los profesionales no <strong>de</strong>dicarían trabajo y atención, generación<br />
tras generación, a una obra muerta.<br />
2 J. M. <strong>Coetzee</strong> (2004), “«¿Qué es un clásico?», una conferencia”, en Costas extrañas: Ensayos (1986-<br />
1999). Editorial Debate, Madrid, p. 23.
¿Clásico por méritos propios?<br />
<strong>Bloom</strong>, en El <strong>canon</strong> occi<strong>de</strong>ntal, señala sin ningún género <strong>de</strong> dudas la prevalencia<br />
absoluta <strong>de</strong> la estética sobre la política, al afirmar que es poco menos que un disparate<br />
conce<strong>de</strong>r importancia a la proce<strong>de</strong>ncia social, étnica o sexual <strong>de</strong> una obra a la hora <strong>de</strong><br />
valorar o cuestionar su calidad. La estética no pue<strong>de</strong> reducirse a la i<strong>de</strong>ología, y por tanto<br />
no tiene sentido sugerir siquiera que <strong>el</strong> <strong>canon</strong> es un baluarte <strong>de</strong> la cultura masculina<br />
blanca occi<strong>de</strong>ntal. ¿Por qué la historia y las clases dirigentes habrían ensalzado a<br />
Shakespeare o a Cervantes (siendo ambos <strong>de</strong> extracción humil<strong>de</strong>) y no a otros? Para<br />
<strong>Bloom</strong> esta línea <strong>de</strong> investigación roza lo fantástico. ¿No sería más simple admitir que<br />
existe una diferencia cualitativa entre <strong>el</strong>los y <strong>el</strong> resto?<br />
Para la crítica estética, los autores <strong>de</strong> las obras que componen <strong>el</strong> <strong>canon</strong> se han<br />
aupado sobre <strong>el</strong> resto por la fuerza literaria <strong>de</strong> sus creaciones, no por ser representantes<br />
hegemónicos <strong>de</strong> una hipotética lucha <strong>de</strong> clases dirimida en <strong>el</strong> terreno <strong>de</strong> la literatura. El<br />
<strong>canon</strong> sólo está al alcance <strong>de</strong> los verda<strong>de</strong>ros creadores, los que han hecho suyas en más<br />
alto grado la nómina <strong>de</strong> las <strong>de</strong>strezas literarias a disposición <strong>de</strong> un escritor, a saber:<br />
originalidad, dominio <strong>de</strong>l lenguaje metafórico, po<strong>de</strong>r cognitivo, etc. Leer sus obras no<br />
nos hace mejores o peores personas, porque éstas no representan ningún catálogo <strong>de</strong><br />
virtu<strong>de</strong>s ni una guía <strong>de</strong> normas para la justicia social. Los ejemplos son infinitos: la<br />
Ilíada exalta la guerra, Lolita está protagonizada por un pe<strong>de</strong>rasta, y las obras <strong>de</strong><br />
Shakespeare están llenas <strong>de</strong> asesinos. Por encima <strong>de</strong> cualquier consi<strong>de</strong>ración<br />
historicista, <strong>Bloom</strong> y los autores que se alinean con él ap<strong>el</strong>an al lado emocional <strong>de</strong> la<br />
literatura: los clásicos contribuyen al crecimiento <strong>de</strong> nuestro yo interior y nos enseñan a<br />
oírnos; su valor estético pue<strong>de</strong> reconocerse o experimentarse, pero no transmitirse. A<br />
partir <strong>de</strong> estos hechos, la conclusión <strong>de</strong> <strong>Bloom</strong> es <strong>de</strong>moledora: la estética es antes un<br />
asunto individual que social y leer al servicio <strong>de</strong> cualquier i<strong>de</strong>ología es lo mismo que no<br />
leer nada.<br />
Pero para los representantes <strong>de</strong> los cultural studies las cosas no son tan sencillas.<br />
Sus tesis vienen a recordarnos que los valores que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n si un texto estará hoy entre<br />
los escogidos no son los mismos que los que lo <strong>de</strong>cidieron en <strong>el</strong> pasado; que <strong>de</strong> ningún<br />
modo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>svincular <strong>de</strong> la noción <strong>de</strong> <strong>canon</strong> los factores sociales, políticos e<br />
i<strong>de</strong>ológicos, puesto que son las instituciones representadas por <strong>el</strong>los las que, en un<br />
momento histórico dado, confirieron valor a esos textos y autorizaron las maneras <strong>de</strong><br />
interpretarlos. Que al compilador <strong>de</strong> los textos (crítico individual, corriente crítica o<br />
institución), le es imposible, en <strong>de</strong>finitiva, sustraerse <strong>de</strong> la tradición cultural e i<strong>de</strong>ológica<br />
en la que se halla inmerso.<br />
Se hace necesario recordar ahora, tal y como vimos en <strong>el</strong> apartado anterior, que<br />
con los criterios <strong>de</strong>l siglo XVIII Bach se hubiera quedado fuera <strong>de</strong>l <strong>canon</strong> musical. Y<br />
consi<strong>de</strong>raciones políticas e históricas también convirtieron al Cantar <strong>de</strong> Mio Cid en un<br />
estandarte cultural español durante <strong>el</strong> franquismo, pero mantuvieron al margen a parte<br />
<strong>de</strong> los autores <strong>de</strong> la generación <strong>de</strong>l 27, hoy indiscutibles en cualquier manual <strong>de</strong><br />
literatura.<br />
El <strong>canon</strong>, como vemos, tien<strong>de</strong> a emanar <strong>de</strong> los centros <strong>de</strong> influencia cultural o<br />
po<strong>de</strong>r político. Por <strong>el</strong>lo en épocas pretéritas estuvo formado primero por obras griegas y<br />
latinas, más tar<strong>de</strong> por obras <strong>de</strong> la tradición europea, y hoy, <strong>de</strong>bido al auge cultural<br />
anglosajón, se encuentra dominado por obras escritas en inglés.<br />
Los que critican <strong>el</strong> mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> <strong>Bloom</strong> se apoyan en estas razones para cuestionar<br />
la noción <strong>de</strong> <strong>canon</strong>, preguntándose qué sentido tiene hoy día establecer unos parámetros<br />
<strong>de</strong> calidad y <strong>canon</strong>icidad universales en un mundo globalizado como <strong>el</strong> nuestro, que<br />
comparte tantas razas, tradiciones y lenguas diferentes. Pues, aun concediendo que
conocemos al <strong>de</strong>dillo nuestra tradición literaria local, y que entre nuestras obras somos<br />
capaces <strong>de</strong> s<strong>el</strong>eccionar las mejores, ¿cómo estimar como un dogma que éstas serán<br />
superiores a las <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> tradiciones culturales, cuyas literaturas ignoramos? ¿No<br />
habría que ampliar la nómina <strong>de</strong> obras <strong>de</strong>l <strong>canon</strong> a los mejores autores <strong>de</strong> estas culturas<br />
y socieda<strong>de</strong>s, o comenzar a hablar <strong>de</strong> cánones literarios locales? Éstas son las cuestiones<br />
que ofrecen los mayores reparos a la existencia <strong>de</strong> un <strong>canon</strong> único. El mismo <strong>de</strong> <strong>Bloom</strong>,<br />
que se postula como universal para la tradición <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte, adolece <strong>de</strong> este <strong>de</strong>fecto,<br />
pues la mayoría <strong>de</strong> sus obras <strong>de</strong> referencia pertenecen al ámbito anglosajón.<br />
Sin embargo no <strong>de</strong>bemos llamarnos a engaño. Todas estas dudas, aun siendo<br />
legítimas, no ponen en duda la existencia y necesidad <strong>de</strong> un <strong>canon</strong>. Nuestro tiempo es<br />
limitado, y <strong>el</strong> <strong>canon</strong>, como hemos visto, existe precisamente para imponer límites y<br />
establecer un patrón <strong>de</strong> medida cuyos parámetros se fundamenten, en la medida <strong>de</strong> lo<br />
posible, en criterios estéticos antes que políticos. Como dice <strong>Bloom</strong>, “No parece que la<br />
responsabilidad <strong>de</strong>l crítico literario sea llenar ese intervalo con malos textos en nombre<br />
<strong>de</strong> cualquier justicia social” 3 .<br />
Con todo, tal vez sí sea necesario empezar a reconocer que los factores extraliterarios,<br />
nos gusten o no, han influido en la opinión <strong>de</strong> quienes s<strong>el</strong>eccionaron las obras.<br />
Tal y como lo expresa <strong>Coetzee</strong> en su conferencia a propósito <strong>de</strong> Bach: “Algo <strong>de</strong> lo que<br />
sí po<strong>de</strong>mos estar seguros acerca <strong>de</strong> nuestro modo <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r y ejecutar las<br />
partituras <strong>de</strong> Bach, aun cuando nuestras intenciones sean purísimas, puras en grado<br />
sumo, es que están históricamente condicionadas <strong>de</strong> un modo que no es invisible” 4 .<br />
Conclusiones<br />
En <strong>el</strong> primer apartado, vimos cómo <strong>Coetzee</strong> comenzaba planteando sus dudas acerca <strong>de</strong><br />
que la supremacía estética fuese la única responsable <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir si una obra <strong>de</strong>bía ser<br />
consi<strong>de</strong>rada o no como clásica. <strong>Coetzee</strong> concluyó reconociendo que las fuerzas<br />
históricas y políticas sí influyen, y que <strong>de</strong>bemos ser capaces <strong>de</strong> reconocer sus efectos si<br />
queremos ejercer con la mayor ecuanimidad posible la crítica <strong>de</strong> dichas obras. Pero<br />
también <strong>de</strong>mostró, y esto es lo más importante, que la cualidad literaria <strong>de</strong>l clásico es la<br />
responsable última <strong>de</strong> que la obra sobreviva a través <strong>de</strong> las épocas, incluso a pesar <strong>de</strong><br />
las i<strong>de</strong>ologías que en <strong>el</strong> pasado trabajaron a su favor. <strong>Coetzee</strong> acuña en su conferencia<br />
una <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> clásico que se ha convertido en clásica a su vez: El clásico se <strong>de</strong>fine<br />
a sí mismo por la supervivencia.<br />
En <strong>el</strong> segundo apartado, <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Harold <strong>Bloom</strong>, hemos realizado <strong>el</strong><br />
camino en cierta forma inverso: comenzamos planteando que la crítica <strong>de</strong> un clásico<br />
<strong>de</strong>bía efectuarse irrenunciablemente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> criterios puramente estéticos, y que había<br />
que <strong>de</strong>sechar cualquier contaminación i<strong>de</strong>ológica a la hora <strong>de</strong> <strong>el</strong>egir las obras <strong>de</strong>l <strong>canon</strong>.<br />
Pero poco a poco introdujimos ciertas dudas, y al final tuvimos que concluir<br />
reconociendo que los fenómenos sociales y culturales, aunque subordinados a la<br />
estética, ejercen cierta influencia en su composición.<br />
No obstante, al pesimismo expresado por <strong>Bloom</strong> respecto al <strong>de</strong>stino que les<br />
aguarda a los clásicos si los ataques <strong>de</strong> la “Escu<strong>el</strong>a <strong>de</strong>l Resentimiento” consiguen su<br />
objetivo, habría que oponer las tesis optimistas <strong>de</strong> <strong>Coetzee</strong>: toda crítica tiene la<br />
obligación <strong>de</strong> interrogar al clásico. Ésta es una prueba que los clásicos <strong>de</strong>ben enfrentar<br />
constantemente. La crítica –aun la más hostil y escéptica– es aqu<strong>el</strong>lo que <strong>el</strong> clásico<br />
3 Harold <strong>Bloom</strong> (1995), El <strong>canon</strong> occi<strong>de</strong>ntal. Editorial Anagrama, Barc<strong>el</strong>ona, p. 42.<br />
4 J. M. <strong>Coetzee</strong> (2004), “«¿Qué es un clásico?», una conferencia”, en Costas extrañas: Ensayos (1986-<br />
1999). Editorial Debate, Madrid, p. 24.
utiliza para garantizar su supervivencia. En <strong>el</strong> hecho <strong>de</strong> que la obra esté en boca <strong>de</strong><br />
todos, que se la critique aunque sea negativamente, es lo que afirmará su supervivencia<br />
a largo plazo. Como dice <strong>el</strong> adagio: que hablen <strong>de</strong> mí aunque sea mal.<br />
La problemática <strong>de</strong>l <strong>canon</strong>, como se ve, es compleja y ofrece argumentos tanto a<br />
la crítica estética como a la historicista. Representantes <strong>de</strong> uno y otro bando habrán <strong>de</strong><br />
convenir que no existen dogmas artísticos universales. Estudiar <strong>el</strong> contexto social e<br />
histórico <strong>de</strong> una obra <strong>de</strong>bería servir para arrojar algo <strong>de</strong> luz sobre su comprensión<br />
profunda, y no como armas con que menoscabar sus cualida<strong>de</strong>s poéticas. En sentido<br />
contrario, <strong>el</strong> estudio <strong>de</strong> la obra como pieza artística no <strong>de</strong>bería <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar la realidad<br />
innegable <strong>de</strong> que ésta fue originada bajo unas <strong>de</strong>terminadas circunstancias políticas y<br />
sociales. Ambas visiones <strong>de</strong>berían enriquecer, y no entorpecer, nuestro estudio <strong>de</strong> las<br />
piezas clásicas.<br />
Bibliografía:<br />
<strong>Bloom</strong>, Harold (1995), El <strong>canon</strong> occi<strong>de</strong>ntal. Editorial Anagrama, Barc<strong>el</strong>ona.<br />
<strong>Coetzee</strong>, J. M. (2004), “«¿Qué es un clásico?», una conferencia”, incluido en Costas<br />
extrañas: Ensayos (1986-1999). Editorial Debate, Madrid.