Libro del adulto - Conevyt

Ser mejor en el trabajo
200
Al comunicarse entran en juego muchas cosas: las palabras que
usamos, el tono de voz y la entonación que damos a esas palabras,
el sentido de cada una cuando las decimos, el estado de ánimo
que transmitimos y, sobre todo, la intención de que el mensaje que
enviamos sea entendido por quien lo recibe.
De igual forma, la persona que da respuesta a nuestro mensaje lo
hace con la intención de que la respuesta sea comprendida.
Pongamos un ejemplo:
En la familia de don José se da una buena comunicación.
Don José pidió a Lupita que diera aviso
a su esposa. Lupita le dijo que daría
el mensaje y que no se preocupara. Él
le agradeció y se despidió de ella.
En este ejemplo, don José es el emisor
porque es quien inicia la comunicación,
o sea, que emite un mensaje; después
cuando escucha a Lupita se convierte
en receptor.
Él habló por teléfono a su casa para
avisar que ese día llegaría más tarde
que de costumbre debido a que cayó
una tormenta y el camino a su casa
estaba inundado.
Quien contestó la llamada fue su nuera
Lupita, que estaba de visita con
sus suegros y le comentó que ella y
su hijo tampoco podían regresar a su
casa debido a las lluvias.