Ricardo Ros - La formula del exito - PNLnet
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong><br />
<strong>La</strong> fórmula matemática <strong>del</strong> éxito<br />
Consigue tu sueño antes de un año<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
Este eBook vale 3 Euros<br />
1
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
<strong>La</strong> reproducción total o parcial de este eBook en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico o<br />
electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de<br />
información no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser<br />
previamente solicitada.<br />
© 2012, <strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> - Todos los derechos reservados<br />
Edita: Trace Comunication, S.L.<br />
Apartado de Correos 385, 31080 Pamplona (España)<br />
informacion@pnlnet.com<br />
http://www.<strong>formula</strong><strong>del</strong><strong>exito</strong>.com<br />
Foto: Dreamstime<br />
ISBN: 978-84-939560-1-1<br />
2
Índice<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
CAPÍTULO 1. Avalancha.....................................................................................................................4<br />
CAPÍTULO 2. E= Éxito.....................................................................................................................13<br />
CAPÍTULO 3: I= Idea........................................................................................................................23<br />
CAPÍTULO 4: A2 = Acción Ahora....................................................................................................33<br />
CAPÍTULO 5: P = Persistencia..........................................................................................................54<br />
CAPÍTULO 6: F = Flexibilidad.........................................................................................................60<br />
CAPÍTULO 7: D = Diversión............................................................................................................67<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong>........................................................................................................................................72<br />
3
CAPÍTULO 1. Avalancha<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
"Asciende, si puedes, con la inteligencia y el corazón, a las más altas<br />
cimas; paséate sobre las crestas nevadas, comunícate con las nubes y<br />
las aves <strong>del</strong> cielo. Para vivir escoge la falda de la montaña" Armando<br />
Palacio Valdés<br />
Cuando levanté la vista, me di cuenta de que no todo estaba<br />
perdido. El frío me estaba paralizando las articulaciones, el hielo<br />
comenzaba a invadir todo mi cuerpo y mi organismo se estaba<br />
enfrentando a la situación más terrorífica de mi vida.<br />
Aquella cuerda colgaba a solo dos o tres palmos de mi mano<br />
derecha, pero si me soltaba de la arista a la que me encontraba<br />
adherido por el hielo, lo más probable es que mi cuerpo cayera al<br />
vacío. ¿Cómo agarrar la cuerda sin soltarme?<br />
Su voz sonó sobre mi cabeza.<br />
—Agárrese fuerte a la soga, yo tiraré de usted.<br />
En esos momentos, todos los miedos que yo había arrastrado<br />
durante mi vida, mis indecisiones, mis dudas infantiles, pasaron<br />
como un rayo por mi cabeza. Tenía que decidirme, mi salvación<br />
dependía de lo que en ese momento hiciera.<br />
Recordé aquella vez, cuando tenía cuatro o cinco años, en que<br />
me había subido a un tobogán enorme siguiendo a uno de mis<br />
hermanos mayores. Mi hermano se tiró sin pestañear, pero yo me<br />
quedé paralizado en lo más alto. Otros niños que estaban subiendo<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
por la escalera me empujaban. Y yo, muerto de miedo, retrocedí, bajé<br />
las escaleras y palidecí de vergüenza, mientras un niño, en mitad de<br />
las escaleras, me gritó "¡cobarde!<br />
¡Cobarde! Aunque toda mi vida había luchado por aparentar lo<br />
contrario, en el fondo sabía que yo era un verdadero cobarde, un<br />
cobarde completo, integral, sacudido una y otra vez por el miedo,<br />
paralizado por la indecisión. Toda mi vida había estado luchando por<br />
llegar a lo alto <strong>del</strong> tobogán y mi único afán había sido tirarme por<br />
aquella rampa metálica, poder gritar de placer por haber sabido<br />
superar el pánico. Pero yo sabía que ni siquiera en sueños lo había<br />
conseguido. Soñaba con frecuencia con aquel tobogán y me<br />
despertaba a media noche sofocado, tiritando. Mi vida real era puro<br />
teatro ante los demás, pura apariencia de seguridad, máscaras vacías.<br />
Pensé que no tenía nada que perder. Era hombre muerto. Ya<br />
nada tenía sentido en mi vida. Mejor morir que seguir viviendo.<br />
Cuando dos semanas antes mi amigo Jaidh me sugirió la<br />
posibilidad de realizar ese viaje, no me lo pensé dos veces. Subir a la<br />
cumbre <strong>del</strong> Citlaltépetl, el Pico de Orizaba, la montaña más alta de<br />
México, podía suponer para mí una forma de alejarme de todos los<br />
problemas que me acuciaban. Me acababa de dejar mi mujer, harta<br />
de mis ausencias, cansada de verme llegar tarde y estresado,<br />
convencida de que mi trabajo era más importante que ella. Mi vida<br />
era un infierno, sin ningún objetivo. Me levantaba por la mañana,<br />
corría durante todo el día de una reunión a otra, convirtiendo mi<br />
trabajo en una carrera de obstáculos, un obstáculo cada media hora.<br />
Y todo para nada, la empresa se estaba hundiendo, mis socios<br />
capitalistas ya me habían dado el último aviso y mis subordinados<br />
huían despavoridos nada más verme aparecer. Me creía una persona<br />
fracasada. Pero nadie lo sabía.<br />
—Agárrese, no se preocupe, yo le sostendré — su voz volvió a<br />
sacarme de mis pensamientos.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Estaba a 5.500 metros sobre el nivel <strong>del</strong> mar, tratando de escalar<br />
el mayor pico de México, con 5.756 metros, situado en el Estado de<br />
Veracruz. Mis compañeros habían desaparecido de mi vista tras un<br />
enorme alud. Y yo me encontraba allí, agarrado a la roca, o mejor<br />
dicho, soldado a la roca por el hielo, sin posibilidades de salvación.<br />
Mi cuerpo y la roca eran una sola cosa unidos por el hielo.<br />
—No piense. Simplemente suéltese y agarre la cuerda.<br />
No sabía quién me gritaba. No le veía. Solo oía su voz. ¿Cómo<br />
iba a soltarme? Si lo hacía caería por la canaleta de hielo. Y si no lo<br />
hacía, allí me quedaría congelado. Una víctima más <strong>del</strong> glaciar. Los<br />
periódicos darían una escueta nota en la página 28: "Alto ejecutivo<br />
muere congelado en un volcán". ¿Y a quién le importaría? Un<br />
número en una estadística.<br />
Eso era yo: un número en una estadística. Ingeniero más joven<br />
de su promoción, ejecutivo con más futuro de la ciudad, marido de la<br />
mujer más rica y guapa de la provincia… Eso habría dicho la prensa<br />
de mí. Números. Fríos números. ¿Fríos? Y allí estaba yo, a punto de<br />
congelarme, en medio de un nevado, cerca de ninguna parte,<br />
haciendo lo único que había sabido hacer bien durante toda mi vida:<br />
sentir el miedo, vivir el miedo más intenso que jamás se pueda sentir.<br />
Yo era miedo. Miedo. Mi mundo estaba lleno de miedo, mis<br />
decisiones las tomaba siempre basándome en el miedo.<br />
Cuando cumplí 18 años decidí que dejaba de estudiar, que no iría<br />
a la Universidad. Me subí a un tren y me fui a París. Estuve<br />
trabajando en un restaurante lavando platos. Me enamoré de una<br />
chica polaca y por primera vez en mi vida fui feliz. También fue la<br />
única. Cuando acabó el verano se presentó mi padre en la pensión en<br />
la que vivía, me agarró de las orejas y me hizo matricularme en la<br />
Universidad. Por supuesto en la misma carrera que había estudiado<br />
él. Después me hizo casarme, por mi bien, con una chica de buena<br />
familia a la que nunca quise. Y todo por miedo. En París no tuve<br />
miedo, fui realmente feliz.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
— ¡Deje de darle vueltas al coco y agarre la cuerda!<br />
Aquel hombre seguía gritándome. ¿Qué se había creído? A mi no<br />
me gritaba nadie. Yo era un personaje, un hombre importante, un<br />
ciudadano respetado. ¿Cómo se atrevía a gritarme?<br />
De repente, otra cuerda apareció a mi izquierda. ¿No pretenderá<br />
que suelte las dos manos? Debe estar loco.<br />
Y detrás de la cuerda aparecieron unas sandalias, unos<br />
pantalones, un jersey de colorines y una enorme barba sonriente.<br />
Sin decir palabra, pero sin perder su sonrisa, aquel extraño<br />
hombre clavó primero un piolet en el hielo, un segundo piolet al que<br />
enganchó una cinta express sobre la que pasó la cuerda que me había<br />
lanzado en un primer momento, introdujo el codo por la dragonera<br />
<strong>del</strong> primer piolet, y enroscó un tornillo en el hielo. A continuación<br />
pasó la cuerda por el tornillo y por mi arnés y desapareció tan rápido<br />
como había llegado. ¡Ahora estaba seguro!<br />
—Ahora ya puede usted solo. Yo le ayudo a subir. Tranquilo, el<br />
peligro ya ha pasado— volvió a sonar aquella voz por encima de mi<br />
cabeza.<br />
Como pude solté mi mano aterida y comprobé que mi arnés<br />
estaba perfectamente enganchado a la cuerda. Miré hacia arriba y vi<br />
que tenía que subir unos tres metros. Miré hacia abajo y un enorme<br />
precipicio de hielo y roca se extendía 500 metros hacia el abismo.<br />
Entonces fui consciente <strong>del</strong> verdadero peligro en el que había estado.<br />
Mis ojos se cerraron. Silencio.<br />
Cuando desperté, aquella sonrisa volvía a estar allí. Estábamos<br />
dentro de una especie de cabaña, un refugio de montaña utilizado<br />
por algunos escaladores en su ascensión al Citlaltépetl. Una fogata<br />
calentaba el ambiente.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Ya ha pasado todo. No se preocupe —dijo aquella voz— En<br />
cuanto escampe la enorme tormenta que nos está enviando la<br />
montaña, los equipos de rescate vendrán a buscarle— Y su sonrisa<br />
volvió a envolverlo todo.<br />
—¿Qué ha ocurrido?— me atreví a preguntar<br />
—<strong>La</strong> montaña está resfriada y ha soltado un estornudo. Se ha<br />
producido una avalancha. <strong>La</strong> nieve le arrastró a usted hasta la grieta.<br />
Afortunadamente su espíritu de supervivencia le hizo agarrarse a la<br />
arista helada. Menos mal que perdió el conocimiento cuando ya<br />
estaba sujeto firmemente al arnés.<br />
Me dolía todo el cuerpo. En las extremidades, un dolor lacerante<br />
me recordó que había estado a punto de congelarme. Estaba<br />
tumbado en una especie de jergón, cubierto de mantas y de pieles de<br />
animales. El crepitar de la hoguera proporcionaba un poco de luz.<br />
Fuera, se oía al viento bramar. Debíamos estar en medio de un<br />
terrible vendaval.<br />
—Nunca había pasado tanto miedo— dije<br />
—El miedo es lo que le ha salvado, si no hubiera tenido miedo<br />
ahora estaría muerto— dijo aquel hombre, mientras echaba otra leña<br />
al fuego.<br />
—No le entiendo, ¿cómo va a salvarme el miedo? El miedo<br />
siempre me ha paralizado, el miedo me ha destrozado la vida— casi<br />
grité. ¿Cómo podía alguien pensar que el miedo me había<br />
beneficiado? Ese hombre debía ser algún loco.<br />
El hombre volvió a sonreir. Me acercó una taza a los labios,<br />
caldo caliente, fuerte y sabroso. Mientras bebía, pensé en lo terrible<br />
que es el destino. Es como si tuviéramos el camino marcado, como si<br />
ya desde el nacimiento todo estuviera programado.<br />
—El destino no existe, todos somos responsables de nuestras<br />
vidas —dijo, como si me hubiera leído el pensamiento. ¿Quién era<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
aquel hombre, que sin perder la sonrisa, pretendía darme lecciones<br />
sobre la vida?— Voy a curarle las manos y los pies. Han estado a<br />
punto de congelarse y es muy importante que las hagamos entrar en<br />
calor.<br />
Me sentía completamente agotado. Y mientras aquel hombre me<br />
daba masajes en las manos y en los pies, untándolos con una especie<br />
de grasa gelatinosa, empezó a cantar una letanía formada por<br />
distintos sonidos guturales, palabras para mí desconocidas, pero que<br />
me hicieron respirar profundamente. Con cada inspiración entraba<br />
en mis pulmones todo el sufrimiento que había pasado en las últimas<br />
horas, en las últimas semanas. Con cada espiración salía de mis<br />
pulmones, de mi alma, todo el amor que no había sabido transmitir<br />
durante la mayor parte de mi vida.<br />
Comencé a llorar. Yo había tenido ganas de llorar muchas veces,<br />
pero nunca había tenido la valentía de hacerlo. Y ahora estaba<br />
llorando. Pero era un lloro de liberación, de apertura.<br />
—¿Qué me está pasando?— pregunté entre sollozos.<br />
—No piense, simplemente suéltese— me dijo riendo.<br />
Por algún motivo que no sé explicar, eso es exactamente lo que<br />
hice. Me solté y dejé de pensar. Yo era un ejecutivo, un pensador, un<br />
ser lógico. Nunca me había dejado llevar por mis emociones. Todo lo<br />
calculaba, todo lo medía. En las empresas en las que había trabajado<br />
tenía fama de ser una persona que arriesgaba poco, porque todo lo<br />
tenía previamente planificado. No movía un dedo si no tenía muy<br />
claro el desenlace o si no me guardaba un as en la manga que me<br />
permitiera escaparme en el momento preciso.<br />
Y por primera vez en mi vida, me dejé llevar por mis<br />
sentimientos. Por primera vez en mi vida no luché contra mis<br />
sentimientos. Todo el miedo acumulado, toda la rabia no sentida se<br />
fueron haciendo presentes. Y me quedé dormido, completamente<br />
dormido.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Me llamo Quetzalcoatl —dijo aquella voz tan conocida ya<br />
para mi— Ha dormido durante diez horas seguidas. Es necesario que<br />
se hidrate y que coma algo.<br />
Me incorporé un poco y abrí los ojos. Estábamos en el interior<br />
de una cabaña hecha de madera. El suelo estaba completamente<br />
cubierto de paja. Junto a dos de las paredes había dos jergones. En la<br />
tercera pared había una especie de fogón de leña, sobre el que hervía<br />
un puchero. Una estantería con latas y distintos alimentos se apilaban<br />
junto a la puerta. El ambiente era denso, caliente. Olía a puerros.<br />
—Realmente me hace falta comer algo, gracias —dije, tratando<br />
de esbozar una sonrisa, que no me salía de forma espontánea.<br />
Mi nuevo amigo echó con un cazo en un plato una mezcla de<br />
patatas con puerros y otras verduras y me lo ofreció. Olía muy bien.<br />
Sin decir palabra, me comí aquel plato de puerros y cuando acabé le<br />
dije tuteándole<br />
—¡Gracias!. Me has salvado la vida. Ha sido una casualidad que<br />
estuvieras en ese momento allí.<br />
—Ningún ser humano es capaz de salvar la vida de otro ser<br />
humano— dijo —Tampoco hay casualidades. Como todos los años<br />
en estas fechas he subido a la montaña a ponerme en comunicación<br />
con la naturaleza. Todos los años paso tres semanas aquí arriba,<br />
porque necesito llenarme de aire para el resto <strong>del</strong> año. Estoy<br />
reflexionando para saber qué lección tengo que aprender al haber<br />
tenido la oportunidad de encontrarme contigo en esas difíciles<br />
circunstancias. Yo soy quien tiene que estarte agradecido por la gran<br />
oportunidad de aprendizaje sobre mí mismo que has puesto a mi<br />
disposición.<br />
—¿Has aprendido cosas gracias a mí?<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—En este mundo hay dos tipos de personas, los que aprenden<br />
de lo que les ocurre y aquellos que dejan pasar esa oportunidad. Yo<br />
procuro sacar enseñanzas personales de todo lo que me ocurre.<br />
Aprendo por la experiencia.<br />
—Mi nombre es Max Pinton. Y soy un fracasado.<br />
—Hay que prestar atención al lenguaje que utilizamos. El verbo<br />
ser sirve para hablar de la identidad o de un atributo. En nuestra<br />
lengua mezclamos esas dos acepciones. Si dices que "eres" un<br />
fracasado estás diciendo que el fracaso forma parte de tu identidad.<br />
Y el fracaso no forma parte de tu identidad. Me gustaría que<br />
volvieras a hablarme de tu fracaso, pero sin utilizar el verbo "ser".<br />
ser.<br />
—No sé cómo hacerlo —dije confuso.<br />
—Vuelve a decirme el mismo concepto pero sin utilizar el verbo<br />
—Mi nombre es Max Pinton. Y…<br />
—Usa un verbo de acción, en vez <strong>del</strong> verbo ser.<br />
—Me llamo Max Pinton, y he fracasado en mis negocios y con<br />
mi pareja.<br />
—Cuando alguien dice "Juan es tímido" —continuó— le está<br />
atribuyendo a Juan una cualidad que lo define como persona. El uso<br />
<strong>del</strong> verbo ser nos lleva a realizar afirmaciones generales que no tienen<br />
demasiada relación con la realidad.<br />
Entonces entendí lo que me quería decir. Si usaba el verbo ser<br />
para hablar de algo que me había pasado, entonces estaba<br />
extendiendo ese hecho concreto a toda mi identidad como persona.<br />
Si empleaba un verbo de acción, entonces tenía que <strong>del</strong>imitar mi<br />
fracaso a una parcela de mi vida.<br />
Le expliqué cómo durante toda mi vida yo había luchado por<br />
tener éxito, por ser una persona de éxito, y cómo ahora, a mis casi<br />
cuarenta años, mi empresa era un fiasco y mi vida amorosa un<br />
11
infierno.<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—¿A qué te dedicas profesionalmente, Quetzalcoatl? —me<br />
atreví a preguntar, mordiéndome la lengua y rectificando mi primera<br />
<strong>formula</strong>ción mental, que era ¿Qué eres profesionalmente?<br />
—Soy maestro.<br />
—Eh, un momento, acabas de decirme que no hay que emplear<br />
el verbo ser cuando no hablamos de nuestra identidad.<br />
—Es que te estoy hablando de mi identidad. Soy maestro,<br />
aunque trabajo en otras cosas. Puedo enseñarte a conseguir el éxito,<br />
si quieres. Te voy a dar la fórmula <strong>del</strong> éxito. <strong>La</strong> fórmula <strong>del</strong> éxito es<br />
sencilla. Pero la mayor parte de la gente la complica. Si aplicas la<br />
fórmula que te voy a dar, tienes el éxito asegurado en cualquier<br />
aspecto de tu vida personal, familiar, social o profesional. Soy<br />
maestro porque hablo de mi propia experiencia, no hablo de lo que<br />
otros me han transmitido. Quetzalcoatl escribió en un papel:<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
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CAPÍTULO 2. E= Éxito<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
"Cuantas más bellezas descubramos por doquiera en la naturaleza,<br />
en el hombre, en el niño, en el trabajo y en el mundo externo, más nos<br />
acercaremos al goce de la felicidad" James Freeman Clarke<br />
"<strong>La</strong> felicidad es el precio de la audacia" Lope de Vega<br />
E<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
Fuera de la cabaña se oía a la montaña temblar. Ensordecedores<br />
truenos cortaban durante algunos segundos nuestra conversación.<br />
Los rayos penetraban como ladrones en la oscuridad, iluminando a<br />
mi interlocutor de forma fugaz. Estaba anocheciendo.<br />
—Hay muchas personas que tienen grandes ideas —comenzó mi<br />
amigo— Son personas creativas, con ingenio. Hay otras que sueñan<br />
con un futuro mejor. Algunas quieren salir de una situación negativa.<br />
Muchas consideran que su vida podría ser realmente mejor. Todas<br />
están firmemente convencidas de que si pudieran, su vida sería un<br />
paraíso. Pero son unos grandes fracasados.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Queremos ser triunfadores y nos quedamos en el intento—<br />
dije.<br />
—Así es. <strong>La</strong>s ideas se las lleva el viento. <strong>La</strong>s ideas no sirven para<br />
nada. Son solo ideas, humo, vacío. <strong>La</strong>s ideas están solo en la mente y<br />
la mente está llena de sueños, pero vacía de realidades.<br />
Quetzalcoatl se levantó y echó un par de leños al fuego. <strong>La</strong> resina<br />
empezó a crujir.<br />
—He oído a muchas personas mayores hablar amargamente de<br />
sus ideas de juventud, de sus proyectos, de sus sueños, de todo<br />
aquello que nunca consiguieron, de la frustración que experimentan<br />
por no haber sabido llevar sus ideas a buen puerto. Ideas. Solo humo.<br />
—Tienes razón —dije, mientras cerraba los ojos.<br />
—<strong>La</strong>s ideas, aisladas, no sirven para nada —continuó —<strong>La</strong>s<br />
ideas son gratis, no cuestan nada. Tampoco sirven para nada.<br />
Hubo un momento de silencio. Era verdad. Toda mi vida había<br />
estado llena de grandes ideas para el futuro. Quetzalcoatl siguió<br />
—Para que las ideas tengan un sentido, para que las ideas<br />
empiecen a tener razón de ser, necesitan estar acompañadas de un<br />
ingrediente esencial: la ACCIÓN. Ideas sin acción llevan al fracaso.<br />
Ideas con acción llevan al éxito. Ideas sin acción son gratis. Ideas con<br />
acción tienen un precio. Necesitamos, por lo tanto, una idea,<br />
cualquier idea. Una ilusión, un sueño, un proyecto, un plan, un<br />
programa. Pero esta idea tiene que estar acompañada de acción. Y la<br />
acción cuesta, no es barata, es cara. <strong>La</strong> acción tiene un precio alto.<br />
—¿Por dónde empezar?—pregunté<br />
—¿Por dónde empezar? Empieza por cualquier sitio, pero<br />
empieza. Elabora más la idea, busca más información, pregunta a<br />
expertos, entérate de qué otras cosas se han hecho anteriormente,<br />
haz un primer experimento, un prototipo, un esbozo. Haz algo. No<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
te quedes quieto. Empieza a caminar, empieza a actuar.<br />
—Como decía Ortega y Gasset —me atreví a comentar,<br />
apoyando con la cita su argumento— "muchas personas, como los<br />
niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias"<br />
—Tiene razón Ortega y Gasset. Cuando das el primer paso, ya<br />
estás mucho más cerca <strong>del</strong> éxito. Si no das ese primer paso, lo más<br />
probable es que estés mucho más cerca <strong>del</strong> fracaso. Fracasar o<br />
triunfar depende de una pequeña decisión: ACTUAR. Actuar,<br />
accionar, activar nuestros recursos nos lleva al triunfo. No hacerlo<br />
nos lleva a la desilusión, al fracaso.<br />
—Lo veo claro, dije.<br />
—Hoy puedes empezar. ¿Qué vas a hacer?<br />
Me quedé pensando. ¿Qué podía hacer? Estaba malherido a<br />
muchos kilómetros de la civilización, sin fuerzas y Quetzalcoatl me<br />
preguntaba qué iba a hacer. No podía hacer nada. En vez de<br />
contestar a su pregunta, me atreví a preguntar.<br />
— ¿Qué es el éxito?<br />
—El éxito es conseguir aquello que nos hemos propuesto, es<br />
alcanzar nuestras metas y ser felices. Quizás sea más sencillo si<br />
empiezo a decirte qué no es el éxito. El éxito no es tener muchísimo<br />
dinero. Conozco a personas que tienen tanto dinero, que no saben<br />
qué hacer con él y son unos desgraciados.<br />
—Yo también los conozco. Mi vida está rodeada de ese tipo de<br />
personas.<br />
—El éxito no es ser famoso, ser conocido, salir en la TV. Todos<br />
conocemos a personas que son famosas y no se puede decir que<br />
hayan tenido éxito en la vida.<br />
—¿El éxito es tener suerte? —pregunté<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—El éxito no es tener suerte. Alguien puede tener o no tener<br />
suerte y tener o no tener éxito. Son dos conceptos que no van de la<br />
mano.<br />
—Pero, ¿se puede tener éxito sin tener suerte?<br />
—Yo creo que es al revés, —dijo Quetzalcoatl —no se puede<br />
tener éxito si viene como consecuencia de la suerte. <strong>La</strong> suerte no<br />
existe, la buena o la mala suerte, no existen (excepto en la lotería,<br />
pero a quien le toca la lotería por azar no se puede decir que sea una<br />
persona que ha tenido éxito en la vida). <strong>La</strong> suerte es algo que se<br />
construye con nuestras conductas.<br />
—<strong>La</strong> suerte depende de cada uno.<br />
—Así es. Tendré mala suerte si no aprovecho oportunidades, si<br />
no corrijo mis decisiones erróneas. Tendré buena suerte si estoy en el<br />
momento y en el lugar adecuado. Tanto la suerte como el éxito son<br />
algo que es consecuencia de nuestras decisiones, no <strong>del</strong> azar.<br />
Nosotros somos dueños de nuestras propias decisiones y a la<br />
consecuencia de esas decisiones se le llama buena o mala suerte.<br />
—¿Qué es entonces el éxito? —pregunté, volviendo a abrir los<br />
ojos. <strong>La</strong> noche se había adueñado <strong>del</strong> ambiente. Quetzalcoatl había<br />
apagado la lámpara de aceite y estábamos iluminados únicamente por<br />
la leña que ardía en la chimenea.<br />
—Éxito es conseguir aquello que nos propongamos, grande o<br />
pequeño, importante o sencillo, como consecuencia de nuestras<br />
decisiones.<br />
»Tener éxito es conseguir pasar unas maravillosas vacaciones.<br />
Tener éxito es crear una empresa que produzca millones. Tener éxito<br />
es conseguir que nuestros hijos crezcan sanos. Tener éxito es pasear<br />
y disfrutar de una tarde de campo. Tener éxito es convertirnos en<br />
buenos profesionales en nuestro trabajo. Tener éxito es alcanzar la<br />
16
luna, si ese es nuestro objetivo.<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
»Tener éxito es conseguir cosas, no por azar, sino como<br />
culminación de un proceso que hemos puesto en marcha<br />
conscientemente.<br />
»Para considerar que algo es un éxito tenemos que partir de un<br />
acto voluntario de una persona que alcanza un objetivo como<br />
consecuencia de su esfuerzo. No es éxito, por ejemplo, encontrar una<br />
moneda perdida en la calle, ni recibir un premio de la lotería, ni<br />
conseguir un buen puesto de trabajo por mediación de un amigo con<br />
influencia.<br />
»Es éxito, sin embargo, ascender en la empresa después de un<br />
duro trabajo, encontrar a la pareja adecuada o superar una crisis<br />
después de luchar por salir de ella.<br />
—¿Quieres decir que éxito y esfuerzo son términos<br />
complementarios, que no hay éxito sin esfuerzo?<br />
—Eso es. El éxito puede ser algo muy simple, como aprobar un<br />
examen, o algo muy complejo, como tener una familia numerosa.<br />
Por lo tanto, el éxito depende de tus expectativas, no es algo general<br />
e igual para todo el mundo.<br />
—Entonces, dependiendo de mis expectativas el éxito tendrá<br />
distintos planteamientos.<br />
—Vuelves a acertar. Si consideras que el éxito es tener una<br />
familia con quince hijos (o tener en el Banco 15 millones de euros),<br />
pero solo consigues una familia con 10 hijos (o 10 millones de<br />
euros), ¿se puede considerar un fracaso? ¿Habrás triunfado o habrás<br />
fracasado? Todo depende de tus expectativas.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Además, ¿qué criterio vas a utilizar para <strong>del</strong>imitar el éxito. Puedes<br />
utilizar un criterio temporal y decidir que tu empresa tendrá éxito si<br />
consigues vender veinte millones de euros antes de cinco años. Pero,<br />
¿por qué cinco años y no siete o diez? Perfectamente podrías decidir<br />
que alcanzarías el éxito si vendieras esa cantidad en veinte años o en<br />
seis meses.<br />
Puedes utilizar un criterio cuantitativo (un número determinado<br />
de cosas) Nos sirve el ejemplo de los hijos. ¿Éxito sería tener diez<br />
hijos y fracaso sería tener cinco?<br />
También puedes utilizar un criterio de calidad, por ejemplo<br />
considerar éxito si tus hijos, sean cuantos sean, consiguen acabar<br />
unos estudios superiores.<br />
—Entiendo —dije, sabiendo que todavía no había asimilado <strong>del</strong><br />
todo lo que acababa de oír.<br />
—Creo que te conviene descansar otro rato. Ya es de noche. Voy<br />
a salir fuera a hablar con la tormenta.<br />
Quetzalcoatl se enfundó un gorro y unos guantes de lana y<br />
desapareció en la negrura de la noche. Cerré los ojos. Me habían<br />
pasado demasiadas cosas en las últimas horas. Casi me despeño y si<br />
no llega a ser por aquel extraño personaje ahora estaría en el fondo<br />
de una grieta de hielo. Y para colmo, mi nuevo amigo me empieza a<br />
hablar <strong>del</strong> éxito y de cómo conseguirlo. Comencé a quedarme<br />
dormido de nuevo. Notaba la fatiga acumulada.<br />
De repente, comencé a oír como un canto, suave al principio,<br />
más fuerte después. Eran como palabras repetitivas en un lenguaje<br />
completamente desconocido para mí. Era algo parecido a las nanas<br />
que canturrean las madres a sus bebés, un ritmo monótono, que me<br />
hizo entrar en un sueño profundo y reparador.<br />
18
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Cuando abrí los ojos, la claridad <strong>del</strong> día comenzaba a dejarse ver<br />
por un minúsculo ventanuco que había sobre la puerta. No se oía<br />
nada. Silencio.<br />
—Creo que has podido descansar, ¿no? —me preguntó<br />
Quetzalcoatl, que estaba sentado en un rincón.<br />
—Me encuentro mucho mejor. <strong>La</strong> verdad es que ayer estaba<br />
reventado. He dormido profundamente toda la noche. Estoy como<br />
nuevo. He soñado con la montaña, con águilas majestuosas que<br />
volaban sobre mi cabeza, con preciosos arco iris…<br />
—Si te parece bien —propuso Quetzalcoatl —hoy puedes<br />
acabar de descansar y mañana te ayudaré a bajar a la falda de la<br />
montaña, si antes no aparecen los equipos de rescate.<br />
Quetzalcoatl avivó el fuego, sobre el que colocó una cazuela para<br />
hacer sopa. Me incorporé un poco y me senté en la cama. Y<br />
entonces me pude fijar en él. Quetzalcoatl era un hombre de unos<br />
cincuenta años, con el cabello muy oscuro, complexión fuerte, no<br />
muy alto. Me pareció una de esas figuras en terracota de reyes aztecas<br />
que se han descubierto últimamente en excavaciones arqueológicas.<br />
Estaba vestido con una camisa blanca y unos pantalones oscuros.<br />
Encima de la camisa llevaba un jersey de lana de llama con todos los<br />
colores <strong>del</strong> arco iris y de su cuello colgaban varios collares con<br />
figuras para mí desconocidas. Y lo más sorprendente de todo es que<br />
llevaba unas sandalias sin calcetines, con los dedos al aire. Esa era la<br />
primera visión que tuve de él, sus sandalias de cuero descendiendo<br />
por la cuerda. Pensaba que había sido una alucinación, pero no, era<br />
real, aquel personaje increíble estaba a más de seis mil metros de<br />
altura, con una temperatura de veinte grados bajo cero vestido con<br />
unas sandalias. Quetzalcoatl adivinó mis pensamientos.<br />
—Formamos parte de la naturaleza. <strong>La</strong> montaña y yo somos<br />
amigos y ella nunca me haría daño si yo no se lo hago a ella. <strong>La</strong><br />
sensación de frío o de calor, la sensación de dolor, está solo en<br />
19
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
nuestras mentes. Si conseguimos controlar nuestras mentes, nada<br />
exterior puede hacernos daño. Durante generaciones hemos subido a<br />
esta montaña a hermanarnos con ella y durante generaciones hemos<br />
mantenido un pacto de respeto mutuo. Nunca nadie de mi pueblo ha<br />
sufrido el menor daño por parte de la montaña. Sufren daño quienes<br />
vienen a "conquistarla", quienes vienen a poner su bandera en la<br />
cima como si fueran los ganadores de una batalla. Si tú la respetas, y<br />
respetarla es conocerla, ella te respetará a ti.<br />
—¿Qué habrá sido de mis compañeros de expedición? —<br />
pregunté.<br />
—Yo vi cómo la montaña se los tragaba. No hay nada que se<br />
pueda hacer por ellos. El único que se quedó colgando fuiste tú.<br />
Comimos en silencio. Quetzalcoatl era un ser muy extraño.<br />
Fijándome bien en él, me di cuenta de que, aunque aparentaba unos<br />
cincuenta años, posiblemente tendría unos setenta y cinco o más.<br />
—Tengo setenta y ocho años —dijo, adivinando una vez más<br />
mis pensamientos— y llevo desde los diez años subiendo aquí a<br />
rendir mi homenaje anual a la montaña. Le cuento las cosas que me<br />
han pasado y ella me da soluciones. A finales <strong>del</strong> verano subo<br />
también a traer leña y alimentos para mí y para cualquier otra<br />
persona que necesite utilizar esta cabaña durante la época fría.<br />
Primero mi abuelo, Huamanchaqui, y después mi padre, Tlaloc, me<br />
enseñaron los secretos de la vida y de la naturaleza. Mis ancestros,<br />
hace muchas generaciones, subían también a la montaña a hacer<br />
sacrificios humanos. Esta cabaña está situada al lado de un altar de<br />
sacrificios, que mañana te enseñaré. Pero, si te parece, ahora vamos a<br />
empezar a trabajar con el éxito. Quiero pedirte que pienses en todo<br />
aquello que has conseguido en los últimos cinco años y que has<br />
considerado como un éxito. No hace falta que me contestes, piensa<br />
en ello simplemente. También quiero que pienses en las razones por<br />
las que consideras que esas cinco cosas han cubierto tus expectativas<br />
de éxito.<br />
20
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Mi primera reacción fue pensar que no había conseguido ningún<br />
éxito en estos últimos cinco años. Pero después pensé que sí que<br />
había tenido muchos éxitos, pequeños éxitos, pequeñas cosas en las<br />
que había puesto ilusión.<br />
—Piensa ahora en las cosas que no has logrado conseguir, a<br />
pesar de haberlas deseado. ¿Qué hace que no superaran tus<br />
expectativas?<br />
Eso era más fácil. Había muchas ilusiones que no había<br />
conseguido en los últimos años. De pronto, me di cuenta de que<br />
todos mis proyectos habían estado relacionados con mi empresa. No<br />
había tenido ni un solo proyecto sobre mi vida personal.<br />
—¿Qué tienen en común las cosas consideradas como un éxito?<br />
¿Y las que no has conseguido?<br />
<strong>La</strong>s cosas consideradas como un éxito tenían en común que me<br />
habían ilusionado, que había puesto pasión en ellas. <strong>La</strong>s que eran un<br />
fracaso tenían en común que las había hecho por obligación.<br />
—¿Cuáles son tus fantasías de éxito? ¿Con qué sueñas desde que<br />
eras pequeño? ¿Si consiguieras qué, te considerarías a ti mismo como<br />
una persona de éxito?<br />
De pequeño yo soñaba con dar la vuelta al mundo en un velero,<br />
en vivir como un salvaje en una isla en medio <strong>del</strong> pacífico, rodeado<br />
de mi familia y de mis amigos. Me gustaba fantasear con un mundo<br />
lleno de alegría, de juegos, de diversión, con un mundo de libertad.<br />
Ahora me consideraría como una persona de éxito si ganara veinte<br />
millones de euros al año. No, no es verdad, ese es el tópico que me<br />
he impuesto yo a mi mismo últimamente. Me consideraría una<br />
persona de éxito si pudiera… vivir con libertad, rodeado de la gente<br />
a la que quiero.<br />
—Ten en cuenta —continuó al cabo de un rato Quetzalcoatl—<br />
que la felicidad no se encuentra en el tener o poseer, sino en el hacer<br />
y conseguir. Hay muchas personas que tienen, que poseen mucho y<br />
21
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
son muy desgraciadas. Tener no es sinónimo de éxito.<br />
»Hacer sí es sinónimo de éxito.<br />
»Ser es el grado máximo <strong>del</strong> éxito. El éxito está directamente<br />
relacionado con los objetivos y con los valores. ¿Qué quieres<br />
conseguir? ¿Qué es importante para ti?<br />
»No confundas los medios (dinero, coches, casas), con los<br />
objetivos (las metas), ni con los valores (dicho de forma simple,<br />
aquello por lo que estarías dispuesto a dar tu vida). Pero de los<br />
objetivos y de los valores hablaremos más a<strong>del</strong>ante. Ahora,<br />
simplemente piensa qué características tiene que tener el éxito para ti,<br />
en qué consisten tus expectativas de éxito.<br />
»Hasta ahora hemos definido en qué consiste el éxito y hemos<br />
hablado de la necesidad de convertir las ideas en acción. Seguimos<br />
ahora hablando sobre las ideas.<br />
»¿Ya sabes cuáles son las características que tiene que tener el<br />
éxito para que llene tus expectativas?<br />
Sin darme cuenta, la noche volvió a hacer acto de presencia.<br />
Quetzalcoatl volvió a preparar una sopa <strong>del</strong>iciosa, cenamos y me<br />
volví a quedar dormido.<br />
22
CAPÍTULO 3: I= Idea<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
"Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te conduce allí"<br />
Proverbio <strong>del</strong> Corán<br />
"Hay muchas cosas que requieren menos fuerza para hacerlas que<br />
para pensarlas" Paul Valèry<br />
I<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
Al despertar por la mañana me sentía espléndido. Era como si<br />
hubiera descansado durante varios días seguidos. Al abrir los ojos me<br />
di cuenta de que Quetzalcoatl no estaba dentro de la cabaña. Me<br />
incorporé en la cama. Nada me dolía, por lo que me atreví a poner<br />
un pie en el suelo. Estaba perfecto. Me vestí y abrí la puerta. Fuera,<br />
un tímido sol se reflejaba tras la bruma. <strong>La</strong> montaña estaba en calma.<br />
El paisaje era impresionante. <strong>La</strong> cabaña estaba construida en un<br />
pequeño promontorio. Al alzar la vista me impresionó la enorme<br />
mole <strong>del</strong> Citlaltépetl. Debíamos estar como a unos cuatro mil<br />
quinientos metros de altura. Eso significaba que Quetzalcoatl me<br />
había encontrado a varios cientos de metros más arriba y me había<br />
23
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
bajado en brazos hasta allí. Cada vez me asombraba más aquel<br />
hombre.<br />
Di una vuelta alrededor de la cabaña y entonces vi a Quetzalcoatl<br />
agazapado tras un desnivel de nieve. Se llevó el dedo índice a la boca,<br />
indicándome silencio, y me hizo señas de que me acercara con<br />
cuidado. Así lo hice.<br />
Tras el desnivel, un enorme oso se desperezaba. Haciendo un<br />
alarde de poderío, lanzó los brazos al aire junto a un enorme rugido,<br />
como diciéndole a quien quisiera escucharle que él era el rey de aquel<br />
lugar.<br />
—Es un oso de anteojos —dijo en voz muy baja Quetzalcoatl—<br />
Como estamos entrando en la primavera acaba de abandonar la<br />
cueva en la que ha pasado el invierno. Le ha llegado la hora de buscar<br />
comida. En estos momentos se siente débil, ya que ha agotado toda<br />
la grasa que había acumulado para el invierno. Tendrá que empezar a<br />
luchar para sobrevivir. Los osos son los animales más audaces que<br />
conozco. Están siempre dispuestos a arriesgarse.<br />
—Lope de Vega decía que la felicidad es el precio de la audacia<br />
— me atreví a apostillar.<br />
—Pero un oso solo se arriesgará lo imprescindible y necesario<br />
para conseguir su propósito. Un oso solo acumula lo que necesita, ni<br />
un gramo más. Fue Plutarco quien dijo, supongo que no pensando<br />
en los osos, sino en los hombres, que "el que no sabe acallar la<br />
avaricia jamás se verá libre ni de pobreza ni de miseria". No es rico el<br />
que más posee, sino el que menos necesita. Para adquirir bienestar<br />
duradero, más que acumular riquezas, debemos eliminar necesidades.<br />
Dijo Mark Twain que todos los bienes de la tierra, cuando satisfacen<br />
nuestro ser interior, son cosas preciosas y cuando no, carecen de<br />
sentido.<br />
Quetzalcoatl calló. El oso se fue alejando de nosotros.<br />
Quetzalcoatl señaló una piedra redonda como de un metro de alta,<br />
24
cubierta de nieve.<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Ese es el altar que utilizaban nuestros ancestros para realizar<br />
sacrificios humanos. Para la persona designada era un verdadero<br />
honor haber sido elegida. Se consideraba que su sacrificio apaciguaba<br />
a la montaña y era algo bueno para toda la comunidad. Ya no<br />
hacemos eso, ¿sabes?, pero seguimos pidiéndole a la montaña que<br />
nos cuide. Acercarse a la montaña y conocerla es hacerse amigo de<br />
ella y, como consecuencia, contar con su protección. Tus amigos han<br />
muerto porque se acercaron a la montaña sin conocerla. Nosotros no<br />
hacemos sacrificios humanos, pero la montaña sigue cobrándose por<br />
sí misma esos sacrificios entre aquellos que se atreven a desafiarla sin<br />
conocerla.<br />
Quetzalcoatl quedó en silencio. Se arrodilló, extendió los brazos<br />
y con los ojos cerrados comenzó a cantar aquella especie de letanía<br />
que ya había oído por la noche. Yo también me arrodillé. Una fuerza<br />
invisible me hizo extender también mis brazos, mientras<br />
comenzaban a salir de mi garganta algunos sonidos guturales sin<br />
significado y que salían de forma ajena a mi voluntad. No sé cuánto<br />
tiempo estuvimos así, posiblemente algunos minutos, pero tuve la<br />
sensación de que habían pasado horas. Cuando nos levantamos, me<br />
noté a mi mismo más ágil, más centrado.<br />
Sin decir nada, nos dirigimos hacia la cabaña. Quetzalcoatl se<br />
colgó <strong>del</strong> cuello un bolso de lana y emprendimos el camino de<br />
regreso a la civilización. No me preguntó cómo me encontraba, tan<br />
evidente era que me encontraba perfectamente de salud.<br />
Comenzamos el descenso. Ver a aquel hombre saltar de piedra en<br />
piedra era algo espectacular. Parecía ser un joven de veinte años.<br />
Poco a poco fuimos dejando atrás la nieve y comenzamos a caminar<br />
sobre tierra, piedras y algunas islas de hierba. De repente,<br />
Quetzalcoatl saltó como si hubiera un resorte bajo sus piernas y<br />
corrió hacia un saliente de una roca <strong>del</strong> que salía una enorme planta.<br />
25
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—¡Mira!, ¡mira! —Comenzó a gritar, a saltar, a bailar y a reír<br />
como un loco —es una Puya Raimondi. Y acaba de florecer su<br />
primera flor. Pronto comenzarán a florecer sus más de cinco mil<br />
flores. Esta planta es la más bella, la más hermosa de cuantas plantas<br />
puedas encontrar en cualquier parte <strong>del</strong> mundo.<br />
Hice un gesto, como para coger la flor y Quetzalcoatl gritó<br />
desesperado<br />
—¡No lo hagas! Esta planta está protegida no solo por nuestras<br />
leyes, sino también por todos nosotros. Admírala y contágiate de su<br />
belleza, pero no la toques. Esta planta, como todas las demás, como<br />
todos los animales, está aquí para cumplir su misión en la vida. Solo<br />
los seres humanos nos comemos la cabeza con disquisiciones, con<br />
razonamientos que nos hacen apartarnos de nuestro camino.<br />
Nos sentamos. <strong>La</strong> primavera empezaba a dar sus primeros<br />
brotes. Quetzalcoatl sacó de su bolso un trozo de queso y pan duro.<br />
Comenzamos a comer.<br />
—Tú tienes una idea genial —dijo Quetzalcoatl volviendo al<br />
tema de la fórmula <strong>del</strong> éxito, si es que se había apartado en algún<br />
momento de ella— Conseguirla supondrá alcanzar el mayor éxito<br />
para ti, de tal forma que llenará todas tus expectativas. O quizás no<br />
tengas muy claro qué es lo que quieres alcanzar. Si este es el caso,<br />
vamos a ver cómo puedes hacer para aclarar esas ideas. Pongámonos<br />
a soñar. Soñar es gratis, no cuesta nada. Pero recuerda que las ideas<br />
sin acción son papel mojado, no sirven para nada. Necesitamos una<br />
idea. Y necesitamos pasar a la acción. Piensa en cuáles son tus<br />
sueños, incluso los más estrafalarios o difíciles de conseguir. Deja<br />
volar tu imaginación. Quizás te gustaría dar la vuelta al mundo en un<br />
velero o cambiar de trabajo o tener una familia numerosa. En esta<br />
primera fase piensa en todos tus sueños, no censures nada, no digas<br />
"es imposible" o "es absurdo". Todo es posible y lo absurdo a veces<br />
es interesante. Sobre todo si estamos hablando de sueños. Si<br />
censuras hasta los sueños, ¿cómo se van a convertir en realidad? Te<br />
26
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
dejo un poco de tiempo para que los pienses. ¿Quieres un papel y un<br />
lápiz?<br />
Cogí un papel y un lápiz que me ofreció Quetzalcoatl. Escribí<br />
como un loco todos los sueños que había arrastrado durante toda mi<br />
vida.<br />
—Con los sueños todo es posible. Decía un pensador que nadie<br />
puede llegar más allá de donde ponga sus aspiraciones. Piensa "si<br />
todo fuera posible, ¿qué me gustaría conseguir, a dónde me gustaría<br />
llegar? Si no hubiera limitaciones, ¿en qué consistiría mi vida, a qué<br />
me dedicaría, en qué trabajaría, cómo pasaría los días y las semanas?<br />
Si todo dependiera de mi, ¿con quién y dónde viviría?". Cuando<br />
aplicas este pensamiento, ¿cambia en algo la lista de sueños? Si es así,<br />
realiza los cambios necesarios en tu lista.<br />
Sí que cambiaba. Si no hubiera límites mi lista de sueños se<br />
ampliaría y algunos de ellos, entonces, dejarían de tener sentido.<br />
Añadí algunos sueños y borré algunos otros.<br />
—Ahora elimina de tu lista todos los sueños que no dependen<br />
de ti —continuó Quetzalcoatl— Todo lo que depende de otras<br />
personas es responsabilidad de otras personas. Estamos hablando de<br />
conseguir tus objetivos, no los de otras personas. No puedes dejar tu<br />
objetivo de conseguir el éxito en manos de la buena voluntad o de las<br />
decisiones de otras personas. ¿Dónde estaría si no tu poder? Elimina<br />
también todo lo que depende de las circunstancias o <strong>del</strong> azar (no<br />
puedes hacer nada para que te toque la lotería o para que deje de<br />
llover). Deja solo en tu lista aquello que depende de ti mismo, que<br />
solo lo puedes conseguir por ti mismo.<br />
Ahora tuve que eliminar de mi lista el 80% de mis sueños,<br />
porque dependían de otros o <strong>del</strong> azar.<br />
—Afortunadamente las personas no tenemos poder para influir<br />
en los sentimientos de los demás —dijo a continuación elevando el<br />
tono— Bastante responsabilidad tenemos en influir en nosotros<br />
27
mismos, ¿no crees?<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Eso no lo entiendo. ¿Yo no puedo crear sentimientos en los<br />
demás? Hay gente que me ha dicho que me odia o que me quiere.<br />
¿No he creado ese sentimiento en ellos?<br />
—Esa es una idea absurda, fruto de la civilización judeocristiana.<br />
En cualquier otra civilización, musulmana, hindú, pagana, la idea de<br />
que alguien pueda hacer sentir algo a otra persona les hace reír. Y si<br />
le preguntas a cualquier psicólogo te dirá lo mismo. Para que alguien<br />
sienta algo, bueno o malo, es necesario que ese algo forme parte de<br />
su experiencia. Si yo te digo que el equipo de fútbol de tu ciudad es<br />
el peor equipo <strong>del</strong> campeonato, ¿te enfadas?<br />
—No, claro que no, no me gusta el fútbol —dije.<br />
—Ajá. Pero hay gente en tu ciudad que se habría sentido<br />
ofendida por mis palabras, ¿no es cierto?<br />
—Hay forofos —respondí —que están dispuestos a matar a<br />
alguien que diga eso que tú acabas de decir.<br />
—Y si digo que tu madre es una fulana, ¿tampoco te importa?<br />
—Eh, a ver qué dices, que mi madre es una santa —grité<br />
indignado.<br />
—Hay hijos, sin embargo, que reniegan de su madre. <strong>La</strong><br />
responsabilidad de que el forofo de fútbol se irrite o de que tú te<br />
indignes por un comentario negativo sobre tu madre, dependen <strong>del</strong><br />
forofo de fútbol y de ti, no de quien hace el comentario. El<br />
sentimiento es responsabilidad de quien lo siente. Si yo sé que hablar<br />
mal de tu madre te indigna y estoy todo el día hablando mal de tu<br />
madre, yo seré una mala persona por manipularte, pero tus<br />
sentimientos son tuyos y solo tuyos. <strong>La</strong>s personas que te han dicho<br />
que te odian o que te aman es porque, dentro de su experiencia, lo<br />
que tú les has hecho es digno de odiar o de amar. Habrá, seguro,<br />
otras personas a las que les has tratado igual y su respuesta ha sido<br />
28
muy diferente, ¿no?<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Sí. Entiendo lo que quieres decir. Que la reacción de cada uno<br />
es responsabilidad de cada uno.<br />
—Ser dueño de tu destino —continuó —es poner en acción<br />
todas tus herramientas y todos tus recursos sin depender de nada ni<br />
nadie que no seas tú mismo. Supongo que ya has eliminado de tu<br />
lista de sueños todos aquellos que no dependían de ti, que dependían<br />
de las decisiones de otras personas o de las circunstancias. Ahora<br />
quiero pedirte que elimines de tu lista todo aquello que no se pueda<br />
medir a través de los sentidos.<br />
—Explícate, por favor —dije sin entender nada.<br />
—No nos sirve un planteamiento <strong>del</strong> tipo "quiero ser mejor<br />
persona". ¿Qué es ser mejor persona? Es necesario que especifiques<br />
exactamente en qué consiste ser mejor persona para ti a través de<br />
aspectos sensoriales. ¿Cómo sabrás tú y cómo sabrán los demás que<br />
has conseguido tu sueño? ¿Cómo se notará? No sirve decir "quiero<br />
a<strong>del</strong>gazar", sino "dentro de tres meses pesaré 70 Kilos". No sirve<br />
decir "ganaré más dinero por mi trabajo", sino "dentro de un año<br />
ganaré 4.000 euros más". También es importante que en tu lista de<br />
sueños aparezcan solo las cosas que quieres, no las que no quieres.<br />
No sirve decir "no quiero estar obeso", sino decir "quiero pesar 70<br />
kilos". No sirve decir "no quiero pasar dificultades económicas a<br />
final de mes", sino "voy a ganar 2.000 euros al mes"<br />
Cada vez me lo ponía más difícil. Muchos de mis sueños eran<br />
buenas intenciones muy generales, sin especificar nada. Había sueños<br />
escritos con frases negativas, cosas que deseaba eliminar de mi vida.<br />
Tuve que borrar unos cuantos sueños de mi lista y adaptar los demás<br />
a lo que Quetzalcoatl me pedía.<br />
—Ahora vuelve a revisar tu lista de sueños y elimina todos<br />
aquellos que puedan perjudicarte directa o indirectamente a ti o a<br />
alguna otra persona.<br />
29
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Yo no puedo saber qué puede perjudicar a los demás —rebatí<br />
—Hay una ley en la naturaleza que dice que todo lo que haces te<br />
vuelve multiplicado. Si das, recibirás. Si alguien te da algo, tienes que<br />
devolverlo de alguna manera. Si haces daño, te volverá el daño. Si<br />
conseguir el éxito supone perjudicar a otras personas, lo más<br />
probable es que finalmente te perjudiques a ti mismo. ¿Es lícito y<br />
moralmente válido tu sueño?<br />
Eliminé otro par de sueños que podrían ser éticamente<br />
incorrectos.<br />
—Bien, —dijo Quetzalcoatl— pues ya tenemos una lista de<br />
sueños en la que aparecen las cosas que deseas conseguir, que<br />
dependen de ti, que se pueden medir de forma sensorial, que están<br />
especificadas de forma positiva y que no perjudican a nadie.<br />
¿Necesitas todavía modificar alguno de esos sueños? Puedes añadir<br />
(más tiempo, más frecuencias, más fuerte, más alto, más grueso,<br />
duplicar, multiplicar...) Puedes minimizar (quitar, restar, más<br />
pequeño, condensar, dividir, más bajo, más corto...) Puedes sustituir<br />
(añadir otros ingredientes u otros procesos, otros materiales, otros<br />
lugares, otros enfoques...) Puedes reordenar (intercambiar<br />
componentes, otras secuencias, otros esquemas, otras personas...)<br />
Puedes invertir (de uno a otro, lo opuesto, ponerlo al revés...) Puedes<br />
combinar (las ideas, los propósitos, los enfoques, los usos..)<br />
Tenía una vez más razón. Podía combinar alguno de los sueños<br />
para hacerlos más poderosos. Podía reducir algunos otros. Bueno,<br />
mis sueños ahora eran solo unos pocos, pero respondían realmente a<br />
lo que yo quería hacer con mi vida.<br />
—¿Tienes ya la lista de sueños? Estupendo. Ahora quiero que<br />
detrás de cada sueño anotes aquello que estás dispuesto a dar a<br />
cambio.<br />
—¿Qué estoy dispuesto a dar a cambio? — grité —No sabía que<br />
tuviera que pagar.<br />
30
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Nadie recibe algo a cambio de nada. ¿Qué vas a dar (tiempo,<br />
dinero, esfuerzo, sacrificio...) a cambio de conseguir ver hecho<br />
realidad cada uno de tus sueños? Los sueños son gratis. Convertirlos<br />
en realidad no es gratis, cuesta mucho, es muy caro. ¿Cuánto y qué<br />
estás dispuesto a dar? ¿Vas a dedicar una, dos, doce horas diarias?<br />
¿Vas a invertir un euro, dos euros, doce millones de euros? ¿Hasta<br />
qué punto estás dispuesto a esforzarte, a sacrificarte? ¿Cuántas horas<br />
más estás dispuesto a trabajar? ¿Cuántas horas más vas a dedicar a tu<br />
familia? ¿Cuántas horas más vas a dedicar al gimnasio? Anótalo al<br />
lado de cada uno de tus sueños. Si lo que estás dispuesto a dar no<br />
compensa lo que quieres conseguir, quita ese sueño de tu lista. Si lo<br />
que necesitas dar va a perjudicar tu salud o tu integridad moral, quita<br />
ese sueño de tu lista.<br />
Hice lo que me pedía. Había algunas cosas que estaba dispuesto<br />
a pagar y otras que no estaba dispuesto a pagar. Esto hizo que<br />
eliminara de mi lista uno de mis sueños. El precio era demasiado alto.<br />
—Ya tenemos una lista de sueños, aquello que quieres conseguir.<br />
En aquel momento, Quetzalcoatl saltó de su sitio y corrió ladera<br />
abajo. Yo lo seguí a cierta distancia. Un enorme ciervo se paseaba<br />
por encima de unas enormes rocas, mientras un precioso cóndor<br />
sobrevolaba nuestras cabezas.<br />
—Mira allá al fondo —me dijo Quetzalcoatl en voz muy baja—<br />
en aquellas rocas, cerca <strong>del</strong> bosque de alisos. ¿Lo ves? Es un puma.<br />
¿No lo ves?<br />
Sinceramente yo no veía más que un bosque de unos árboles<br />
muy bonitos. ¿Un puma? No, no lo veía.<br />
—No lo veo, Quetzalcoatl —dije— mi vista ya no es muy buena.<br />
—Ja, ja —rió Quetzalcoatl— Si se ve muy claro… Está tumbado<br />
al lado de aquella huamanpinta y se la está comiendo.<br />
Quetzalcoatl rió y rió.<br />
31
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—No hace falta que te rías de mí, simplemente porque no veo al<br />
puma. Mis ojos son unos ojos de ciudad y no estoy acostumbrado a<br />
ver de lejos.<br />
—No me río de ti —contestó— me río <strong>del</strong> puma. Es un macho.<br />
Debe tener algún problema de próstata, porque la huamanpinta sirve<br />
para remediar los problemas de próstata. Por eso me río.<br />
Quetzalcoatl era capaz de ver cosas donde yo no veía nada.<br />
—<strong>La</strong> atención, como decía Balmes, —dijo Quetzalcoatl— es la<br />
aplicación de la mente a un objeto. El primer medio para pensar bien<br />
es atender bien. Lo más importante es observar lo que hay a tu<br />
alrededor y lo que te sucede a ti. Solo podemos aprovechar las<br />
oportunidades si estamos atentos, si estamos preparados para ver lo<br />
que hay alrededor. Si no estoy mirando en la dirección correcta las<br />
oportunidades pasarán de largo. Solo voy a encontrar algo si sé qué<br />
es lo que busco. También tienes que saber cuándo has alcanzado el<br />
objetivo. Hay muchas personas que no se fijan en nada y andan por<br />
la vida sin rumbo. Dicen que tienen mala suerte en la vida, que los<br />
demás tienen mayores oportunidades. Pero ellos no se fijan en nada.<br />
Observar es lo que produce conocimiento.<br />
32
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
CAPÍTULO 4: A 2 = Acción Ahora<br />
"Vale más hacer la cosa más insignificante <strong>del</strong> mundo que estar<br />
media hora sin hacer nada" Goethe<br />
"<strong>La</strong> actividad es el único camino que lleva al conocimiento" D.<br />
Bernard Shaw<br />
A 2<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
Cuanto más bajábamos, más se iban extendiendo las zonas de<br />
hierba. El verde comenzó a extenderse poco a poco. Quetzalcoatl me<br />
iba comentando los distintos tipos de hierbas que encontrábamos.<br />
Algunas de ellas las metía en su zurrón.<br />
—Esta es una curicasha, esa otra una tuna, aquella una ancosh.<br />
Allí puedes ver salvia, cola de caballo y esas otras las más bellas y<br />
preciosas orquídeas que te puedas encontrar en tu vida.<br />
Me explicó los efectos medicinales de cada una, para los<br />
bronquios, para los riñones… Quetzalcoatl tenía un gran<br />
conocimiento de cada una de las plantas y hierbas que nos<br />
encontrábamos.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Mira, ese árbol es un quenual, un árbol muy bonito. Vamos a<br />
descansar un poco bajo su abrigo.<br />
Nos sentamos debajo de un precioso árbol. Cerré los ojos.<br />
—<strong>La</strong> primera A de la fórmula es Acción. —comenzó a hablar<br />
Quetzalcoatl —Existen millones de personas que tienen grandes<br />
sueños. solo unos pocos los alcanzan. <strong>La</strong> mayoría se quedan<br />
frustrados. Esperaban que sus sueños se hicieran realidad por sí<br />
mismos o como resultado de la suerte, y se quedan frustrados<br />
cuando se dan cuenta de que el tiempo pasa y sus sueños siguen sin<br />
realizarse. Entonces le echan la culpa a los demás o a las<br />
circunstancias. ¡Es como si ellos no tuvieran nada que ver con el<br />
asunto, como si ellos no fueran responsables de lo que les ha<br />
ocurrido! ¿Cuál es una diferencia esencial entre quienes consiguen<br />
sus sueños y quienes no lo hacen?<br />
Quetzalcoatl dejó la pregunta en el aire. No contesté, esperando<br />
que él mismo siguiera con su pensamiento.<br />
—<strong>La</strong> diferencia fundamental —siguió— es que los primeros<br />
PASAN a la ACCIÓN y los segundos se quedan pensando. Por lo<br />
tanto, lo primero que vas a hacer con tus sueños es convertirlos en<br />
PLANES DE ACCIÓN. ¿Qué vas a HACER con tus sueños? Saca<br />
tu cuaderno y junto a cada sueño, explicita claramente qué vas a<br />
hacer, cuáles son los pasos que vas a dar, cuál es la estrategia que<br />
utilizarás. Indica las etapas intermedias y qué necesitarás en cada una<br />
de esas etapas. Cuanto más explicites las cosas, más fácil será.<br />
Ideas sin acción son humo, no sirven para nada. Ideas con acción<br />
son sueños convertidos en realidad.<br />
Abrí mi cuaderno y me puse a escribir. Junto a cada sueño escribí<br />
en qué iba a consistir lo que yo iba a hacer para conseguirlo. Algunos<br />
de mis sueños necesitaban pasos anteriores, pasos intermedios.<br />
Otros podía conseguirlos directamente. Para algunos sueños<br />
necesitaba tener previamente algunos recursos de los que carecía.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Para otros necesitaba simplemente poner en marcha otros recursos<br />
que ya tenía previamente. Me di cuenta de que junto a cada etapa<br />
tenía que escribir los recursos que necesitaba poseer.<br />
—Como decía Goethe, —dijo Quetzalcoatl— la actividad es lo<br />
que hace feliz al hombre. solo a través de la actividad podemos<br />
alcanzar nuestras metas.<br />
—Una vez oí un proverbio inglés —agregué— que decía<br />
"esfuérzate por ser agradable hasta las diez de la mañana y el resto<br />
<strong>del</strong> día lo serás sin esforzarte". Supongo que se puede aplicar no solo<br />
a ser agradable, sino también a comenzar cualquier actividad.<br />
—Así es, si comenzamos a actuar por la mañana, es más fácil<br />
seguir actuando por la tarde. Hay también un proverbio latino que<br />
dice que es el uso el que hace brillar el metal.<br />
—Lo comprendo. Cuando me quedo en la cama por la mañana,<br />
ya no soy capaz de hacer nada en todo el día. Si me levanto y me<br />
pongo a trabajar, el día me cunde mucho más.<br />
—<strong>La</strong> segunda A —continuó Quetzalcoatl —es AHORA. Hay<br />
personas que dicen que empezarán mañana, o la semana que viene, o<br />
cuando deje de llover, o cuando tengan todo el material. ¿Cuántas<br />
veces has oído decir "el lunes dejaré de fumar" y cuando llega el<br />
lunes la persona sigue fumando y diciendo "no, será el próximo mes<br />
cuando dejaré de fumar"? Y nunca deja de fumar. Tienes control<br />
sobre lo que haces AHORA. No sabes qué harás el lunes, ni el mes<br />
que viene, ni cuando deje de llover. Pero sí que sabes lo que puedes<br />
hacer AHORA. Mañana no sabes si podrás, pero ahora sí que puedes<br />
hacerlo. AHORA es otra palabra clave. ¿Qué vas a HACER<br />
AHORA? <strong>La</strong>s cosas no se pueden hacer de repente al cien por cien.<br />
Hacer las cosas lleva tiempo. Pero si no empiezas ahora, nunca<br />
empezarás. ¿Qué puedes hacer en este momento? Quizás puedas<br />
buscar más información sobre tu proyecto, o preparar el material, o<br />
hablar con algún experto. Pero seguro que puedes hacer algo en este<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
momento. No lo dejes para mañana. Empieza hoy, empieza ahora.<br />
Da el primer paso. Aunque sea un paso pequeñito, algo es algo. HAZ<br />
ALGO AHORA. Y mañana también será ahora. Cuando mañana sea<br />
ahora, ¿qué vas a hacer? ¿Cuál es el siguiente paso que vas a dar?<br />
—Por lo tanto, —dije —el ingrediente fundamental para<br />
acercarnos hacia el éxito es ACTUAR, pasar a la acción.<br />
—No solo pasar a la acción, es fundamental pasar a la acción<br />
AHORA, en este momento. Hay personas que tienen una gran idea,<br />
la analizan, estudian los pros y contras, programan en su cabeza<br />
todos los pasos necesarios, pero postergan el pasar a la acción. <strong>La</strong><br />
mayor parte de las veces esto ocurre por miedos: miedo al fracaso,<br />
miedo a hacer el ridículo, miedo a no saber asumir las<br />
consecuencias... Miedos hacia esa parte tan desconocida que es el<br />
futuro. Para muchas personas el futuro es un monstruo que les<br />
paraliza.<br />
—A mi me pasa eso. Siempre estoy pensando en el futuro. Y el<br />
futuro me da miedo porque no puedo controlarlo.<br />
—Pero el futuro —dijo Quetzalcoatl —no existe, es un<br />
monstruo formado por humo, por fantasías. Todo está solo en tu<br />
cabeza. En la realidad el futuro no existe, en la realidad solo existe el<br />
presente. De esta forma, lleva más tiempo luchar contra el miedo<br />
que comenzar a realizar la tarea. Y la tarea se va postergando<br />
innecesariamente. Y cuanto más se posterga, más sentimientos de<br />
culpabilidad aparecen. Comenzar a realizar la tarea lleva solo unos<br />
pocos segundos, luchar contra el miedo puede llevar muchos años.<br />
—Mi padre decía que lo que el tonto hace al final, el sabio lo<br />
hace al principio —me atreví a sugerir.<br />
—Si analizas tu conversación interna, te darás cuenta de que los<br />
miedos al futuro tienen siempre la estructura "¿Y si...?" ¿Y si me<br />
equivoco? ¿Y si todos se ríen de mi? ¿Y si otros se me a<strong>del</strong>antan? ¿Y si no<br />
consigo acabarlo perfecto? ¿Y si fracaso? ¿Y si no puedo? ¿Y si no sé?... ¿Qué<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
te dices en tu conversación interna?<br />
—Tienes razón. Mis pensamientos siempre están llenos de ese<br />
tipo de frases.<br />
—Todas estas expresiones indican que te quedas paralizado por<br />
el miedo. Si las analizas bien, todas estas expresiones tienen tanta<br />
validez como las contrarias: ¿Y si NO me equivoco?, ¿Y si NO se ríen de<br />
mi?, etc. Si te fijas bien, la expresión ¿Y si? es fundamental para la<br />
creatividad, para la inventiva, para el descubrimiento de nuevas<br />
posibilidades (¿Y si hago esto de esta otra manera?). <strong>La</strong> expresión es<br />
paralizante, sin embargo, cuando implica un miedo de futuro, un<br />
miedo por algo que no existe. Quiero pedirte que analices tu diálogo<br />
interno y elimines todas esas expresiones paralizantes que empiezan<br />
por ¿Y si..? Todos los miedos al futuro suelen empezar por frases que<br />
empiezan por esa expresión o expresiones parecidas "¿a ver si...?",<br />
etc. Y lo que te pido es que una vez las hayas localizado empieces a<br />
quitarlas de tu cabeza.<br />
—En mi trabajo muchas veces hemos utilizado esa fórmula <strong>del</strong><br />
¿y si…? como muletilla de creatividad y nos ha funcionado muy bien<br />
— dije con miedo de meter la pata.<br />
—El problema <strong>del</strong> ¿y si…? se produce cuando esa expresión nos<br />
hace sentir algo <strong>del</strong> futuro, algo que todavía no existe. Pensar un ¿y<br />
si…? sin respuesta emocional no es perjudicial, es perjudicial cuando<br />
crea un sentimiento de futuro que no existe.<br />
Estaba empezando a caer la tarde. Seguimos bajando por la<br />
ladera de la montaña y ya se empezaban a notar caminos marcados<br />
en la tierra por miles de pisadas anteriores a las nuestras. El verde<br />
comenzaba a señorear el paisaje. En lo alto, un majestuoso cóndor<br />
con una envergadura de más de tres metros vigilaba nuestros pasos.<br />
¿Cómo se verá la vida desde allí arriba?, pensé, mientras respiraba<br />
profundamente mirando hacia el cóndor. Tenía la sensación de que<br />
yo siempre había querido estar arriba, pero siempre me había<br />
37
encontrado abajo.<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Algunos de los miedos al futuro más corrientes —continuó<br />
Quetzalcoatl sentándose sobre una piedra —suelen ser el miedo a la<br />
imperfección, el miedo a no saber superar los propios defectos, el<br />
miedo a lo desconocido, el miedo a cometer errores, el miedo a tener<br />
que responder a enormes exigencias, el miedo a ser juzgado, el miedo<br />
al cambio, el miedo a los demás, el miedo a tener que mandar sobre<br />
otras personas... Y, lo que es todavía más curioso y paradójico, el<br />
miedo al éxito.<br />
—¿Miedo al éxito? ¿Se puede tener miedo al éxito? —pregunté<br />
sorprendido.<br />
—Algunas personas tienen arraigada la idea de que el éxito<br />
conlleva consecuencias no aceptables desde un punto de vista de las<br />
creencias. El éxito solo es posible si robas, el éxito solo es posible si<br />
engañas, el dinero es malo y solo trae desgracias, éxito es igual a<br />
dinero sucio, etc. Son creencias muy arraigadas. Son ideas que no<br />
tienen ninguna base, pero que se asientan sobre lo más profundo de<br />
nuestras creencias. Quizás algo así decía tu abuelita cuando eras niño,<br />
pero ¿tienes eso sentido ahora que ya eres una persona adulta?<br />
—Tienes razón —dije —Mi madre siempre decía que el dinero<br />
estaba hecho por el demonio y que los ricos nunca podrían ser<br />
felices.<br />
—Hay muchas técnicas para acabar con estas creencias absurdas<br />
—continuó Quetzalcoatl —A veces las creencias son limitadoras y ya<br />
no nos sirven en nuestro momento actual.<br />
—Estoy cansado, Quetzalcoatl, necesito descansar un poco.<br />
—Estimado Max —respondió con una sonrisa de oreja a oreja<br />
—detrás de aquella loma hay una aldea. Estoy seguro de que nos<br />
darán hospitalidad muy contentos.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Pasó mi brazo por encima de su hombro y me ayudó<br />
pacientemente a recorrer aquellos últimos 400 metros antes de llegar<br />
a una pequeña aldea formada por una docena de casuchas de piedra<br />
con el techo de paja. Un par de rebaños de vicuñas pacían en un<br />
campo al norte <strong>del</strong> pueblo cuidados por un niño de unos diez años,<br />
que nos saludó muy contento con la mano desde lejos al vernos<br />
pasar. Vestía sandalias y una especie de poncho que le cubría todo el<br />
cuerpo. Un gorro de lana le tapaba hasta las orejas. Un pequeño<br />
arroyo de agua pura serpenteaba entre las casas, dándole a aquél<br />
paisaje un aspecto bucólico lleno de tranquilidad.<br />
—De esta aldea es mi padre —me dijo Quetzalcoatl— Yo viví<br />
aquí cuando era niño. Durante los veranos cazábamos pisacas y<br />
pescábamos truchas. <strong>La</strong> gente de esta aldea sabe qué es vivir y sabe<br />
qué es luchar por vivir. <strong>La</strong> vida es muy dura, pero ellos son las<br />
personas más felices que conozco.<br />
Entramos en una de las casuchas. Olía a humo y especias. Un<br />
anciano estaba sentado al fondo. Quetzalcoatl, en silencio, se acercó<br />
y le besó, rodeándole el cuello con sus brazos. El anciano, en<br />
silencio, le devolvió el beso y el abrazo. Permanecieron así durante<br />
varios minutos.<br />
—Max, éste es mi padre, Tlaloc.<br />
Tlaloc me invitó a pasar y me ofreció una infusión de coca.<br />
Debía tener más de cien años, pero sus facciones estaban tersas y sus<br />
movimientos al moverse eran ágiles.<br />
Quetzalcoatl le contó lo que me había ocurrido en la montaña y<br />
cómo mis compañeros habían sido devorados por el glaciar.<br />
—Siento no haber estado allí, porque posiblemente habríamos<br />
podido salvarlos —dijo sorprendentemente Tlaloc.<br />
—Mi padre quiere decir —aclaró Quetzalcoatl— que si él<br />
hubiera estado allí, la montaña habría sido más amable con tus<br />
compañeros. Mi padre y la montaña se respetan mutuamente, se<br />
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cuidan y se protegen.<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Comimos una sopa <strong>del</strong>iciosa. A mi me dieron además trucha a la<br />
brasa, que ellos no probaron. El pastorcito que habíamos visto al<br />
llegar asomó la cabeza por la puerta. Quetzalcoatl lo abrazó con<br />
ternura y me lo presentó como su nieto, Huemac. El niño era todo<br />
ojos y oídos. Se sentó a nuestro lado y no se perdió ni una sola<br />
palabra de nuestra conversación.<br />
—Me gustaría que las vicuñas parieran cuanto antes —dijo el<br />
niño— así podría empezar a hacer otras cosas.<br />
—Eso es imposible, Huemac, —sentenció Quetzalcoatl—<br />
Algunas personas quieren hacer las cosas <strong>del</strong> todo, y las quieren<br />
hacer <strong>del</strong> todo inmediatamente. Puedes empezar ahora, pero no<br />
puedes acabarlo todo ahora. <strong>La</strong> naturaleza necesita un proceso, todas<br />
las cosas necesitan un proceso.<br />
El niño sonrió. Tenía unos enormes ojos negros preciosos.<br />
—Ese es el gran error de muchas personas —continuó<br />
Quetzalcoatl dirigiéndose hacia mi— Y como no pueden acabarlo<br />
todo de inmediato, van postergando el empezar. No empiezan hasta<br />
que tengan la absoluta seguridad de que pueden acabar ya. <strong>La</strong>s cosas<br />
necesitan su tiempo y su proceso. Hoy puedes empezar. Mañana<br />
podrás seguir.<br />
—Como dijo Séneca hace ya muchos años —explicó Tlaloc —<br />
no nos falta valor para comenzar ciertas cosas porque son difíciles,<br />
son difíciles porque nos falta valor para comenzarlas.<br />
Guardaron silencio. Me apliqué la frase que le acababan de decir<br />
al niño. Eso me pasaba a mí. Quería hacerlo todo a la vez y me<br />
frustraba por no conseguirlo. Mi vida estaba llena de ejemplos.<br />
Huemac me cogió de la mano y me llevó a ver el rebaño de<br />
vicuñas. Una docena de vicuñas pacían tranquilamente en un campo.<br />
Algunas de ellas estaban gordas, a punto de parir. Tlaloc nos siguió.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Parirán en una semana —dijo el anciano mientras rodeaba con<br />
sus brazos al niño, abrazándolo por la espalda.<br />
—Huemac, ¿sabrías decirme qué serás de mayor? —pregunté.<br />
—Quiero ser veterinario y ayudar a los vecinos con sus animales.<br />
Pero no estoy seguro de que tenga capacidad para lograrlo.<br />
—Huemac, presta atención a lo que pasa por tu mente —le dijo<br />
su abuelo— Por tu mente pasan continuamente ideas,<br />
conversaciones, sentimientos. No permitas que nada pase por tu<br />
mente sin estar atento, sin que tú le des permiso. Examina qué es lo<br />
que se repite una y otra vez. Pon un portero. Escoge todo lo que te<br />
aporta crecimiento, dicha, serenidad. Descarta todo lo que te traiga<br />
tensión, sufrimiento, freno. Si no lo haces tú, ¿quién será capaz de<br />
hacerlo? Si crees que no vas a ser capaz, eso es lo que posiblemente<br />
pasará. Si crees que no puedes, tienes razón. Si crees que puedes,<br />
también tienes razón.<br />
—Es que, abuelo —dijo el niño en un suspiro— a veces pienso<br />
que no voy a ser capaz de estudiar todo lo que se necesita para ser un<br />
buen veterinario. <strong>La</strong>s matemáticas me cuestan mucho.<br />
—Huemac, todo lo que te sucede es una oportunidad para<br />
avanzar. El mundo está lleno de oportunidades. Haz lo que quieres<br />
hacer. Sé quien quieres ser. Desconéctate de todo lo que te paraliza.<br />
Avanza. Avanza. Da igual hacia donde vayas. No te quedes quieto.<br />
No importa que te equivoques, si eres consciente de que te estás<br />
equivocando. Ser consciente es lo que te hará rectificar. Ser<br />
consciente es lo que te hará avanzar. Lo importante es que vivas tu<br />
vida y que la vivas de acuerdo con tu propia visión. Es tu propia vida<br />
y tú eres el único responsable de lo que le ocurre a tu vida. <strong>La</strong><br />
responsabilidad no es ante los demás, no es ante nadie más que no<br />
seas tú mismo. Tu responsabilidad empieza y acaba en ti. Tú eres el<br />
responsable de tu responsabilidad. Con tu vida ocurrirá exactamente<br />
lo que tú dejes que ocurra.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Una cosa es lo que yo quiero, abuelo, y otra es lo que voy a<br />
conseguir. Necesito tener oportunidades.<br />
—Todo depende de tu pensamiento. De lo que piensas y de lo<br />
que no piensas. No sigas quejándote, porque tu queja se ha<br />
convertido en parte <strong>del</strong> problema. No esperes la oportunidad. <strong>La</strong><br />
oportunidad nunca llega. <strong>La</strong> oportunidad ya ha llegado, es ahora<br />
mismo, aquí, en este momento. <strong>La</strong> oportunidad ya ha llegado, la<br />
tienes <strong>del</strong>ante de ti. En realidad, la oportunidad siempre ha estado<br />
<strong>del</strong>ante de ti, pero no te habías fijado. Has estado pensando en tantas<br />
otras cosas exteriores y <strong>del</strong> futuro que no te habías dado cuenta de<br />
que la oportunidad está muy cerca de ti. Es más, está tan cerca que<br />
casi no la ves. Tú eres la oportunidad. Mañana no viene nunca.<br />
Mañana es la muerte y entonces sí que ya no habrá oportunidad. O<br />
aprovechas ahora o nunca podrás hacerlo. Para llegar a ser<br />
veterinario es importante que comiences ahora. El comienzo puedes<br />
controlarlo, el proceso puedes controlarlo. El final no puedes<br />
controlarlo. Esfuérzate con las matemáticas hoy si quieres ser<br />
veterinario en el futuro. Te voy a dejar que cuides tú los partos, te<br />
hago responsable de los partos de las vicuñas. Yo te ayudaré, pero tú<br />
serás el responsable.<br />
—No estoy seguro de saber hacerlo.<br />
—Yo estoy seguro de que no sabes hacerlo. Si supieras hacerlo<br />
no necesitarías aprender. No sabes hacerlo, por eso es importante<br />
que lo hagas, para que aprendas. Como decía Van Gogh, "siempre<br />
estoy haciendo aquello que todavía no puedo, para intentar aprender<br />
cómo hacerlo"<br />
—Si consigo hacerlo bien, eso me hará muy feliz<br />
—<strong>La</strong> felicidad depende <strong>del</strong> estado de tu mente, depende de las<br />
decisiones que tomes. Vives el mundo que tu mismo creas. <strong>La</strong> vida es<br />
solo una oportunidad llena de potencial y posibilidades. Quiero<br />
pedirte que a partir de este momento seas consciente de todo lo que<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
ocurre a tu alrededor y en tu interior. Ser consciente de lo que ocurre<br />
a tu alrededor te dará una buena perspectiva para saber hacia dónde<br />
dirigirte. Ser consciente de lo que ocurre en tu interior te permitirá<br />
ser el dueño de tu vida. Observa. Mira. Escucha.<br />
El niño escuchaba extasiado. Su abuelo hablaba de forma muy<br />
pausada, hipnótica. Se notaba el enorme respeto que sentía por él.<br />
Pensé en lo diferente que era mi mundo, en el que los jóvenes no<br />
respetaban a los mayores.<br />
Volvimos a la casa, mientras pensaba en lo dura que tenía que ser<br />
la vida en aquél poblado para un niño y un anciano.<br />
—Nosotros creemos que la infancia hay que pasarla en el campo,<br />
en contacto con la naturaleza —dijo Quetzalcoatl, adivinando una<br />
vez más mis pensamientos— Todos mis hijos pasaron su infancia<br />
aquí y después estudiaron en los mejores colegios y universidades.<br />
También creemos que la vejez hay que pasarla aquí. Por eso yo ya<br />
estoy pensando en volver a vivir en mi pueblo, quiero morir aquí.<br />
—Pensaba que erais pobres —dije en un murmullo—<br />
—No hay que sacar conclusiones de aspectos exteriores —dijo<br />
Tlaloc— Para nosotros lo importante es ser ricos en humanidad y en<br />
espíritu, no en cosas materiales.<br />
—Todos los seres humanos tenemos necesidades —continuó<br />
Quetzalcoatl— Y a todos los seres humanos nos gusta tener<br />
cubiertas esas necesidades. También nos gusta cubrir las necesidades<br />
de los demás. Cuando alguien nos pide algo, generalmente,<br />
procuramos ayudarle, cubrirle sus necesidades. Sobre todo cuando<br />
quien nos pide ayuda es alguien a quien queremos. Cuando quien nos<br />
pide algo es alguien a quien queremos, entonces estamos dispuestos<br />
a hacer cualquier cosa, incluso traspasando el borde <strong>del</strong> sacrificio.<br />
Por razones fundamentalmente culturales, nos cuesta mucho, sin<br />
embargo, pedir algo a los demás. Tenemos necesidades, los demás<br />
están deseando ayudarnos y, a pesar de ello, no nos atrevemos a<br />
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pedir.<br />
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—A mí me cuesta mucho pedir —dije— Prefiero que me<br />
adivinen mis necesidades los demás.<br />
—Todavía es peor cuando alguien cree que son los demás<br />
quienes tienen que adivinar sus necesidades. "Si me quisieras, sabrías<br />
cuáles son mis necesidades", es una frase absurda, ya que alguien<br />
puede quererte pero no saber cuáles son tus necesidades. "Si tengo<br />
que pedirlo, entonces ya no merece la pena" es otra de esas creencias<br />
sin ninguna base, pero que destrozan parejas y relaciones con los<br />
demás.<br />
—Creo que ese ha sido el problema que he tenido con mi pareja.<br />
—Si quieres algo, pí<strong>del</strong>o, no esperes que sean los demás quienes<br />
adivinen tus necesidades —dijo entonces Quetzalcoatl, mirándome a<br />
mí— En este camino que hemos iniciado hacia el éxito es<br />
fundamental saber pedir. Pide lo que necesitas. Pide a tu pareja, a tus<br />
padres, a tus hijos, a tus compañeros de trabajo, a tus jefes, al banco.<br />
Pide. No pasa nada por pedir.<br />
—Tengo miedo de que me digan que no.<br />
—Pero es que los demás también tienen derecho a decirte que<br />
no. Y ese 'no', no necesariamente significa que no te quieran. Es solo<br />
un 'no' a esa demanda concreta que has hecho. Pí<strong>del</strong>o de otra<br />
manera, pí<strong>del</strong>o en otro momento, pídeselo a otra persona, pero no<br />
dejes nunca de pedir. Pedir hace que los demás sepan lo que quieres.<br />
Pide las cosas como si estuvieras seguro de que te las van a dar, con<br />
convicción, con entusiasmo. Pide las cosas a quien pueda dártelas.<br />
Pide de forma concreta y clara. No utilices rodeos ni segundas<br />
intenciones. No uses indirectas. Pide directamente. Me gustará que<br />
durante los próximos días comiences a ejercitar tu capacidad para<br />
pedir. Pide todo lo que necesites. Te sorprenderás de lo que ocurre<br />
cuando pides. Y si no pides, no responsabilices a los demás de no<br />
recibir. Y recuerda que para recibir, primero hay que dar. Quieres<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
cambiar tu vida. Quieres iniciar una nueva ruta que te llevará hacia el<br />
éxito. Pero, ¿estás dispuesto a cambiar tus hábitos, estás dispuesto a<br />
eliminar de tu vida todo aquello que te está bloqueando?<br />
—Pues me gustaría dormir un rato —dije sin pensarlo mucho.<br />
Me señalaron un catre en un rincón. Me acosté. Bisabuelo,<br />
abuelo y nieto salieron en silencio. Me quedé profundamente<br />
dormido, mientras oía una cantinela que ya me resultaba familiar.<br />
Pero esta vez, la melodía sonaba a tres voces. Y soñé. Soñé con un<br />
mundo en el que todas las personas eran felices, en un mundo en el<br />
que todas las personas se dedicaban a cultivar sus destrezas y<br />
habilidades.<br />
Amaneció con el canto <strong>del</strong> gallo. Nunca había tenido la<br />
oportunidad de tener esa experiencia. Yo era un hombre de ciudad y<br />
el gallo más cercano que había visto había sido el que aparecía<br />
impreso en la bolsa de sopa instantánea. El pastorcito estaba<br />
acurrucado a mi lado. Posiblemente estaba durmiendo en su cama.<br />
Durante unos segundos, antes de que se desperezara, pude observar<br />
sus rasgos. Su cara india tenía unas líneas muy dulces. Su pelo era<br />
muy negro, largo, recogido en una coleta. Abrió los ojos y se dio<br />
cuenta de que le estaba mirando. Sonrió.<br />
—¿Has dormido bien? —le pregunté.<br />
—Muy bien, gracias. Tengo que ir a ordeñar. Después iré a la<br />
escuela hasta el mediodía.<br />
Huemac se levantó y salió de la casa.<br />
—Huemac es un buen chico —dijo su abuelo desde un rincón<br />
—Huemac significa "El vencedor". Sobrevivió a la muerte de su<br />
madre durante el parto. Eso para nosotros tiene el significado de su<br />
fortaleza. Hay cuatro niños en la aldea y para ir a la escuela tienen<br />
que andar diez kilómetros hasta el poblado vecino. Ir a la escuela es<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
para ellos el mayor regalo que te puedas imaginar. Son capaces de<br />
hacer los mayores sacrificios con tal de no perderse ni un solo día de<br />
escuela.<br />
Huemac entró por la puerta con un cuenco con leche.<br />
Quetzalcoatl la calentó y me ofreció una taza. Entró Tlaloc y<br />
bebimos los cuatro.<br />
—Tenemos que irnos —dijo Quetzalcoatl—, pero antes tengo<br />
que hacer una visita. ¿Me acompañas, Max?<br />
Lo seguí por las calles <strong>del</strong> pueblo hasta una pequeña casita hecha<br />
con piedras y techo de paja. En la calle había un montón de cosas,<br />
muebles, enseres, aparatos eléctricos, ropa. Quetzalcoatl golpeó con<br />
su nudillo derecho en la puerta y abrió una anciana. Se saludaron con<br />
una sonrisa. <strong>La</strong> anciana nos hizo pasar<br />
—Te presento a mi hermana Meztli. Este es Max, un amigo que<br />
he tenido la oportunidad de conocer en la montaña.<br />
Hablaron durante unos minutos en quechua. Me di cuenta de<br />
que la casa estaba prácticamente vacía, era como si hubieran sacado<br />
todo a la calle. solo quedaba lo imprescindible.<br />
—Mi hermana está haciendo limpieza —dijo Quetzalcoatl,<br />
adivinando de nuevo mis pensamientos— Cada cierto tiempo es<br />
muy importante eliminar todo lo que no nos sirve. Meztli ha sacado<br />
fuera todo lo que no ha utilizado durante el último año y lo ha<br />
puesto disposición de los demás vecinos por si lo necesitaran.<br />
Cualquier vecino puede llevarse algo si lo necesita.<br />
Nos despedimos de Meztli. Entonces, Quetzalcoatl, mientras<br />
volvíamos a la casa de Tlaloc me agarró por el brazo y me dijo:<br />
—¿Qué te está impidiendo cambiar? ¿Qué te está manteniendo<br />
aferrado a lo antiguo, a lo seguro, a lo conocido, pero te mantiene<br />
estático, parado, bloqueado? Elimina de tu vida todo aquello que no<br />
te sirve. ¿Te das cuenta de cuántas cosas guardas en los armarios de<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
tu casa o en los archivadores de tu trabajo que ya no sirven para<br />
nada, que están estropeadas, que están obsoletas, que dejaron de<br />
cumplir ninguna función y que ocupan un espacio, una energía que<br />
necesitas para otras cosas? Se rompe la plancha, compras una nueva<br />
y guardas la vieja por si algún día la necesitaras. Pero nunca más vas a<br />
necesitar esa plancha. Entre otras razones porque está rota. Tienes la<br />
casa y los armarios llenos de papeles que no sirven, libros que no te<br />
interesan, aparatos eléctricos que dejaron de funcionar hace años,<br />
utensilios de cocina que nunca has usado... Tíralos a la basura. O<br />
mejor, regálalos o llévalos a algún centro de reciclaje. Quítalos de en<br />
medio. Aléjalos de tu vida. Despeja el espacio.<br />
Era cierto. Mis armarios estaban llenos de cosas inservibles.<br />
—Sigues manteniendo relación con personas que hace mucho<br />
tiempo dejaron de interesarte —continuó— Cada vez que estás con<br />
ellas sientes una especie de frustración y piensas: "nunca más voy a<br />
quedar con ellas". Y la siguiente vez vuelves a quedar con ellas.<br />
Tienes muchos hábitos que te desvían <strong>del</strong> camino que has decidido<br />
emprender y te aferras a ellos de forma completamente absurda.<br />
¿Qué beneficio sacas? ¿Qué ganas? Te enseñaron de pequeño un<br />
montón de ideas, de creencias, que ya no forman parte de tu vida<br />
actual. Sin embargo, sigues creyendo en ellas. Creencias sobre ti<br />
mismo, sobre el ser humano, sobre la vida, sobre la religión, sobre el<br />
dinero. Creencias que ya no te sirven para nada, que te bloquean, que<br />
te impiden avanzar.<br />
Tenía razón. Llevaba toda mi vida acumulando cosas inservibles,<br />
amistades inservibles.<br />
—¿Por qué no reflexionas sobre ellas y las quitas para siempre?<br />
—continuó Quetzalcoatl— ¿Cuáles son las creencias que en este<br />
momento pueden hacerte crecer, madurar, conseguir tus objetivos?<br />
Quieres cambiar y no estás dispuesto a aumentar tus capacidades, tus<br />
conocimientos. ¿Qué cosas nuevas necesitas aprender? ¿Qué cosas<br />
que aprendiste y no te sirven necesitas desaprender? ¿Necesitas<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
formación? ¿Necesitas aumentar tus conocimientos? ¿Qué vas a<br />
hacer hoy para empezar a formarte? Hace años decidiste cuáles eran<br />
tus valores en la vida. Y enfocaste toda tu vida hacia esos valores.<br />
Tus valores con el paso de los años han cambiado. ¿Cómo vas a<br />
adaptar tu vida a esos nuevos valores? ¿Qué nuevos objetivos<br />
responden a esos nuevos valores?<br />
Nos despedimos de Tlaloc y comenzamos a descender por un<br />
camino de tierra. Tlaloc se quedó quieto mirándonos mientras nos<br />
alejábamos. Era un tipo singular, más curioso todavía que su hijo.<br />
Venían con nosotros los cuatro niños de la aldea, dos niños y dos<br />
niñas, vestidos con unos impecables uniformes de color azul celeste,<br />
por lo que deduje que nos dirigíamos hacia la aldea vecina. Los niños<br />
comenzaron a cantar alegremente. Quetzalcoatl les hacía pequeñas<br />
caricias en sus mejillas sonrojadas por el frío.<br />
<strong>La</strong> aldea vecina era más grande que la otra. Pronto descubrimos<br />
la escuela, por la gran aglomeración de niños y niñas que había<br />
alrededor alborotando. Se trataba de varios edificios modernos, que<br />
contrastaban con la pobreza <strong>del</strong> resto de casas de pueblo.<br />
—Quetzalcoatl —dije— gracias por acompañarme hasta aquí.<br />
Supongo que tienes ganas de quedarte con tus niños en la escuela. Ya<br />
seguiré yo solo.<br />
—Je, je —rió Quetzalcoatl— esta no es mi escuela. Te dije que<br />
soy maestro, pero no soy maestro de este tipo de escuela. Ellos<br />
tienen a una extraordinaria profesora. Te la voy a presentar. Se llama<br />
Tanitani.<br />
Tanitani era una preciosa joven maestra de unos treinta años. Era<br />
todo sonrisa. Llamó a los niños con una campana. Los niños<br />
entraron en la escuela y se sentaron en mesas redondas de cinco en<br />
cinco. <strong>La</strong> escuela estaba sorprendentemente llena de ordenadores y<br />
pizarras electrónicas, que los niños utilizaban como verdaderos<br />
expertos. Tanitani dijo<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Vamos a aprovecharnos que hoy está con nosotros el maestro<br />
Quetzalcoatl para aprender algunas cosas importantes para la vida.<br />
El maestro nos hablará sobre los valores.<br />
—Los valores son las actitudes personales que determinan<br />
nuestra conducta. "¿Qué es importante para mí?" —comenzó<br />
Quetzalcoatl — A través de los valores juzgamos nuestra propia<br />
conducta y establecemos relaciones con las cosas que nos rodean y<br />
con los demás. Los valores están influenciados por la cultura en la<br />
que vivimos, la familia a la que pertenecemos, la educación que<br />
hemos recibido, la ideología que compartimos, la religión que<br />
profesamos, etc. También nuestra propia experiencia de vida va<br />
marcando nuestros valores, así como nuestra personalidad. Todos<br />
estos factores se influencian mutuamente. Mis valores no son los<br />
mismos que los valores de otras personas. <strong>La</strong> escala de valores, el<br />
orden de importancia que doy a las cosas no tiene por qué coincidir<br />
con el de otro ser humano.<br />
Uno de los niños levantó la mano.<br />
—Maestro Quetzalcoatl —dijo cuando Tanitani le dio la palabra<br />
— Mi papá dice que él ha cambiado sus valores, que ya no son los<br />
mismos que cuando era pequeño, mientras que mi mama dice que<br />
ella sigue teniendo los mismos. ¿Es eso posible?<br />
—Como los valores se empiezan a establecer desde los primeros<br />
años de nuestra vida, —continuó Quetzalcoatl— se han podido<br />
mantener valores incongruentes con los que establecemos cuando<br />
somos adultos. Estas discrepancias provocan que a veces no estemos<br />
seguros de qué camino seguir o que nos sintamos insatisfechos de<br />
determinados logros u objetivos conseguidos. En este caso, significa<br />
que esos objetivos no concuerdan con alguno de nuestros valores.<br />
También se producen conflictos cuando tratamos de imponer<br />
nuestros propios valores a los demás, pensando que, si nos sirven a<br />
nosotros, necesariamente tienen que ser buenos para todo el mundo.<br />
Esto es llevado a su máxima expresión cuando una ideología impone<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
sus valores a los demás a través de leyes.<br />
Los niños le hicieron algunas preguntas que Quetzalcoatl<br />
respondió de forma muy sencilla, para que le comprendieran. Le<br />
dieron las gracias con sus sonrisas y salimos de nuevo a la calle. Pero<br />
la mejor de todas las sonrisas fue la que me dirigió Tanitani.<br />
—Nos esforzamos en darles la mejor educación que podemos<br />
—dijo— Si no gastamos en la educación de nuestros niños, ¿en qué<br />
vamos a emplear el dinero?<br />
—Me ha sorprendido ver todos esos a<strong>del</strong>antos tecnológicos aquí<br />
—dije.<br />
—Gracias a nuestros amigos benefactores, —contestó Tanitani<br />
mirando de reojo a Quetzalcoatl — tenemos los mejores medios a<br />
nuestra disposición. Y eso que no has visto nuestra biblioteca,<br />
nuestra sala de música o el pabellón deportivo, uno de las mejores<br />
<strong>del</strong> país. Tampoco has visto nuestro Hospital, que está en un pueblo<br />
a cinco kilómetros de aquí, con los mayores a<strong>del</strong>antos científicos.<br />
Todos nuestros niños tienen a su disposición una educación basada<br />
en nuestras tradiciones más antiguas, junto a los mejores recursos<br />
más modernos. Ocurre lo mismo con la promoción de la salud, no<br />
renunciamos a nuestra medicina popular, milenaria, ni tampoco<br />
renunciamos a los modernos sistemas tecnológicos.<br />
Nos despedimos. Aquella chica era preciosa. Tendré que buscar<br />
alguna excusa para volver, pensé.<br />
Empezamos a andar por un sendero de metro y medio de ancho.<br />
Un zorrillo se atravesó en nuestro camino. De repente, el cielo se<br />
oscureció y una fuerte tormenta comenzó a caer. Nos refugiamos en<br />
una cueva.<br />
—<strong>La</strong> naturaleza no puede forzarse —dijo Quetzalcoatl, que no<br />
desaprovechaba ocasión para seguir hablándome <strong>del</strong> éxito— <strong>La</strong>s<br />
cosas en la naturaleza ocurren, simplemente, ocurren. Cuando se<br />
combinan determinadas variables, llueve. Cuando se producen ciertas<br />
50
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
circunstancias, las setas <strong>del</strong> bosque aparecen. Cuando llega la<br />
primavera, las aves migratorias se desplazan de lugar. <strong>La</strong>s cosas en la<br />
naturaleza solo ocurren cuando se cumplen una serie de requisitos.<br />
<strong>La</strong>s cosas en la naturaleza solo ocurren cuando tienen que ocurrir, ni<br />
antes, ni después. No podemos cambiar una tormenta a voluntad, ni<br />
producir setas de pino en un robledal, ni hacer que las cigüeñas<br />
tengan crías en invierno. El agua se dirige desde las montañas hacia<br />
el mar. Si quiero aprovechar la fuerza <strong>del</strong> agua para crear energía<br />
eléctrica, no puedo poner las aspas de la turbina hacia arriba. Así no<br />
girarán y no se cumplirá mi objetivo. Si quiero que funcione, tengo<br />
necesariamente que poner las aspas de la turbina en la misma<br />
dirección de la fuerza <strong>del</strong> agua. <strong>La</strong>s cosas solo ocurren cuando<br />
pueden ocurrir.<br />
—Yo no creo que el mundo funcione por determinismo —me<br />
atreví a decir.<br />
—No estoy hablando de determinismo, sino de leyes naturales<br />
que se cumplen queramos o no. solo llueve hacia abajo, y si nos<br />
empeñamos en que llueva hacia arriba, tenemos el fracaso asegurado.<br />
Los negocios, las empresas, las parejas, las vidas que funcionan, son<br />
aquellas que han establecido las cosas de tal forma que están en<br />
consonancia con las leyes que las hacen funcionar. Un negocio que<br />
no cumple unos mínimos requisitos, está abocado al fracaso. Una<br />
pareja que no sigue unos mínimos requisitos, no funcionará bien.<br />
Los truenos sonaban con eco dentro de la cueva. Comenzó a<br />
hacer frío. Un viento frío soplaba alocadamente. Me puse un poncho<br />
que me había regalado Meztli. Quetzalcoatl siguió imperturbable<br />
ante el frío.<br />
—¿Estás luchando contra el viento? —siguió mi amigo— Es<br />
mejor que lo utilices a tu favor. Si lo utilizas a tu favor, el barco se<br />
desplazará, hará lo que tiene que hacer. Si luchas contra el viento, la<br />
vela se partirá y no avanzarás. Pero el viento seguirá haciendo lo que<br />
tiene que hacer. Y no podrás decir que has tenido mala suerte o que<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
los elementos se han puesto en tu contra. Serás tú quien ha puesto a<br />
los elementos en contra de tu proyecto.<br />
—Tengo frío —dije como excusa.<br />
—Me gustaría que reflexionaras sobre esto. ¿<strong>La</strong>s cosas no te<br />
salen como esperabas? Lo más probable es que el planteamiento que<br />
tienes no sea el más idóneo y que así no sea posible que funcione por<br />
mucho que te empeñes.<br />
—¿Y cómo hacer para hacer que algo funcione de manera<br />
natural?<br />
—¿Cómo puedes hacer para que algo funcione de manera<br />
natural? Haciendo una metáfora podríamos hablar de "partes" para<br />
referirnos a las distintas estructuras de personalidad que existen en<br />
nosotros a nivel, generalmente, inconsciente. Estas partes responden<br />
a diferentes intereses y por eso en muchas ocasiones somos<br />
incoherentes con nosotros mismos. Mientras algo dentro de<br />
nosotros nos invita a tomar alguna decisión, hay otro algo que nos lo<br />
impide. Es como si existiera una lucha interna por el poder. Estas<br />
partes, a veces, hablan entre ellas, mantienen un diálogo interno.<br />
Otras veces no hablan, sino que actúan o nos hacen sentir cosas<br />
incompatibles con nuestros valores o intereses. A la hora de<br />
establecer un camino hacia el éxito tienes que tener en cuenta esta<br />
lucha interna, porque es muy posible que exista dentro de ti una<br />
parte que trata por todos los medios de boicotear, de sabotear<br />
cualquier cambio o beneficio que quiere establecer otra parte.<br />
—Muchas veces me pasa que por la noche decido una cosa y a la<br />
mañana siguiente hago todo lo contrario.<br />
—Así es. Mientras decides por la noche que vas a empezar<br />
alguna tarea, por la mañana ha tomado el poder otra parte que te<br />
impide realizarla. Mientras una parte tiene claros cuáles son sus<br />
objetivos, otra parte decide que esos objetivos no le convienen y<br />
hace todo lo posible para que el proyecto no salga a<strong>del</strong>ante. En<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
realidad, todas esas partes quieren lo mejor para ti. En tu interior no<br />
hay ninguna parte que quiera hacerte daño. Lo que ocurre es que<br />
esas partes tienen distintas informaciones, valores, objetivos y<br />
creencias. ¿Qué puedes hacer? Se trata de que todas esas partes se<br />
pongan de acuerdo en cuanto a cuál es el objetivo común de todas<br />
ellas.<br />
53
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
CAPÍTULO 5: P = Persistencia<br />
"Levántate si te caes, y antes de volver a andar, mira dónde te<br />
hascaído y pon allí una señal" Augusto Ferrán<br />
"Nuestra gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos<br />
cada vez que caemos" Goldsmith<br />
P<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
El camino serpenteaba entre precipicios. Quetzalcoatl me dijo<br />
que un poco más abajo había un cruce en el que podríamos subirnos<br />
a un autobús que iba hacia la ciudad. Se trataba de un destartalado<br />
autobús que los lugareños utilizaban para ir a la ciudad y realizar sus<br />
compras o vender algunas mercancías que elaboraban, como quesos,<br />
alfombras y algunos animales de granja. Lo que bastantes lustros<br />
atrás había sido un bus urbano en alguna ciudad <strong>del</strong> primer mundo,<br />
aquí, desvencijado y roto, hacía las funciones de autobús de línea.<br />
Nos acomodamos como pudimos entre gallinas, fardos, cajas y<br />
olores varios. Si en la montaña había pasado miedo, en este loco<br />
autobús casi me muero de pánico. El conductor, un hombre de<br />
54
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
mediana edad, conducía su máquina rozando los precipicios de tal<br />
forma que hasta las estelas de humo <strong>del</strong> tubo de escape se quedaban<br />
flotando en el aire tras cada curva cerrada, atónitas ante tal<br />
espectáculo. El ruido <strong>del</strong> motor diesel hacía eco cada vez que<br />
pasábamos sobre un puente y el puente se quedaba perplejo sin saber<br />
cómo reaccionar.<br />
Llegamos a la ciudad al mediodía. Acompañado de Quetzalcoatl<br />
fui a la estación de policía para dar aviso de lo que había ocurrido<br />
con mis compañeros. Enseguida se movilizaron varios equipos que<br />
inmediatamente se dirigieron hacia la montaña. El comisario me<br />
pidió que no abandonara la ciudad hasta que trajeran noticias de la<br />
montaña.<br />
Nos alojamos en una pensión. Quetzalcoatl me dijo que al día<br />
siguiente tenía que ir a Veracruz a coger un avión porque le<br />
esperaban dos días más tarde en Nueva York y tres días más tarde en<br />
Los Ángeles. Le dije que yo vivía en la gran manzana y que sería un<br />
enorme honor si quisiera utilizar mi vivienda mientras necesitara un<br />
alojamiento allí. Quetzalcoatl rió y me contestó que ya hablaríamos<br />
de eso.<br />
Por la tarde fuimos a visitar unas ruinas aztecas. Los arqueólogos<br />
habían descubierto hacía poco las ruinas de una antigua población<br />
azteca de principios <strong>del</strong> siglo quince. Quetzalcoatl preguntó por el<br />
Director de la excavación. Un hombre de unos cincuenta años<br />
apareció a lo lejos y se acercó sonriente.<br />
—Quetzalcoatl, dichosos los ojos que te ven.<br />
—Mazatl, —dijo Quetzalcoatl, mientras le daba un fuerte abrazo<br />
— Te presento a mi amigo Max Pinton.<br />
Le saludé con un apretón de manos y entonces me di cuenta de<br />
que le faltaba el brazo izquierdo. Hablaron durante unos minutos de<br />
viejos tiempos y comenzó a enseñarnos las excavaciones.<br />
55
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
—Mi amigo Mazatl —dijo Quetzalcoatl —lleva treinta años<br />
buscando estas ruinas. Y el que la sigue, la consigue. Sabía que los<br />
antiguos aztecas construían sus ciudades a distancias regulares dentro<br />
de las rutas que se dirigían desde el norte hacia el sur. Esto les<br />
permitía desplazarse y encontrar siempre un sitio en el que<br />
guarecerse cada pocas jornadas. Esto era así en todas partes, menos<br />
aquí. Faltaba una ciudad. Y Mazatl la ha perseguido con absoluto<br />
tesón durante todos estos años. Incluso la búsqueda le costó un<br />
brazo, que perdió tras un desprendimiento que se produjo en una<br />
primera excavación que resultó fallida. Si conozco a alguien con<br />
perseverancia, éste es Mazatl.<br />
Los trabajos de excavación estaban en sus inicios. El trabajo<br />
detallado y minucioso que se estaba realizando hacía que avanzaran<br />
muy despacio. El mes anterior habían encontrado una pequeña figura<br />
de cerámica a la que habían dado mucho valor arqueológico. Mazatl<br />
nos pidió disculpas y siguió con su trabajo.<br />
—<strong>La</strong>s cosas no funcionan a la primera —sentenció Quetzalcoatl<br />
cuando nos quedamos solos —<strong>La</strong>s cosas, generalmente, necesitan un<br />
proceso, un ciclo, unas condiciones para poder funcionar. Hasta<br />
ahora, si recuerdas, hemos analizado varios factores que nos llevan al<br />
éxito. Hemos hablado de las ideas y de cómo pasar a la acción ahora.<br />
Te voy a hablar de otro factor fundamental: la persistencia. Una idea<br />
de esas que elevan a un hombre sobre sí mismo ocurre en un<br />
instante, pero no ocurre en un instante su desarrollo, sino que es<br />
producto de una larga tarea que requiere meditación y estudio. Aquí<br />
es donde a la constancia le está reservado su papel más importante.<br />
—Mi padre decía que tantas ideas o más se les ocurren a los<br />
perezosos que a los trabajadores.<br />
—Tu padre tenía razón —dijo Quetzalcoatl mientras recogía una<br />
piedra <strong>del</strong> suelo— Pero los perezosos no tienen constancia para<br />
meditar sobre ninguna, mientras que los trabajadores las estudian,<br />
<strong>del</strong>iberan sobre los medios para realizarlas, se resuelven a ello y<br />
56
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
concluyen por ejecutarlas, que es el verdadero mérito de la voluntad,<br />
mérito casi exclusivo debido a la constancia. ¿Cuántas cosas has<br />
comenzado y no has terminado? ¿Cuántas veces estás dispuesto a<br />
fracasar antes de conseguir el éxito? ¿Cuántas veces estás dispuesto a<br />
levantarte después de la caída? Esa es la única diferencia entre<br />
quienes alcanzan lo que se proponen de aquellos que piensan que su<br />
fracaso es el resultado de que el mundo se ha vuelto contra ellos.<br />
Una vez escuché un proverbio ruso que decía "Caerse está permitido,<br />
levantarse es obligatorio".<br />
—Recuerdo que un profesor en el colegio siempre citaba a<br />
Séneca, que decía "quien se aflige antes de tiempo, se aflige más de lo<br />
necesario" —dije en un murmullo.<br />
—Séneca era un gran sabio —dijo Quetzalcoatl, volviendo a<br />
dejar la piedra en el suelo— Ante un fracaso, algunas personas se<br />
rinden y piensan que ya no hay nada que hacer. Ante el mismo<br />
fracaso, otras personas aprenden que ese no era el camino correcto.<br />
El resultado <strong>del</strong> fracaso es poder aprender. Puedes lamentarte (o<br />
echar la culpa a los demás) o puedes aprender sobre la experiencia<br />
que has tenido. Tú eliges. El primer camino te llevará a ser un<br />
fracasado. El segundo camino te llevará al éxito. ¿Estás dispuesto a<br />
ser persistente, constante, a insistir, a actuar con tesón, a ser tenaz,<br />
incansable, resistente, empecinado…? ¿Vas a tomar cualquier<br />
tropiezo como una gran excusa para seguir a<strong>del</strong>ante, para seguir<br />
luchando sin límites? Entonces, estás mucho más cerca <strong>del</strong> éxito.<br />
—Es verdad —dije— Si pudiéramos aprender a aprender a<br />
tiempo, las cosas serían muy diferentes.<br />
—Tienes toda la razón —dijo Quetzalcoatl volviendo a coger<br />
otra piedra— Se avanza cometiendo errores. No seas un espectador.<br />
Comprométete con la vida. Participa de tu propia vida. El mundo<br />
está lleno de personas que avanzan por la vida sin rumbo definido.<br />
Fracasan en la mayor parte de sus objetivos y solo logran alcanzar un<br />
éxito mínimo en pequeñas tareas. No son incultos, tontos ni<br />
57
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
perdedores, son personas normales, con todos sus recursos<br />
disponibles, pero sin utilizar. Son personas llenas de destrezas,<br />
talentos, sabiduría, inteligencia, conocimientos y posibilidades y sin<br />
embargo no han conseguido el éxito. ¿Por qué no han conseguido<br />
sus objetivos? Hay personas que tienen ideas, las ponen en marcha,<br />
actúan, tienen todos los recursos necesarios y, sin embargo, fracasan<br />
porque no lo consiguen a la primera, no aguantan lo suficiente, no<br />
tienen perseverancia. Cuando aparecen los primeros obstáculos,<br />
cuando aparecen los primeros escalones, abandonan, se dan por<br />
vencidas y cambian de rumbo o de intereses. Nunca acaban lo que<br />
empiezan.<br />
—El verbo perseverar <strong>del</strong> latín perseverare, significa<br />
"mantenerse constante en la prosecución de algo comenzado. Durar<br />
permanentemente o por largo tiempo." —dijo Mazatl sentándose<br />
junto a nosotros— Su equivalente en griego es hy-po-me-nó, que<br />
significa literalmente "permanecer o quedarse en un lugar bajo sin<br />
abandonarlo; permanecer firme, aguantar." El sustantivo<br />
perseverancia <strong>del</strong> latín perseverantia, significa "firmeza y constancia<br />
en la ejecución de los propósitos y en las resoluciones <strong>del</strong> ánimo.<br />
Duración permanente o continua de una cosa." Y su equivalente en<br />
griego Hi-po-me-né que denota por lo general "aguante valeroso,<br />
firme y paciente; un aguante que no pierde la esperanza a pesar de<br />
los obstáculos, pruebas y dificultades." Perseverancia significa:<br />
"Seguir un curso fijo sin darse por vencido a pesar de las dudas o<br />
dificultades hasta recorrer todo el trayecto." <strong>La</strong> perseverancia es lo<br />
que marca la diferencia entre quienes triunfan y quienes fracasan,<br />
entre quienes se quedan en el intento y quienes al final acaban<br />
cruzando la línea de meta. Es la diferencia entre quienes se dejan<br />
vencer por el desánimo, la fatiga, la falta de voluntad, el cansancio, el<br />
negativismo, la costumbre de no terminar lo que se inicia, la apatía, la<br />
predisposición a abandonar, la desidia, la dejadez, el ceder ante la<br />
oposición, la intermitencia o discontinuidad y la frustración, y<br />
quienes caminan a favor de la persistencia, la paciencia, el logro, la<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
confianza, la responsabilidad, el conocimiento, el deseo de triunfar la<br />
autodisciplina, la convicción, el entusiasmo, el tener sueños y metas,<br />
entendimiento y sabiduría, la motivación y la fuerza de voluntad.<br />
—<strong>La</strong>s personas vencedoras continúan a pesar de los problemas<br />
—siguió Quetzalcoatl— Insisten e insisten sin dejarse llevar por la<br />
frustración. <strong>La</strong>s personas que fracasan se dejan vencer por las<br />
circunstancias.<br />
—Ese es uno de mis grandes defectos —dije— Suelo abandonar<br />
pronto si veo que algo no funciona.<br />
A la mañana siguiente, Quetzalcoatl se marchó. Le di mi<br />
dirección en Nueva York y le insistí en que utilizara mi pequeño<br />
apartamento. Me dijo que no me preocupara, que ya tenía sitio.<br />
Una semana más tarde trajeron los cadáveres de mis<br />
compañeros. Habían caído por una grieta. El consulado de mi país se<br />
hizo cargo de los trámites de repatriación. Volví a Nueva York.<br />
59
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
CAPÍTULO 6: F = Flexibilidad<br />
"<strong>La</strong> lengua resiste porque es blanda. Los dientes ceden porque son<br />
duros" Proverbio chino<br />
"Quien mucho se apresura, queda en el camino" Platón<br />
F<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
Habían pasado tres meses. Comencé a poner en práctica los<br />
consejos de Quetzalcoatl. Mi vida comenzó a cambiar. Fijé mis<br />
objetivos personales, familiares, sociales y de trabajo. Comencé a<br />
trabajar en cada uno de ellos. <strong>La</strong>s cosas empezaban a irme bien.<br />
Un día recibí un sobre por correo. Se trataba de un billete de<br />
avión a Tijuana con la fecha abierta, una nota manuscrita y un<br />
número de teléfono. <strong>La</strong> nota decía<br />
"Te espero porque nos falta acabar la fórmula" Quetzalcoatl<br />
Me organicé en el trabajo y fijé la fecha. Cuando llegué al<br />
aeropuerto de Tijuana llamé al teléfono. Me dijeron que esperara un<br />
60
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
poco, que venían a buscarme. Una hora más tarde me llamaron por<br />
los altavoces. Me llevaron a un jet privado. Cuando subí al avión, mi<br />
sorpresa fue mayúscula. Quien estaba esperándome era Tanitani, la<br />
preciosa e inteligente maestra de escuela.<br />
Tanitani me dijo que estaba pasando unos días en casa de<br />
Quetzalcoatl y que cuando supo que yo iba a llegar de visita ella<br />
había querido venir a recibirme. Me dijo que Quetzalcoatl no había<br />
podido venir porque tenía cosas que hacer, pero que lo veríamos más<br />
tarde. El jet privado despegó y media hora más tarde nos dejó en un<br />
pequeño aeropuerto cercano al mar. Se trataba de un enorme<br />
complejo de edificios, rodeados de jardines y parques.<br />
—Nos encontramos en el Instituto Médico-Educacional y<br />
Tecnológico de Ranchito Alto —dijo Tanitani— Aquí se cuecen las<br />
mejores ideas sobre Inteligencia aplicada al desarrollo humano. Miles<br />
de personas investigan sobre cómo hacer que la tecnología se ponga<br />
al servicio de la educación y la salud, integrándose en los<br />
conocimientos tradicionales de cada pueblo. Lo que viste en la<br />
escuelita es fruto <strong>del</strong> trabajo que se realiza aquí. Todos los profesores<br />
de la escuelita estamos formados aquí. Como la escuelita que tú viste,<br />
existen otras quinientas repartidas por todo el mundo. Esas escuelas<br />
tienen los mejores medios técnicos y humanos. No solo formamos a<br />
nuestros alumnos en conocimientos, sino, sobre todo, en despertar<br />
su consciencia, el conocimiento de ellos mismos y la necesidad de<br />
devolver lo que han recibido a sus comunidades. No nos interesa<br />
formar a las personas para que después exploten a otras personas o<br />
se vayan a otros países desarrollados a hacerse ricos con los<br />
conocimientos que les hemos dado. Nuestra función principal es que<br />
todos estos niños cuando hayan recibido una educación universitaria<br />
o tecnológica, devuelvan todo su saber a sus propios pueblos y<br />
comunidades. En las escuelas, los hospitales, los centros de<br />
investigación trabajan ya los niños que comenzaron en los poblados.<br />
Yo misma empecé como alumna en una escuelita que está muy cerca<br />
61
<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
<strong>del</strong> poblado en el que ahora trabajo. Voy a estar varios años<br />
devolviendo todo lo que he recibido. Quien recibe, tiene que dar. Si<br />
eres una persona íntegra y honrada tienes que devolver todo lo que<br />
has recibido.<br />
Yo pensé que estaba recibiendo tantas cosas en estos últimos<br />
meses, que tendría que pensar algo para devolver todo lo que estaba<br />
aprendiendo. Tanitami estaba preciosa. Se notaba lo satisfecha que<br />
estaba porque, mientras hablaba de lo que estaban haciendo, sus<br />
enormes ojos negros brillaban como lucecitas.<br />
—Quetzalcoatl me ha pedido —continuó— que te enseñe<br />
algunas cosas interesantes que tenemos aquí.<br />
Todos los edificios estaban rodeados por parques, jardines, lagos,<br />
zonas deportivas.<br />
—Fundamentalmente nos interesan las ideas —dijo Tamitami—<br />
por eso promocionamos espacios para la creación de ideas. Como<br />
verás, no hay departamentos cerrados. Cualquier persona puede<br />
participar en cualquier programa que se esté desarrollando, en<br />
cualquier momento <strong>del</strong> proceso. Si alguien tiene una idea y la quiere<br />
desarrollar, la propone a todos los demás. Cada persona la estudia, si<br />
siente interés por ella, y aporta lo que considera oportuno. Un<br />
biólogo puede aportar sus conocimientos en un programa centrado<br />
en el aprendizaje de la lengua materna, mientras que un filósofo<br />
puede participar en una investigación de física cuántica. Nadie tiene<br />
una mesa o un despacho propio. Como verás, por todas partes,<br />
incluso en los jardines, hay ordenadores disponibles.<br />
Había grupos por todas partes. Otros trabajan solos con los<br />
ordenadores o con tabletas. Se veía mucho movimiento, gente que<br />
pasaba de unos grupos a otros. Nos sentamos en un grupo formado<br />
por siete personas. Estaban hablando de energías alternativas. Un<br />
médico, vestido con una camiseta sin mangas, estaba contando el<br />
peligro sobre la salud de las radiaciones que se generan en plantas<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
procesadoras de energía. Después, un geólogo habló sobre la energía<br />
que se produce en las fuentes termales. Todos aportaban ideas.<br />
Sonó el teléfono móvil de Tanitani.<br />
—Es Quetzalcoatl. Me pregunta dónde estamos. He quedado<br />
con él dentro de diez minutos en su casa. Vamos.<br />
El recinto estaba lleno de bicicletas aparcadas que se podían usar<br />
libremente. Nos montamos en dos bicicletas y seguimos un camino<br />
de tierra que se adentraba en una especie de jardín botánico, lleno de<br />
diversos árboles: gingkos de China, bambúes de Camboya, secuoyas<br />
de California, castaños de los Balcanes, cipreses, hayas, robles, alisos,<br />
cerezos, avellanos, tejos, así como pequeñas grutas, lagos y cascadas.<br />
Vimos conejos, ardillas, corzos…<br />
—Hay 250 especies vegetales diferentes, de distintas partes <strong>del</strong><br />
mundo, así como innumerables especies animales —dijo Tanitani—<br />
Ocurre lo mismo con las personas que trabajan aquí: esto parece la<br />
ONU, ya que hay personas de todos los países, razas y religiones.<br />
Así era, nos habíamos cruzado con hombres y mujeres de todos<br />
los colores y vestidos con una enorme diversidad de indumentarias.<br />
Mientras paseábamos había oído hablar en muchas lenguas distintas.<br />
—Es como un zoo —dije.<br />
—No te confundas, Max, —dijo ella— aquí todo el mundo está<br />
voluntariamente, nadie es obligado a permanecer. Hay una gran<br />
diversidad de culturas, lenguas, razas, ideologías, formas de ver la<br />
vida, pero sobre todo ello aquí prima la libertad y el respeto.<br />
En medio de la espesura <strong>del</strong> jardín había un claro, y en el claro<br />
una especie de cabaña de madera. Y entonces lo vi, sentado en una<br />
mecedora en el porche, hablando con tres jóvenes estudiantes.<br />
Quetzalcoatl estaba vestido tal como lo conocí y llevaba puestas sus<br />
inconfundibles sandalias. Levantó la vista y nos sonrió mientras nos<br />
acercábamos. Me dio un abrazo de oso y nos dijo que nos<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
sentáramos mientras acababa de hablar con los estudiantes.<br />
—Tenéis que tener en cuenta —les dijo— que vuestro<br />
planteamiento es correcto en estos momentos, pero es posible que<br />
no lo sea dentro de un tiempo. Por eso es muy importante que<br />
diseñéis factores de corrección que permitan volver a enfocar los<br />
objetivos cuando las circunstancias cambien. Algo que funciona en<br />
este momento puede ser algo bloqueante en el futuro.<br />
<strong>La</strong> escena era muy curiosa. Un estudiante iba vestido al más puro<br />
estilo ejecutivo, con traje azul marino impecable y una corbata roja<br />
con rayas naranjas. El otro chico iba vestido con pantalones cortos y<br />
una camiseta con la leyenda "Me gusta lo simple". <strong>La</strong> chica, por su<br />
parte, vestía una especie de kimono japonés. Y en medio de todos<br />
ellos, Quetzalcoatl con su poncho de mil colores. Me hubiera<br />
gustado hacerles una foto.<br />
Tanitani se sentó a mi lado mientras esperábamos. Me pareció<br />
todavía más guapa que cuando la conocí. Durante los tres meses que<br />
habían pasado, yo no me la había podido quitar de la cabeza. Varias<br />
veces había pensado en ir a visitarla con cualquier excusa, pero<br />
siempre me había echado para atrás pensando que nuestras culturas<br />
eran tan diferentes que nunca podrían encontrarse.<br />
De repente, sin saber de dónde me salió la fuerza, dije:<br />
—Tanitani, estás preciosa. He pensado mucho en ti.<br />
Tanitani levantó la vista y me miró directamente a los ojos.<br />
—Yo también he estado pensando en ti —dijo con una voz llena<br />
de ternura— Tenía muchas ganas de volver a verte y como el<br />
maestro lo sabía, él me ha invitado a venir.<br />
—Yo, yo… —balbuceé— yo, yo…<br />
—También yo me alegro de veros juntos —dijo Quetzalcoatl.<br />
Los estudiantes se habían ido. <strong>La</strong> inconfundible risa de Quetzalcoatl<br />
lo envolvió todo.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Mientras cenábamos, les conté todo lo que había hecho durante<br />
el tiempo en que no nos habíamos visto, mis progresos, mis logros,<br />
mis avances, basándome en todo lo que había aprendido en aquellos<br />
días en la montaña.<br />
—Cuando nos conocimos estuvimos hablando sobre los<br />
distintos factores <strong>del</strong> éxito —dijo Quetzalcoatl— Mañana<br />
hablaremos sobre otro factor determinante <strong>del</strong> éxito: <strong>La</strong> flexibilidad.<br />
Pero estoy seguro de que ahora sobro y que os gustaría estar solos.<br />
Al día siguiente yo era la persona más feliz <strong>del</strong> mundo. Tanitani y<br />
yo habíamos estado hablando de nuestros sentimientos mutuos, de<br />
nuestros miedos, en esa relación amorosa que podía comenzar entre<br />
los dos. Un gran problema era que ella era feliz en el poblado con<br />
sus niños, mientras que yo vivía en la Gran Manzana y allí tenía mi<br />
trabajo. Ese era un gran inconveniente para que nuestra relación<br />
funcionara. Sin embargo, sus besos eran tan dulces y suaves que, a<br />
pesar de haber estado con muchas mujeres anteriormente, nunca los<br />
había sentido de esa manera. Creo que estaba completamente<br />
enamorado. Además, era una mujer con muchos conocimientos y<br />
sabiduría.<br />
Quetzalcoatl nos estaba esperando para desayunar. Sus ojos y su<br />
sonrisa me indicaron que ya sabía lo que estaba pasando entre<br />
Tanitani y yo.<br />
—Veamos —dijo Quetzalcoatl— Hay personas que tienen ideas,<br />
pero que no pasan a la acción. Hay otras que pasan a la acción, pero<br />
que abandonan en cuanto se encuentran con el primer tropiezo. Por<br />
último, hay personas que pasan a la acción, tienen persistencia, pero<br />
mantienen siempre la misma respuesta. <strong>La</strong>s cosas no ocurren a la<br />
primera. Pero si siguen insistiendo y siguen haciendo lo mismo,<br />
tampoco alcanzarán la meta.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
»El éxito está determinado por la flexibilidad, la posibilidad de<br />
cambiar, de modificar, de hacer las cosas desde distintas perspectivas,<br />
de sortear los obstáculos con creatividad, con nuevos enfoques, con<br />
nuevos planteamientos. <strong>La</strong>s personas que insisten e insisten hasta la<br />
extenuación, pero siempre repiten los mismos pasos, consiguen<br />
siempre los mismos resultados.<br />
Yo miré a Tanitani y le guiñé el ojo. Quizás el problema que<br />
teníamos podía resolverse con un poco de flexibilidad.<br />
—Se suele decir —continuó Quetzalcoatl— que el ser humano<br />
es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. No es<br />
cierto, tropieza decenas, cientos de veces con la misma piedra.<br />
Creemos que por hacer más de lo mismo vamos a conseguir<br />
resultados diferentes.<br />
»Más trabajo, más esfuerzo, más inversión de dinero, no<br />
necesariamente significan mejores resultados. Si una aspirina no te<br />
quita el dolor de cabeza, no necesariamente dos, tres o cuatro<br />
aspirinas te lo van a quitar. Si en tu negocio una inversión no ha<br />
funcionado, no necesariamente una mayor inversión lo vaya a hacer.<br />
Lo más probable es que consigas mejores resultados si cambias algún<br />
otro aspecto que no habías tenido en cuenta.<br />
»Ya conoces la presuposición que dice "Si algo no funciona,<br />
cámbialo y haz algo diferente". Es un sabio pensamiento. Cuando<br />
algo no funciona, no insistas por el mismo sitio, cambia algo, haz<br />
algo distinto.<br />
»Por lo tanto, la persistencia tiene que estar ligada a la<br />
flexibilidad.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
»Pasa a la acción ahora, se persistente y flexible y el éxito<br />
empezará a aparecer por tu puerta.<br />
CAPÍTULO 7: D = Diversión<br />
“Tened siempre ante vuestros ojos un ideal. Contempladlo,<br />
estudiadlo, dejaos absorber, iba a decir, hipnotizar por él; amadlo<br />
con pasión, con verdadera locura. Entonces, desplegadas todas las<br />
velas, emprended confiadamente la navegación: es el único medio de<br />
hacer algo y de ser alguien en la vida” Vuillermet<br />
D<br />
E= [ (I+A 2 ) (P*F) ] D<br />
Volví a Nueva York. Mis negocios iban por muy buen camino.<br />
Puestas en marcha todas las instrucciones de la Fórmula de Éxito<br />
todo iba viento en popa. Yo sabía que tenía que hacer dos cosas:<br />
devolver todo lo que había aprendido y vivir con Tanitani. Por eso<br />
contraté a varias personas para que dirigieran mis negocios. Con<br />
Internet yo podía supervisar mi negocio desde cualquier parte <strong>del</strong><br />
mundo. Y entonces me decidí. Volví al valle y comencé a trabajar<br />
con adolescentes y jóvenes, proporcionándoles pequeños préstamos<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
para que crearan sus propios negocios. Si un joven tenía una idea,<br />
estudiábamos todas las opciones, qué alternativas tenía, con qué se<br />
podía fabricar, qué servicios darle, qué otras empresas podían<br />
ayudarle. Y cuando teníamos claro que podía ser rentable lo<br />
poníamos en marcha. Así creamos docenas de empresas, que se<br />
ayudaban unas a otras.<br />
Tanitani me hizo muy feliz. A los dos meses se quedó<br />
embarazada y cuando mi hijo nació fui la persona más feliz <strong>del</strong><br />
mundo. Viviría su niñez en el poblado, cerca de la naturaleza y<br />
después podrá elegir qué camino seguir.<br />
Tres meses después de estar yo trabajando en el valle, apareció<br />
Quetzalcoatl, dijo que venía a quedarse a vivir sus últimos años en la<br />
aldea que lo vio nacer. Un día me dijo si quería acompañarlo a visitar<br />
el monte Citlaltépetl.<br />
Antes <strong>del</strong> amanecer emprendimos el camino hacia el Pico de<br />
Orizaba y en nuestras alforjas llevábamos comida para dejar en la<br />
cabaña. Nos acompañaba Huemac, el nieto de Quetzalcoatl.<br />
—Mi abuelo —dijo Quetzalcoatl— cuando tenía diez años me<br />
hizo subir a esta montaña sagrada. Mi abuelo me hizo entender que<br />
solo respetándola, es decir, conociéndola, ella también me respetaría<br />
a mi. Por eso traigo a Huemac, para que él empiece a comprender el<br />
sentido de la naturaleza. Huemac tiene que comprender que si él<br />
respeta a la naturaleza y a los demás seres humanos, la naturaleza y<br />
los demás seres humanos también le respetarán a él. Tener respeto es<br />
prestar atención, observar al otro con deferencia. El respeto es lo<br />
que nos permitirá sobrevivir en este planeta, al que cada vez<br />
agredimos más. Tener respeto es devolver todo aquello que hemos<br />
recibido.<br />
Cuando llegamos a la cabaña nos acercamos al altar de piedra.<br />
Los tres comenzamos a cantar sonidos guturales, que yo no entendía,<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
pero que seguro que tenían algún significado. Al hacerlo yo me sentía<br />
con una sensación extraordinaria.<br />
Quetzalcoatl hizo una sopa como la que comí el día que me<br />
rescató, olía a puerros. Entonces dijo:<br />
—Max, has entendido muy bien la Fórmula <strong>del</strong> Éxito. Cuando te<br />
rescaté de la montaña comprendí que eras una persona decente y que<br />
podía confiar en ti, que eras una persona honrada. También he visto<br />
que estás devolviendo lo que has aprendido a través de tu ayuda a los<br />
jóvenes. Pero hay un último factor que es el que potencia toda la<br />
fórmula. El último factor imprescindible para conseguir el éxito es la<br />
diversión. Sí, sí, divertirte, que lo que estés haciendo te haga sentirte<br />
bien, que sea agradable y gratificante.<br />
»Si para conseguir el éxito en cualquier aspecto de tu vida<br />
necesitas realizar actividades que te hagan sentirte mal, es mejor que<br />
lo olvides, dedícate a otra cosa, cambia de actividad, cambia de<br />
objetivo. Conseguir el éxito en esas condiciones calamitosas no<br />
merece la pena.<br />
—Comprendo perfectamente lo de la diversión —dije— porque<br />
cuando todavía no sabía esta Fórmula <strong>del</strong> Éxito mi vida era puro<br />
miedo, estaba siempre muy triste porque nunca disfrutaba de lo que<br />
hacía. Me levantaba con miedo y me acostaba con miedo.<br />
—Cuando digo divertirte mientras caminas hacia el éxito —dijo<br />
Quetzalcoatl— no quiero decir que no te cueste, que no tenga un<br />
precio, que no sea fatigoso, que no sea cansado. Lo que digo es que,<br />
aunque te cueste y sea cansado, en el fondo tiene que ser muy<br />
agradable para ti.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> – <strong>La</strong> Fórmula Matemática <strong>del</strong> Éxito<br />
Empezamos a subir hacia la cumbre. El día era soleado y la nieve<br />
resplandecía.<br />
—Si subir a la cumbre no te apasiona —dijo Quetzalcoatl— es<br />
mejor quedarte abajo. Cualquier cosa que hagas, tiene que levantar tu<br />
pasión, tiene que hacerte vibrar. Sin pasión no es posible conseguir el<br />
éxito. Sea lo que sea lo que quieras conseguir, el camino tiene que<br />
estar basado en la pasión. <strong>La</strong> pasión te estimulará, te hará saltar de la<br />
cama por la mañana lleno de energía, lleno de ganas de trabajar por<br />
tus objetivos.<br />
—A mi me apasiona trabajar con animales —dijo Huemac—<br />
por lo tanto tendré que buscar algún trabajo que me permita hacerlo.<br />
—Divertirte —dijo Quetzalcoatl —es tener la capacidad de<br />
transmitir a quienes te rodean que tu proyecto merece la pena.<br />
Divertirte es crear a tu alrededor un ambiente lleno de buenas<br />
vibraciones contagiosas. Divertirte es lograr que el camino hacia el<br />
éxito sea más importante que el propio éxito.<br />
Cuando llegamos a la cumbre el cielo estaba despejado.<br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong><br />
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<strong>Ricardo</strong> <strong>Ros</strong> trabaja como psicólogo y psicoterapeuta y está<br />
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El Viaje Decisivo, un método para cumplir la dieta.<br />
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El niño que iba a resolver los problemas <strong>del</strong> universo<br />
En su blog habla sobre Inteligencia, crecimiento personal y éxito.<br />
Es editor de la revista PNLNET, con temas de superación personal<br />
y profesional.<br />
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