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CEA SAN FRANCISCO CALAHORRA<br />
Marina López<br />
De puertas cruzadas y días felices.<br />
Palabra 8<br />
Marina López, maestra en prácticas<br />
No recuerdo bien qué fue lo que hace cuatro años me llevó a<br />
cruzar la puerta de este centro por primera vez, ni recuerdo el<br />
instante en el que decidí dejar de pensar que un día de estos lo iba<br />
a hacer, para hacerlo de verdad. Pero ese instante cambió mi vida.<br />
Me había matriculado en el curso de Acceso a la Universidad para<br />
mayores de 25 años.<br />
Fue un año duro porque mis turnos de trabajo no eran<br />
fáciles de compaginar con la vuelta a los estudios. La clave es ser constante y aunque pronto<br />
entendí que yo no lo era en absoluto, los deberes de Cristina sí que lo fueron. Ese trabajo de<br />
hormiguita fue el que me mantuvo conectada durante todo el curso al deseo de querer ir a la<br />
universidad y a esforzarme para conseguirlo.<br />
Allí por diciembre, cuando la fecha de los exámenes y las posibilidades de aprobarlos<br />
aún se sentían lejanas, le dije a una compañera de clase con el mayor de los convencimientos<br />
que íbamos a aprobar. Ella entendió que íbamos a probar, a probar suerte: lo que dicen todos<br />
los estudiantes en la puerta del examen. Aquel malentendido nos provocó tal ataque de risa<br />
que cinco meses después, cuando las dos habíamos aprobado, esa anécdota es la que,<br />
radiantes de felicidad, contábamos a todos aquellos que nos preguntaban qué tal nos había<br />
ido. Esos días de exámenes fueron de los más felices de mi vida y cuando pienso que podían<br />
haber sido de esos días en los que pensaba si ir o no a San Francisco a apuntarme, sonrío,<br />
sonrío mucho.<br />
Después vinieron las dudas sobre qué carrera empezar. En mis planes nunca entró ir<br />
físicamente a la universidad. Convencida, yo iba a ir a la UNED y, a mi ritmo, ir sacándome<br />
asignaturas de Humanidades o Psicología o algo así. Hasta que un día Cristina me dijo:<br />
“Olvídate de la universidad a distancia, te has ganado la experiencia de ir a la universidad<br />
presencial, así que ve, y disfruta”. Tres meses después cruzaba la puerta de la Facultad de<br />
Magisterio de la Universidad de la Rioja. Otro de los días más felices de mi vida, que<br />
perfectamente pudo haber sido uno de esos en los que, en algún momento, quizá hubiera<br />
pensado si subir o no San Francisco a apuntarme.<br />
Y llegó el último curso de la carrera y con él las prácticas finales y otra vez volvía a<br />
cruzar la puerta de este colegio, no ya como alumna, sino como maestra en prácticas. Otro<br />
que se suma a la lista de días felices y que pudo haber pasado sin pena ni gloria... ya sabéis<br />
pensando qué, pero sin hacerlo.<br />
Estos años de carrera han estado llenos de muchas satisfacciones y algún sacrificio<br />
pero, ¿sabéis qué me encontré a mí misma diciéndole a un amigo que me preguntó qué tal la<br />
universidad? Que sobre todas las cosas, me encantaba la persona que allí había descubierto<br />
que yo podía llegar a ser.<br />
Cada vez soy más esa persona y sigo cruzando puertas.