Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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144 MIL MESETAS cada, destenitorialkada por si misma, la máquina abstracta no tiene forma en si misma (ni tampoco substancia), y no distingue en si misma contenido y expresión, aunque fuera de eUa controla esa distinción y la distribuye en los estratos, en los dominios y territorios. En sí misma, una máquina abstracta no es más física o corporal que semiótica, es diagramática (ignora tanto más la distinción entre lo natural y lo artificial). Actúa por materia, y no por sustancia; por función, y no por forma. Las sustancias, las formas, son de expresión "o" de contenido. Pero las funciones no están ya formadas "semióücamente", y las materias no están todavía "físicamente" formadas. La máquina abstracta es la pura Función-Materia —el diagrama, independientemente de las formas y de las sustancias, de las expresiones y de los contenidos que va a distribuir. Nosotros definimos la máquiaa abstracta por el aspecto, el momento en el que ya no hay más que funciones y materias. En efecto, un diagrama no tiene sustancia ni forma, ni contenido ni expresión Mientras que la sustancia es una materia formada, la materia es una sustancia no formada, física o semióticamente. Mientras que la expresión y el contenido tienen formas distintas y se distinguen realmente, la función no tiene más que "rasgos", de contenido y de expresión, cuya conexión garantiza: ya ni siquiera puede decirse si es una partícula o si es im signo. Es un contenido-materia que ya sólo presenta grados de intensidad, de resistencia, de conductibilidad, de calentamiento, de estiramiento, de velocidad o de retraso; ima expresión-función que ya sólo presenta "tensores", como en una escritura matemática, o bien musical. En ese caso, la escritura funciona directamente en lo real, de la misma forma que lo real escribe materialmente.'Así pues, el diagrama retiene, para conjugarlos, el contenido más desterritoriaUzado y la presión más desterritoriaüzada. Y el máximo de desterritorialización procede unas veces de un rasgo de contenido, otras de un rasgo de expresión, que será denominado "desterritorializante" con relación al otro, pero precisamente porque lo diagramatiza, arrastrándolo consigo, elevándolo a su propia potencia. El más desterritorializado hace franquear al otro un umbral que hace posible una conjimción de su desterritorialización respectiva, una común precipitación. Es la desterritorialización absoluta, positiva, de la máquina abstracta. En ese sentido, los diagramas deben distinguirse de los índices, que son signos territoriales, pero también de los iconos, que son signos de desterritorialización, y de los símbolos, que son signos de desterritorialización relativa o negativa Definida por su diagramatismo, una máquina abstracta no es ima infraestructura en última instancia, ni tampoco una Idea transcendente en suprema instancia. Más bien tiene un papel piloto. Pues una máquina abstracta o diagramática no fimciona para representar, ni siquiera algo real, sino que construye un real futuro, un nuevo tipo de realidad. No está, pues, fuera de la historia, más bien siempre está "antes" de la historia, en todos los momentos en que la historia constituye puntos de creación o de potencialidad. Todo huye, todo crea, pero nunca completamente solo, sino, al contrario, con una máquina abstracta que efectúa los continuums de intensidad, las conjunciones de desterritorialización, las extracciones de expresión y de contenido. Es un Abstracto-Real, que se opone tanto más a la abstracción ficticia de una máquina de expresión supuestamente pura. Es un Absoluto, pero que no es ni indiferenciado SOBRE ALGUNOS REGÍMENES DE SIGNOS 145 ni transcendente. Las máquinas abstractas también tienen nombres propios (e incluso fechas), que sin duda ya no designan personas o sujetos, sino materias y funciones. El nombre de un músico, de un científico, se emplean como el nombre de im pintor que designa un color, un matiz, una tonaüdad, ima intesidad: siempre se trata de ima conjunción de Materia y de Función. La doble desterritorialización de la voz y del instrumento estará señalada por una máquina abstracta-Wagner, por una máquina abstracta-Webem, etc. En física y matemáticas, se hablará de una máquina abstracta Riemann, en álgebra, de una máquina abstracta-Galois (definida precisamente por la línea arbitraria, denominada de adjunción, que se conjuga con un cuerpo de base), etc. Hay diagrama siempre que una máquina abstracta singular funciona directamente en una materia. Asi pues, al nivel diagramático, o en el plan de consistencia, ni siquiera hay regímenes de signos propiamente dichos, puesto que ya no hay una forma de expresión que se distinguiría realmente de una forma de contenido. El diagrama sólo conoce rasgos, máximos, que todavía son de contenido en la medida en que son materiales, o de expresión en la medida en que son funcionales, pero que se arrastran unos a otros, se alternan y se confunden en una común desteriitorialización: signos-partículas, partidos. Y no es extraño, pues la distinción real de una forma de expresión y de una forma de contenido sólo se hace con los estratos, y de forma diversa para cada uno. Ahí es donde aparece una doble articulación que va a formalizar los rasgos de expresión por su cuenta, y los rasgos de contenido por la suya, y que va a hacer con las materias sustancias formadas fisica o semióticamente, y con las funciones formas de expresión o de contenido. La expresión constituye así índices, iconos o símbolos que pasan a formar parte de los regímenes o de las semióticas. El contenido constituye así cuerpos, cosas y objetos, que pasan a formar parte de los sistemas físicos de los organismos y de las organizaciones. El movimiento más profundo que conjugaba materia y función —la desterritorialización absoluta, como idéntica a la tierra— ya sólo aparece bajo la forma de las territorialidades respectivas, de las desterritorializaciones relativas o negativas, y de las reterritoriaüzaciones complementarias. Y sin duda todo culmina con un estrato lingüístico, que instala una máquina abstracta al nivel de la expresión, y que hace tanto más abstracción del contenido cuanto que tiende incluso a privarlo de una forma propia (imperialismo del lenguaje, pretensión de una semiología general). En resumen, los estratos sustancializan las materias diagramáticas, separan un plano formado de contenido y un plano formado de expresión. Toman las expresiones y los contenidos, cada uno sustancializado y formalizado por su lado, en pinzas de doble articulación que aseguran su independencia o su distinción real, y hacen que reine un dualismo que no cesa de reproducirse o redividirse. Rompen los continuums de intensidad, introduciendo cortes de un estrato a otro, y en el interior de cada estrato. Impiden las conjunciones de línea de fuga, destruyen los máximos de desterritoriaüzación, ya sea efectuando las desterritoriáüzaciones que van a relativizar completamente esos movimientos, ya sea afectando tal o tal de esas líneas de un valor únicamente negativo, ya sea segmentarizándola, bloqueándola, obstruyéndola, precipitándola en una especie de a^jero negro. Pero sobre todo no hay que confundir el diagramatismo con una operación de

146 MIL MESETAS tipo axiomático. La axiomática, lejos de trazar líneas de fuga creadoras y de conjugar rasgos de desterritorialización positiva, bloquea todas las líneas, las somete a un sistema puntual, y frena las escrituras algebraicas y geométricas que escapaban por todas partes. Ocurre como con la cuestión del indeterminismo en física: a fin de reconciliarle con el determinismo físico, se ha hecho una "reordenación". Escrituras matemáticas se hacen axiomatizar, es decir, reestratificar, resemiotizar; flujos materiales se hacen refisicalizar. Y es tanto un problema político como científico: la ciencia no debe volverse loca... Hilbert y de Broglie fueron hombres de ciencia, pero también fueron políticos: pusieron orden. Pero una aromatización, una semiotización, una fisicalización no son un diagrama, incluso es justo lo contrario. Programa de estrato frente a diagrama del plan de consistencia. Lo que no impide que el diagrama emprenda de nuevo su camino de fuga, y disperse nuevas máquinas abstractas singulares (frente a la axiomatización se produce la invención material de las partículas raras). Pues la ciencia en tanto que tal es como cualquier otra cosa, en ella hay tanta locura específica como ordenaciones y reordenaciones, y el propio científico puede participar de los dos aspectos, con su locura específica, su policía específica, sus significancias, sus subjetivaciones, pero tainbién con sus máquinas abstractas —en tanto que científico—. "Política de la ciencia" designa perfectamente esas corrientes internas a la ciencia, y no sólo las circunstancias extemas y factores de Estado que actúan sobre ella y hacen que aquí construya bombas atómicas, allá programas transespaciales, etc. Esas influencias o determinaciones políticas extemas no tendrían ninguna importancia si la misma ciencia no tuviera sus propios polos, sus oscilaciones, sus estratos y sus desestratificaciones, sus líneas de fuga y sus reordenaciones, en resumen, los acontecimientos, al menos potenciales, de su propia poKtica, toda su "polémica", su máquina de guerra intema (de la que históricamente forman parte los sabios marginados, perseguidos o inhabiütados). No basta con decir que la axiomática no tiene en cuenta la invención y la creación: en ella hay una voluntad deliberada de detener, de fijar, de sustituir al diagrama, instalándose a un nivel de abstracción fijado, ya demasiado grande para lo concreto, demasiado pequeño para lo real; ya veremos en qué sentido ese es un nivel "capitalista". No obstante, no podemos contentamos con im dualismo entre, por un lado, el plan de consistencia, sus diagramas o sus máquinas abstractas, y, por otro, los estratos, sus programas y sus agenciamientos concretos. Las máquinas abstractas no existen simplemente en el plan de consistencia en el que desarrollan diagramas, ya están presentes, englobadas o "encastradas" en los estratos en general, o mcluso instaladas en los esfratos particulares en los que orgaiüzan a la vez una forma de expresión y una forma de contenido. Y lo que resulta ilusorio en este último caso es la idea de una máquina abstracta exclusivamente lingüística o expresiva, pero no la idea de una máquina abstracta intema al estrato, y que debe explicar la relatividad de las dos formas distintas. Hay, pues, como un doble movimiento: imo por el que las máquinas abstractas actúan sobre los estratos, y hacen que constantemente algo se escape de ellos, otro por el que son efectivamente estratificadas, capturadas por los estratos. Por un lado, los estratos nunca se organizarían si no captasen materias o funciones de diagrama, que ellos formalizan desde el doble SOBRE ALGUNOS REGÍMENES DE SIGNOS 147 punto de vista de la expresión y del contenido; como consecuencia, los regímenes de signos, incluso la significancia, la subjetivación, continúan siendo efectos diagramáticos (pero relativizados o negativizados). Por otro lado, las máquinas abstractas nunca estarían presentes, incluso ya en los estratos, si no tuvieran el poder o la potencialidad de extraer y de acelerar signos-partículas desestratificados (paso al absoluto). La consistencia no es totalizante, ni estmcturante, sino desterritorializante (un estrato biológico, por ejemplo, no evoluciona por elementos estadísticos, sino por máximos de desterritorialización). La seguridad, la tranquilidad, el equüibrio homeostático de los estratos nunca están, pues, completamente garantizados: basta con prolongar las líneas de fuga que actúan sobre los estratos, con completar los punteados, con conjugar los procesos de desterritorialización, para volver a encontrar un plan de consistencia que se inserta en los sistemas de estratificación más diversos, y que salta de uno a otro. En ese sentido, ya hemos visto cómo la significancia y la interpretación, la conciencia y la pasión podían prolongarse, pero al mismo tiempo abrirse a una experiencia propiamente diagramática. Y todos esos estados o esos modos de la máquina abstracta coexisten precisamente en lo que llamaremos agenciamiento maqmhico. En efecto, el agenciamiento tiene como dos polos o vectores, uno orientado hacia los estratos, en los que distribuye las territorialidades, las desterritorializaciones relativas y las reterritorializaciones, otro orientado hacia el plan de consistencia o de estratificación, en el que conjuga los procesos de desterritorialización y los conduce al absoluto de la tierra. En su vector estrático distingue una forma de expresión en la que aparece como agenciamiento colectivo de enunciación, y una forma de contenido en la que aparece como agenciamiento maquínico de cuerpo; y ajusta una forma a la otra, una aparición a la otra, en presuposición recíproca. Pero, en su vector desestratificado, diagramático, ya no tiene dos caras, sólo retiene rasgos de contenido, pero también de expresión, de los que extrae grados de desterritorialización que se añaden los unos a los otros, máximos que se conjugan unos con los otros. Un régimen de signos no sólo tiene dos componentes. De hecho, tiene cuatro, que constituyen el objeto de la Pragmática. La primera era la componente generativa, que muestra cómo la forma de expresión, en im estrato lingüístico, siempre recurre a varios regímenes combinados, es decir, cómo todo régimen de signos o toda semiótica es concretamente mixta. Al nivel de esta componente, se puede hacer abstiacción de las formas de conteiúdo, pero tanto mejor cuanto que se pone el acento en las mezclas de regímenes en la forma de expresión: lo que no significa que exista predominio de un régimen que constituiría una semiología general y unificaría la forma. La segunda componente, transformacional, mostraba cómo un régimen abstracto puede traducirse en otro, transformarse en otro, y, sobre todo, -crearse a partir de otros. Esta segunda componente es evidentemente más profunda, puesto que no hay ningún régimen misto que no suponga tales transformaciones de un régimen en otto, ya sean pasadas, actuales o potenciales (en función de la creación de nuevos regímenes). Una vez más, se hace, o se puede hacer, abstracción del contenido, puesto que uno se limita a las metamorfosis internas a la forma de expresión, incluso si ésta es insuficiente para expücarlas. La tercera componente es diagramática: consiste en tomar los regímenes de signos o las formas

146 MIL MESETAS<br />

tipo axiomático. La axiomática, lejos de trazar líneas de fuga creadoras y de conjugar<br />

rasgos de desterritorialización positiva, bloquea todas las líneas, las somete a<br />

un sistema puntual, y frena las escrituras algebraicas y geométricas que escapaban<br />

por todas partes. Ocurre como con la cuestión del indeterminismo en física: a fin<br />

de reconciliarle con el determinismo físico, se ha hecho una "reordenación". Escrituras<br />

matemáticas se hacen axiomatizar, es decir, reestratificar, resemiotizar;<br />

flujos materiales se hacen refisicalizar. Y es tanto un problema político como científico:<br />

la ciencia no debe volverse loca... Hilbert y de Broglie fueron hombres de<br />

ciencia, pero también fueron políticos: pusieron orden. Pero una aromatización,<br />

una semiotización, una fisicalización no son un diagrama, incluso es justo lo contrario.<br />

Programa de estrato frente a diagrama del plan de consistencia. Lo que no<br />

impide que el diagrama emprenda de nuevo su camino de fuga, y disperse nuevas<br />

máquinas abstractas singulares (frente a la axiomatización se produce la invención<br />

material de las partículas raras). Pues la ciencia en tanto que tal es como cualquier<br />

otra cosa, en ella hay tanta locura específica como ordenaciones y reordenaciones,<br />

y el propio científico puede participar de los dos aspectos, con su locura específica,<br />

su policía específica, sus significancias, sus subjetivaciones, pero tainbién con<br />

sus máquinas abstractas —en tanto que científico—. "Política de la ciencia" designa<br />

perfectamente esas corrientes internas a la ciencia, y no sólo las circunstancias<br />

extemas y factores de Estado que actúan sobre ella y hacen que aquí construya<br />

bombas atómicas, allá programas transespaciales, etc. Esas influencias o<br />

determinaciones políticas extemas no tendrían ninguna importancia si la misma<br />

ciencia no tuviera sus propios polos, sus oscilaciones, sus estratos y sus desestratificaciones,<br />

sus líneas de fuga y sus reordenaciones, en resumen, los acontecimientos,<br />

al menos potenciales, de su propia poKtica, toda su "polémica", su máquina<br />

de guerra intema (de la que históricamente forman parte los sabios marginados,<br />

perseguidos o inhabiütados). No basta con decir que la axiomática no tiene en<br />

cuenta la invención y la creación: en ella hay una voluntad deliberada de detener,<br />

de fijar, de sustituir al diagrama, instalándose a un nivel de abstracción fijado, ya<br />

demasiado grande para lo concreto, demasiado pequeño para lo real; ya veremos<br />

en qué sentido ese es un nivel "capitalista".<br />

No obstante, no podemos contentamos con im dualismo entre, por un lado, el<br />

plan de consistencia, sus diagramas o sus máquinas abstractas, y, por otro, los estratos,<br />

sus programas y sus agenciamientos concretos. Las máquinas abstractas no<br />

existen simplemente en el plan de consistencia en el que desarrollan diagramas, ya<br />

están presentes, englobadas o "encastradas" en los estratos en general, o mcluso<br />

instaladas en los esfratos particulares en los que orgaiüzan a la vez una forma de<br />

expresión y una forma de contenido. Y lo que resulta ilusorio en este último caso<br />

es la idea de una máquina abstracta exclusivamente lingüística o expresiva, pero<br />

no la idea de una máquina abstracta intema al estrato, y que debe explicar la relatividad<br />

de las dos formas distintas. Hay, pues, como un doble movimiento: imo<br />

por el que las máquinas abstractas actúan sobre los estratos, y hacen que constantemente<br />

algo se escape de ellos, otro por el que son efectivamente estratificadas,<br />

capturadas por los estratos. Por un lado, los estratos nunca se organizarían si no<br />

captasen materias o funciones de diagrama, que ellos formalizan desde el doble<br />

SOBRE ALGUNOS REGÍMENES DE SIGNOS 147<br />

punto de vista de la expresión y del contenido; como consecuencia, los regímenes<br />

de signos, incluso la significancia, la subjetivación, continúan siendo efectos diagramáticos<br />

(pero relativizados o negativizados). Por otro lado, las máquinas abstractas<br />

nunca estarían presentes, incluso ya en los estratos, si no tuvieran el poder<br />

o la potencialidad de extraer y de acelerar signos-partículas desestratificados (paso<br />

al absoluto). La consistencia no es totalizante, ni estmcturante, sino desterritorializante<br />

(un estrato biológico, por ejemplo, no evoluciona por elementos estadísticos,<br />

sino por máximos de desterritorialización). La seguridad, la tranquilidad, el<br />

equüibrio homeostático de los estratos nunca están, pues, completamente garantizados:<br />

basta con prolongar las líneas de fuga que actúan sobre los estratos, con<br />

completar los punteados, con conjugar los procesos de desterritorialización, para<br />

volver a encontrar un plan de consistencia que se inserta en los sistemas de estratificación<br />

más diversos, y que salta de uno a otro. En ese sentido, ya hemos visto<br />

cómo la significancia y la interpretación, la conciencia y la pasión podían prolongarse,<br />

pero al mismo tiempo abrirse a una experiencia propiamente diagramática.<br />

Y todos esos estados o esos modos de la máquina abstracta coexisten precisamente<br />

en lo que llamaremos agenciamiento maqmhico. En efecto, el agenciamiento<br />

tiene como dos polos o vectores, uno orientado hacia los estratos, en los<br />

que distribuye las territorialidades, las desterritorializaciones relativas y las reterritorializaciones,<br />

otro orientado hacia el plan de consistencia o de estratificación, en<br />

el que conjuga los procesos de desterritorialización y los conduce al absoluto de la<br />

tierra. En su vector estrático distingue una forma de expresión en la que aparece<br />

como agenciamiento colectivo de enunciación, y una forma de contenido en la<br />

que aparece como agenciamiento maquínico de cuerpo; y ajusta una forma a la<br />

otra, una aparición a la otra, en presuposición recíproca. Pero, en su vector desestratificado,<br />

diagramático, ya no tiene dos caras, sólo retiene rasgos de contenido,<br />

pero también de expresión, de los que extrae grados de desterritorialización que<br />

se añaden los unos a los otros, máximos que se conjugan unos con los otros.<br />

Un régimen de signos no sólo tiene dos componentes. De hecho, tiene cuatro,<br />

que constituyen el objeto de la Pragmática. La primera era la componente generativa,<br />

que muestra cómo la forma de expresión, en im estrato lingüístico, siempre<br />

recurre a varios regímenes combinados, es decir, cómo todo régimen de signos o<br />

toda semiótica es concretamente mixta. Al nivel de esta componente, se puede hacer<br />

abstiacción de las formas de conteiúdo, pero tanto mejor cuanto que se pone<br />

el acento en las mezclas de regímenes en la forma de expresión: lo que no significa<br />

que exista predominio de un régimen que constituiría una semiología general y<br />

unificaría la forma. La segunda componente, transformacional, mostraba cómo un<br />

régimen abstracto puede traducirse en otro, transformarse en otro, y, sobre todo,<br />

-crearse a partir de otros. Esta segunda componente es evidentemente más profunda,<br />

puesto que no hay ningún régimen misto que no suponga tales transformaciones<br />

de un régimen en otto, ya sean pasadas, actuales o potenciales (en función<br />

de la creación de nuevos regímenes). Una vez más, se hace, o se puede hacer, abstracción<br />

del contenido, puesto que uno se limita a las metamorfosis internas a la<br />

forma de expresión, incluso si ésta es insuficiente para expücarlas. La tercera componente<br />

es diagramática: consiste en tomar los regímenes de signos o las formas

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