Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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140 MIL MESETAS ciesen que una semiótica cualquiera se transformase en el régimen presignificante; simbólicas, en el régimen significante; polémicas o estratégicas, en el régimen contrasignificante; conciencíales o miméticas, en el régimen postsignificante; diagramáticas, por último, aquellas que hiciesen que las semióticas o los regímenes de signos desapareciesen en el plan de consistencia de una desterritorialización positiva absoluta. Una transformación no se confunde con un enunciado de una semiótica pura; ni siquiera con un enunciado ambiguo, en el que hace falta todo un análisis pragmático para saber a qué semiótica pertenece; ni con un enunciado perteneciente a una semiótica mixta (aunque la transformación pueda tener un efecto de ese tipo). Un enunciado transformacional indica más bien cómo una semiótica traduce por su cuenta enunciados procedentes de otra parte, pero desviándolos, dejando en ellos residuos intransformables, y resistiendo activamente a la transformación inversa. Es más, las transformaciones no se limitan a la lista precedente. Una nueva semiótica sólo es capaz de crearse por su cuenta por una transformación. Las traducciones pueden ser creadoras. Por transformación y traducción se forman nuevos regímenes de signos puros. Tampoco aquí encontraremos una semiología general, sino más bien una transemiótica. En las transformaciones analógicas vemos con frecuencia cómo el sueño, la droga, la exaltación amorosa, pueden formar expresiones que traducen eñ presignificante los regímenes significantes o subjetivos que se les quieren imponer, pero a los que resisten imponiéndoles a su vez una segmentaridad y una polivocidad inesperadas. El cristianismo ha sufrido extrañas traducciones creadoras al diftindirse entre los "bárbaros" o incluso entre los "salvajes". La introducción de los signos monetarios en ciertos circuitos comerciales africanos hace que esos signos sufran una transformación analógica muy difi'cil de manejar (a menos que sean esos circuitos los que, por el contrario, sufran una transformación destructora) Las canciones de los negros americanos, incluso y sobre todo las letras, tendrían un valor todavía más ejemplar, puesto que lo primero que en ellas se escucha es cómo los esclavos "traducen" el significante inglés, y hacen un uso presignificante o incluso contrasignificante de la lengua, la combinan con sus propias lenguas africanas, como también combinan sus nuevos trabajos forzados con el cantó de antiguos trabajos de Afiica; luego cómo, con la cristianización y con la abolición de la esclavitud, atraviesan un proceso de "subjetivación" o incluso de "individuación", que transforma su música a la vez que es transformado por ella por analogía; cómo también se platean problemas específicos de "rostridad", cuando unos blancos con la "cara ennegrecida" se apropian de las palabras y de las canciones, pero los negros, ennegreciéndose a su vez la cara con una capa suplementaria, reconquistan sus danzas y sus cantos transformándolos o traduciéndolos, incluso los de los blancos Por supuesto, las transformaciones más visibles y groseras se producen en el otro sentido: traducciones simbólicas, cuando el significante toma el poder. Los mismos ejemplos precedentes, de signos monetarios de régimen rítmico, podrían todavía servimos invirtiendo su sentido. El paso de una danza africana a una danza blanca manifiesta a menudo una traducción minuciosa o mimètica, en la que la significancia y la subjetivación toman el poder. ("En Africa, la danza es impersonal, sagrada y obscena. Cuando el falo se erige y se manipula como un SOBRE ALGUNOS REGIMENES DE SIGNOS 141 plátano, no se trata de una erección personal: asistimos a una erección tribal (...). En el marco de la ciudad, la danza ritual del sexo se baila en solitario; y este hecho encierra en sí mismo una extraordinaria significación. La ley prohibe cualquier tipo de respuesta, cualquier participación. Del rito primitivo tan sólo quedan los sugestivos movimientos del cuerpo. Y su sugestión varía con la individualidad del observador"). No son simples transformaciones Ungüísticas, léxicas o incluso sintácticas, las que determinan la importancia de una verdadera traducción semiótica. Más bien sería lo contrario. No basta con un hablar-loco. En cada caso hay forzosamente que evaluar si se está ante la adaptación de una vieja semiótica mixta, o bien ante el proceso de creación de un régimen todavía desconocido. Por ejemplo, es relativamente fácil ya no decir "yo", pero eso no quiere decir que se haya superado el régimen de subjetivación; y a la inversa, se puede continuar diciendo Yo, por agradar, y estar ya en otro régimen en el que los pronombres personales ya sólo funcionan como ficciones. La significancia y la interpretación tienen la piel tan dura, forman con la subjetivación un compuesto tan pegajoso, que resulta fácil creer que se está fuera de ellas cuando aún continuamos segregándolas. A veces se denuncia la interpretación, pero ofreciendo un rostro tan significante que a la vez se la está imponiendo al sujeto que, para sobrevivir, continúa nutriéndose de ella. ¿Quién puede creer realmente que el psicoanálisis es capaz de cambiar una semiótica en la que se reimen todas las trampas? Lo tónico que han cambiado son los papeles. En lugar de tm paciente que significaba, y de un psicoanalista intérprete, ahora hay un psicoanalista significante, y el paciente es el que se encarga de todas las interpretaciones. En la experiencia antipsiquiátrica de Kingsley Hall, Mary Barnes, una antigua enfermera que se volvió "esquizofrénica", adopta la nueva semiótica del Viaje, pero para apropiarse de un verdadero poder en la comunidad y reintroducir el peor régimen de interpretación psieoanaUtica como delirio colectivo ( "interpretaba todo lo que se hacía por ella, o por cualquier otro...") Difícilmente se puede acabar con una semiótica fuertemente estratificada. Incluso una semiótica presignificante, o contrasignificante, incluso im diagrama asignificante implica nudos de coincidencia siempre dispuestos a constitim: centros de significancia y puntos de subjetivación virtuales. Por supuesto, cuando se trata de destruir una semiótica dominante atmosférica, no es fácil una operación traductora. Uno de los intereses profundos de los libros de Castañeda, bajo la influencia de la droga o de otras cosas, y del cambio de atmósfera, es precisamente el de mostrar cómo el indio llega a combatir los mecanismos de interpretación para instaurar en su discípulo una semiótica presignificante o incluso un diagrama asignificante: ¡Para! ¡Me fatigas! ¡Experimenta en lugar de significar y de interpretar! ¡Encuentra tú mismo tus lugares, tus territorialidades, tus desterritoriaüzaciones, tu régimen, tus líneas de fuga! ¡Semiotiza tú mismo en lugar de buscar en tu mfancia prefabricada y en tu semiología de occidental...!, "Don Juan afirma que para ver necesariamente hay que detener el mundo. Detener el mundo expresa perfectamente ciertos estados de conciencia en el curso de los cuales la realidad de la vida cotidiana es modificada, y eso sucede precisamente porque la corriente de interpretaciones, de ordinario continua, es interrumpida por un conjunto de circuns-
142 MIL MESETAS tancias extañas a esa corriente" En resumen, una verdadera transformación semiótica recurre a todo tipo de variables, no sólo exteriores, sino implícitas en la lengua, internas a los enimciados. Así pues, la pragmática presenta ya dos componentes. A la primera podemos llamarla generativa, en la medida en que muestra cómo los diversos regímenes forman semióticas mixtas concretas, con qué variantes, cómo se combinan y bajo qué predominio. La segunda es la componente transformacional, que muestra cómo esos regímenes de signos se traducen los unos en los otros, y sobre todo crean otros nuevos. En cierto sentido, la pragmática generativa hace calcos de semióticas mixtas, mientras que la pragmática transformacional hace mapas de transformación. Aunque una semiótica mixta no implica necesariamente una creatividad actual, sino que puede contentarse con posibilidades de combinación sin verdadera transformación, es la componente transformacional la que explica tanto la originalidad de un régimen como la novedad de las combinaciones en las que entra en tal momento y en tal dominio. Además, esta segunda componente es la más profunda, y el único medio de medir los elementos de la primera Por ejemplo, uno se preguntará cuándo han aparecido enunciados de tipo bolchevique, y cómo el leninismo ha efectuado, a partir de la ruptura con los socialdemócratas, una verdadera transformación, creadora de una semiología original, incluso si ésta terminaría cayendo necesariamente en la semilogía mixta de la organización staliniana. En un estudio ejemplar, Jean-Pierre Faye ha estudiado con todo detalle las transformaciones que dieron lugar al nacismo entendido como un sistema de nuevos enunciados en un campo social determinado. Preguntas del tipo: ¿en qué momento, pero también en qué dominio se instala un régimen de signos? —¿en todo un pueblo, en una fracción de ese pueblo, en im margen más bien locahzable en el seno de un hospital psiquiátrico? —hemos visto que ima semiótica de subjetivación podía localizarse en la historia antigua de los judíos, pero también en el diagnóstico psiquiátrico del siglo XIX —evidentemente, con profundas variaciones e incluso verdaderas transformaciones en la semiótica correspondiente-. Todas estas cuestiones pertenecen al dominio de la pragmática. En la actuahdad, está claro que las transformaciones o traducciones creadoras más profundas no se producen en Europa. La pragmática debe rechazar la idea de una invariante que podría sustraerse a las transformaciones, incluso si es la invariante de una"pragmaticalidad" dominante. El lenguaje es un problema político, antes de ser un problema lingüístico; incluso la apreciación de los grados de gramaticalidad es materia política. ¿Qué es una semiótica, es decir, un régimen de signos o una formalización de expresión? Una semiótica es a la vez algo más y algo menos que el lenguaje. El lenguaje se define por su condición de "sobrelinealidad"; las lenguas se definen por constantes, elementos y relaciones de orden fonológico, sintáctico y semántico. Y sin duda, cada régimen de signos efectúa la condición del lenguaje y utiliza los elementos de la lengua, pero nada más. Ningún régimen puede identificarse con la propia condición, ni tener la propiedad de las constantes. Como bien muestra Foucault, los regímenes de signos sólo son funciones de existencia del lenguaje, que unas veces pasan por lenguas diversas, otras se distribuyen en una misma len- SOBRE ALGUNOS REGÍMENES DE SIGNOS 143 gua, y que no se confunden ni con una estructura ni con unidades de tal o tal orden, süio que las atraviesan y las hacen aparecer en el espacio y en el tiempo. En ese sentido, los regímenes de signos son agenciamientos de enunciación, y ninguna categoría lingüística es suficiente para explicarlos: lo que convierte una proposición o incluso una simple palabra en un "enunciado" renate a presupuestos implícitos, no expücitables, que movilizan variables pragmáticas específicas de la enunciación (transformaciones incorporales). Queda, pues, excluido que el agenciamiento pueda explicarse por el significante, o bien por el sujeto, puesto que estos remiten, por el contrario, a variables de enunciación en el agenciamiento. Pues la significancia, o la subjetivación, suponen un agenciamiento, no a la inversa. Los nombres que hemos dado a los regímenes de signos, "presignificante, significante, contrasignificante, postsignificante", quedarían incluidos en el evolucionismo si no les correspondiesen efectivamente funciones heterogéneas o variedades de agenciamiento (la segmentarización, la significancia y la interpretación, la numeración, la subjetivación). Así pues, los regímenes de signos se definen por variables internas a la propia enunciación, pero que permanecen exteriores a las constantes de la lengua e irreductibles a las categorías lingüísticas. Pero, en este punto, todo se mvierte, y las razones por las que un régimen de signos es menos que el lenguaje se convierten en las razones por las que también es más que el lenguaje. El agenciamiento no es agenciamiento de enunciación, no formaliza la expresión más que en una de sus caras; en la otra, inseparable de la primera, formaliza los contenidos, es agenciamiento maquínico o de cuerpos. Ahora bien, los contenidos no son "significados" que de una u otra manera, dependerían del significante, ni "objetos" que mantendrían una relación cualquiera de causalidad con el sujeto. En la medida en que tienen su propia formaMzación, no tienen ninguna relación de correspondencia simbólica o de causalidad lineal con la forma de expresión: las dos formas están en presuposición recíproca, y sólo muy relativamente se puede hacer abstracción de una de ellas, puesto que son las dos caras de un mismo agenciamiento. En el agenciamiento, también hay que llegar a algo que es aún más profundo que esas caras, y que da cuenta a la vez de las dos formas en presuposición, formas de expresión o regímenes de signos (sistemas semióticos), formas de contenido o regímenes de cuerpos (sistemas físicos). Es lo que nosotros Uamamos máquina abstracta, que constituye y conjuga todos los máximos de desterritoriaUzación del agenciamiento Y de esa máquina abstracta es de la que hay que decir: es necesariamente "mucho más" que el lenguaje. Cuando los lingüistas (siguiendo a Chomsky) llegan a la idea de una máquina abstracta puramente lingüística, de antemano se plantea la objeción de que esa máquina dista mucho de ser demasiado abstracta, todavía no lo es suficientemente, puesto que continúa limitada a la forma de expresión, y a pretendidos universales que suponen el lenguaje. Como consecuencia, hacer abstracción del contenido es una operación tanto más relativa e insuficiente, desde el punto de vista de la propia abstracción. Una verdadera máquina abstracta no tiene ninguna posibilidad de distinguir por sí misma un plano de expresión y un plano de contenido, puesto que traza un solo y mismo plan de consistencia que formalizará los contenidos y las expresiones según los esü-atos o las reterritorializaciones. Pero, desestratifi-
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recurre a todo tipo de variables, no sólo exteriores, sino implícitas en la<br />
lengua, internas a los enimciados.<br />
Así pues, la pragmática presenta ya dos componentes. A la primera podemos<br />
llamarla generativa, en la medida en que muestra cómo los diversos regímenes<br />
forman semióticas mixtas concretas, con qué variantes, cómo se combinan y bajo<br />
qué predominio. La segunda es la componente transformacional, que muestra<br />
cómo esos regímenes de signos se traducen los unos en los otros, y sobre todo<br />
crean otros nuevos. En cierto sentido, la pragmática generativa hace calcos de semióticas<br />
mixtas, mientras que la pragmática transformacional hace mapas de<br />
transformación. Aunque una semiótica mixta no implica necesariamente una creatividad<br />
actual, sino que puede contentarse con posibilidades de combinación sin<br />
verdadera transformación, es la componente transformacional la que explica tanto<br />
la originalidad de un régimen como la novedad de las combinaciones en las que<br />
entra en tal momento y en tal dominio. Además, esta segunda componente es la<br />
más profunda, y el único medio de medir los elementos de la primera Por<br />
ejemplo, uno se preguntará cuándo han aparecido enunciados de tipo bolchevique,<br />
y cómo el leninismo ha efectuado, a partir de la ruptura con los socialdemócratas,<br />
una verdadera transformación, creadora de una semiología original, incluso<br />
si ésta terminaría cayendo necesariamente en la semilogía mixta de la<br />
organización staliniana. En un estudio ejemplar, Jean-Pierre Faye ha estudiado<br />
con todo detalle las transformaciones que dieron lugar al nacismo entendido como<br />
un sistema de nuevos enunciados en un campo social determinado. Preguntas del<br />
tipo: ¿en qué momento, pero también en qué dominio se instala un régimen de<br />
signos? —¿en todo un pueblo, en una fracción de ese pueblo, en im margen más<br />
bien locahzable en el seno de un hospital psiquiátrico? —hemos visto que ima semiótica<br />
de subjetivación podía localizarse en la historia antigua de los judíos, pero<br />
también en el diagnóstico psiquiátrico del siglo XIX —evidentemente, con profundas<br />
variaciones e incluso verdaderas transformaciones en la semiótica correspondiente-.<br />
Todas estas cuestiones pertenecen al dominio de la pragmática. En la<br />
actuahdad, está claro que las transformaciones o traducciones creadoras más profundas<br />
no se producen en Europa. La pragmática debe rechazar la idea de una invariante<br />
que podría sustraerse a las transformaciones, incluso si es la invariante de<br />
una"pragmaticalidad" dominante. El lenguaje es un problema político, antes de<br />
ser un problema lingüístico; incluso la apreciación de los grados de gramaticalidad<br />
es materia política.<br />
¿Qué es una semiótica, es decir, un régimen de signos o una formalización de<br />
expresión? Una semiótica es a la vez algo más y algo menos que el lenguaje. El<br />
lenguaje se define por su condición de "sobrelinealidad"; las lenguas se definen<br />
por constantes, elementos y relaciones de orden fonológico, sintáctico y semántico.<br />
Y sin duda, cada régimen de signos efectúa la condición del lenguaje y utiliza<br />
los elementos de la lengua, pero nada más. Ningún régimen puede identificarse<br />
con la propia condición, ni tener la propiedad de las constantes. Como bien muestra<br />
Foucault, los regímenes de signos sólo son funciones de existencia del lenguaje,<br />
que unas veces pasan por lenguas diversas, otras se distribuyen en una misma len-<br />
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gua, y que no se confunden ni con una estructura ni con unidades de tal o tal orden,<br />
süio que las atraviesan y las hacen aparecer en el espacio y en el tiempo. En<br />
ese sentido, los regímenes de signos son agenciamientos de enunciación, y ninguna<br />
categoría lingüística es suficiente para explicarlos: lo que convierte una proposición<br />
o incluso una simple palabra en un "enunciado" renate a presupuestos implícitos,<br />
no expücitables, que movilizan variables pragmáticas específicas de la enunciación<br />
(transformaciones incorporales). Queda, pues, excluido que el<br />
agenciamiento pueda explicarse por el significante, o bien por el sujeto, puesto<br />
que estos remiten, por el contrario, a variables de enunciación en el agenciamiento.<br />
Pues la significancia, o la subjetivación, suponen un agenciamiento, no a<br />
la inversa. Los nombres que hemos dado a los regímenes de signos, "presignificante,<br />
significante, contrasignificante, postsignificante", quedarían incluidos en el<br />
evolucionismo si no les correspondiesen efectivamente funciones heterogéneas o<br />
variedades de agenciamiento (la segmentarización, la significancia y la interpretación,<br />
la numeración, la subjetivación). Así pues, los regímenes de signos se definen<br />
por variables internas a la propia enunciación, pero que permanecen exteriores<br />
a las constantes de la lengua e irreductibles a las categorías lingüísticas.<br />
Pero, en este punto, todo se mvierte, y las razones por las que un régimen de<br />
signos es menos que el lenguaje se convierten en las razones por las que también<br />
es más que el lenguaje. El agenciamiento no es agenciamiento de enunciación, no<br />
formaliza la expresión más que en una de sus caras; en la otra, inseparable de la<br />
primera, formaliza los contenidos, es agenciamiento maquínico o de cuerpos.<br />
Ahora bien, los contenidos no son "significados" que de una u otra manera, dependerían<br />
del significante, ni "objetos" que mantendrían una relación cualquiera<br />
de causalidad con el sujeto. En la medida en que tienen su propia formaMzación,<br />
no tienen ninguna relación de correspondencia simbólica o de causalidad lineal<br />
con la forma de expresión: las dos formas están en presuposición recíproca, y sólo<br />
muy relativamente se puede hacer abstracción de una de ellas, puesto que son las<br />
dos caras de un mismo agenciamiento. En el agenciamiento, también hay que llegar<br />
a algo que es aún más profundo que esas caras, y que da cuenta a la vez de las<br />
dos formas en presuposición, formas de expresión o regímenes de signos (sistemas<br />
semióticos), formas de contenido o regímenes de cuerpos (sistemas físicos). Es lo<br />
que nosotros Uamamos máquina abstracta, que constituye y conjuga todos los máximos<br />
de desterritoriaUzación del agenciamiento Y de esa máquina abstracta es<br />
de la que hay que decir: es necesariamente "mucho más" que el lenguaje. Cuando<br />
los lingüistas (siguiendo a Chomsky) llegan a la idea de una máquina abstracta puramente<br />
lingüística, de antemano se plantea la objeción de que esa máquina dista<br />
mucho de ser demasiado abstracta, todavía no lo es suficientemente, puesto que<br />
continúa limitada a la forma de expresión, y a pretendidos universales que suponen<br />
el lenguaje. Como consecuencia, hacer abstracción del contenido es una operación<br />
tanto más relativa e insuficiente, desde el punto de vista de la propia abstracción.<br />
Una verdadera máquina abstracta no tiene ninguna posibilidad de<br />
distinguir por sí misma un plano de expresión y un plano de contenido, puesto<br />
que traza un solo y mismo plan de consistencia que formalizará los contenidos y<br />
las expresiones según los esü-atos o las reterritorializaciones. Pero, desestratifi-