Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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138 MIL MESETAS<br />
"ne do ne domi ne passi ne dominez pas<br />
ne dominez pas vos passions passives ne<br />
ne do dévorants ne do ne dominez pas<br />
vos rats vos rations vos rats rations ne ne... "<br />
Es como si imbiera que distinguir tres tipos de desterritorialización: unos relativos,<br />
propios de los estratos, y que culminan con la significancia; otros absolutos,<br />
pero todavía negativos y estráticos, que aparecen en la subjetivación (Ratio y Passio);<br />
por último, la eventualidad de una desterritorialización positiva absoluta en<br />
el plan de consistencia o en el cuerpo sin órganos.<br />
Evidentemente, no hemos logrado eliminar las formas de contenido (por<br />
ejemplo el papel del Templo, o bien la posición de una Realidad dominante, etc.).<br />
Pero, en condiciones artificiales, hemos aislado un cierto número de semióticas<br />
que presentan características muy diversas. La semiótica presignificante, en la que<br />
la "sobrecodificación" que señala el privilegio del lenguaje se ejerce de una manera<br />
diñisa: la enunciación es colectiva, los enunciados poUvocos, las sustancias de<br />
expresión múltiples; la desterritorialización relativa está determinada por la confrontación<br />
de las territorialidades y de los linajes segmentarios que conjuran el<br />
aparato de Estado. La semiótica significante, en la que la sobrecodificación es<br />
efectuada plenamente por el significante y el aparato de Estado que lo emite; hay<br />
uniformización de la enunciación, unificación de la sustancia de expresión, control<br />
de los enunciados en un régimen de circularidad; la desterritorialización relativa es<br />
llevada aquí hasta el límite en una referencia constante y redundante del signo al<br />
signo. La semiótica contrasignificante, en la que la sobrecodificación es asegurada<br />
por el Número como forma de expresión o de enunciación, y por la Máquina de<br />
guerra de la que depende; la desterritorialización sigue una línea de destrucción o<br />
de abolición activa. La semiótica postsignificante, en la que la sobrecodificación es<br />
asegurada por la redundancia de la conciencia; se produce una subjetivación de la<br />
enunciación en una línea pasional que hace inmanente la organización de poder, y<br />
eleva la desterritorialización al absoluto, aunque de una manera todavía negativa.<br />
Ahora bien, debemos considerar dos aspectos: por un lado, estas semióticas, incluso<br />
si se hace abstracción de las formas de contenido, son concretas, pero únicamente<br />
en la medida en que son mixtas, en que constituyen combkiaciones mixtas.<br />
Toda semiótica es mixta, y sólo funciona de ese modo; cada ima captura forzosamente<br />
fragmentos de una o de varias (plusvalías de código). Incluso desde ese<br />
punto de vista, la semiótica significante no tiene por qué reivindicar ningún privilegio<br />
para formar una semiología general: especialmente la forma que tiene de<br />
combinarse con la semiótica pasional de subjetivación ("el significante para el sujeto")<br />
no imphca ninguna preferencia con relación a otras combinaciones, por<br />
ejemplo entre la semiótica pasional y la contrasignificante, o bien entre la contrasignificante<br />
y la significante (cuando los nómadas se hacen imperiales), etc. No<br />
hay semiología general.<br />
SOBRE ALGUNOS REGIMENES DE SIGNOS 139<br />
Por ejemplo, y sin privilegiar un régimen sobre otro, se pueden hacer esquemas<br />
relativos a la semiótica significante y a la semiótica postsignificante, en los que<br />
las posibilidades de mezcla concreta aparecen de forma evidente:<br />
1. El Centro o el significante, rostridad del dios, del déspota; 2. El Templo o el Palacio, con sacerdotes<br />
y burócratas; 3. La organización en círculos, y el signo que remite al signo, en un mismo<br />
círculo o de un círculo a otro; 4. El desarrollo interpretativo del significante en si^ificado, para volver<br />
a proporcionar significante; 5. La víctima propiciatoria, barrera de la Mnea de fiiga; 6. El chivo<br />
expiatorio, signo negativo de la línea de fiaga.<br />
El otro aspecto, complementario y muy diferente, consiste en lo siguiente: la<br />
posibilidad de transformar una semiótica pura o abstracta en otra, en vütud de la<br />
traducibilidad que deriva de la sobrecodificación como carácter específico del lenguaje.<br />
Ahora ya no se trata de semióticas mixtas concretas, sino de las transforma-<br />
1. El punto de subjetivación, que sustituye al centro de significancia. 2. Los dos rostros que se<br />
desvían; 3. El sujeto de enunciación, que deriva del punto de subjetivación en el desvío; 4. El sujeto<br />
de enunciado, sobre el que se aplica el sujeto de enunciación; 5. La sucesión de los procesos lineales<br />
finitos, con una nueva forma de sacerdotes y una nueva burocracia; 6. Por eso la línea de fuga, liberada<br />
pero todavía segmentarizada, sigue siendo negativa y está bloqueada.<br />
clones de una semiótica abstracta en otra (incluso si esta transformación no es abstracta<br />
de por sí, es decir, tiene lugar efectivamente, sin que sea realizada por un<br />
"traductor" puro). Llamaríase transformaciones analógicas todas aquellas que hi-