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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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136 MIL MESETAS<br />

rocrático, una nueva forma de burocracia sustituye o se conjuga con la vieja burocracia<br />

imperial, el burócrata dice Yo pienso (Kafka es el que más lejos va en ese<br />

sentido, como en el ejemplo del Castillo, Sortini y Sordini, o bien las diversas subjetivaciones<br />

de Klamm) La conyugaUdad es el desarrollo de la pareja, de la<br />

misma manera que la burocracia lo es del cogito: pero lo uno está comprendido<br />

en lo otro, burocracia amorosa y pareja burocrática. Mucho se ha escrito sobre el<br />

doble, de cualquier modo, metafisicamente, viéndolo en todo, en cualquier espejo,<br />

sm reconocer su régimen específico tanto en una semiótica mixta en la que hitroduce<br />

nuevos momentos como en la semiótica pura de subjetivación en la que se<br />

inscribe en la línea de fuga para imponerle figuras muy particulares. Una vez más:<br />

las dos figuras del pensamiento-conciencia y del amor-pasión en el régimen postsignificante;<br />

los dos momentos de la conciencia burocrática y de la relación conyugal<br />

en la caída o en la combinación mixtas. Pero, incluso en el compuesto, la finca<br />

original se pone de manifiesto fácümente bajo las condiciones de un anáfisis<br />

semiotico.<br />

Hay una redundancia de la conciencia y del amor, que no es la misma que la<br />

redundancia significante del otro régimen. En el régimen significante, la redundancia<br />

es un fenómeno de frecuencia objetiva, que afecta a los signos o a elementos<br />

de signos (fonemas, letras, grupos de letras en una lengua): hay una frecuencia<br />

máxima del significante con relación a cada signo y, a la vez, una frecuencia comparativa<br />

de im signo con relación a otro. En cualquier caso, diríase que este régimen<br />

desarroUa una especie de "pared" en el que se inscriben los signos, tanto en<br />

su relación de unos con otros como en su relación con eí significante. En el régimen<br />

postsignificante, por el contrario, la redundancia es de resonancia subjetiva, y<br />

afecta sobre todo a los embrayeurs, pronombres personales y nombres propios.<br />

También aquí hay que distinguir una resonancia máxüna de la conciencia de sí<br />

mismo (Yo=Yo) y una resonancia comparada de los nombres (Tristan...<br />

Isolda...). Pero ahora ya no hay una pared en la que la frecuencia se contabUiza,<br />

más bien habría que hablar de un agujero negro que atrae la conciencia y la pasión,<br />

en el que resuenan. Tristan fiama a Isolda, Isolda fiama a Tristan, y ambos<br />

avanzan hacia el agujero negro de una conciencia de sí mismo a la que los arrastra<br />

la corriente, la muerte. Cuando los Lingüistas distinguen las dos formas de redundancia,<br />

frecuencia y resonancia, a menudo sólo conceden a la segunda un estatuto<br />

derivado De hecho, se trata de dos semióticas, que se combinan, pero que no<br />

por eUo dejan de tener principios distintos (de igual modo, todavía se podrían definir<br />

otras formas de redundancia, rítmicas o gestuales, numéricas, que remiten a<br />

los otros regímenes de signos. Lo que fundamentalmente distingue el régimen significante<br />

y el régimen subjetivo, así como sus respectivas redundancias, es el movimiento<br />

de desterritorialización que efectúan. Puesto que el signo significante ya<br />

sólo remite al signo, y el conjunto de los signos al propio significante, la semiótica<br />

correspondiente goza de un alto nivel de desterritorialización, pero aún relativo,<br />

expresado como frecuencia. En ese sistema, la línea de fuga continúa siendo negativa,<br />

afectada de un signo negativo. El régimen subjetivo ya hemos visto que procedía<br />

de otro modo: precisamente porque el signo rompe su relación de significancia<br />

con el signo, y huye en una línea de fuga positiva, alcanza una desterritoria-<br />

SOBRE ALGUNOS REGIMENES DE SIGNOS 137<br />

hzación absoluta, que se expresa en el agujero negro de la conciencia y de la pasión.<br />

Desterritorialización absoluta del cogito. Por eso la redundancia subjetiva<br />

parece insertarse en el significante, y derivar de él, como una redundancia de segundo<br />

grado.<br />

Pero todavía es más compficado de lo que decimos. La subjetivación afecta a<br />

la hnea de fuga de un signo positivo, Ueva la desterritorialización al absoluto, la intensidad<br />

al más alto grado, la redundancia a una forma refleja, etc. Pero, sm caer<br />

en el régünen precedente, tiene su manera de renegar de la positividad que fibera,<br />

o de relativizar el absoluto que alcanza. En esta redundancia de resonancia, el absoluto<br />

de la conciencia es el absoluto de la impotencia, y la intensidad de la pasión,<br />

el calor del vacío. La subjetivación constituye esencialmente procesos lineales<br />

finitos, de tal forma que uno se termina antes de que otro comience: ese es el<br />

caso de un cogito siempre recomenzado, de una pasión o una reivindicación siempre<br />

remiciadas. Cada conciencia persigue su propia muerte, cada amor-pasión<br />

persigue su propio fin, atraídos por un agujero negro, y todos los agujeros negros<br />

resuenan juntos. De ese modo, la subjetivación impone a la Unea de fuga una segmentaridad<br />

que no cesa de renegar de eUa, y a la desterritorialización absoluta un<br />

punto de aboUción que no cesa de obstrmrla, de desviarla. La expficación es muy<br />

súnple: las formas de expresión o los regímenes de signos siguen siendo estratos<br />

(incluso cuando se las considera por sí mismas, haciendo abstracción de las formas<br />

de contenido); la subjetivación es tan estrato como la significancia.<br />

Los principales estratos que maniatan al hombre son el organismo, pero también<br />

la significancia y la interpretación, la subjetivación y la sujeción. El conjunto<br />

de todos eUos nos separa del plan de consistencia y de la máquma abstracta, justo<br />

donde ya no hay régimen de signos, pero donde la línea de fuga efectúa su propia<br />

positividad potencial, y la desterritorialización su potencia absoluta. Pues bien, a<br />

este respecto, el problema fundamental es inverth el agenciamiento más favorable:<br />

hacerlo pasar, de su cara orientada hacia los estratos, a la otra cara orientada<br />

hacia el plan de consistencia o el cuerpo sin órganos. La subjetivación Ueva el deseo<br />

a tal punto de exceso y de desprendimiento que éste debe, o bien abofirse en<br />

un agujero negro, o bien cambiar de plan. Desestratificar, abrirse a una nueva función,<br />

a una función diagramática. Que la conciencia deje de ser su propio doble, y<br />

la pasión el doble de uno para el otro. Convertir la conciencia en una experimentación<br />

de vida, y la pasión en un campo de intensidades continuas, una emisión de<br />

signos-partículas. Construir el cuerpo sin órganos de la conciencia y del amor.<br />

Utilizar el amor y la conciencia para abolir la subjetivación: "para devenir el gran<br />

amante, el magnetizador y el catalizador, hay que tener sobre todo la sabiduría de<br />

no ser más que el últhno de los idiotas" Utñizar el Yo pienso para un devenkanimal,<br />

y el amor para un devenir-mujer del hombre. Desubjetivar la conciencia y<br />

la pasión. ¿No existen redundancias diagramáticas que no se confunden ni con las<br />

significantes, ni con las subjetivas? ¿Redundancias que ya no serían nudos de arborescencia,<br />

sino reanudaciones y prolongaciones en un rizoma? Ser tartamudo<br />

del lenguaje, extranjero en su propia lengua.

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