Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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MIL MESETAS<br />
ción significante-significado, sino un sujeto de enunciación, que deriva del punto<br />
de subjetivación, y un sujeto de enunciado, en una relación a su vez determinable<br />
con el primer sujeto; ya no hay circularidad del signo al signo, sino un proceso hneal<br />
en el que el signo se precipita a través de los sujetos. Consideremos tres dominios<br />
diversos: 1) Los judíos por oposición a los imperios: Dios apartando su<br />
rostro, devenido punto de subjetivación para el trazado de una línea de fiiga o de<br />
desterritoriahzación; Moisés como sujeto de enunciación, que se constituye a partir<br />
de las tablas de Dios que sustituyen al rostro; el pueblo judío, constituyendo el<br />
sujeto de enunciado, para la traición, pero también para la nueva tierra, formando<br />
una afianza o un "proceso" lineal que siempre hay que reiniciar, en lugar de una<br />
expansión chcular.<br />
2) La llamada filosofía moderna, o cristiana; Descartes por oposición a la filosofía<br />
antigua: la idea de infinito como primera, punto de subjetivación absolutamente<br />
necesario; el Cogito, la conciencia, el "Yo pienso", como sujeto de enunciación<br />
que refleja su propio uso, y que sólo se concibe según una hnea de<br />
desterritoriaUzación representada por la duda metódica; el sujeto de enunciado, la<br />
unión del afina y del cuerpo o el sentimiento, que serán garantizados de manera<br />
compleja por el cogito, y que efectúan las reterritoriahzaciones necesarias. El<br />
cogito, siempre a recomenzar como un proceso, con la posibüidad de traición que<br />
lo acecha. Dios embustero y Genio mafigno. Cuando Descartes dice: puedo inferir<br />
"pienso luego existo", pero no puedo hacerlo para "me paseo luego existo", está<br />
estableciendo la distinción entre los dos sujetos (lo que los actuales lingüistas, que<br />
continúan siendo cartesianos, Uaman shifter, sin perjuicio de volver a encontrar en<br />
el segundo la hueUa del primero).<br />
3) La psiquiatría del siglo XIX: la monomam'a separada de la manía; el defirió<br />
subjetivo aislado de los delirios ideales; la "posesión" sustituyendo a la brujería;<br />
la lenta aparición de los delirios pasionales, que se distinguen de la paranoia...<br />
El esquema del delirio pasional, según Clerambault, es el siguiente: el Postulado<br />
como punto de subjetivación (£/me ama); el OrguUo como tonafidad del sujeto<br />
de enunciación (persecución delirante del ser amado); el Despecho, el Rencor<br />
(como efecto de la recaída en el sujeto de enunciado). El delirio pasional es un<br />
verdadero cogito. En este ejemplo de la erotomania, como en el de los celos o en<br />
el de la fitigancia, Clerambault insiste mucho en lo siguiente: el signo debe ir hasta<br />
el final de un segmento o proceso lineal antes de recomenzar otro, mientras que<br />
en el delirio paranoico los signos no cesan de formar una red que se desarroUa en<br />
todos los sentidos y se reorganiza. De igual modo, el cogito sigue un proceso temporal<br />
lineal que debe ser recomenzado. La historia de los judíos estaba marcada<br />
por catástrofes en cada una de las cuales subsistían los supervivientes suficientes<br />
para recomenzar un nuevo proceso. El conjunto de un proceso está habituahnente<br />
caracterizado por lo siguiente: se emplea el plural en la medida en que hay movimiento<br />
hneal, pero aparece un retraimiento hacia el Singular desde que un reposo,<br />
una pausa fijan el final de un movimiento, antes de que otro recomience Segmentaridad<br />
fundamental: hace falta que un proceso haya finalizado (y que su final<br />
esté indicado) para que otro comience, para que otro pueda comenzar.<br />
La hnea pasional del régimen postsignificante tiene su origen en el punto de<br />
SOBRE ALGUNOS REGÍMENES DE SIGNOS 133<br />
subjetivación. Este puede ser cualquier cosa. Basta con que a partir de ese punto<br />
podamos encontrar los rasgos característicos de la semiótica subjetiva: la doble<br />
desviación, la traición, la existencia condicionada. El alimento desempeña ese papel<br />
para el anoréxico (el anoréxico no afronta la muerte, pero se salva traicionando<br />
al alimento, aunque el alimento no es menos traidor, sospechoso de contener<br />
larvas, gusanos y microbios). Un vestido, una prenda interior, un zapato son<br />
puntos de subjetivación para un fetichista. Un rasgo de rostridad lo es para un<br />
enamorado, pero la rostridad ha cambiado de sentido, deja de ser el cuerpo de un<br />
significante para devenir el punto de partida de una desterritorialización que hace<br />
huh todo el resto. Una cosa, un animal pueden servir. Hay cógitos en cualquier<br />
cosa. "Dos ojos muy separados, una cabeza taUada en cuarzo, una cadera que parecía<br />
dotada de vida personal (...), cada vez que la beUeza deviene kresistible<br />
puede reduchrse a una cuaüdad única": punto de subjetivación en el üiicio de una<br />
línea pasional Es más, varios puntos coexisten para un individuo o un grupo<br />
determmado siempre comprometidos en varios procesos hneales distintos, no<br />
siempre compatibles. Las diversas formas de educación o de "normalización" knpuestas<br />
a un individuo coexisten hasta hacerle cambiar de punto de subjetivación,<br />
cada vez más elevado, cada vez más noble, cada vez más conforme a un supuesto<br />
ideal. Luego, del punto de subjetivación deriva el sujeto de enunciación, en función<br />
de una reahdad^^lSñtáT determinada por ese punto. Y del sujeto de enimciación<br />
deriva a su vez un sujeto de enunciado, es decir, un sujeto atrapado en enunciados<br />
conformes a una reahdad dominante (de la que la reaUdad mental de hace<br />
un momento sólo es una parte, mcluso cuando parece oponerse a ella). Así pues,<br />
lo fundamental, lo que convierte a la línea pasional postsignificante en una línea<br />
de subjetivación o de sujeción es la constitución, el desdoblamiento de los dos sujetos,<br />
el plegamiento de imo sobre otro, del sujeto de enunciación sobre el sujeto<br />
de enunciado (lo que los hngüistas reconocen cuando hablan de una "huella del<br />
proceso de enunciación en el enunciado"). La significancia efectuaría una uniformización<br />
sustancial de la enunciación, pero la subjetividad efectúa ahora una individuación,<br />
colectiva o particular. Como se suele decir, la sustancia ha devenido sujeto.<br />
El sujeto de enunciación se pliega al sujeto de enunciado, sin perjuicio de que<br />
éste vuelva a proporcionar a su vez sujeto de enunciación para otro proceso. El sujeto<br />
del enunciado ha devenido el "repficante" del sujeto de enunciación, bajo una<br />
especie de ecolaha reductora, en una relación biunivoca. Esta relación, este plegamiento,<br />
es también la de la reahdad mental sobre la reahdad dominante. Siempre<br />
se recurre a una reaüdad dominante que funciona internamente (ya era así en el<br />
Antiguo Testamento; o bien en la Reforma, con el comercio y el capitalismo). Ya<br />
no hay necesidad de un centro transcendente de poder, sino más bien de un poder<br />
mmanente que se confunde con lo "real", y que procede por normalización. Lo<br />
que supone una extraña invención: como si el sujeto desdoblado fuera, bajo una<br />
de sus formas, causa de los enunciados de los que él mismo forma parte bajo la<br />
otra de sus formas. Es la paradoja del legislador-sujeto, que sustituye al déspota<br />
significante: cuanto más obedeces a los enunciados de la reahdad dominante, más<br />
dominas como sujeto de enunciación en la reahdad mental, pues finalmente sólo<br />
te obedeces a tí mismo, ¡a tí es a quien obedeces! De todos modos, tú eres el que