Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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118 MIL MESETAS<br />
confirmar lo inadecuado de los presupuestos lingüísticos, en nombre incluso de los<br />
regímenes de signos.<br />
El régimen significante del signo (el signo significante) tiene una fórmula general<br />
simple: el signo remite al signo, y remite al signo hasta el infinito. Por eso, en<br />
último extremo, incluso se puede prescindir de la noción de signo, puesto que lo<br />
que fundamentalmente se retiene no es su relación con un estado de cosas que él<br />
designa, ni con una entidad que él significa, sino únicamente la relación formal del<br />
signo con el signo en tanto que define la llamada cadena significante. Lo ilimitado<br />
de la significancia ha sustituido al signo. Cuando se supone que la denotación (en<br />
este caso, el conjunto de la designación y de la significación) ya forma parte de la<br />
connotación, se está de lleno en ese régimen significante del signo. No nos ocupamos<br />
especialmente de los índices, es decir, de los estados de cosas territoriales que<br />
constituyen lo designable. No nos ocupamos especialmente de los iconos, es decir,<br />
de las operaciones de reterritoriaüzación que constituyen a su vez lo significable.<br />
Así pues, el signo ha alcanzado ya un alto grado de desterritorialización relativa,<br />
bajo el cual es considerado como símbolo, en una constante referencia del signo al<br />
signo. El significante es el signo que redunda con el signo. Los signos cualesquiera<br />
se hacen señales. Todavía no se trata de saber lo que tal signo significa, sino a qué<br />
otros signos remite, qué otros signos se suman a él para formar una red sin principio<br />
ni fin que proyecta su sombra sobre un continuum atmosférico amorfo. Este<br />
continuum amorfo desempeña, por el momento, el papel de "significado", pero<br />
no cesa de deslizarse bajo el significante, al que tan sólo sirve de medium o de pared:<br />
todos los contenidos disuelven en él sus formas específicas. Atmosferización<br />
o mundanización de los contenidos. Se hace, pues, abstracción del contenido. Se<br />
está en la situación descrita por Lévi-Strauss: el mundo ha comenzado significando<br />
antes de que se sepa lo que significaba, el significado está imphcito, pero no<br />
por ello es conocido ^ Vuestra mujer os ha mirado de forma extraña, y esa misma<br />
mañana la portera os ha entregado una carta con la declaración de impuestos a la<br />
vez que cruzaba los dedos, luego, al salir a la calle habéis pisado una cagada de<br />
perro, habéis visto sobre la acera dos trocitos de madera dispuestos como las agujas<br />
de un reloj, al entrar en el despacho alguien ha cuchicheado algo a vuestras espaldas.<br />
Poco importa el significado de todo eso, siempre es significante. El signo<br />
que remite al signo está afectado de una extraña impotencia, de una incertidumbre,<br />
pero potente es el significante que costituye la cadena. También el paranoico<br />
participa de esa impotencia del signo desterritorializado que le asalta por todas<br />
partes en la atmósfera deslizante, pero por esa misma razón accede al superpoder<br />
del significante, en el sentimiento real de la cólera, como dueño de la red que se<br />
propaga en la atmósfera. Régimen despótico paranoico: me atacan y me hacen sufrir,<br />
pero yo adivino sus intenciones, me anticipo, lo sabía desde siempre, incluso<br />
en mi impotencia conservo el poder, "me las pagarán".<br />
En un régimen de ese tipo, nunca se Uega al final de algo. Está hecho precisamente<br />
para eso, es el régimen trágico de la deuda infinita, en el quese es a la vez<br />
deudor y acreedor. Un signo remite a otro signo y pasa a él, que, de signo en<br />
signo, le llevará aún a pasar a otros. "Sin perjuicio de volver circularmente..." No<br />
sólo los signos forman una red infinita, sino que esa red es infinitamente circular.<br />
SOBRE ALGUNOS REGÍMENES DE SIGNOS 119<br />
El enunciado sobrevive a su objeto, el nombre sobrevive a su poseedor. Ya sea<br />
pasando a otros signos, ya sea mantenido en reserva durante algún tiempo, el<br />
signo sobrevive tanto a su estado de cosas como a su significado, salta como un<br />
animal o como un muerto para volver a ocupar su puesto en la cadena e investir<br />
un nuevo estado, un nuevo significado del que todavía "se extrae^. Impresión<br />
de eterno retomo. Hay todo un régimen de enunciados flotantes, errantes, de<br />
nombres suspendidos, de signos que acechan, que esperan ser empujados por la<br />
cadena para volver. El significante como redundancia consigo mismo del signo<br />
desterritoriahzado, mundo fúnebre y de terror.<br />
Pero lo fundamental no es tanto esa circularidad de los signos como la multipücidad<br />
de los círculos o de las cadenas. El signo no sólo remite al signo en un<br />
mismo círculo, sino también de un círculo a otro o de una espiral a otra. Robert<br />
Lowie cuenta como los crow y los hopi reaccionan de forma distmta cuando son<br />
engañados por sus mujeres (los crow son cazadores nómadas, mientras que los<br />
hopi son sedentarios ligados a una tradición imperial): "Un indio crow, cuando su<br />
mujer le engaña, le tatúa el rostro, mientras que, sin perder la calma, un hopi, víctima<br />
del mismo infortuiüo, se retira y reza para que la seqm'a y el hambre se abatan<br />
sobre el poblado". Vemos perfectamente de qué lado está la paranoia, el elemento<br />
despótico o el régimen significante, "la beatería" como sigue diciendo<br />
Lévi-Strauss: "En efecto, para un hopi todo está relacionado: un desorden social,<br />
un incidente doméstico, ponen en tela de juicio el sistema del universo cuyos diferentes<br />
niveles están unidos por múltiples correspondencias: una conmoción en un<br />
plano sólo es inteligible, y moralmente tolerable, como proyección de otras conmociones,<br />
que afectan a los otros niveles" ^. El hopi salta de un cúrenlo a otro, o<br />
de un signo a otro en dos espiras. Se sale del pueblo o de la ciudad, pero siempre<br />
se vuelve a ellos. Puede suceder que esos saltos no sólo estén regulados por rituales<br />
presignificantes, sino por toda una burocracia imperial que decide sobre su legitimidad.<br />
No se salta de cualquier manera, ni sin reglas; y los saltos no sólo están<br />
regulados, sino que hay prohibiciones: no traspasar el círculo más exterior, no<br />
aproximarse al círculo más central... La diferencia entre los círculos procede de lo<br />
siguiente: aunque todos los signos sólo remiten unos a otros desterritorializados,<br />
orientados hacia un mismo centro de significancia, distribuidos en un continuum<br />
amorfo, no por ello dejan de tener diferentes velocidades de desterritorialización<br />
que hablan de un lugar de origen (el templo, el palacio, la casa, la calle, el poblado,<br />
la sabana, etc.), relaciones diferenciales que mantienen la distinción entre<br />
los círculos o que constimyen umbrales en la atmósfera del continuum (lo privado<br />
y lo púbhco, el incidente familiar y el desorden social). Además, esos umbrales y<br />
esos círculos tienen una distribución cambiante según los casos. Hay una trampa<br />
fundamental en el sistema. Saltar de im círculo a otro, desplazar siempre la escena,<br />
representarla en otra parte, es la operación histérica del tramposo como sujeto,<br />
que responde a la operación paranoica del déspota instalado en su centro de<br />
significancia.<br />
Pero todavía hay otro aspecto: el régimen significante no sólo tiene como tarea<br />
organizar en círculos los signos emitidos desde todas partes, sino que continuamente<br />
debe asegurar la expansión de los círculos o de la espiral, volver a pro-