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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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68 MIL MESETAS<br />

sino únicamente redundancias y plusvalías Por el contrario, la linealidad temporal<br />

de la expresión de lenguaje no sólo remite a una sucesión, sino a una síntesis<br />

formal de la sucesión en el tiempo, que constituye toda una sobrecodtficación lineal<br />

y hace surgir un fenómeno que los otros estratos desconocen, la traducción,<br />

la traducibiüdad, por oposición a las inducciones o transducciones precedentes. Y<br />

por traducción no sólo hay que entender que una lengua puede, en cierto sentido,<br />

"representar" los elementos de otra lengua, sino algo más, que el lenguaje, con sus<br />

propios elementos en su estrato, puede representar a todos los demás estratos, y<br />

acceder así a una concepción científica del mundo. El mundo científico ( Welt, por<br />

oposición a el í/mw/í animal) aparece, en efecto, como la traducción de todos los<br />

flujos, partículas, códigos y territorialidades de los otros estratos en un sistema de<br />

signos suficientemente desterritoriaUzados, es decir, en una sobrecodificación específica<br />

del lenguaje. Esta propiedad de sobrecodificación o de sobrelinealidad es<br />

la que explica que, en el lenguaje, no sólo hay independencia de la expresión respecto<br />

al contenido, sino independencia de la forma de expresión respecto a las<br />

sustancias: la traducción es posible porque una misma forma puede pasar de una<br />

sustancia a otra, contrariamente a lo que sucede en el código genético, por ejemplo<br />

entre cadenas de ARN y de ADN. Veremos cómo esta situación suscita ciertas<br />

pretensiones imperiahstas del lenguaje, que se enuncian con ingenuidad en fórmulas<br />

del tipo: "toda semiología de un sistema no lingüístico ha de recurrir a la<br />

lengua como intermediario (...). La lengua es el interpretante de todos los demás<br />

sistemas, lingüísticos y no lingüísticos". Lo que equivale a abstraer una característica<br />

del lenguaje para decir que los demás estratos sólo pueden participar de esa<br />

característica si son hablados. Nos lo temíamos. Pero, más positivamente, se debe<br />

constatar que esta inmanencia de una traducción universal al lenguaje hace que<br />

los epistratos y los paraestratos, en el orden de las superposiciones, de las difusiones,<br />

de las comunicaciones, de los acotamientos, procedan de forma distinta que<br />

en los demás estratos: todos los movimientos humanos, incluso los más violentos,<br />

implican traducciones.<br />

Había que darse prisa, decía Challenger, en este tercer tipo de estrato lo que<br />

nos apremia es la línea del tiempo. Tenemos, pues, una nueva organización contenido-expresión,<br />

cada xmo de los cuales tiene formas y sustancias: contenido tecnológico-expresión<br />

simbólica o semiótica. Por contenido no sólo hay que entender la<br />

mano y las herramientas, sino también una máquina social técnica que preexiste a<br />

todo ello, y que constituye estados de fuerza o formaciones de potencia. Por expresión<br />

no sólo hay que entender la voz y el lenguaje, ni las lenguas, sino también una<br />

máquina que preexiste a todo ello, y que constituye regímenes de signos. Una formación<br />

de potencia es mucho más que una herramienta, un régimen de signos es<br />

mucho más que una lengua: más bien actúan como agentes determinantes y selectivos,<br />

tanto para la constimción de las lenguas, de las herramientas, como para sus<br />

usos, para sus comunicaciones y difusiones mutuas o respectivas. Con el tercer estrato<br />

surgen, pues. Máquinas que pertenecen plenamente a este estrato, pero que<br />

al mismo tiempo se elevan y tienden sus pinzas en todos los sentidos hacia todos<br />

los demás estratos. ¿No sería algo así como un estado intermediario entre los dos estados<br />

de la Máquina abstracta? Aquél en el que permanecería englobada en un es-<br />

LA GEOLOGÍA DE LA MORAL (¿POR QUIÉN SE TOMA LA TIERRA?) 69<br />

trato correspondiente (ecumeno), aquél en el que se desarrollaría por sí misma en<br />

el plan de consistencia desestratificado (planomeno). Aquí la Máquina abstracta<br />

comienza a desplegarse, comienza a elevarse, produciendo la ilusión de que desborda<br />

todos los estratos, aunque pertenezca todavía a un estrato determinado. Evidentemente,<br />

esa es la ilusión constitutiva del hombre (¿Por quién se toma el hombre?).<br />

Husión que deriva de la sobrecodificación inmanente al lenguaje. Pero lo que<br />

no es ilusorio son esas nuevas distribuciones del contenido y de la expresión: contenido<br />

tecnológico caracterizado por mano-herramienta, que remite más profundamente<br />

a una Máquina social y a formaciones de potencia; expresión simbólica<br />

caracterizada por cara-lenguaje, que remite más profundamente a una Máquina semiótica<br />

y a regímenes de signos. En ambos casos, los epistratos y los parastratos, los<br />

grados superpuestos y las formas accoiées son más válidos que nunca como estratos<br />

autónomos. Si llegamos a distinguir dos regímenes de signos o dos formaciones de<br />

potencia diremos que en las poblaciones humanas son de hecho dos estratos.<br />

Ahora bien, ¿qué relación se establece entonces entre contenido y expresión, y<br />

qué tipo de distinción? Todo esto está en el cerebro, y, sin embargo, nunca ha habido<br />

distinción más real. Lo que nosotros queremos decir es que existe un medio<br />

exterior común a todo el estrato, incluido en todo el estrato, el medio nervioso cerebral.<br />

Procede del substrato orgánico, pero éste no desempeña verdaderamente el<br />

papel de un substrato, ni de un soporte pasivo. Su organización no es menor. Más<br />

bien constituye el caldo prehumano en el que estamos inmersos. En él están inmersas<br />

muestras manos y nuestros rostros. El cerebro es una población, un conjunto de<br />

tribus que tienden hacia dos polos. Cuando Leroi-Gourhan analiza precisamente la<br />

constitución de dos polos en este caldo, uno del que dependerán las acciones del<br />

rostro, y otro del que dependerán las de la mano, la correlación o la relatividad de<br />

ambos no impiden la distinción real, sino que, por el contrario, la provocan como<br />

presuposición recíproca de dos articulaciones, la articulación manual de contenido,<br />

la articulación facial de expresión. Y la distinción no es simplemente real, como<br />

entre moléculas, cosas o sujetos, ha devenido esencial (así se decía en la Edad Media),<br />

como entre atributos, modos de ser o categorías irreductibles: las cosas y las<br />

palabras. No por ello dejamos de encontrar, llevado a ese nivel, el movimiento más<br />

general por el que cada una de las dos articulaciones distintas es ya doble de por sí,<br />

desempeñando ciertos elementos formales del contenido un papel de expresión con<br />

relación al propio contenido, y ciertos elementos formales de Ja expresión un papel<br />

de contenido con relación a la propia expresión. En el primer caso, Leroi-Gourhan<br />

muestra cómo la mano crea todo un mundo de símbolos, todo un lenguaje pluridimensional<br />

que no se confunde con el lenguaje verbal unilineal, y que constituye una<br />

expresión irradiante específica del contenido (sería un origen de la escritura) El<br />

segundo caso aparece claramente en la doble articulación específica del lenguaje,<br />

puesto que los fonemas forman un contenido irradiante específico de la expresión<br />

de los monemas en tanto que segmentos significativos lineales (tan sólo en esas condiciones<br />

la doble articulación como característica general de estrato adquiere el sentido<br />

lingüístico que le atribuye Martinet). Provisionahnente habíamos acabado con<br />

las relaciones contenido-expresión, su distinción real, y las variaciones de esas relaciones<br />

y de esa distinción de acuerdo con los grandes tipos de estratos.

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