Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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488 MIL MESETAS<br />
contrario, está cubierto por el cielo como medida y las cualidades visuales mesurables<br />
derivadas de él.<br />
Aquí es donde se plantearía el problema muy especial del mar. Pues el mar es<br />
el espacio liso por excelencia, y sin embargo es el que más pronto se ha visto confrontado<br />
con las exigencias de un estriaje cada vez más estricto. El problema no se<br />
plantea en la proxhnidad de la tierra. Al contrario, el estriaje de los mares se ha<br />
realizado en la navegación de altura. El espacio marítimo se ha estriado en ftinción<br />
de dos conquistas, astronómica y geográfica: el punto, que se obtiene por un<br />
conjunto de cálculos a parth de una observación exacta de los astros y del sol; la<br />
carta, que entrecruza los meridianos y los paralelos, las longitudes y las latitudes,<br />
cuadriculando así las regiones conocidas o desconocidas (como una tabla de Mendeleiev).<br />
Según la tesis portuguesa, ¿hay que asignar ima fecha-transición hacia<br />
1440, que habría señalado un primer estriado decisivo y que habría hecho posibles<br />
los grandes descubrimientos? Nosotros más bien estamos de acuerdo con Pierre<br />
Chaunu cuando mvoca una larga duración, en la que lo hso y lo estriado se enfrentan<br />
en el mar, y en la que el estriaje se instala progresivamente Pues, antes<br />
de la tardía localización de las longitudes, existe toda una navegación nómada empírica<br />
y compleja que hace intervenir los vientos, los ruidos, los colores y los sonidos<br />
del mar; luego una navegación dheccional, preastronómica y ya astronómica,<br />
que utiliza una geometría operatoria, sólo opera todavía por latitud, shi posibifidad<br />
de "señalar el punto", sólo dispone de portulanos y no de verdaderas cartas,<br />
sm "generaüzación traducible"; y los progresos de esta navegación astronómica<br />
primitiva, primero en las condiciones especiales de latitud del océano índico, después<br />
en los chcuitos eUptícos del Atíántico (espacios rectos y curvos) ^. Es como si<br />
el mar no sólo hubiese sido el arquetipo de todos los espacios fisos, smo el primero<br />
de esos espacios en sufrir un estriado que lo dominaba progresivamente y lo cuadriculaba<br />
aqm' o aUá, por un lado, luego por el otro. Las ciudades comerciantes<br />
han participado en ese estriaje, y con frecuencia innovado, pero sólo los Estados<br />
podían generahzarlo, elevarlo al nivel global de una "pofitica de la ciencia" ^. Progresivamente<br />
se ha instaurado lo dhnensional, que subordinaba lo direccional o se<br />
superpom'a a eUo.<br />
Sin duda, de esa forma, el mar, arquetipo del espacio hso, ha sido también el<br />
arquetipo de todos los estriajes del espacio hso: estriaje del desierto, estriaje del<br />
ahe, estriaje de la estratosfera (que hace que Vhüio pueda hablar de un "fitoral<br />
vertical" como cambio de dhección). En el mar fue donde primero se dommó el<br />
espacio hso, y donde se encontró un modelo de organización, de imposición del estriado,<br />
váhdo para otros sitios. Lo que no contradice la otra hipótesis de Vhiho: al<br />
término de su estriaje, el mar vuelve a produch una especie de espacio hso, ocupado<br />
primero por el fleet in being, luego por el movimiento constante del submarino<br />
estratégico, que desborda todo cuadriculado, que inventa un neonomadismo<br />
al servicio de una máquma de guerra todavía más inquietante que los Estados que<br />
la reconstituyen en el hrnite de sus estriajes. El mar, luego el ahe y la estratosfera<br />
vuelven a ser espacios hsos, pero para mejor controlar la tierra estriada, en la más<br />
extraña de las mversiones El espacio Uso siempre dispone de una potencia de<br />
desterritorialización superior al estriado. Cuando uno se interesa por los nuevos<br />
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LO Liso Y LO ESTRIADO 489<br />
oficios e incluso por las nuevas clases, ¿cómo no mterrogarse sobre esos técnicos<br />
miütares que vigilan día y noche las pantaUas de radar, que habitan o habitarán por<br />
mucho tiempo los submarinos estratégicos y los satéUtes, y qué ojos, qué oídos de<br />
apocahpsis ponen, pues apenas pueden ya distinguh un fenómeno físico, un vuelo<br />
de sahamontes, un ataque "enemigo" procedente de cualquier punto? Todo esto<br />
para recordar que lo hso puede ser trazado y ocupado por potencias de organización<br />
diabóhcas; pero, sobre todo, independientemente de cualquier juicio de valor,<br />
para mostrar que hay dos movimientos no simétricos, uno que estría lo liso, otro<br />
que vuelve a produch hso a parth de lo estriado. (E incluso con relación al espacio<br />
Uso de una organización mundial, ¿no existen también nuevos espacios lisos, o espacios<br />
agujereados, que nacen como alarde? Viriho invoca el iihcio de un habitat<br />
subterráneo en el "espesor mineral", y que puede tener valores muy diversos).<br />
Volvamos a la oposición shnple entre lo hso y lo estriado, pues aún no estamos<br />
en condiciones de considerar sus combinaciones concretas y disimétricas. Lo hso y<br />
lo estriado se distingue en primer lugar por la relación inversa del punto y de la finca<br />
(la finea entre dos puntos en el caso de lo estriado, el punto entre dos líneas<br />
en lo hso). En segundo lugar, por la naturaleza de la línea (hsa-direccional, intervalos<br />
abiertos; estriado-dimensional, hitervalos cerrados). Por úUimo, existe una<br />
tercera diferencia que concierne a la superficie o al espacio. En el espacio estriado<br />
se delimita una superficie y se "reparte" según mtervalos determinados, según cortes<br />
asignados; en el hso, se "distribuye" en un espacio abierto, según las frecuencias<br />
y la longitud de los trayectos (logos y nomos) Ahora bien, por simple que<br />
sea, la oposición no es fácU de situar. No podemos contentamos con oponer dhectamente<br />
el suelo hso del ganadero-nómada a la tierra estriada del cultivador sedentario.<br />
Es evidente que el campesino, mcluso sedentario, participa plenamente<br />
del espacio de los vientos, de las cuahdades sonoras y táctües. Cuando los antiguos<br />
griegos hablan del espacio abierto del nomos, no dehmitado, no fraccionado,<br />
campo preurbano, ladera de montaña, meseta, estepa, no lo oponen a la agricultura,<br />
que, por el contrario, puede formar parte de él, lo oponen a la polis, a la<br />
urbe, a la ciudad. Cuando Ibn Khaldoun habla de la Badiya, de la bedumidad,<br />
ésta incluye tanto a los cultivadores como a los ganaderos nómadas: la opone a la<br />
Hadara, es dech, a la "ciudadaiua". Evidentemente, esta precisión es hnportante;<br />
y sm embargo no cambia casi nada. Pues, desde los tiempos más remotos, desde el<br />
neofitico e incluso el paleofitico, la ciudad inventa la agricultura: bajo la acción de<br />
la ciudad, el agricultor, y su espacio estriado, se superponen al cultivador todavía<br />
en espacio uso (cultivador transhumante, semisedentario o ya sedentario). Por eso<br />
podemos encontrar a ese nivel la oposición shnple que en principio rechazábamos<br />
entre agricultores y nómadas, entre tierra estriada y suelo uso, pero pasando indi- '<br />
rectamente por la ciudad, en tanto que fuerza de estriaje. Por tanto, no sólo el<br />
mar, el desierto, la estepa y el ahe, son el lugar de una confrontación entre lo hso<br />
y lo estriado, también lo es la propia tierra, según que exista una agricultura en espacio-nomos<br />
o una agricultura en espacio-urbe. Es más: ¿no habrá que dech lo<br />
mismo de la urbe? Contrariamente al mar, la urbe es el espacio estriado por excelencia;<br />
pero así como el mar es el espacio hso que se deja fundamentalmente estriar,<br />
la urbe sería la fuerza de estriaje que volvería a produch, a abrir por todas