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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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436 MIL MESETAS<br />

la organización de los dos varíe. En tercer lugar, si llamamos "captura" a esta<br />

esencia interna o a esta unidad del Estado, debemos decir que las palabras "captura<br />

mágica" describen perfectamente la situación, puesto que siempre aparece<br />

como ya hecha y presuponiéndose; en ese caso, ¿cómo exphcarla si no se refiere a<br />

nmguna causa asignable precisa?Por eso las tesis sobre el origen del Estado siempre<br />

son tautológicas. Unas veces se mvocan factores exógenos, hgados a la guerra<br />

y a la máquma de guerra; otras factores endógenos, que harían nacer la propiedad<br />

privada, la moneda, etc.; otras, por último, factores específicos que determinarían<br />

la formación de "funciones púbUcas". Las tres tesis se encuentran en Engels, según<br />

una concepción de la diversidad de las vías de la Dommación. Pero todas suponen<br />

lo que se discute. La guerra sólo produce Estado si al menos una de las dos<br />

partes es previamente un Estado; y la organización de guerra tan sólo es un factor<br />

de Estado si forma parte de él. O bien el Estado no mcluye máquina de guerra<br />

(antes de que existan soldados, existen pohcías y carceleros), o bien la hicluye,<br />

pero bajo forma de institución mihtar o de función púbfica ^. De igual modo, la<br />

propiedad privada supone una propiedad púbhca de Estado, chcula a través de<br />

sus mallas; y la moneda supone el hnpuesto. Pero lo que resuha todavía más difícil<br />

de expücar es cómo unas funciones púbhcas podrían preexisth al Estado que hnphcan.<br />

Siempre nos vemos obhgados a referimos a un Estado que nace adulto y<br />

que surge de golpe, í/rsíafl/incondicionado.<br />

Proposición XI: ¿Qué es primero?<br />

Al primer polo de captura se le denominará imperial o despótico. Corresponde<br />

a la formación asiática de Marx. La arqueología lo descubre en todas partes,<br />

ocuho a menudo por el olvido, en el horizonte de todos los sistemas o Estados,<br />

no sólo en Asia, sino en Africa, en América, en Grecia, en Roma. Urstaat<br />

inmemorial, desde el neofitico, y quizá desde mucho antes. Según la descripción<br />

marxista: un aparato de Estado se erige sobre las comunidades agrícolas primitivas,<br />

que ya tienen códigos de hnajes-territoriales; pero las sobrecodifica, las<br />

somete al poder de un emperador déspota, propietario púbhco único y transcedente,<br />

señor del excedente o de las reservas, organizador de las grandes obras (sobretrabajo),<br />

fuente de funciones púbUcas y de burocracia. Es el paradigma del lazo,<br />

del nudo. Tal es el réghnen de signos del Estado: la sobrecodificación o el Significante.<br />

Es un sistema de esclavitud maquínica: la prhnera "megamáquma" en sentido<br />

estricto, como dice Mumford. Prodigioso triunfo de un golpe: con relación a<br />

este modelo los otros Estados sólo serán engendros. El emperador déspota no es<br />

un rey o un thano; éstos sólo existirán en función de una propiedad ya privada<br />

En el régimen hnperial, por el contrario, todo es púbhco: la posesión de la tierra es<br />

comunitaria, cada uno sólo posee en tanto que miembro de una comunidad; la<br />

propiedad eminente del déspota es la de la supuesta Unidad de las comunidades; y<br />

los funcionarios sólo tienen tierras de función, mcluso heredharias. Puede existh el<br />

dinero, especiahnente en el hnpuesto que los funcionarios deben al emperador,<br />

pero no sirve para una compra-venta, puesto que la tierra no existe como mercan-<br />

APARATO DE CAPTURA 437<br />

cía ahenable. Es el régimen del nexum, el lazo: todo se presta, e incluso se da sin<br />

transferencia de propiedad, sin apropiación privada, y en él la contrapartida no<br />

supone un interés ni un beneficio para el donante, sino más bien una "renta" que<br />

le corresponde, que va unida al préstamo de uso o a la donación de renta<br />

Marx historiador, Chüde arqueólogo, comciden en el punto siguiente: el Estado<br />

imperial arcaico, que sobrecodificará comunidades agrícolas, supone al menos<br />

un cierto desarroUo de sus fuerzas productivas, puesto que es necesario un excedente<br />

potencial capaz de constituh las reservas de Estado, de mantener un<br />

artesanado especiahzado (metalurgia), y de suschar progresivamente funciones<br />

púbhcas. Por eso Marx relacionaba el Estado arcaico con un cierto "modo de producción".<br />

No obstante, el origen de estos Estados neoUticos se puede diferir en el<br />

tiempo todo lo que se quiera. Pues bien, cuando se presuponen hnperios casi paleohticos,<br />

no sólo se trata de una cantidad de tiempo, el problema cuahtativo cambia.<br />

Catal-Hüyük, en Anatoha, hace posible un paradigma hnperial singularmente<br />

reforzado: se trata de unas reservas de cereales sUvestres y de animales relativamente<br />

pacíficos, procedentes de territorios diferentes, que reafizan y permiten reafizar,<br />

en principio al azar, hibridaciones y selecciones de las que surgirán la agricultura<br />

y la ganadería menor Vemos perfectamente la importancia de este<br />

cambio en los elementos del problema. Las reservas ya no suponen un excedente<br />

potencial, sino a la inversa. El Estado ya no supone comunidades agrícolas elaboradas<br />

y fuerzas productivas desarroUadas; al contrario, se establece dhectamente<br />

en un medio de recolectores-cazadores sin agricultura ni metalurgia previas, y es<br />

él el que crea la agricultura, la ganadería y la metalurgia, primero en su propio<br />

suelo, luego imponiéndolas al mundo chcundante. El campo ya no crea progresivamente<br />

la ciudad, es la ciudad la que crea el campo. El Estado ya no supone un<br />

modo de producción, es el Estado el que convierte la producción en un "modo".<br />

Las últhnas razones para suponer un desarroUo progresivo se anulan. Sucede<br />

como con los cereales en un saco: todo comienza por una mezcla al azar. La "revolución<br />

estatal y urbana" puede ser paleofitica, y no neofitica como creía Chüde.<br />

El evolucionismo ha sido criticado de múltiples formas (movimientos en<br />

zigzag, etapas que faltan aquí o aUá, cortes de conjunto irreductibles). Especialmente,<br />

hemos visto cómo Pierre Qastres había mtentado romper el marco evolucionista,<br />

en función de dos tesis: 1) las Uamadas sociedades primitivas no eran<br />

sociedades sm Estado, en el sentido en que no habrían alcanzado un cierto estadio,<br />

sino sociedades contra-Estado, que organizaban mecanismos que conjuraban<br />

la forma-Estado, que hacían imposible su cristalización; 2) cuando surge el Estado,<br />

lo hace bajo la forma de un corte irreductible, puesto que no es la consecuencia<br />

de un desarroUo progresivo de las fuerzas productivas (ni siquiera la "revolución<br />

neofitica" puede defíunhse en función de una mfraestructura económica)<br />

No obstante, no se rompe con el evolucionismo trazando un corte por sí<br />

solo: Clastres, en la úhima fase de su trabajo, mantenía la preexistencia y la autarquía<br />

de las sociedades contra-Estado, y atribuía su mecanismo a un presentimiento<br />

demasiado misterioso de lo que conjuraban y que todavía no existía. Más<br />

generalmente, no puede dejar de sorprendernos la curiosa mdiferencia que la etnología<br />

sigue manifestando por la arqueología. Diríase que los etnólogos, encerra-

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