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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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434 MIL MESETAS<br />

derecho y de la técnica, de la ley y de la herramienta. En la sucesión de los hombres<br />

de Estado buscad siempre el Tuerto y el Manco, Horacio Coclès y Mucio<br />

Scevola (¿de Gaulle y Pompidou?). No es que uno tenga la exclusi\ádad de los<br />

signos, y el otro la de las herramientas. El emperador terrible ya es señor de las<br />

grandes obras; el rey sabio conquista y transforma todo el régimen de signos. Pues<br />

la combmación signos-herramientas constituye de todas formas el rasgo diferencial<br />

de la soberanía poh'tica, o la complementaridad de Estado ^.<br />

2) Por supuesto, los dos hombres de Estado siempre aparecen imphcados en<br />

historias de guerra. Pero precisamente, o bien el emperador mágico hace combatir<br />

a guerreros que no son los suyos, que pone a su servicio por captura; o bien, las<br />

armas cuando surge en el campo de batalla, lanza su red sobre los guerreros, les<br />

provoca con su único ojo una catatonía petrificada, "hga sm combate", encástrala<br />

máquina de guerra (no hay, pues, que confundk esta captura de Estado con las<br />

capturas de guerra, conquistas, prisioneros, botines) ^. En cuanto al otro polo, el<br />

rey jurista es un gran organizador de la guerra; pero le da leyes, le prepara un<br />

campo, le inventa un derecho, le ünpone una disciplina, la subordina a fines pofiticos.<br />

Convierte la máquina de guerra en una institución müitar, adapta la máquina<br />

de guerra al aparato de Estado"*. No debemos precipitamos y hablar de dulcificación,<br />

de humanización: al contrario, quizá sea precisamente ahí donde la máquina<br />

de guerra sólo tiene un objeto, la propia guerra. La violencia aparece en todas<br />

partes, pero bajo regímenes y economías diferentes. La violencia del emperador<br />

mágico: su nudo, su red, su "ataque una vez por todas"... La violencia del rey jurista:<br />

su reanudación en cada ataque, siempre en virtud de los fines, de las afianzas<br />

y de las leyes... En última instancia, la violencia de la máquina de guerra podría<br />

parecer más suave y más flexible que la del aparato de Estado: pues todavía no<br />

tiene la guerra como "objeto", escapa a los dos polos de Estado. Por eso el hombre<br />

de guerra, en su exteríoridad, no deja de protestar contra las afianzas y pactos<br />

del rey jurista, pero también de deshacer los lazos del emperador mágico. Es tan<br />

desagaviUador como perjuro: dos veces traidor ^. Tiene otra economía, otra cmeldad,<br />

pero también otra justicia, otra piedad. El hombre de guerra opone a los signos<br />

y herramientas del Estado sus armas y sus joyas. Una vez más, ¿quién dirá lo<br />

mejor y lo peor? Es cierto que la guerra mata y mutila espantosamente. Pero lo<br />

hace tanto más cuanto que el Estado se apropia de la máquina de guerta. Y sobre<br />

todo el aparato de Estado hace que la mutüación e incluso la muerte se produzcan<br />

previamente. Tiene necesidad de que ya se hayan producido, de que los hombres<br />

nazcan de ese modo, hsiados y zombies. El mito del zombie, del muerto-viviente,<br />

es un mito del trabajo y no de la guerra. La mutilación es una consecuencia de la<br />

guerra, pero es una condición, un presupuesto del aparato de Estado y de la orgaifización<br />

del trabajo (de ahí la deformidad natal no sólo del trabajador, sino del<br />

propio hombre de Estado, del tipo Tuerto o Manco): "Esa bmtal profusión de<br />

trozos de came cortada me había consternado. (...) ¿No formaba parte de la perfección<br />

técnica y de su embriaguez (...)? Los hombres se hacen la guerta desde los<br />

tiempos más remotos, pero no recuerdo en toda la Iliada un solo ejemplo en el<br />

que un guertero haya perdido un brazo o una piema. El mito reservaba las mutilaciones<br />

para los monstraos, para las bestias humanas de la raza de Tántalo o de<br />

APARATO DE CAPTURA 435<br />

Procusto (...) Una ilusión óptica hace que atribuyamos esas mutilaciones al accidente.<br />

De hecho, los accidentes proceden de las mutilaciones que ya ha sufrido<br />

nuestro mundo en sus orígenes; y el crechniento numérico de las amputaciones es<br />

uno de los síntomas que traicionan el triunfo de la moral del escalpelo. La pérdida<br />

se produjo realmente mucho antes de que pudiera ser visiblemente valorada...^. El<br />

aparato de Estado tiene necesidad, tanto en su cúpula como en su base, de tarados<br />

previos, de mutilados preexistentes o de muertos de nacimiento, de hsiados<br />

congénitos, de tuertos y de mancos.<br />

En ese caso, podría establecerse una tentadora hipótesis, en tres tiempos: la<br />

máquma de guerra estaría "entre" los dos polos de la soberanía poh'tica, y aseguran'a<br />

el paso de un polo al otro. En ese orden precisamente, 1-2-3, parecen presentarse<br />

las cosas en el mito o en la historia. Veamos dos versiones del Tuerto y<br />

del Manco analizadas por Dumézil: 1) El dios Odín, con un único ojo, ata o figa<br />

al Lobo de guerta, lo atrapa en su lazo mágico; 2) pero el lobo desconfiaba, y disponía<br />

de toda su potencia de exterioridad; 3) el dios Tyr da ima garantía jurídica<br />

al lobo, le deja una mano en el hocico, para que el lobo pueda cortarla si no logra<br />

deshacerse del lazo. —1) Horacio Coclès, el tuerto, sólo con su rostro, su gesto y<br />

su potencia mágica, impide que el jefe etrusco asalte Roma; 2) entonces el jefe de<br />

guerra decide sitiarla; 3) Mucio Scevola toma el relevo pofitico, y ofrece su mano<br />

como garantía, para persuadir al guertero de que es mejor renunciar al sitio y concluir<br />

un pacto. —En un contexto completamente distinto, histórico, Marcel<br />

Détienne sugiere un esquema análogo en tres tiempos para la Grecia Antigua:<br />

1) el soberano mágico, el "Señor de la verdad", dispone de una máquina de guerra,<br />

que sin duda no procede de él, y que en su imperio disfruta de una relativa<br />

autonorm'a; 2) esta clase de guerteros tiene reglas propias, definidas por una "isonomía",<br />

un espacio isótropo, un "medio" (el botín está en el medio, el que habla<br />

se sitúa en el medio de la asamblea): es otro espacio, son otras reglas que las del<br />

soberano, que captura y que habla desde arriba; 3) la reforma hopfitica, preparada<br />

en la clase guertera, va a extenderse al conjunto del cuerpo social, va a promover<br />

un ejército de soldados-ciudadanos, al mismo tiempo que los últimos restos<br />

de un polo imperial de la soberanía son sustituidos por el polo jurídico del Estadociudad<br />

(isonomía como ley, isotropia como espacio) ^. Así pues, en todos estos casos,<br />

diríase que la máquina de guerra interviene "entre" los dos polos del aparato<br />

de Estado, para garantizar y determinar el paso del uno al otro.<br />

Sin embargo, no se puede dar a este esquema un sentido causal (y los autores<br />

invocados no lo hacen). En primer lugar, la máquma de guerta no expHca nada;<br />

pues o bien es exterior al Estado y dkigida contra él; o bien ya forma parte de él,<br />

encastrada o adaptada, y lo supone. Si interviene en una evolución del Estado<br />

siempre lo hará necesariamente en conjunción con otros factores intemos. Y eso<br />

es lo que aparece en segundo lugar: si hay una evolución del Estado es necesario<br />

que el segundo polo, el polo evolucionado, esté en resonancia con el prünero, que<br />

de alguna manera no deje de recargarlo, y que el Estado sólo tenga un medio de<br />

interioridad, es decfi, una unidad de composición, a pesar de todas las diferencias<br />

de organización y de desarrollo de los Estados. Incluso es necesario que cada Estado<br />

tenga los dos polos, como los momentos esenciales de su existencia, aunque

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