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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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MIL MESETAS<br />

a menudo curvado y truncado, arma de corte y de sesgo, engloba otro espacio dinámico<br />

que la espada en hierro forjado, de estoque y de cara: los escitas lo Uevan<br />

a la India y a Persia, donde lo recogerán los árabes. Es un hecho admitido que los<br />

nómadas pierden su papel innovador con las armas de fuego y sobre todo con el<br />

cañón ("la pólvora de cañón acabó con su rapidez"). Pero eso no se debe necesariamente<br />

a que no sepan utilizarlas: no sólo ejércitos como el turco, cuyas tradiciones<br />

nómadas continúan vivas, desarroUarán una enorme potencia de fuego, un<br />

nuevo espacio, sino que, de una forma todavía más característica, la artülería ligera<br />

se intregrará perfectamente en las formaciones móvües de carros, en las naves<br />

phatas, etc. Si el cañón señala un límite de los nómadas es más bien porque<br />

supone ima inversión económica que sólo puede hacer un aparato de Estado (ni<br />

siquiera las ciudades comerciantes serán capaces de eUo). No obstante, para las<br />

armas blancas, e incluso también para el cañón, encontramos constantemente un<br />

nómada en el horizonte de tal o tal familia tecnológica<br />

Evidentemente, cada caso es polémico: por ejemplo, las grandes discusiones<br />

sobre el estribo Pues en general es difícü distinguh lo que corresponde a los nómadas<br />

como tales y lo que reciben de un imperio con el que comunican, conquistan<br />

o en el que se integran. Entre un ejército imperial y una máquina de guerra<br />

nómada, hay tantas franjas, intermediarios o combinaciones que, a menudo, las<br />

cosas proceden sobre todo del primero. El ejemplo del sable es típico y, contrariamente<br />

al estribo, sin ambigüedad: pues si bien es cierto que los escitas son los difusores<br />

del sable, y lo aportan a los hindúes, a los persas y a los árabes, también<br />

han sido sus primeras vícthnas, los primeros en sufrhlo: quien lo inventa es el imperio<br />

chino de los Ts'm y de los Han, dueño exclusivo del acero fundido o al crisol^'.<br />

Razón de más para señalar, en este ejemplo, las dificultades que encuentran<br />

los arqueólogos y los historiadores modernos. Ni siquiera los arqueólogos están hbres<br />

de un cierto odio o desprecio hacia los nómadas. En el caso del sable, en el<br />

que los hechos hablan ya suficientemente en favor de un origen imperial, el mejor<br />

comentarista cree correcto añadh que de todas formas los escitas no podían haberlo<br />

inventado, puesto que no eran más que unos pobres nómadas, y porque el<br />

acero al crisol procedía necesariamente de un medio sedentario. ¿Pero por qué<br />

considerar, según la antigua versión oficial china, que desertores del ejército imperial<br />

habrían revelado el secreto a los escitas? ¿Y qué significa "revelar el secreto",<br />

si los escitas no eran capaces de utilizarlo y no lo entendían? Los desertores cargan<br />

con todo. No se fabrica una bomba atómica con un secreto, tampoco se fabrica<br />

un sable si no se es capaz de reproduchlo y de integrarlo bajo otras condiciones,<br />

de hacerlo pasar a otros agenciamientos. La propagación, la difusión, forman<br />

parte plenamente de la línea de innovación; señalan un giro. Y además: ¿por qué<br />

dech que el acero al crisol es la propiedad necesaria de sedentarios y de hnperiales,<br />

cuando es fundamentalmente una invención de metalúrgicos? Se supone que<br />

esos metalúrgicos están necesariamente controlados por un aparato de Estado;<br />

pero también gozan forzosamente de una cierta autonomía tecnológica, y<br />

de una clandestinidad social, que hacen que, incluso controlados, ni pertenecen ya<br />

al Estado ni son nómadas. No existen desertores que traicionan el secreto, smo metalúrgicos<br />

que lo comunican, y hacen posibles su adaptación y propagación: un tipo<br />

TRATADO DE NOMADOLOGlA: LA MÁQUINA DE GUERRA 407<br />

de "traición" totalmente distinto. A fin de cuentas, lo que hace tan difíciles las discusiones<br />

(tanto en el caso controvertido del estribo como en el caso real del sable), no<br />

sólo son los prejuicios sobre los nómadas, es la ausencia de un concepto suficientemente<br />

elaborado de fanülia tecnológica (¿qué es lo que define una familia o continuum<br />

tecnológico, y su extensión variable desde tal o tal punto de vista?).<br />

De nada serviría dech que la metalurgia es una ciencia porque descubre leyes<br />

constantes, por ejemplo la temperatura de fusión de un metal en cualquier momento,<br />

en cualquier lugar. Pues la metalurgia es fundamentalmente inseparable de<br />

varias hneas de variación: variación de los meteorhos y de los metales brutos; variación<br />

de las gangas y de las proporciones de metal; variación de las aleaciones,<br />

naturales o no; variación de las operaciones efectuadas sobre un metal; variación<br />

de las cuahdades que hacen posible tal o tal operación, o que derivan de tal o tal<br />

operación. (Por ejemplo, doce variedades de cobre distmguidas y censadas en<br />

Summer, según los lugares de origen, los grados de refinado) Todas estas variables<br />

pueden ser agrupadas bajo dos grandes rúbricas: las singularidades o haecceidades<br />

espacio-temporales, de diferentes órdenes, y las operaciones relacionadas<br />

con eUas como procesos de deformación o de transformación; las cualidades afectivas<br />

o rasgos de expresión de diferentes niveles, que corresponden a esas singularidades<br />

y operaciones (dureza, peso, color, etc.). Volvamos al ejemplo del sable, o<br />

más bien del acero al crisol: imphca la actualización de una primera singularidad, la<br />

fusión del hierro a alta temperatura; luego una segunda singularidad, que remite a<br />

las descarburaciones sucesivas; a esas singularidades les corresponden rasgos de<br />

expresión, que no sólo son la dureza, el corte, el puhdo, sino también las ondas o<br />

dibujos trazados por la cristalización, que resultan de la estructra interna del acero<br />

fundido. La espada de hierro remite a otras smgularidades completamente distintas,<br />

puesto que es forjada y no fundida, modelada, templada y no enfriada al aire,<br />

producida individuahnente y no fabricada en serie; sus rasgos de expresión son necesariamente<br />

muy diferentes, puesto que perfora en lugar de taUar, ataca de frente<br />

en lugar de al sesgo; e incluso los dibujos expresivos se obtienen de una forma<br />

completamente diferente, por incrustación Se podrá hablar de un filum maquínico,<br />

o de una famiha tecnológica, cada vez que nos encontremos ante un conjunto<br />

de singularidades, prolongables por operaciones, que convergen y las hacen conver<br />

ger en uno o varios rasgos de expresión asignables. Si las smgularidades u operaciones<br />

divergen, en materiales diferentes o en el mismo, hay que distinguh dos filum<br />

diferentes: por ejemplo para la espada de hierro, que procede del puñal, y el sable<br />

de acero, que procede del cuchillo. Cada filum tiene sus smgularidades y operaciones,<br />

sus cuahdades y rasgos, que determinan la relación del deseo con el elemento<br />

técnico (los afectos "del" sable no son los mismos que los de la espada).<br />

Pero siempre es posible situarse al nivel de singularidades prolongables de un<br />

filum al otro, y reunh ambos. En última instancia, no hay más que una sola y<br />

misma fanüha filogenètica, un sólo y mismo filum maquínico, idealmente continuo:<br />

el flujo de materia-movimiento, flujo de materia en variación continua, portador<br />

de smgularidades y de rasgos de expresión. Este flujo operatorio y expresivo<br />

es tanto natural como artificial: es como la unidad del hombre y de la naturaleza.<br />

Pero, al mismo tiempo, no se realiza aquí y ahora sin dividhse, diferenciarse. Lia-

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