Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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MIL MESETAS<br />
gima correspondencia simbólica o estructural es posible entre las dos, salvo cuando se<br />
las traduce en sistemas puntaales. En el problema rostro-paisaje, habíamos distinguido<br />
como tres estados: 1) semióticas de corporeidad, süuetas, posturas, colores y fincas<br />
(estas semióticas ya están presentes y proliferan entre los animales, en eUas la cabeza<br />
forma parte del cuerpo, el cuerpo tiene como correlato el medio, el biotopo; en<br />
eUas vemos surgh líneas ya muy puras, como en las conductas de "brizna de hierba");<br />
2) una organización de rostro, pared blanca-agujeros negros, cara-ojos, o bien cara<br />
vista de perfil y ojos obhcuos (esta semiótica de rostridad tiene como correlato la organización<br />
del paisaje: rostrización de todo el cuerpo y paisajización de todos los medios,<br />
punto centtal europeo, el Cristo); 3) una desterritorialización de los rostios y de<br />
los paisajes, en beneficio de cabezas buscadoras, con fincas que ya no limitan ninguna<br />
forma, que ya no forman ningún contomo, colores que ya no distribuyen paisaje (es<br />
la semiótica pictórica, hacer huh rostió y paisaje: ejemplo, lo que Mondrian üama, y<br />
con toda razón, "paisaje", puro paisaje en tanto que desterritorializado hasta lo absoluto).<br />
— Por comodidad nosotros presentamos ties estados bien distintos y sucesivos,<br />
pero a título provisional—. Nosotios no podemos dech si los animales no hacen ya<br />
pintura, aunque no pmten sobre henzos, e mcluso cuando sus colores y sus líneas son<br />
inducidos por hormonas: incluso en este caso, una distinción clara animal-hombre no<br />
tendría mucho fundamento. Y a la inversa, nosotios tenemos que dech que la pintura<br />
no comienza con el Uamado arte abstracto, pero recrea las süuetas y posturas de la<br />
corporeidad, y también actúa ya plenamente en la orgaiüzación rostro-paisaje (cómo<br />
los phitores "ttabajan" el rostro del Cristo, y lo hacen huh en todos los sentidos fuera<br />
del código rehgioso). La pintura siempre ha tenido como finaüdad la desterritorialización<br />
de los rostios y paisajes, bien por reactivación de la corporeidad, bien por hberación<br />
de las líneas o de los colores, las dos cosas a la vez. En la pintura hay muchos devemres-anhnales,<br />
devenhes-mujer y niño.<br />
Pues bien, el problema de la música es diferente, si bien es verdad que es el del<br />
ritomelo. Desterritorializar el ritornelo, inventar líneas de desterritorialización<br />
para el ritomelo, imphca procedimientos y constracciones que no tienen nada que<br />
ver con los de la pintura (a no ser vagas analogías, como algunas veces han hitentado<br />
los pintores). Sin duda, una vez más, no es seguro que entre el anhnal y el<br />
hombre se pueda hacer pasar una frontera: ¿acaso no hay pájaros músicos, como<br />
lo piensa Messiaen, por oposición a pájaros no músicos? ¿El ritomelo del pájaro<br />
es forzosamente territorial, o bien no utihza ya, en desterritoriafizaciones muy sutües,<br />
líneas de fuga selectivas? Por supuesto, no es la diferencia entre el ruido y el<br />
sonido la que permite definir la música, ni siquiera lo que distingue los pájaros<br />
músicos y los pájaros no músicos, sino el trabajo del ritornelo: ¿sigue siendo territorial<br />
y territorializante, o bien es arrastrado en un bloque móvü que traza ima<br />
transversal a través de todas las coordenadas —y todos los interrnediarios entre los<br />
dos—? La música es precisamente la aventura de un ritomelo: cómo la música<br />
vuelve a converthse en ritomelo (en nuesfra cabeza, en la cabeza de Swaim, en las<br />
cabezas pseudobuscadoras de la tele y de la radio, un gran músico como smtorua,<br />
o la cancioncüla); cómo se apodera del ritomelo, lo vuelve cada vez más sobrio,<br />
tan sólo algunas notas, para arrastrarlo en una finca creadora tanto más rica<br />
cuanto que no se ve ni el origen ni el fin...<br />
DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 301<br />
Leroi-Gourhan establecía una distinción y una correlación entre dos polos,<br />
"mano-herramienta" y "rostro-lenguaje". Pero se trataba de distinguh una forma<br />
de conterfido y una forma de expresión. Ahora que consideramos expresiones que<br />
tienen su conterüdo en sí mismas, aparece otra distmción: el rostro con sus correlatos<br />
visuales (ojos) remite a la pmtura, la voz remhe a la música, con sus correlatos<br />
auditivos (la propia oreja es un ritomelo, tiene la forma de un ritomelo). La<br />
música es en primer lugar una desterritorialización de la voz, que deviene cada vez<br />
menos lenguaje, de la misma manera que la pintura es una desterritorialización del<br />
rostro. Pues bien, los rasgos de vocaUdad pueden perfectamente ajustarse a rasgos<br />
de rostridad, como cuando a parth de un rostro se leen palabras, sin embargo, entre<br />
eUos no hay correspondencia, y hay cada vez menos a medida que son arrastrados<br />
por los movimientos respectivos de la música y de la pintura. La voz está<br />
muy adelantada respecto al rostro, muy por delante. A este respecto, thular una<br />
obra musical Rostro parece la mayor paradoja sonora Por eso, la úiüca manera<br />
de "situar" los dos problemas, el de la pintura y el de la música, es emplear un criterio<br />
extrínseco a la ficción de un sistema de las beUas artes, es comparar las fuerzas<br />
de desterritorialización en los dos casos. Pues bien, parece que la música tiene<br />
una fuerza desterritoriahzante mucho mayor, mucho más intensa y colectiva a la<br />
vez, y la voz una capacidad de ser desterritorializada también mucho mayor. Quizás<br />
ese rasgo exphca la fascinación colectiva ejercida por la música, e incluso la<br />
potenciahdad del pehgro "fascista" del que hablábamos hace un momento: la música,<br />
tambores, trompetas, empuja a los pueblos y los ejércitos a una carrera que<br />
puede conduchlos al abismo, mucho más que los estandartes y las banderas, que<br />
son cuadros, medios de clasificación o de adhesión. Puede que los músicos sean<br />
individualmente más reaccionarios que los pintores, más rehgiosos, menos "sociales",<br />
pero no por eUo dejan de manejar una fuerza colectiva infinitamente superior<br />
a la de la pmtura: "No hay unión más poderosa que el coro formado por la asamblea<br />
del pueblo...". Siempre se puede exphcar esta fuerza por las condiciones materiales<br />
de la emisión y de la recepción musicales, pero es preferible lo inverso,<br />
más bien son esas condiciones las que se exphcan por la fuerza de desterritoriahzación<br />
de la música. Dhíase que la pintura y la música no corresponden a los<br />
mismos umbrales desde el punto de vista de una máquina abstracta mutante, o<br />
que la máquina pictórica y la máquina musical no tienen el mismo índice. Hay un<br />
"retraso" de la pmtura respecto a la música, como lo constataba Klee, el más músico<br />
de los pintores.''* Quizás sea esa la razón de que mucha gente prefiera la pmtura,<br />
o de que la estética haya tomado la pmtura como modelo privüegiado: es<br />
verdad que da menos "miedo". Incluso sus relaciones con el capitahsmo, y con las<br />
formaciones sociales, no son en absoluto del mismo tipo.<br />
En cualquier caso, debemos sin duda hacer intervertir a la vez factores de territoriahdad,<br />
de desterritorialización, pero también de reterritoriahzación. Los ritornelos<br />
del anhnal y del niño parecen territoriales: además, no son "música".<br />
Pero cuando la música se apodera del ritomelo, para desterritorializarlo, y desterritoriahzar<br />
la voz, cuando se apodera del ritomelo para hacerlo huh en un bloque<br />
sonoro rítnüco, cuando el ritomelo "deviene" Schumarm o Debussy, lo hace a través<br />
de un sistema de coordenadas armóiücas y melódicas en el que la música se