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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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MIL MESETAS<br />

lias, la del genocidio indio y la del esclavismo negro, los americanos convertían al<br />

negro en una imagen incosncientemente reprimida de la fuerza de afecto, de una<br />

multiplicación de afectos, y al indio, en la imagen reprimida de una fínina de percepción,<br />

de una percepción cada vez más fina, dividida, infinitamente frenada o<br />

acelerada En Europa, Henri Michaux tendía a abandonar más fácilmente ritos<br />

y civilizaciones, para redactar protocolos de experiencias admirables y minuciosos,<br />

clarificar el problema de una causaüdad de la droga, delimitarlo al máximo, separarlo<br />

de los delirios y de las alucinaciones. Pero precisamente en ese punto todo<br />

confluye: una vez más, el problema está bien planteado cuando se dice que la<br />

droga hace desaparecer las formas y las personas, hace mtervenh las locas velocidades<br />

de la droga y las prodigiosas lentitudes posteriores a la droga, acopla las<br />

unas a las otras como dos luchadores, da a la percepción la potencia molecular de<br />

captar microfenómenos, microoperaciones, y a lo percibido, la fuerza de emith<br />

partículas aceleradas o frenadas, según un tiempo flotante que ya no es el nuestro<br />

y haecceidades que ya no son de este mundo: desterritoriafización, "estaba desorientado..."<br />

(percepción de cosas, de pensamientos, de deseos, en los que el deseo,<br />

el pensamiento, la cosa han invadido toda la percepción, lo imperceptible por fin<br />

percibido). Tan sólo el mundo de las velocidades y de las lentitudes sin forma, sm<br />

sujeto, sm rostro. Tan sólo el zig-zag de una línea, como "la correa del látigo de un<br />

carretero enfurecido", que desgarra rostros y paisajes Todo un trabajo rizomático<br />

de la percepción, el momento en el que deseo y percepción se confunden.<br />

Este problema de una causahdad específica es importante. Mientras se sigan<br />

invocando causahdades demasiado generales o extrínsecas, psicológicas; sociológicas,<br />

para exphcar un agenciamiento, es como si no se dijera nada. En la actuahdad,<br />

se ha mstaurado un discurso sobre la droga que no hace más que invocar generahdades<br />

sobre el placer y la desgracia, sobre las dificuhades de comunicación,<br />

sobre causas que siempre tienen otro origen. Cuanto más se aparenta comprender<br />

un fenómeno, más mcapaz se es de captar una causahdad propia en extensión. Sm<br />

duda, un agenciamiento nunca imphca una infraestructura causal, hnphca, sin embargo,<br />

y en el más alto grado, una finea abstracta de causafidad específica o creadora,<br />

su línea de fuga, de desterritorialización, que sólo puede efectuarse en relación<br />

con causahdades generales o de otra naturaleza, pero que en modo alguno se<br />

exphca por eUas. Nosotros dechnos que los problemas de la droga sólo pueden ser<br />

captados al nivel en el que el deseo inviste dhectamente la percepción, y en el que<br />

la percepción deviene molecular, al mismo tiempo que lo imperceptible deviene<br />

percibido. La droga aparece entonces como el agente de ese devenir. Ahí es<br />

donde cabría un farmacoanáhsis, que habría que comparar y a la vez oponer al<br />

psicoanáhsis. Pues al psicoanáhsis se le puede converth a la vez en un modelo, un<br />

opuesto y una traición. En efecto, el psicoanáhsis puede ser considerado como un<br />

modelo de referencia, puesto que, con relación a fenómenos esencialmente afectivos,<br />

ha sabido construh el esquema de una causahdad específica, distinto de las<br />

generahdades psicológicas o sociales ordinarias. Pero ese esquema causal sigue<br />

siendo tributario de un plan de organización que nunca puede ser captado por sí<br />

mismo, que siempre tiene que deduchse de otra cosa, inferhse, sustraerse al sistema<br />

de la percepción, y que recibe precisamente el nombre de Inconsciente. El<br />

DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 285<br />

plan del Inconsciente sigue siendo, pues, un plan de transcendencia, que debe garantizar,<br />

justificar, la existencia del psicoanálisis y la necesidad de sus interpretaciones.<br />

Este plan del Inconsciente se opone molarmente al sistema percepciónconciencia,<br />

y, así como el deseo debe ser traducido en ese plan, está encadenado a<br />

grandes molaridades como a la cara oculta del iceberg (estructura de Edipo o roca<br />

de la castración). Lo hnperceptible permanece así tanto más imperceptible cuanto<br />

que se opone a lo percibido en una máquina dual. Todo cambia en un plan de<br />

consistencia o de inmanencia, que es necesariamente percibido de por sí al mismo<br />

tiempo que se construye: la experimentación sustituye a la interpretación; el incosnciente,<br />

que ha devenido molecular, no figurativo y no simbóhco, está dado<br />

como tal en las micropercepciones; el deseo inviste dhectamente el campo perceptivo<br />

en el que lo imperceptible aparece como el objeto percibido del deseo, "lo<br />

no figurativo del deseo". El inconsciente ya no designa el principio oculto del plan<br />

de organización transcendente, sino el proceso del plan de consistencia imnanente,<br />

en tanto que aparece en él a medida que se construye. Pues el inconsciente<br />

no hay que encontrarlo, hay que construhlo. Ya no hay una máquma dual conciencia-inconsciente<br />

puesto que el inconsciente está, o más bien se produce, allí<br />

donde va la conciencia arrastrada por el plan. La droga proporciona al inconsciente<br />

la inmanencia y el plan que el psicoanálisis no ha cesado de faUar (a este<br />

respecto es posible que el célebre episodio de la cocaína haya marcado un gho<br />

que ha forzado a Freud a renunciar a una aproximación dhecta al inconsciente).<br />

Ahora bien, si bien es verdad que la droga remite a esa causahdad perceptiva<br />

molecular, inmanente, el problema de saber si logra efectivamente trazar el plan<br />

que condiciona el ejercicio permanece mtacto. Pues la finea causal, o de fuga, de<br />

la droga no cesa de ser segmentarizada bajo la forma más dura de la dependencia,<br />

de la toma y de la dosis, y del traficante. Incluso bajo su forma blanda, puede movihzar<br />

gradientes y umbrales de percepción, a fin de determinar devenhes-anhnales,<br />

devenhes-moleculares, y todo se produce aún dentro de una relatividad de los<br />

umbrales que se contenta con imhar un plan de consistencia más bien que con trazarlo<br />

a parth de un umbral absoluto. ¿De qué sirve percibh tan rápido como un<br />

pájaro veloz, si la velocidad y el movimiento conthiúan escapando en otra dhección?<br />

Las desterritoriahzaciones siguen siendo relativas, compensadas por las reterritorializaciones<br />

más abyectas, por eso lo imperceptible y la percepción no cesan<br />

de perseguhse o de correr una detrás de la otra sin Uegar a unirse nunca verdaderamente.<br />

En lugar de que los agujeros en el mundo permitan huh a las líneas<br />

del mundo, las líneas de fuga se enroUan y se ponen a ghar en agujeros negros,<br />

cada drogado, grupo o individuo, en su agujero, como un bígaro. Hundido más<br />

que "colocado". Las micropercepciones moleculares están enmascaradas de<br />

antemano, según la droga considerada, por alucinaciones, delirios, falsas percepciones,<br />

fantasmas, explosiones paranoicas, que restauran constantemente formas y<br />

sujetos, como otros tantos fantasmas o dobles que no cesarían de hnpedh la construcción<br />

del plan. Es más, las cosas se producen como ya hemos visto precedentemente<br />

en la enumeración de los pehgros: el plan de consistencia no sólo corre el<br />

riesgo de ser traicionado o desviado bajo la influencia de otras causahdades que<br />

intervienen en ese agenciamiento, smo que el plan engendra sus propios pehgros

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