Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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MIL MESETAS<br />
transparencia Estar a la hora.del mundo. Esa es la relación entre imperceptible,<br />
indiscernible, impersonal, las tres virtudes. Reducirse a una línea abstracta, a un<br />
trazo, para encontrar su zona de indiscemibilidad con otros trazos, y entrar así en<br />
la haecceidad como en la impersonalidad del creador. Entonces uno es como la<br />
hierba: ha creado una multitud, ha hecho de todo el mundo un devenir, puesto<br />
que ha creado un mundo necesariamente comunicante, puesto que ha suprimido<br />
de sí mismo todo lo que le impedía circular entre las cosas, y crecer en medio de<br />
eUas. Ha cambiado el "todo", el artículo indefuiido, el infinitivo-devenir y el nombre<br />
propio al que imo está reducido. Saturar, eliminar, ponerlo todo.<br />
El movimiento mantiene una relación especial con lo imperceptible, es por naturaleza<br />
imperceptible. Pues la percepción sólo puede captar el movimiento como<br />
la traslación de un móvil o el desarrollo de una forma. Los movimientos, y los<br />
devenires, es decir, las puras relaciones de velocidad y de lentitud, los puros afectos,<br />
están por debajo o por encima del umbral de percepción. Los umbrales de<br />
percepción son sin duda relativos, así pues, siempre habrá uno capaz de captar lo<br />
que escapa a otro: el ojo del águila... Pero el umbral adecuado, a su vez, sólo podrá<br />
proceder en función de una forma perceptible y de un sujeto percibido, apercibido.<br />
Por eso el movimiento como tal continúa produciéndose en otra parte: si<br />
se constituye la percepción en serie, el movimiento se efectúa siempre más allá del<br />
umbral máximo y más acá del umbral mínimo, en intervalos en expansión o en<br />
contracción (microintervalos). Ocurre como con los enormes luchadores japoneses,<br />
cuyo avance es demasiado lento y la llave demasiado rapida y repentina como<br />
para ser vistos: en ese caso, lo que se acopla no son tanto los luchadores corno la<br />
infinita lentitud de una espera (¿qué va a pasar?) con la velocidad infinita de un<br />
resultado (¿qué ha pasado?). Habría que llegar al umbral fotográfico o cinematográfico,<br />
pero, con relación a la foto, el movimiento y el afecto siguen refugiándose<br />
por encima o por debajo. Cuando Kierkegaard lanza la maravillosa divisa, "Sólo<br />
miro los movimientos", puede comportarse como un asombroso precursor del<br />
cine, y multipücar las versiones de un escenario de amor, Agnès y el Tritón, según<br />
velocidades y lentitudes variables. Razón de más para precisar que sólo hay movimiento<br />
de lo infinito; que el movimiento de lo infinito sólo puede hacerse por<br />
afecto, pasión, amor, en un devenir que es muchacha, pero sin referirse a cualquier<br />
tipo de "mediación"; y que ese movimiento como tal escapa a la percepción<br />
mediadora, puesto que ya se efectúa en todo momento, y que el bailarín, o el<br />
amante, ya está "de pie en camino" en el mismo instante en que cae de nuevo, e<br />
incluso en el instante en que salta.^^ Al igual que la joven como ser fugitivo, el<br />
movimiento no puede se percibido.<br />
Y sin embargo es necesario corregir inmediatamente: el movimiento también<br />
"debe" ser percibido, sólo puede ser percibido, lo imperceptible también es el percipiendum.<br />
Eso no supone ninguna contradicción. Si el movimiento es por naturaleza<br />
imperceptible siempre es con relación a un umbral cualquiera de percepción,<br />
al que corresponde ser relativo, desempeñar así el papel de una mediación, en un<br />
plan que efectúa la distribución de los umbrales y de lo percibido, que proporciona<br />
formas perceptibles a sujetos que perciben: ese plan de organización y de<br />
desarrollo, plan de transcendencia, que permite percibir sin que sea percibido, sin<br />
DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 283<br />
que pueda ser percibido. Pero, en el otro plan, de inmanencia o de consistencia, es<br />
el principio de composición el que debe ser percibido, el que sólo puede ser percibido,<br />
al mismo tiempo que lo que compone o da. Aquí, el movimiento deja de estar<br />
relacionado con la mediación de un umbral relativo al que escapa por naturaleza<br />
hasta el infinito; ha alcanzado, cualquiera que sea su velocidad o su lentitud,<br />
un umbral absoluto, aunque diferenciado, que se confunde con la construcción de<br />
tal o tal región del plan ininterrumpido. También podría decirse que el movinúento<br />
deja de ser el procedimiento de una desterritoríalización siempre relativa,<br />
para devenir el proceso de la desterritoríalización absoluta. Pues la diferencia entre<br />
los dos planes es la responsable de que lo que puede ser percibido en uno sólo<br />
pueda ser percibido en el otro. Ahí es donde lo imperceptible deviene lo necesariamente<br />
percibido, saltando de un plan al otro, o de los umbrales relativos al umbral<br />
absoluto que coexiste con ellos. Kierkegaard muestra que el plan del infinito,<br />
lo que él llama el plan de la fe, debe devenir puro plan de inmanencia que no cesa<br />
de dar inmediatamente, de restituir, de registrar lo finito: contrariamente al hombre<br />
de la resignación infinita, el caballero de la fe, es decir, el hombre del devenir,<br />
conseguirá la joven, conseguirá todo lo finito, y percibirá lo irñperceptible, en<br />
tanto que "heredero directo del mundo finito". Pues la percepción ya no estará en<br />
la relación entre un sujeto y un objeto, sino en el movimiento que sirve de límite a<br />
esa relación, en el período que va asociado a ella. La percepción se verá confrontada<br />
a su propio límite; estará entre las cosas, en el conjunto de su propio entorno,<br />
como la presencia de una haecceidad en otra, la aprehensión de la una por la otra<br />
o el paso de la una a la otra: sólo mirar los movimientos.<br />
Es curioso cómo la palabra "fe" sirve para designar un plan que se transforma<br />
en inmanente. Ahora bien, si el caballero es el hombre del devenir, hay todo tipo<br />
de caballeros. ¿No hay incluso caballeros de la droga, en el sentido en el que la fe<br />
es una droga, sentido muy diferente de aquel en el que la reügión es un opio? Estos<br />
caballeros pretenden que la droga, en las condiciones de prudencia y de experimentación<br />
necesarias, es inseparable del despHegue de un plan. Y, en ese plan,<br />
no sólo se conjugan devenires-mujer, devenires-animales, devenires-moleculares,<br />
devenires-imperceptibles, sino que lo imperceptible deviene algo necesariamente<br />
percibido, al mismo tiempo que la percepción deviene necesariamente molecular:<br />
llegar a agujeros, a microintervalos entre las materias, los colores y los sonidos, en<br />
los que se precipitan las hneas de fuga, las líneas del mundo, líneas de transparencia<br />
y de sección Cambiar la percepción; el problema está planteado en términos<br />
correctos, puesto que ofrece un conjunto dominante de "la" droga, independientemente<br />
de las distinciones secundarias (alucinatorias o no, duras o blandas, etc.).<br />
Todas las drogas conciemen en primer lugar a las velocidades, y a las modificaciones<br />
de velocidad. Lo que permite describir un agenciamiento Droga, cualesquiera<br />
que sean las diferencias, es una línea de causahdad perceptiva que hace que 1) lo<br />
imperceptible sea percibido, 2) la percepción sea molecular, 3) el deseo invista<br />
directamente la percepción y lo percibido. Los americanos de la beat generation<br />
ya se habían aventurado en esa vía, y hablaban de una revolución molecular propia<br />
de la droga. Luego vino lo que podría llamarse la gran síntesis de Castañeda.<br />
Fiedler ha señalado los polos del Sueño americano: atrapados entre dos pesadi-