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Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

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MIL MESETAS<br />

que realizan de su propio organismo, de su propia historia, de su propia subjetividad:<br />

"nosotras en tanto que mujeres..." aparece entonces como sujeto de enimciación.<br />

Pero es peUgroso adaptarse a un sujeto de este tipo, que no funciona sin agotar<br />

una fuente o frenar un flujo. A menudo, el canto de la vida lo entonan las<br />

mujeres más secas, movidas por un resentimiento, una voluntad de poder y un frío<br />

matemaüsmo. De la misma manera que im niño agotado hace tanto mejor el niño<br />

cuanto que ningún flujo de infancia emana ya de él. Tampoco basta con decir que<br />

cada sexo contiene el otro, y debe desarrollar en sí mismo el polo opuesto. El concepto<br />

de bisexuaüdad no es mejor que el de la separación de los sexos. Miniaturizar,<br />

interiorizar la máquina binaria, es tan inoportuno como exasperarla, así no se<br />

resuelve el problema. Hay, pues, que concebir una política femenina molecular,<br />

que se insmúa en los enfrentamientos molares y pasa bajo ellos, o a través de ellos.<br />

Cuando le preguntan a Virginia Woolf sobre una escritura específicamente femenina,<br />

se espanta ante la idea de escribir "en tanto que mujer". Más bien es necesario<br />

que la escritura produzca im devenir-mujer, como átomos de feminidad<br />

capaces de recorrer y de impregnar todo un campo social, y de contaminar a los<br />

hombres, de atraparlos en ese devenir. Partículas muy suaves, pero también duras<br />

y obstinadas, irreductibles, indomables. El ascenso de las mujeres en la narrativa<br />

úiglesa no respetará a ningún hombre: aquellos que pasan por ser los más viriles,<br />

los más falócratas, Lawrence, Müler, no cesarán de captar y de emith- a su vez esas<br />

partículas que entran en el entorno o en la zona de mdiscemibilidad de las mujeres.<br />

Al escribir devienen-mujer. Pues el problema no es, o no sólo es el del organismo,<br />

el de la historia y el del sujeto de enunciación que oponen lo masculino y lo<br />

femenino en las grandes máquinas duales. El problema es en primer lugar el del<br />

cuerpo —el cuerpo que nos roban para fabricar organismos oponibles—. Pues<br />

bien, a quien primero le roban ese cuerpo es a la joven: "no pongas esa postura",<br />

"ya no eres una niña", "no seas marimacho", etc. A quien primero le roban su devenir<br />

para imponerle una historia o una prehistoria, es a la joven. El tumo del joven<br />

viene después, pues al ponerle la joven como ejemplo, al mostrarle la joven<br />

como objeto de su deseo, le frabrican a su vez un organismo opuesto, una historia<br />

dominante. La joven es la primera víctima, pero también debe servir de ejemplo y<br />

de trampa. Por eso, inversamente, la reconstmcción del cuerpo como Cuerpo sin<br />

órganos, el anorganismo del cuerpo, es inseparable de un devenir-mujer o de la<br />

producción de una mujer molecular. Sin duda, la joven deviene mujer, en el sentido<br />

orgánico o molar. Y a la inversa, el devenir-mujer o la mujer molecular son la<br />

propia joven. La joven no se define ciertamente por la virginidad, sino por una relación<br />

de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, por una combinación<br />

de átomos, una emisión de partículas: haecceidad. No cesa de correr en un<br />

cuerpo sin órganos. Es una hnea abstracta, o Uhea de fuga. Además, las jóvenes<br />

no pertenecen a una edad, a un sexo, a im orden o a un reino: más bien circulan<br />

entre los órdenes, los actos, las edades, ios sexos; producen n sexos moleculares en<br />

la línea de fuga, con relación a las máquinas duales que atraviesan de un lado a<br />

otro. La única manera de salir de los dualismos, estar-entre, pasar entre, intermezzo,<br />

lo que Virginia Woolf ha vivido con todas sus fuerzas, en toda su obra, deviniendo<br />

constantemente. La joven es como un bloque de devenir que sigue<br />

DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE.. 279<br />

siendo contemporáneo de cada término oponible, hombre, mujer, niño, adulto. La<br />

joven no deviene mujer, es el devenir-mujer el que hace umversal a la joven; el<br />

niño no deviene adulto, es el devenir-niño el que hace universal una juventud.<br />

Trost, autor misterioso, ha hecho un retrato de muchacha al que asocia la suerte<br />

de la revolución: su velocidad, su cuerpo übremente maquínico, sus intensidades,<br />

su línea abstracta o de fuga, su producción molecular, su indiferencia por la memoria,<br />

su carácter no figurativo —lo "no-figurativo del deseo" '*^—. ¿Juana de<br />

Arco? ¿Singularidad de la joven en el tertorismo ruso, la joven de la bomba, depositaría<br />

de la dinamita? Es cierto que la política molecular pasa por la joven y el<br />

niño. Pero también es cierto que las jóvenes y los niños no sacan sus fuerzas del<br />

estatuto molar que los domina, ni del organismo y de la subjetividad que reciben;<br />

sacan todas sus fuerzas del devenir molecular que hacen pasar entre los sexos y las<br />

edades, devenir-niño tanto del adulto como del niño, devenir-mujer tanto del<br />

hombre como de la mujer. La joven y el niño no devienen, es el propio devenir el<br />

que es niño o joven. El niño no deviene adulto, como tampoco la joven deviene<br />

mujer; pero la joven es el devenir-mujer de cada sexo, del mismo modo que el<br />

niño es el devenir-joVen de cada edad. Saber envejecer no es mantenerse joven, es<br />

extraer de la edad que se tiene las partículas, las velocidades y lentitudes, los flujos<br />

que constituyen la juventud de esa edad. Saber amar no es seguir siendo hombre o<br />

mujer, es extraer de su sexo las partículas, las velocidades y lentitudes, los flujos,<br />

los n sexos que constituyen la joven de esa sexuahdad. Pues la propia Edad es un<br />

devenir-niño, de la misma manera que la Sexualidad, cualquier sexuahdad, es un<br />

devenir-mujer, es decir, una joven. —Todo esto para responder a la estúpida pregunta:<br />

¿por qué Proust ha convertido a Albert en Albertine?<br />

Ahora bien, si todos los devenires son ya moleculares, incluido el devenir-mujer,<br />

también hay que decir que todos los devenires comienzan y pasan por el devenir-mujer.<br />

Es la llave de los otros devenires. Que el hombre de guerra se disfrace<br />

de mujer, que huya disfrazado de muchacha, que se haga pasar por una muchacha,<br />

no es un incidente provisional y vergonzoso en su cartera. Ocultarse, camuflarse<br />

es una función guerrera; y la línea de fuga atrae al enemigo, atraviesa algo y<br />

hace huir lo que atraviesa; en el infinito de una línea de fuga surge el guerrero.<br />

Ahora bien, si la feminidad del hombre de guena no es accidental, eso no qiüere<br />

decir que sea estractural, o que esté regulada por una cortespondencia de relaciones.<br />

No se entiende muy bien cómo la correspondencia entre las dos relaciones,<br />

"hombre-guerra" y "mujer-matrimonio" podría entrañar una equivalencia del<br />

guerrero con la joven en tanto que mujer que rechaza el matrimonio Tampoco<br />

se entiende cómo la bixesualidad general, o incluso la homosexualidad de las sociedades<br />

militares, explicarían ese fenómeno que no es más imitativo que estmctural,<br />

sino que más bien representa una anomia esencial al hombre de guerta. Este<br />

fenómeno debe entenderse en términos de devenir. Hemos visto cómo el hombre<br />

de guerra, por su furor y su celeridad, estaba atrapado en devenires-animales irresistibles.<br />

Estos devenires encuentran su condición en el devenir-mujer del guerrero,<br />

o en su afianza con la joven, en su contagio con ella. El hombre de guerra es<br />

inseparable de las Amazonas. La unión de la joven y del hombre de guerra no<br />

produce animales, sino que produce a la vez el devenir-mujer del uno y el deve-

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