Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión

patriciolepe.files.wordpress.com
from patriciolepe.files.wordpress.com More from this publisher
15.05.2013 Views

272 MIL MESETAS zosamente que fallar, pero los fallos forman parte integrante del plan: cf. la multitud de planes para La voluntad de poder. En efecto, dado un aforismo, siempre será posible, e incluso necesario, introducir entre sus elementos nuevas relaciones de velocidad y de lentitod que le hacen cambiar verdaderamente de agenciamiento, saltar de un agenciamiento a otro (el problema no es, pues, el del fragmento). Como dice Cage, lo propio del plan es que falle Precisamente porque no es de organización, de desarroUo o de formación, sino de transmutación no voluntaria. O bien Boulez: "programar la máquma para que cada vez que se vuelva a pasar uda banda, dé características diferentes de tiempo". En ese caso, el plan, plan de vida, plan de escritura, plan de música, etc., sólo puede faUar, puesto que es imposible ser fiel a él, pero los faUos forman parte del plan, puesto que éste crece o decrece con las dimensiones de lo que desarroUa cada vez (planitud de n dimensiones). Extraña máquina, a la vez de guerra, de música y de contagio-prohferación-involución. ¿Por qué la oposición de los dos tipos de planes remite, sm embargo, a una hipótesis todavía abstracta? Porque constantemente se pasa del uno al otro, por grados insensibles y sm saberlo, o sabiéndolo tan sólo a posteriori. Porque constantemente se reconstituye el uno en el otro, o se extrae el uno del otro. Por ejemplo, basta con hundh el plan flotante de inmanencia, con enterrarlo en las profundidades de la Namraleza en lugar de dejarlo actaar hbremente en la superficie, para que pase ya del otro lado, y desempeñe el papel de un fundamento que ya sólo puede ser principio de analogía desde el punto de vista de la organización, ley de contmuidad desde el pimto de vista del desarroUo Pues el plan de organización o de desarroUo engloba efectivamente lo que Uamamos estratificación: las formas y los sujetos, los órganos y las funciones son "estratos" o relaciones entre estratos. Por el contrario, el plan como plan de inmanencia, consistencia o composición, hnphca una desestratificación de toda la Naturaleza, incluso por los medios : más artificiales. El plan de consistencia es el cuerpo sm órganos. Las puras relaciones de velocidad y de lentitud entre partículas, tal como aparecen en el plan de consistencia, imphcan movimientos de desterritoriahzación, de la misma manera que los pinos afectos hnphcan una empresa de desubjeüvación. Es más, el plan de I consistencia no preexiste a los movimientos de desterritoriahzación que lo desai rroUan, a las fincas de fuga que lo trazan y lo hacen subh a la superficie, a los dei venhes que lo componen. Por eso el plan de organización no cesa de actuar sobre j el plan de consistencia, intentando siempre bloquear las líneas de fuga, detener o I interrumph los movimientos de desterritoriahzación, lastrarlos, reestratificarlos, 1 reconstituh en profundidad formas y sujetos. Y, a la mversa, el plan de cpnsisi tencia no cesa de extraerse del plan de organización, de hacer que se escapen pari tículas fuera de los estratos, de embroUar las formas a fuerza de velocidad o de lentitud, de destmh las funciones a fuerza de agenciamientos, de microagencia- • mientos. Pero, una vez más, cuánta prudencia es necesaria para que el plan de consistencia no devenga un puro plan de abohción, o de muerte. Para que la mvolución no se transforme en regresión en lo indiferenciado. ¿No habrá que conservar un mínimo de estratos, un mírumo de formas y de funciones, un mínhno de sujeto para extraer de él materiales, afectos, agenciamientos? DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 273 Por eso debemos oponer los dos planes como dos polos abstractos: por ejemplo, al plan organizativo transcendente de una música occidental, basado en las formas sonoras y su desarroUo, se opone un plan de consistencia inmanente de la música oriental, hecho de velocidades y de lentitudes, de movimientos y de reposos. Pero, según la hipótesis concreta, todo el devenir de la música occidental, todo devenir musical implica un mínimo de formas sonoras, e incluso de funciones armónicas y melódicas, a través de las cuales se hará pasar las velocidades y las lentitudes, que las reducen precisamente al mínimo. Beethoven produce la más asombrosa riqueza polifónica con temas relativamente pobres de tres o cuatro notas. Hay una proliferación material que es inseparable de una disolución de la forma (involución), y que a la vez se acompaña de un desarrollo continuo de ésta. Quizá el genio de Schumann sea el caso más sorprendente en el que una forma sólo es desarrollada por las relaciones de velocidad y de lentitod con las que se le afecta material y'emocionalmente. La música no ha cesado de infringir a sus formas y a sus motivos transformaciones temporales, aumentos o disminuciones, retrasos o precipitaciones, que no sólo se hacen según las leyes de organización e incluso de desarrollo. Los microintervalos, en expansión o contracción, actúan en los intervalos codificados. Con mayor motivo, Wagner y los postwagnerianos liberarán las variaciones de velocidad entre partículas sonoras. Ravel y Debussy conservan de la forma aqueUo precisamente que se necesita para romperla, afectarla, modificarla, bajo las velocidades y las lentitudes. El Bolero es, Uevado hasta la caricatura, el tipo de agenciamiento maquínico que conserva el mínhno de forma para Uevarla hasta la desintegración. Boulez habla de las proliferaciones de pequeños motivos, de las acumulaciones de pequeñas notas que proceden cinemática y afectivamente, que arrastran una forma shnple añadiéndole indicaciones de velocidad, y que permiten producir relaciones dinámicas extremadamente complejas a parth de relaciones formales intrínsecamente sünples. Incluso un rubato de Chopin no puede ser reproducido, puesto que cada vez tendrá características diferentes de tiempo Es como si un inmenso plan de consistencia de velocidad variable no cesara de arrastrar las formas y las funciones, las formas y los sujetos, para extraer de eUas partículas y afectos. Un reloj que daría toda una variedad de velocidades. ¿Qué es una muchacha, qué es un grupo de muchachas? Proust, al menos, lo ha demostrado de forma defirhtiva: cómo su mdividuación, colectiva o singular, no procede por subjetividad, sino por haecceidad, pura haecceidad. "Seres fugaces". Puras relaciones de velocidades y de lentitudes, ni más ni menos. Una muchacha está retrasada debido a la velocidad: ha hecho demasiadas cosas, atravesado demasiados espacios con relación al tiempo relativo del que la esperaba. En ese caso, la lentítod aparente de la muchacha se transforma en loca velocidad de nuestra espera. A este respecto hay que dech, y para que el conjunto de La Recherche du temps perdu, que Swann no está en modo alguno en la misma situación que el narrador. Swann no es un esbozo o un precursor del narrador, salvo secundariamente, y en raros momentos. No están en modo alguno en el mismo plan. Swann no cesa de pensar y de sentir en términos de sujeto, de forma, de semejanza entre sujetos, de correspondencia entre formas. Para él, una mentha de Odette es una forma cuyo contenido subjetivo secreto debe ser descubierto, y sus-

274 MIL MESETAS citar una actividad de policía amateur. Para él la música de Vinteuil es una forma que debe recordar a otra cosa, plegarse sobre otra cosa, hacer eco a otras formas, pinturas, rostros o paisajes. En cambio, el narrador, por más que siga las huellas de Svi^ann, no deja de estar en otro elemento, en otro plan. Una mentira de Alberttne ya no tiene apenas contenido, al contrario, tiende a confundirse con la emisión de una partícula procedente de los ojos del amado, y que tiene valor por sí misma, que va demasiado rápido en el campo visual o auditivo del narrador, velocidad molecular insoportable en verdad, puesto que indica una distancia, un entorno en el que Albertine quisiera estar y ya está Por eso la actitud del narrador ya no será fundamentaknente la de un poHcía que investiga, sino otra figura muy diferente, la de un carcelero: ¿cómo devenir dueño de la velocidad, cómo soportarla nerviosamente como una neuralgia, perceptuahnente como un relámpago, cómo construir una prisión para Albertine? Y si los celos ya no son los mismos cuando se pasa de Swann al narrador, la percepción de la música tampoco lo es: Vinteuü cada vez es menos captado según formas analógicas y sujetos comparables, y adquiere velocidades y lentitudes inauditas que se conectan en un plan de consistencia de variación, el mismo de la música y de La Recherche (del mismo modo, los motivos wagnerianos abandonan cualquier rigidez de forma y cualquier asignación de personajes). Dkíase que los esfuerzos desesperados de Swann por reterritorializar el flujo de las cosas (Odette en un secreto, la pintura en un rostro, la música en el bosque de Boulogne) han sido sustituidos por el movkniento acelarado de la desterritorialización, por un acelerado lineal de la máquina abstracta, que arrastra los rostros y los paisajes, y luego el amor, y luego los celos, y luego la pintura, y luego la música, según coeficientes cada vez más fuertes que van a aumentar la Obra, sin perjuicio de disolverlo todo, y de morir. Pues el narrador, a pesar de las victorias parciales, fracasará en su proyecto, que de ninguna manera era recuperar el tiempo ni forzar la memoria, sino devenir dueño de las velocidades, al ritmo de su asma. Afrontar el aniquilamiento. Otra salida era posible, o Proust la habrá hecho posible. Recuerdos de una molécula. — El devenir-animal sólo es un caso entre otros. Estamos atrapados en segmentos de devenir, entre los que podemos establecer una especie de orden o de progresión aparente: devenir-mujer, devenfr-niño; devenir-animal, vegetal o mineral; devenires moleculares de todo tipo, devenirespartículas. Fibras conducen unos a otros, transforman los unos en los otros, atravesando las puertas y los umbrales. Cantar o componer, pintar, escribir no tienen quizá otra finaüdad: desencadenar esos devenires. Sobre todo la música; todo un deveimr-mujer, un devenir-niño atraviesan la música, no sólo al nivel de las voces (la voz inglesa, la voz italiana, el contra-tenor, el castrado), sino al nivel de los temas y de los motivos: el pequeño ritornelo, la ronda, las escenas de infancia y los juegos de infancia. La instrumentación, la orquestación están llenas de deveniresanimales, devenires-pájaro en primer lugar, pero también otros muchos. Los chapoteos, los vagidos, las estridencias moleculares están presentes desde el principio, incluso si la evolución instrumental, unida a otros factores, les da hoy en día cada DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 275 vez mayor importancia, como el valor de un nuevo umbral desde el punto de vista de un contenido específicamente musical: la molécula sonora, las relaciones de velocidad y de lentitud entre partículas. Los devenires-animales se lanzan a devenires moleculares. En ese caso, se plantean todo tipo de problemas. En cierto sentido, hay que empezar por el final: todos los devenires son ya moleculares. Pues d avenir no es imitar a algo o a alguien, no es identificarse con él, tampoco es proporcionar relaciones formales. Ninguna de esas dos figuras de analogía conviene al devenir, ni la imitación de un sujeto, ni la proporcionalidad de una forma. Devenir es, a partir de las formas que se tiene, del sujeto que se es, de los órganos que se posee o de las funciones que se desempeña, extraer partículas, entre las que se instauran relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, las más próximas a lo que se está deviniendo, y gracias a las cuales se deviene. En ese sentido, el deverdr es el proceso del deseo. Ese principio de proximidad o de aproximación es muy particular, y no reintroduce ningima analogía. Indica lo más rigurosamente posible una zona de entorno o de copresencia de una partícula, el movimiento que adquiere cualqiúer partícula cuando entra en esa zona. Louis Wolfson se lanza a una extraña empresa: esquizofrénico, traduce lo más rápidamente posible cada frase de su lengua materna en palabras extrañas que tienen im sonido y un sentido semejantes; anoréxico, se precipita hacia la nevera, abre las latas, extrae elementos con los que se atiborta lo más rápidamente posible Sería falso pensar que toma prestadas de las lenguas extranjeras las palabras "disfrazadas" que necesita. Más bien extrae de su propia lengua partículas verbales que ya no pueden pertenecer a la forma de esa lengua, de la misma manera que extrae de los alimentos partículas alimentarias que ya no pertenecen a las sustancias nutritivas formadas: los dos tipos de partículas se aproximan. También se puede decfr: emitir partículas que adquieren tales relaciones de movimiento y de reposo porque entran en tal zona de entorno; o: que entran en esa zona porque adquieren esas relaciones. Una haecceidad es inseparable de la niebla o de la bruma que dependen de una zona molecular, de un espacio corpuscular. El entorno es una noción a la vez topològica y cuántica, que indica la pertenencia a una misma molécula, independientemente de los sujetos considerados y de las formas determinadas. Schérer y Hocquenghem han puesto de relieve ese punto esencial, al reconsiderar el problema de los niños-lobo. Por supuesto, no se trata de una producción real, como si el niño hubiese devenido "realmente" animal; tampoco se trata de una semejanza, como si el niño hubiese imitado a animales que le habrían realmente criado; tampoco se trata de una metáfora simbóUca, como si el niño autista, abandonado o perdido, sólo hubiese devenido el "análogo" de un anknal. Schérer y Hocquenghem tienen razón cuando demmcian ese falso razonamiento, basado en un culturaUsmo o un moralismo que invocan la irreductibilidad del orden humano: pues el lúño no se ha transformado en animal, sólo mantendría una relación metafórica con él, inducida por su debUidad o su rechazo. Por su cuenta, ellos invocan una zona objetiva de indeterminación o de incertidmnbre, "algo común o indiscernible", un entorno "que hace que resulte imposible decir por dónde pasa la frontera entre lo animal y lo humano", no sólo en los niños autistas, sino

274 MIL MESETAS<br />

citar una actividad de policía amateur. Para él la música de Vinteuil es una forma<br />

que debe recordar a otra cosa, plegarse sobre otra cosa, hacer eco a otras formas,<br />

pinturas, rostros o paisajes. En cambio, el narrador, por más que siga las huellas<br />

de Svi^ann, no deja de estar en otro elemento, en otro plan. Una mentira de Alberttne<br />

ya no tiene apenas contenido, al contrario, tiende a confundirse con la emisión<br />

de una partícula procedente de los ojos del amado, y que tiene valor por sí<br />

misma, que va demasiado rápido en el campo visual o auditivo del narrador, velocidad<br />

molecular insoportable en verdad, puesto que indica una distancia, un entorno<br />

en el que Albertine quisiera estar y ya está Por eso la actitud del narrador<br />

ya no será fundamentaknente la de un poHcía que investiga, sino otra figura muy<br />

diferente, la de un carcelero: ¿cómo devenir dueño de la velocidad, cómo soportarla<br />

nerviosamente como una neuralgia, perceptuahnente como un relámpago,<br />

cómo construir una prisión para Albertine? Y si los celos ya no son los mismos<br />

cuando se pasa de Swann al narrador, la percepción de la música tampoco lo es:<br />

Vinteuü cada vez es menos captado según formas analógicas y sujetos comparables,<br />

y adquiere velocidades y lentitudes inauditas que se conectan en un plan de<br />

consistencia de variación, el mismo de la música y de La Recherche (del mismo<br />

modo, los motivos wagnerianos abandonan cualquier rigidez de forma y cualquier<br />

asignación de personajes). Dkíase que los esfuerzos desesperados de Swann por<br />

reterritorializar el flujo de las cosas (Odette en un secreto, la pintura en un rostro,<br />

la música en el bosque de Boulogne) han sido sustituidos por el movkniento acelarado<br />

de la desterritorialización, por un acelerado lineal de la máquina abstracta,<br />

que arrastra los rostros y los paisajes, y luego el amor, y luego los celos, y luego la<br />

pintura, y luego la música, según coeficientes cada vez más fuertes que van a aumentar<br />

la Obra, sin perjuicio de disolverlo todo, y de morir. Pues el narrador, a<br />

pesar de las victorias parciales, fracasará en su proyecto, que de ninguna manera<br />

era recuperar el tiempo ni forzar la memoria, sino devenir dueño de las velocidades,<br />

al ritmo de su asma. Afrontar el aniquilamiento. Otra salida era posible, o<br />

Proust la habrá hecho posible.<br />

Recuerdos de una molécula. — El devenir-animal sólo es un caso entre otros.<br />

Estamos atrapados en segmentos de devenir, entre los que podemos establecer<br />

una especie de orden o de progresión aparente: devenir-mujer, devenfr-niño; devenir-animal,<br />

vegetal o mineral; devenires moleculares de todo tipo, devenirespartículas.<br />

Fibras conducen unos a otros, transforman los unos en los otros, atravesando<br />

las puertas y los umbrales. Cantar o componer, pintar, escribir no tienen<br />

quizá otra finaüdad: desencadenar esos devenires. Sobre todo la música; todo un<br />

deveimr-mujer, un devenir-niño atraviesan la música, no sólo al nivel de las voces<br />

(la voz inglesa, la voz italiana, el contra-tenor, el castrado), sino al nivel de los temas<br />

y de los motivos: el pequeño ritornelo, la ronda, las escenas de infancia y los<br />

juegos de infancia. La instrumentación, la orquestación están llenas de deveniresanimales,<br />

devenires-pájaro en primer lugar, pero también otros muchos. Los chapoteos,<br />

los vagidos, las estridencias moleculares están presentes desde el principio,<br />

incluso si la evolución instrumental, unida a otros factores, les da hoy en día cada<br />

DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 275<br />

vez mayor importancia, como el valor de un nuevo umbral desde el punto de vista<br />

de un contenido específicamente musical: la molécula sonora, las relaciones de velocidad<br />

y de lentitud entre partículas. Los devenires-animales se lanzan a devenires<br />

moleculares. En ese caso, se plantean todo tipo de problemas.<br />

En cierto sentido, hay que empezar por el final: todos los devenires son ya<br />

moleculares. Pues d avenir no es imitar a algo o a alguien, no es identificarse con<br />

él, tampoco es proporcionar relaciones formales. Ninguna de esas dos figuras de<br />

analogía conviene al devenir, ni la imitación de un sujeto, ni la proporcionalidad<br />

de una forma. Devenir es, a partir de las formas que se tiene, del sujeto que se es,<br />

de los órganos que se posee o de las funciones que se desempeña, extraer partículas,<br />

entre las que se instauran relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad<br />

y de lentitud, las más próximas a lo que se está deviniendo, y gracias a las cuales se<br />

deviene. En ese sentido, el deverdr es el proceso del deseo. Ese principio de proximidad<br />

o de aproximación es muy particular, y no reintroduce ningima analogía.<br />

Indica lo más rigurosamente posible una zona de entorno o de copresencia de una<br />

partícula, el movimiento que adquiere cualqiúer partícula cuando entra en esa<br />

zona. Louis Wolfson se lanza a una extraña empresa: esquizofrénico, traduce lo<br />

más rápidamente posible cada frase de su lengua materna en palabras extrañas<br />

que tienen im sonido y un sentido semejantes; anoréxico, se precipita hacia la nevera,<br />

abre las latas, extrae elementos con los que se atiborta lo más rápidamente<br />

posible Sería falso pensar que toma prestadas de las lenguas extranjeras las palabras<br />

"disfrazadas" que necesita. Más bien extrae de su propia lengua partículas<br />

verbales que ya no pueden pertenecer a la forma de esa lengua, de la misma manera<br />

que extrae de los alimentos partículas alimentarias que ya no pertenecen a las<br />

sustancias nutritivas formadas: los dos tipos de partículas se aproximan. También<br />

se puede decfr: emitir partículas que adquieren tales relaciones de movimiento y<br />

de reposo porque entran en tal zona de entorno; o: que entran en esa zona porque<br />

adquieren esas relaciones. Una haecceidad es inseparable de la niebla o de la<br />

bruma que dependen de una zona molecular, de un espacio corpuscular. El entorno<br />

es una noción a la vez topològica y cuántica, que indica la pertenencia a una<br />

misma molécula, independientemente de los sujetos considerados y de las formas<br />

determinadas.<br />

Schérer y Hocquenghem han puesto de relieve ese punto esencial, al reconsiderar<br />

el problema de los niños-lobo. Por supuesto, no se trata de una producción<br />

real, como si el niño hubiese devenido "realmente" animal; tampoco se trata de<br />

una semejanza, como si el niño hubiese imitado a animales que le habrían realmente<br />

criado; tampoco se trata de una metáfora simbóUca, como si el niño autista,<br />

abandonado o perdido, sólo hubiese devenido el "análogo" de un anknal. Schérer<br />

y Hocquenghem tienen razón cuando demmcian ese falso razonamiento, basado<br />

en un culturaUsmo o un moralismo que invocan la irreductibilidad del orden humano:<br />

pues el lúño no se ha transformado en animal, sólo mantendría una relación<br />

metafórica con él, inducida por su debUidad o su rechazo. Por su cuenta, ellos<br />

invocan una zona objetiva de indeterminación o de incertidmnbre, "algo común<br />

o indiscernible", un entorno "que hace que resulte imposible decir por dónde pasa<br />

la frontera entre lo animal y lo humano", no sólo en los niños autistas, sino

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!