Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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MIL MESETAS<br />
sonai: cuando el niño dice "un vientre", "un caballo", "¿cómo crecen las personas?<br />
", "se maltrata a un niño", el psicoanalista oye "mi vientre", "el padre",<br />
"¿llegaré a ser grande como papá?". El psicoanalista pregunta: ¿a quién se maltrata,<br />
y por quién? Pero la lingüística tampoco está ubre del mismo prejiücio,<br />
en la medida que es inseparable de una personología; y no sólo el artículo y el<br />
pronombre üidefinidos, también la tercera persona del pronombre personal carece<br />
para la Ungüística de la determinación de subjetividad característica de las dos primeras<br />
personas, y que sería como la condición de toda enunciación<br />
Nosotros creemos, por el contrario, que el indefinido de la tercera persona. ÉL,<br />
ELLOS, no knpUca ninguna indeterminación desde ese punto de vista, y ya no relaciona<br />
el enunciado con un sujeto de enunciación, smo con un agenciamiento colectivo<br />
como condición. Blanchot tiene razón cuando dice que el SE y el ÉL —se<br />
muere, él es desgraciado— no ocupan en modo alguno el lugar de un sujeto, sino<br />
que destituyen todo sujeto en provecho de un agenciamiento del tipo háecceidad,<br />
que Ueva o ubera el acontecinüento en lo que tiene de no formado y de no efectuable<br />
por personas ("les sucede algo que sólo pueden recuperar si se desprenden de<br />
su poder de decir yo") El ÉL no representa un sujeto, sino que diagiramatiza un<br />
agenciamiento. No sobrecodifica los enunciados, no los trasciende como las dos<br />
primeras personas, smo que, por el contrario, les impide caer bajo la tiranía de las<br />
constelaciones significantes o subjetivas, bajo el régimen de las redundancias<br />
vacías. Las cadenas de expresión que articula son aqueUas en las que los contenidos<br />
pueden ser agenciados en función de un máxkno de cücunstancias y de devenires.<br />
"Llegan como el destino..., ¿de dónde vienen, cómo han Uegado hasta aquí...?"<br />
— Él o se, artículo mdefinido, nombre propio, verbo en infinitivo: UN HANS DEVENIR<br />
CABALLO, UNA MANADA LLAMADA LOBO MIRAR EL, SE MORIR, AVISPA ENCONTRAR ORQUI<br />
DEA, ELLOS LLEGAN HUNOS. Auuncios por palabras, máquinas telegráficas en el plan<br />
de consistencia (una vez más, habría que pensar en los procedimientos de la poesía<br />
china y en las reglas de traducción que proponen los mejores comentaristas)<br />
Recuerdos de un planificador. — Puede que haya dos planes, o dos maneras de<br />
concebk el plan. El plan puede ser un principio oculto, que da a ver lo que se ve, a<br />
oír lo que se oye..., etc., que hace que a cada mstante lo dado esté dado, bajo tal<br />
estado, en tal momento. Pero él, el plan, no está dado. Está oculto por naturaleza.<br />
Sólo puede inferirse, mducirse, deducüse a partir de lo que da (simultánea o sucesivamente,<br />
en smcronía o diacronia). En efecto, un plan de este tipo es tanto de organización<br />
como de desarroUo: es estructural o genético, y las dos cosas a la vez,<br />
estructura y génesis, plan estructural de las organizaciones formadas con sus desarrollos,<br />
plan genético de los desarroUos evolutivos con sus organizaciones. Ahora<br />
bien, eso sólo son matices en esta primera concepción del plan. Y conceder demasiada<br />
importancia a estos matices nos impedkía captar algo más importante. Pues<br />
el plan, así concebido o así hecho, concierne de todas maneras al desarroUo de las<br />
formas y a la formación de los sujetos. Una estructura oculta necesaria para las formas,<br />
un significante secreto necesario para los sujetos. De ahí que forzosamente el<br />
propio plan no esté dado. En efecto, sólo existe en una dimensión suplementaria a<br />
DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 269<br />
lo que da (n+1). De esta forma, en un plan teológico, un designio, un principio<br />
mental. Es un plan de transcendencia. Es un plan de analogía, bien porque asigna<br />
el térmmo eminente de un desarroUo, bien porque establece las relaciones proporcionales<br />
de la estructura. Puede estar en el espíritu de un dios, o en un inconsciente<br />
de la vida, del auna o del lenguaje: siempre se deduce de sus propios efectos.<br />
Siempre se infiere. Incluso si se le denomina inmanente, sólo lo es por<br />
ausencia, analógicamente (metafóricamente, metonimicamente, etc.). El árbol<br />
está dado en el germen, pero en función de un plan que no está dado. De igual<br />
modo en la música, el principio de organización o de desarrollo no aparece por sí<br />
mismo en relación directa con lo que se desarroUa o se organiza: hay un principio<br />
composicional transcendente que no es sonoro, que no es "audible" por sí mismo<br />
o para sí. Eso permite todas las interpretaciones posibles. Las formas y sus desarroUos,<br />
los sujetos y sus formaciones remiten a un plan que actúa como unidad<br />
transcendente o principio oculto. Siempre se podrá exponer el plan, pero como un<br />
fragmento aparte, que no está dado en lo que da. ¿No es así, como en un metalenguaje,<br />
cómo el mismo Balzac, e incluso Proust, exponen el plan de organización o<br />
de desarroUo de su obra? ¿Y Stockhausen no tiene también necesidad de exponer<br />
la estrucutra de sus formas sonoras como "al lado" de eUas, ante la imposibiüdad<br />
de hacer que se oiga? Plan de vida, plan de música, plan de escritura, es exactamente<br />
lo mismo: un plan que es ürepresentable como tal, que sólo puede inferirse,<br />
en función de las formas que desarroUa y los sujetos que forma, puesto que<br />
existe para esas formas y esos sujetos.<br />
Y luego hay otro plan completamente distinto, o una concepción del plan completamente<br />
distinta. Aquí ya no hay en modo alguno formas o desarroUos de formas;<br />
ni sujetos y formación de sujetos. No hay ni estructura ni génesis. Tan sólo<br />
hay relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud entre elementos<br />
no formados, al menos relativamente no formados, moléculas y partículas<br />
de todo tipo. Tan sólo hay haecceidades, afectos, mdividuaciones sm sujeto, que<br />
constituyen agencianüentos colectivos. Nada se desarroUa, pero, tarde o temprano,<br />
suceden cosas, y forman tal o tal agenciamiento según sus composiciones de velocidad.<br />
Nada se subjetiva, pero se forman haecceidades según las composiciones de<br />
potencias o de afectos no subjetivados. Este plan, que sólo conoce longitudes y latitudes,<br />
velocidades y haecceidades, nosotros lo denominamos plan de consistencia<br />
o de composición (por oposición al plan de organización y de desarroUo). Un plan<br />
que es necesariamente de inmanencia y de univocidad. Así pues, nosotros lo denominamos<br />
plan de Naturaleza, aunque la naturaleza no tenga nada que ver ahí,<br />
puesto que ese plan no establece ninguna diferencia entre lo natural y lo artificial.<br />
Por más que crezca en dimensiones, nunca tiene una dimensión suplementaria a lo<br />
que pasa en él. Por eso mismo es natural e mmanente. Ocurre como con el principio<br />
de contradicción: también se le puede Uamar de no contradicción. El plan de<br />
consistencia también podría denominarse de no consistencia. Es un plano geométrico,<br />
que ya no remite a un designio mental, sino a un dibujo abstracto. Es un<br />
plano cuyas dimensiones no cesan de crecer, de acuerdo con lo que en él pasa, sm<br />
que por eUo pierda nada de su planitud. Es, pues, un plan de proliferación, de poblamiento,<br />
de contagio; pero esta proliferación de material no tiene nada que ver