Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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MIL MESETAS<br />
de alguien que simplemente ha encontrado el medio de acomodarse al momento<br />
presente, al tiempo que hace, a esas personas que están presentes"^^. Sois longitod<br />
y latitud, un conjunto de velocidades y lentitudes entre partículas no formadas, un<br />
conjunto de afectos no subjetivados. Tenéis la mdividuación de un día, de una estación,<br />
de un año, de una vida (mdependientemente de la duración), —de un<br />
chma, de un viento, de una niebla, de un enjambre, de una manada (independientemente<br />
de la regularidad)—. O al menos podéis tenerla, podéis alcanzarla. Una<br />
nube de langostas traída por el viento a las cinco de la tarde; un vampho que sale<br />
de noche, un hombre-lobo que sale con la luna Uena. Pero no hay que pensar que<br />
la haecceidad consiste shnplemente en un decorado o en un fondo que situaría a<br />
los sujetos, ni en apéndices que fijarían al suelo las cosas y las personas. Todo el<br />
agenciamiento en su conjunto individuado resulta ser una haecceidad; se define<br />
por una longitud y una latitud, por velocidades y afectos, independientemente de<br />
las formas y de los sujetos que sólo pertenecen a otro plan. El lobo, o el cabaUo, o<br />
el niño dejan de ser sujetos para devenh acontechnientos, en agenciamientos que<br />
son inseparables de una hora, de una estación, de una atmósfera, de un ahe, de<br />
una vida. La caUe se compone con el cabaUo, de igual modo que la rata que agoniza<br />
se compone con el ahe, y el animal y la luna Uena se componen juntos. A lo<br />
sumo, se distmguhá las haecceidades de agenciamientos (un cuerpo que sólo es<br />
considerado como longitud y latitud), y las haecceidades de inter-agenciamientos,<br />
que señalan también las potenciahdades de devenir en el seno de cada agenciamiento<br />
(el medio de cruzamiento de las longitudes y latitudes). Pero las dos son<br />
estrictamente inseparables. El chma, el viento, la estación, la hora, no' son de otra<br />
naturaleza que las cosas, los animales o las personas que los pueblan, los siguen,<br />
duermen o se despiertan en eUos. Hay que leer todo seguido: el animal-caza-a-lascinco.<br />
Devenh-tarde, devenir-noche de un animal, bodas de sangre. ¡Las cinco es<br />
este animal! ¡Este animal es este lugar! "El perro flaco corre por la caUe, ese perro<br />
flaco es la caUe", exclama Vhgkda Woofi. Así hay que percibh. Las relaciones, las<br />
determinaciones espacio-temporales no son predicados de la cosa, sino dimensiones<br />
de multiphcidades. La caUe forma parte tanto del agenciamiento cabaUo de<br />
ómnibus como del agenciamiento Hans en el que eUa iihcia el devenir-cabaUo.<br />
Todos somos las cinco de la tarde, o bien otra hora, y mejor dos horas a la vez, la<br />
ópthna y la pésima, mediodía-medianoche, pero distribuidas de forma variable. El<br />
plan de consistencia sólo contiene haecceidades según fincas que se entrecruzan.<br />
Las formas y los sujetos no pertenecen a ese mundo. El paseo de Vhginia Woolf<br />
entre la muchedumbre, entre los taxis, —pero precisamente el paseo es una haecceidad—:<br />
Mrs. DoUoway ya nunca más dirá "soy esto o soy aqueUo, él es esto, es<br />
aqueUo". "Se sentía muy joven, y al mismo tiempo terriblemente vieja", rápida y<br />
lenta, ya ahí y aún no, "penetraba como una cuchüla a través de todas las cosas, al<br />
mismo tiempo estaba fuera de eUas y mhaba, (...) siempre le parecía que era muy,<br />
muy peUgroso vivh, incluso un solo díd\ Haecceidad, niebla, luz cruda. Una<br />
haecceidad no tiene ni principio ni fin, ni origen ni destino; siempre está en el medio.<br />
No está hecha de puntos, sólo esta hecha de líneas. Es rizoma.<br />
Y no es el mismo lenguaje, o al menos el mismo uso del lenguaje. Pues si el<br />
plan de consistencia sólo tiene como contenido haecceidades, también tiene toda<br />
DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE.. 267<br />
una semiótica particular que le sirve de expresión. Plan de contenido y plan de expresión.<br />
Esta semiótica está compuesta sobre todo de nombres propios, de verbos<br />
en infinitivo y de artículos o de pronombres indefinidos. Artículo indefinido+nombre<br />
propio+verbo en infinitivo constituyen, en efecto, el eslabón de expresión de<br />
base, correlativo de los contenidos menos formaUzados, desde el punto de vista de<br />
una semiótica que se ha Uberado tanto de las significancias formales como de las<br />
subjetivaciones personales. En primer lugar, el verbo en infinhivo no es en modo alguno<br />
mdeterminado en cuanto al tiempo, expresa el tiempo no pulsado notante<br />
propio del Alón, es dech, el tiempo del acontecimiento puro o del devenh, que<br />
enuncia velocidades y lentitudes relativas independientemente de los valores cronológicos<br />
o cronométricos que el tiempo adquiere en los otros modos. Por eso se<br />
puede oponer con todo derecho el mfinhivo como modo y tiempo del devenir al<br />
conjunto de los otros modos y tiempos que renhten a Cronos al formar las pulsaciones<br />
o los valores del ser (el verbo "ser" es precisamente el único que no tiene infinitivo,<br />
o más bien aquel cuyo infinitivo sólo es una expresión vacía mdeterminada,<br />
considerada abstractamente para designar el conjunto de los modos y tiempos definidos)-^.<br />
En segundo lugar, el nombre propio no indica en modo alguno un sujeto:<br />
por eso nos parece vano preguntarse si su operación se parece o no a la nominación<br />
de una especie, según que el sujeto sea considerado de otra naturaleza que la Forma<br />
que lo clasifica, o sólo como el acto últhno de esa Forma, en tanto que hmite de la<br />
clasificación Pues si el nombre propio no indica un sujeto, tampoco un nombre<br />
puede adquirir un valor de nombre propio en función de una forma o de una especie.<br />
El nombre propio designa en primer lugar algo que es del orden del acontecimiento,<br />
del devenh o de la haecceidad. Y los militares y los metereólogos tienen el<br />
secreto de los nombres propios, cuando los ponen a una operación estratégica, o a<br />
un tifón. El nombre propio no es el sujeto de un tiempo, sino el agente de un infinitivo.<br />
Señala una longitud y una latitud. Si la Garrapata, el Lobo, el CabaUo, etc.,<br />
son verdaderos nombres propios, no es en razón de los denominadores genéricos y<br />
específicos que los caracterizan, sino de las velocidades que los componen y de los<br />
afectos que los satisfacen: el acontechniento que eUos son de por sí y en los agenciamientos,<br />
devenh-cabaUo del pequeño Hans, devenh-lobo del Salvaje, devenir-garrapata<br />
del Estoico (otros nombres propios).<br />
En tercer lugar, el artículo y el pronombre indefmidos no son indeterminados,<br />
como tampoco el verbo en infinitivo. O más bien sólo carecen de determinación<br />
en la medida en que se los aphca a una forma a su vez indeterminada, o a un sujeto<br />
determmable. En cambio, no carecen de nada cuando mtroducen haecceidades,<br />
acontecimientos cuya mdividuación no pasa por una forma y no se hace por<br />
un sujeto. En ese caso, el hidefinido se conjuga con el máximo de determinación:<br />
érase una vez, se maltrata a un niño, un cabaUo cae... Pues los elementos empleados<br />
encuentran aquí su mdividuación en el agenciamiento del que forman parte,<br />
independientemente de la forma de su concepto y de la subjetividad de su persona.<br />
Ya hemos señalado varias veces hasta qué punto los niños utilizaban el indefhüdo<br />
no como un indeterminado, sino, por el contrario, como un individuante en<br />
un colectivo. Por eso nos sorprenden los esfuerzos del psicoanálisis que quiere a<br />
toda costa que, tras de los indefinidos, se oculte un defiiüdo, un posesivo, un per-