Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia - Patricio Lepe Carrión
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252 ME. MESETAS DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE.., 253<br />
el súcubo hembra de un hombre para devenir el íncubo macho de una mujer a la<br />
que transmite el semen del primero). Bien es verdad que la alianza y la fíHación<br />
entran en relaciones reguladas por las leyes del matrimonio, pero incluso en ese<br />
caso la aüanza conserva una potencia pehgrosa y contagiosa. Leach ha podido<br />
mostrar que, a pesar de todas las excepciones que parecen desmentir esta regla, el<br />
brujo pertenece en primer lugar a un grupo que sólo está unido por aüanza a<br />
aquel sobre el que ejerce su eficacia: así, en un grupo matrüineal, el brujo o la<br />
bruja deben buscarse en la rama paterna. Y hay toda una evolución de la brujería<br />
según que la relación de aüanza tenga un carácter permanente o adquiera un valor<br />
poütico'^. No basta con parecerse a un lobo, o vivir como un lobo, para producir<br />
hombres-lobos en su propia famiüa: es necesario que el pacto con el diablo se<br />
acompañe de una alianza con otra familia, y la repercusión de esta aüanza sobre la<br />
primera famiüa, la reacción de esta aüanza sobre la primera famiüa, produce hombres-lobos<br />
como por un efecto de feed-back. Un hermoso cuento de Erckmaim-<br />
Chatrian, Mugues el lobo, recoge las tradiciones sobre esta compleja situación.<br />
Vemos cómo desaparece cada vez más la contradicción entre los dos temas,<br />
"contagio con el animal como manada", "pacto con el anomal como ser excepcional".<br />
Leach puede reunir con todo derecho los dos conceptos de aüanza y de contagio,<br />
pacto-epidemia; analizando la brujería kachin, escribe: "La mfluencia maléfica<br />
se transmite presumiblemente por el alimento que la mujer prepara (...) La<br />
brujería kachin es contagiosa más bien que hereditaria (...) va asociada a la<br />
aüanza, no a la descendencia". La aüanza o el pacto son la forma de expresión,<br />
para un infección o una epidemia que son la forma de conterüdo. En la brujería, la<br />
sangre es de contagio y de aüanza. Se dirá que un devenir-animal es im asunto de<br />
brujería, 1) porque impüca una primera relación de aüanza con un demoiüo;<br />
2) porque ese demoiüo ejerce la función de borde de una manada animal en la<br />
que el hombre entra o deviene, por contagio; 3) porque ese devenir impüca una<br />
segunda aüanza, con otro grupo humano; 4) porque este nuevo borde entre los<br />
dos grupos orienta el contagio entre el animal y el hombre en el seno de la manada.<br />
Hay toda una poü'tica de los devenires-animales, como también hay una poh'tica<br />
de la brujería: esta poh'tica se elabora en agenciamientos que no son ni los de<br />
la famüia, ni los de la reügión, ni los del Estado. Más bien expresarían grupos minoritarios,<br />
u oprimidos,o prohibidos, o rebeldes, o que siempre están en el borde<br />
de las mstituciones reconocidas, tanto más secretos cuanto que son extrínsecos, en<br />
resumen, anómicos. Si el devenir-animal adopta la forma de la Tentación, de<br />
monstruos que el demoiüo suscita en la imaginación, es porque se acompaña,<br />
tanto en sus orígenes como en su empresa, de una ruptiura con las instituciones<br />
centrales, establecidas o que tratan de establecerse.<br />
Citemos desordenadamente, no como mezclas a realizar, sino más bien como<br />
casos diferentes a estudiar: los devenires-animales en la máquina de guerra, hombres-fieras<br />
de todo tipo, pero precisamente la máquina de guerra procede del<br />
afuera, es extrínseca al Estado que trata al guerrero como potencia anomal; los<br />
deverüres-animales en las sociedades de crimen, hombres-leopardos, hombres-caimanes,<br />
cuando el Estado prohibe las guerras locales y tribales; los devenires-animales<br />
en los grupos de motín, cuando la Iglesia y el Estado se encuentran ante<br />
movimientos capesinos con componente bruja, y que van a reprimir instaurando<br />
i todo un sistema de tribunal y de derecho adecuado para denunciar los pactos con<br />
( el demonio; los devenires-animales en los grupos de ascesis, el anacoreta que se<br />
alimenta de hierbas, o animal salvaje, pero la máquina de ascesis está en posición<br />
anomal, en hnea de fuga, al margen de la Iglesia, y contesta su pretensión de erigirse<br />
en institución imperial'"*; los devenires-animales en las sociedades de iiüciación<br />
sexual del tipo "desflorador sagrado", hombres-lobos, hombres-chivos, etc.,<br />
que üivocan una Aüanza superior y exterior al orden de las famüias, mientras que<br />
las familias tendrán que conquistar frente a eUos el derecho de regular sus propias<br />
' afianzas, de determinarlas según relaciones de descendencia complementaria, y de<br />
domesticar esta potencia desencadenada de la afianza.'^<br />
En ese caso, la pohtica de los devenires-animales contmúa siendo sin duda ex-<br />
I tremadamente ambigua. Pues mcluso las sociedades primitivas no cesarán de<br />
apropiarse de esos devenires para cortarlos, y reducirlos a relaciones de cortespondencia<br />
totèmica o shnbóüca. Los Estados no cesarán de apropiarse de la máquina<br />
de guerra, bajo forma de ejércitos nacionales que ümitan estrechamente los<br />
deverüres del guerrero. La Iglesia no cesará de quemar a los brujos,-o bien de remtegrar<br />
a los anacoretas en la imagen dulcificada de una serie de santos que ya sólo<br />
tienen con el animal una relación extrañamente famiüar, doméstica. Las Familias<br />
no cesarán de conjurar el Aüado demoníaco que las corroe, para regular entre<br />
eUas las aüanzas convenientes. Veremos a los brujos servür a los jefes, ponerse al<br />
servicio del despotismo, hacer una contrabrujería de exorcismo, ponerse de parte<br />
de la familia y de la descendencia. Eso supondrá la muerte del brujo, pero también<br />
la del devenir. Veremos al devenir engendrar exclusivamente un gran perro<br />
doméstico, como en la condenación de Müler ("más vaha simular, hacer el aiümal,<br />
el perro por ejemplo, atrapar el hueso que me arrojarían de vez en cuando") o la<br />
de Fitzgerald ("trataré de ser un animal lo más correcto posible, y si me arrojáis<br />
un hueso con bastante carne encima, quizá seré üicluso capaz de lameros la<br />
mano"). Invertü la fórmula de Fausto: ¿era, pues, ésa la forma del Estudiante ambulante?<br />
¡Un sünple podenco!<br />
Recuerdos de un brujo, III. — A los devenkes-animales no hay que atribuürles<br />
ima importancia exclusiva. Más bien serían segmentos que ocupan una región media.<br />
Más aUá, encontramos devenires-mujer, devenires-niño (quizá el devenir-mujer<br />
posee un poder introductivo particular sobre los demás, y no se trata tanto de<br />
que la mujer sea bruja como de la brujería, que pasa por ese devenir-mujer). Más<br />
aUá todavía, encontramos devenires-elementales, celulares, moleculares, e incluso<br />
devenires-knperceptibles. ¿Hacia qué nada los artastra la escoba de las brujas? ¿A<br />
dónde arrastra tan süenciosamente Moby Dick a Achab? Lovecraft hace que su<br />
héroe atraviese extraños animales, pero que al final penetre en las últimas regiones<br />
de un Continuum habitado por ondas innombrables y partículas raras. La cienciaficción<br />
conoce toda una evolución que la hace pasar de los devenires-animales,<br />
vegetales o minerales, a los devenires bacterianos, víricos, moleculares e imperceptibles'^.<br />
El contenido propiamente musical de la música está atravesado por