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42<br />
Antonio Blanch<br />
Al haber roto sistemáticamente con la tradición y con<br />
otros reductores objetivosrealistasde la concienciaindividual,<br />
caen en, o cuando menos propician, el uso de la fantasía como<br />
huida d~ la realidad hacia paraísos artificiales, asombrosos y<br />
excitantes, pero vaporosos y oscuros, nada reconfortantes<br />
ontológicamente. En confirmación de 10dicho, bastaría, por<br />
ejemplo, evocar la vida y la obra del gran poeta HOlderlin<br />
(1770-1843),arrebatado en su primera época por la belleza del<br />
cosmos y,más especialmente,de la mujer amada (Diotima),tal<br />
comoquedaplasmadoen sunovelalíricaHiperión(1796);pero,<br />
eclipsada esa luz, se hunde en el desencanto y en la<br />
desesperación, como puede verse en sus Cantosde la noche<br />
(1803) y en su inacabada Empédocles.<br />
Todavíase acentúa más esa insatisfacciónprofunda ante<br />
la belleza imposible y ambigua, en algunos grandes poetas<br />
posteriores,como Edgar A.Poe y CharlesBaudelaire.Su personal<br />
desajuste les llevóa invocar la belleza de lo siniestro y de lo<br />
miserable, comoúnico refugioimaginariodonde pudiera reposar<br />
el corazón. Y es esta trascendencia estética, fantástica y<br />
solipsista, la que inaugurará para la modernidad una nueva<br />
manera de experimentar lo bellocomo una realidad autónoma<br />
y formal y, en algunos casos también, como una oferta<br />
pseudorreligiosa de salvación,sobre el abismo de la nada.<br />
3. Doble trascendencia, estética y religiosa, de algunos artistas<br />
Que la experiencia de 10sagrado pueda traducirse en<br />
imágenes literarias de una gran belleza es una evidencia que se<br />
apoya en tan abundantes ejemplos que nadie osará discutirla.<br />
Con sólo ojear algunos textos de las principales religiones del<br />
mundo, se descubrirán en seguida símbolos y fragmentos<br />
poéticos maravillosos. Baste recordar, dentro de la tradición<br />
judeo-cristiana, algunos textos de los profetas, o ciertos him-