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j l 36 Antonio Blanch las leyes naturales (evolución biológica, herencia, ambiente) que determinan sus costumbres, sus virtudes y sus vicios. Con suficientes dotes de escritor y de periodista, Zola actuaba corno hoy podría hacer un sociólogo positivista o un etólogo. Su obra, muy voluminosa por cierto, muestra hasta qué extremo puede llegar el lenguaje literariocuando se ha neutralizado al máximo en el escritor la acción de la imaginación y de la sensibilidad. La función simbólica del arte se reduce entonces a la simple transcripción de los prototipos de la vida real concreta, sin más horizonte que su misma opacidad y unos elementales mecanismos motivadores. Según este enfoque, la experiencia estéticasi se da, quedará también reducida al descubrimiento de estos mecanismos y el símbolo dominante será, machaconamente, el de la sociedad humana vista corno una maquinaria o el individuo humano visto corno un animal, más o menos bello por momentos, pero inexorablemente condicionado por la agresividad y la ceguera de sus instintos. EnEspañafueVicenteBlascoIbáñezelautorque mejorconsiguió adaptar, durante un período de su vida, las intencionesy métodos del naturalismo francés,cornopuede comprobarse leyendo alguna de las obrasdel ciclode la huerta y la albuferavalencianas.Junto a estas obras conviene también citar las de Pío Barojadedicadas a los bajosfondos de Madrid, agrupadas en la trilogíaÚlluchaporlavida(1904).Peroes todaviaen otrosmeridianos donde surgirá con más fuerza esa tendencia de someter la imaginaciónartísticaal relievesensual de la realidad concreta.Y en ellolos norteamericanoshan sido los grandes maestrosdel siglo. Recordemos sólo unos nombres ilustres: Stephen Crane, TheodorDreisery SinclairLewis,predecesoresde lostodaviamás famososentrenosotrosJohnSteinbecky EmestHerningway. Pero permítasenos detenemos un poco en el caso de un italiano, Alberto Moravia (1907),que se presta admirable-
Lo estéticoy lo religioso:cotejodeexperienciasy expresiones 37 mente a ejemplificar este primer tipo de artistas cerrados a la trascendencia. Como todo buen novelista moderno, Moravia es un penetrante psicólogo, un analista minucioso del comportamiento individual y colectivo. Pero su arte consiste en no describir nunca lo posible, sino sólo lo palpable y evidente. Nunca sugerirá al lector nada que no sea inmediatamente necesario para la visualización de los hechos. Sus descripciones de la vida amorosa -y éste es el tema dominante de sus narraciones- son perfectamente exteriores, sensoriales, "queriendo sólo entender el amor como un fenómeno de la vida natural, es decir, corporal y sensible. La capacidad simbólica del amor humano (tan explotada por otros artistas), su dimensión sentimental, es anulada sistemáticamente. Sólo en muy contados casos se da un fugaz enamoramiento; pero pronto se esfuma. El lector de sus más conocidas novelas, como LaRomana,LaCiocciara,Elconformista, descubre un mundo y unos seres vacíos de sentimiento, sin fondo, sin alma. Y es que para este artista todo esto es misterioso, no puede comprobarse ni describirse y, por consiguiente, debe evitarse. De ahí que casi todos sus personajes se muevan entre la excitación y la apatía, y acaben pronto por caer en el aburrimiento y en un estéril soledad. Uno de los resultados obvios de esta postura es el amoralismo, ya que el orden moral tampoco es físicamente comprobable. Al cabo de los años, todavía recuerda uno la impresión que le produjeron algunas de las mujeres de Moravia, muy vitales por fuera, pero sin más vida interior que la astucia de la conquista, el placer fugaz y el asco permanente; mujeres finalmente estériles y frígidas, impotentes y vencidas por el mismo impulso vital que las hacía actuar. Pues bien, éstesería para nosotros el ejemplomás clarode una obra literariacerradaa latrascendencia,no sóloa lareligiosa
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36 Antonio Blanch<br />
las leyes naturales (evolución biológica, herencia, ambiente)<br />
que determinan sus costumbres, sus virtudes y sus vicios.<br />
Con suficientes dotes de escritor y de periodista, Zola actuaba<br />
corno hoy podría hacer un sociólogo positivista o un etólogo.<br />
Su obra, muy voluminosa por cierto, muestra hasta qué extremo<br />
puede llegar el lenguaje literariocuando se ha neutralizado<br />
al máximo en el escritor la acción de la imaginación y de la<br />
sensibilidad. La función simbólica del arte se reduce entonces<br />
a la simple transcripción de los prototipos de la vida real concreta,<br />
sin más horizonte que su misma opacidad y unos elementales<br />
mecanismos motivadores. Según este enfoque, la<br />
experiencia estéticasi se da, quedará también reducida al descubrimiento<br />
de estos mecanismos y el símbolo dominante<br />
será, machaconamente, el de la sociedad humana vista corno<br />
una maquinaria o el individuo humano visto corno un animal,<br />
más o menos bello por momentos, pero inexorablemente<br />
condicionado por la agresividad y la ceguera de sus instintos.<br />
EnEspañafueVicenteBlascoIbáñezelautorque mejorconsiguió<br />
adaptar, durante un período de su vida, las intencionesy<br />
métodos del naturalismo francés,cornopuede comprobarse leyendo<br />
alguna de las obrasdel ciclode la huerta y la albuferavalencianas.Junto<br />
a estas obras conviene también citar las de Pío<br />
Barojadedicadas a los bajosfondos de Madrid, agrupadas en la<br />
trilogíaÚlluchaporlavida(1904).Peroes todaviaen otrosmeridianos<br />
donde surgirá con más fuerza esa tendencia de someter la<br />
imaginaciónartísticaal relievesensual de la realidad concreta.Y<br />
en ellolos norteamericanoshan sido los grandes maestrosdel siglo.<br />
Recordemos sólo unos nombres ilustres: Stephen Crane,<br />
TheodorDreisery SinclairLewis,predecesoresde lostodaviamás<br />
famososentrenosotrosJohnSteinbecky EmestHerningway.<br />
Pero permítasenos detenemos un poco en el caso de un<br />
italiano, Alberto Moravia (1907),que se presta admirable-