Magazine: 6.pdf

Lo estéticoy lo religioso:cotejodeexperienciasy expresiones 11
ya que nos relaciona con dimensiones que apuntan a algo
más allá de lo espacio-temporal, más allá de lo parcial y transitorio.
Si esta nueva dimensión última y totalizante la llamamos
sagrada,a la habitual intramundana la denominaremos
por contraste profana.
Al desbordar nuestras dimensiones y categorías hacituales,
obviamente esta realidad sagrada no podrá ser aprehendida
de forma directa. Su presencia en nuestra conciencia
se insinuará, desde lo oscuro y misterioso,y se irá imponiendo
con tal fuerza que, aun sin dejarse abarcar, la experimentaremos
como inequívocamente real. Ahí estriba precisamente
esa característica~ericial de lo sagrado (enla que R.Otto insistía
exageradamente),a saber,su capacidad de imponerse; siendo
inaccesible,de asomamos y aun de atemorizamos por su
abrumadora realidad. Esta anormalidad sorprendente, que se
capta como algo inmenso que se impone y amenaza los pequeños
límites del individuo, se percibe también y simultáneamentecomoalgoadmirableyatractivo(fascinante,comodefinía
R. Otto). Esta segunda impresión contrarresta el espanto
que pudiera causar la primera. Y aquí habría que evocar la
gran diversidad de formas con que, a lo largo de los milenios,
la humanidad ha ido experimentando lo sagrado, formas a veces
ciertamente terribles, pero dominando en general aquéllas
en que brilla lo sagrado por su lado admirable y benéfico.
Apuntado así, tan someramente, el objeto de la experiencia
religiosa, veamos ahora cuál sea la habitual reacción
subjetiva ante este impacto, contentándonos también con señalar
lo más característico. El rasgo primero y fundamental
de esta vivencia interior aso~brosa es el profundo respeto y
sumisión que, en términos específicamente religiosos, suele
'llamarseadoración.El sujetohumano, invadido por esa presencia,
tan impotente como inabarcable, descuida provisio-