a sea de modo antológico, las muchas joyas ocultas en sus partituras . Junto a su esposa Teresa Martín, la muerte le llegó en su domicilio de la calle Alcalá, 104, el 20 de junio de 1908, cuando ponía música al sainete de Antonio Casero y Alejandro <strong>La</strong>rrubiera <strong>La</strong>s mocitas del barrio, donde Milagros cantaba: “En la calle Toledo/un lunes te vi;/ tú me llamaste ¡so fea!/y me sonreí” . Terminado por Francisco Fuster vio la luz póstuma el 29 de marzo de 1913 en el Teatro <strong>La</strong>ra . El entierro de Chueca, desde su casa en la calle de Alcalá (muy cerca del cruce en las calles de Goya, Conde de Peñalver y Narváez) constituyó una multitudinaria manifestación de duelo y al mismo tiempo, un viaje en clima festivo hasta la sacramental de San Justo, pues mucha gente que se dirigía a los toros, al enterarse de quien era el muerto, quiso seguir al coche fúnebre, los caballeros con sombrero de ala ancha y puro y las señoras con peineta y mantilla . Hubo pues un cierto aire alegre en un día muy triste para Madrid . Allí quedó el gran músico, en el antiguo Cerro de las Ánimas, en un panteón rematado después con su busto acompañado por un chispero o chuleta de los que él inmortalizó . Ha transcurrido un siglo desde aquel día, ¡cien años ya sin el cantor de Madrid!, pero Madrid vivirá una eternidad con él . la GraN Via Hemos dicho que <strong>La</strong> <strong>Gran</strong> <strong>Vía</strong> es la culminación de la carrera de Chueca, pero en su origen estuvo a punto de ser compuesta por otro músico . A mediados de mayo del año 1886 (el rey Alfonso XII había muerto en noviembre del año anterior) nació el abuelo paterno de nuestro rey actual, es decir, Alfonso XIII . Po- TeaTro VillamarTa 20 cos días más tarde, el periodista y comediográfo sevillano Felipe Pérez y González (1854- 1910), residente en Madrid desde 1884, pues había dejado su trabajo como archivero en el Ayuntamiento de Sevilla, salía del Círculo Artístico y Literario y al cruzar la Puerta del Sol un vendedor ambulante con un montón de papeles en la mano voceaba: “Explicación de lo que será la <strong>Gran</strong> <strong>Vía</strong>…¡A perra chica!” . Hombre de gran cultura e ingenio muy sevillano, aquel pregón suscitó su curiosidad . Desde hacia años el Ayuntamiento se había hecho eco de un proyecto: abrir una nueva y amplia avenida entre la calle Alcalá y la Plaza de San Marcial (hoy Plaza de España) . Comportaba una obra indudablemente ambiciosa, ya que suponía la supresión de plazuelas, callejones y manzanas enteras de edificios, algunos de gran valor histórico . El recorrido de la nueva <strong>Gran</strong> Via varió ligeramente desde el proyecto inicial del arquitecto Carlos María de Castro y el algo posterior del arquitecto municipal Carlos Velasco . En tiempos de asonadas y revoluciones, era importante tener bien comunicado el Ministerio de la Guerra, en el palacio de Buenavista, con los cuarteles de San Gil y de la Montaña, próximos a la Plaza de San Marcial . También facilitaría el acceso al Palacio Real y a la Estación del Norte y la ribera del Manzanares . Pero una acción urbanística de tal alcance, de un costo enorme (65 .286 .423 pesetas) y con actuaciones drásticas sobre el mismo corazón de la ciudad, parecía a la población madrileña algo utópico, irrealizable . Se hablaba mucho de ello, se hacían chistes y se bromeaba, dando por sentado que aquello no se llegaría a realizar .
el Paseante en Corte y el Caballero de Gracia con la Dependienta del Bazar. a la derecha, Bailarina