Culturas y Religiones – Juan Bosch
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o el signo de la presencia de ese reino de Dios entre los hombres.<br />
El reino de Dios es la clave desde la que Jesús llama a Israel a la<br />
conversión. En torno al mensaje del reino Jesús fue aglutinando a un<br />
grupo de discípulos. El reino de Dios, también, es el proyecto desde<br />
el que Jesús denunció el formalismo y la superficialidad de la religión<br />
enseñada y vivida por los dirigentes del pueblo. Esta denuncia, con el<br />
paso del tiempo, desencadenó el proceso que le llevó a la muerte.<br />
La comunidad de sus discípulos.<br />
Los seguidores o discípulos de Jesús, tras su muerte, continuaron<br />
la obra y la predicación de su maestro. Esta prolongación la entendieron<br />
como consecuencia del mandato expreso del que, habiendo<br />
resucitado, estaba vivo para siempre. En esta comunidad de discípulos<br />
tiene su origen la Iglesia. Esta continuidad entre Jesús y su Iglesia<br />
la expresa la teología cristiana recurriendo a la imagen del cuerpo:<br />
la Iglesia es, actualmente, el cuerpo de Cristo.<br />
Tras la muerte de Jesús, y como consecuencia de la creencia en<br />
su resurrección, los discípulos reconocieron en él al ungido por Dios<br />
(Cristo o Mesías), al salvador. De este modo pasaron a denominarle<br />
Jesús el Cristo o Jesucristo. El Mesías o Cristo era un título salvífico<br />
de la religión judía que designaba la llegada de aquél que iba a introducir<br />
a Israel en los tiempos definitivos (escatología). En ellos Dios<br />
iba a mostrar su salvación a todos los pueblos y a manifestar la gloria<br />
de su pueblo escogido. Los discípulos de Jesús utilizando el título<br />
Mesías unido al nombre de pila del nazareno confesaban la creencia<br />
en su dimensión humana (Jesús) y su dimensión divina (Cristo). La<br />
filiación divina de Jesús constituye el núcleo de la fe cristiana.<br />
TEXTOS<br />
“Viendo a la muchedumbre, Jesús subió al monte, se sentó y sus<br />
discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:<br />
«Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el<br />
Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán<br />
en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran porque ellos<br />
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