Culturas y Religiones – Juan Bosch
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TEXTOS<br />
“La veneración de las imágenes santas (iconos) es un dogma de<br />
la fe, formulado por el séptimo Concilio Ecuménico. El icono forma<br />
parte integral de la liturgia. La celebración de una fiesta exige que se<br />
exponga en medio de la nave el icono (transportable) que revela, con<br />
la evidencia inmediata de la visión, el sentido del acontecimiento que<br />
se conmemora. Más extensamente, la Iglesia entera, con su arquitectura<br />
y sus frescos (o mosaicos) representa en el espacio lo que la palabra<br />
litúrgica representa en el tiempo: el reflejo, la anticipación del<br />
Reino. Durante la crisis iconoclasta, en los siglos VIII y XI , la Iglesia<br />
tuvo que precisar el significado del icono. Demostró primero que el<br />
icono por excelencia es Cristo mismo. En el Antiguo Testamento,<br />
Dios se revelaba por la Palabra: no se hubiera podido pues, representarlo<br />
sin blasfemar. Pero la Palabra se ha hecho carne: ´Puesto<br />
que el Invisible, habiéndose revestido de la carne, aparece visible,<br />
que se represente desde ahora la semejanza del que se ha mostrado...´<br />
(S. <strong>Juan</strong> Damasceno, P.G. 94, 1239). Cristo no es solamente el<br />
Verbo de Dios sino su Imagen. La Encarnación fundamenta el icono,<br />
y el icono muestra la Encarnación”. (Olivier Clement, La Iglesia Ortodoxa,<br />
145-146).<br />
“Lee este libro. Es la Filocalía. Contiene una descripción completa<br />
y detallada, hecha por veinticinco Santos Padres, de la oración<br />
interior continua. Es un libro lleno de alta sabiduría y de tal santidad<br />
que se le considera el mejor manual de la vida espiritual y contemplativa...<br />
¿Más santo y sublime que la Sagrada Escritura?. Eso, no.<br />
Pero explica con sencillez los grandes misterios encerrados en la<br />
Biblia, incomprensibles para nuestro espíritu miope. El sol es grande<br />
y más brillante que las demás cosas, pero no puedes contemplarlo<br />
sin tener protegidos tus ojos; tienes que valerte de un trocito<br />
de vidrio que es millones de veces más pequeño y oscuro que el<br />
sol. Y mediante ese pequeño cristal tú puedes contemplar el astro<br />
grandioso y soportar sus rayos cegadores. La Sagrada Escritura es<br />
un sol deslumbrante, y este libro, la Filocalía, es el trocito de cristal<br />
que nos permite contemplar el astro divino”. (Anónimo, El peregrino<br />
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