Culturas y Religiones – Juan Bosch

Culturas y Religiones – Juan Bosch Culturas y Religiones – Juan Bosch

15.05.2013 Views

Las creencias. La fe de la Iglesia Católica está basada, como la del Cristianismo Oriental, en la Biblia (la palabra de Dios contenida en el Antiguo y Nuevo Testamento) leída dentro de la Tradición de los Santos Padres y de los siete primeros Concilios Ecuménicos. Después de la ruptura entre Oriente y Occidente, la Iglesia Ortodoxa ya no ha celebrado ningún otro Concilio Ecuménico, mientras que la Iglesia Católica prosigue una evolución teológica propia celebrando varios Concilios Ecuménicos, algunos de los cuáles han sido fundamentales en su historia: el de Trento (siglo XVI), el Vaticano I (siglo XIX) y el Vaticano II (siglo XX). Las fórmulas de fe se contienen en los Credos apostólico y niceno-constantinopolitano, celebran siete sacramentos y la liturgia, aunque en el pasado fue muy rica y variada (ritos ambrosiano, mozárabe, galicano) se fue uniformando bajo el modelo del rito romano, en el que tras las últimas reformas litúrgicas la eucaristía y los otros sacramentos se celebran en la lengua vernácula. Estadísticas. Según el último Anuario de la Iglesia, publicado en el Vaticano , el total de católicos en el mundo asciende a 989 millones. TEXTOS “Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad.... ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo 106

El hecho religioso en Europa afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti”. (San Agustín, Confesiones, Libro 7). “Adecuadamente termina el Credo, resumen de nuestra fe, con aquellas palabras: ´La vida perdurable. Amen. Porque esta vida perdurable es el término de todos nuestros deseos. La vida perdurable consiste, primariamente, en nuestra unión con Dios, ya que el mismo Dios en persona es el premio y el término de nuestras fatigas. Esta unión consiste en la visión perfecta...También consiste en la suprema alabanza... Consiste, asimismo, en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto, el hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice San Agustín: ´Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti. Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto, y, por esto, sus deseos quedarán saciados y tendrán más aún de lo que deseaban...Todo lo que hay de deleitable se encuentra allí superabundantemente. Si se desean los deleites, allí se encuentra el supremo y perfectísimo deleite, pues procede de Dios, sumo bien.... La vida perdurable consiste, también, en la amable compañía de todos los bienaventurados, compañía sumamente agradable, ya que cada cual verá a los demás bienaventurados participar de sus mismos bienes. Todos, en efecto, amarán a los demás como a sí mismos, y, por esto, se alegrarán del bien de los demás como el suyo propio. Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno se verán aumentados con el gozo de todos”. (Sto. Tomás de Aquino, Sobre el Credo). 107

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afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba<br />

sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo,<br />

mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas<br />

que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y<br />

quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;<br />

exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de<br />

ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia<br />

la paz que procede de ti”. (San Agustín, Confesiones, Libro 7).<br />

“Adecuadamente termina el Credo, resumen de nuestra fe, con<br />

aquellas palabras: ´La vida perdurable. Amen. Porque esta vida perdurable<br />

es el término de todos nuestros deseos. La vida perdurable<br />

consiste, primariamente, en nuestra unión con Dios, ya que el mismo<br />

Dios en persona es el premio y el término de nuestras fatigas. Esta<br />

unión consiste en la visión perfecta...También consiste en la suprema<br />

alabanza... Consiste, asimismo, en la perfecta satisfacción de nuestros<br />

deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que<br />

deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie<br />

puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar<br />

nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces,<br />

hasta el infinito; por esto, el hombre no puede hallar su descanso<br />

más que en Dios, como dice San Agustín: ´Nos has hecho para ti,<br />

Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti.<br />

Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto,<br />

y, por esto, sus deseos quedarán saciados y tendrán más aún<br />

de lo que deseaban...Todo lo que hay de deleitable se encuentra allí<br />

superabundantemente. Si se desean los deleites, allí se encuentra el<br />

supremo y perfectísimo deleite, pues procede de Dios, sumo<br />

bien.... La vida perdurable consiste, también, en la amable compañía<br />

de todos los bienaventurados, compañía sumamente agradable,<br />

ya que cada cual verá a los demás bienaventurados participar<br />

de sus mismos bienes. Todos, en efecto, amarán a los demás como<br />

a sí mismos, y, por esto, se alegrarán del bien de los demás<br />

como el suyo propio. Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno<br />

se verán aumentados con el gozo de todos”. (Sto. Tomás de Aquino,<br />

Sobre el Credo).<br />

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