Santa Teresa - Colegio de Abogados de Málaga

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EL COLEGIO DE ABOGADOS
CELEBRA EL DÍA DE SU PATRONA
Del 7 al 17 de octubre la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados programó una serie de actos deportivos,
solemnes, religiosos y festivos con los que se celebró el día de su patrona, Santa Teresa de Jesús. Y es que
octubre es el momento para reconocer la labor de aquellos que cumplen 25 y 50 años de ejercicio profesional,
para pasar una mañana distendida compitiendo en juegos deportivos, para acoger a aquellos nuevos abogados
que comienzan su andadura profesional, para recordar a los que se fueron, para tomar una copa con el compañero.
XV TROFEO MIRAMAR
El sábado 7 de septiembre arrancó el programa de actos
de la festividad de Santa Teresa. En el Club de Golf Añoreta
se celebró una jornada deportiva a la que acudieron muchos
compañeros que participaron o animaron en las competiciones
de mus, golf, padel y dominó. Un encuentro que contó
con el patrocinio de Unicaja, Banco Halifax y Bazar San Juan
y con la colaboración del Club de Golf Añoreta.
Los ganadores de las distintas competiciones fueron los
siguientes:
Mus
Primeras parejas empatadas en el primer puesto: Luis
Pellicer/Cristóbal Carnero y Jesús Pérez/Julia Barez.
Segunda pareja clasificada: José María Solís/Carolina
Garrido.
Tercera pareja clasificada: Francisco Pérez/Vicente
Muñoz.
Golf
En la categoría de abogados los ganadores fueron: Enrique
Jiménez, Victoriano Frías y José Manuel González.
En la categoría de juristas resultaron ganadores: Enrique
Riera, Fernando Bentabol y Rafael Serra.
Dominó
1ª Pareja clasificada: José Céspedes/Juan Ruiz.
2ª Pareja clasificada: Juan Ramírez/Antonio Teruel.
3ª Pareja clasificada: Alonso Aranda/Alonso Aranda
Pérez.
Padel
1ª Pareja clasificada: Javier Cabo/Alejandro Hernández.
2ª Pareja clasificada: Alfonso Ruiz/Alfonso Martín.
3ª Pareja clasificada: Antonio Diego Peláez/Carlos
Martínez.
ACTOS EN EL ANTIGUO CONSERVATORIO
MARÍA CRISTINA
Durante la tarde del día 13 y la mañana del 14 se celebraron
en el Antiguo Conservatorio María Cristina los actos
solemnes de jura o promesa de nuevos letrados, distinción a
los delegados de los partidos judiciales y renovación del juramento
de los compañeros que cumplieron 25 y 50 años de
ejercicio profesional.

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En la jornada del viernes 13 tuvo lugar la ceremonia
solemne de jura de 120 nuevos letrados. Con la Junta de
Gobierno en pie y al lado de sus padrinos juraron o prometieron
“guardar y hacer guardar la Constitución del Estado
español así como el cumplimiento fiel de las obligaciones de
la profesión de abogado según las normas deontológicas que
la rigen”.
Finalizada la jura se distinguió, en esta ocasión, a la
Sra. Delegada-Secretaria en el partido judicial de Estepona,
Dª Carolina Sierra Delgado, en un acto en el que se reconocía
los servicios prestados por esta compañera.
25 y 50 años de ejercicio profesional
Durante la mañana del sábado 14 de octubre se celebró
el solemne acto de renovación del juramento de los que
cumplían 25 y 50 años de ejercicio profesional. Un momento
entrañable para todos porque el Colegio tributa un sentido
y cálido homenaje a los compañeros más veteranos. En
esta ocasión cumplieron sus bodas de plata con la profesión:
Manuel José Conejo Doblado, Francisco José Martín Ruiz,
Enriqueta Campaña Ceballos, Francisco González Palmero,
José Luis Toré Vivar, José Ramón del Cid Santaella, Juan Mora
Escobar, Ignacio Romero Boldt, Luis Barrionuevo Rubio,
Adolfo López Álvarez, Mª Elena Broese Delcanto, Claudio
del Castillo Pérez, Andrés Vila Clavero, José Massats y Gómez,
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Benito Cobo Ruiz de Adana, Antonio José Espinosa Ochando,
Carlos Larrañaga Junquera, Mª Dolores Alonso Valea, Andrés
López Jiménez, Francisco Agustín Rivas Salvago, Gabriel
Gustavo Calfat Lobos, José Manuel Gómez Robles,
Inmaculada Méndez Zapata, Fernando Tabeada Figueredo,
Adrián Broncazo Campos, Jacinto Soler Padro, Francisco
González Palma, Francisco Javier López Linares, Salustiano
Díez González, Manuel Ruiz García, Antonio Abril Cumpián,
José Peña Villalba, Carlos Enrique Vidal Fernández, José María
del Río Belmonte, Fátima Cortés Leotte, José Luis Ramírez
López, José Manuel García Agüera, José Agustín Gómez-
Raggio Carrera, Francisco Antonio Corpas Alcaraz, Luis
Babiano Álvarez de los Corrales, Juan Carlos Santana León y
Juan Manuel Vargas Rodríguez.
Y cumplieron 50 años de ejercicio profesional los siguientes
compañeros: Francisco Avila Jiménez, José Santos
Gómez, José Antonio Romero Fernández, Francisco Gómez
Rivero y Manuel Ramos Guerbos.
Discurso de D. Francisco Palmero
En primer lugar el Decano impuso la distinción de
plata de la corporación a los compañeros que cumplían 25
años de ejercicio profesional. Tras ello D. Francisco González
Palmero hizo uso de la palabra, en nombre de todos, con el
siguiente discurso:
“Hay quien piensa que el tiempo no existe, que no es
más que una invención del hombre, del ser humano, para así
poder justificar la muerte. Para el filósofo, Xavier Zubiri, el
tiempo se nos presenta como “algo que va pasando”, un presente
que se va haciendo pasado y va yendo a un futuro. San
Agustín, en sus Confesiones definió el tiempo así: “Es lo que
cuando me lo preguntan no sé qué es, pero cuando no me lo
preguntan sí sé qué es”.
Ante tal indeterminación y confusión sobre el tiempo,
me van a permitir que en este acto no compare lo que llamamos
pasado con el presente, quiénes fuimos y lo que somos
actualmente y, me refiera al presente, al ahora, entendiendo
lo acontecido en nuestras vidas y en nuestro ejercicio profesional
como una línea de momentos, me quiero referir, a
unos determinados momentos que a buen seguro, han causado
gran impresión en nuestro quehacer diario y que de alguna
forma, junto con otras circunstancias externas, han venido
fraguando y cuajando nuestra personalidad como juristas.
Hoy y ahora, es un día para el recuerdo de momentos,
que ya habremos referido hasta la saciedad y quizás hasta el
aburrimiento, a algunos de nuestros compañeros, sufridos
clientes y seres queridos que ya no son parte del pasado, sino
parte actual de nosotros mismos.
¿Quién no recuerda los momentos del día del juramento,
que no fue sino un acto de ratificación de nuestra vocación
de servicio a la sociedad, a través de nuestro trabajo orientado
románticamente a hacer prevalecer la justicia, como dijera
D. Quijote para “deshacer entuertos”. Seguramente nos
faltó el sueño la noche anterior, como si de la primera comu-

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nión se tratara, incluso quizás, ni desayunáramos. Vimos por
primera vez a aquellos hombres, para nosotros, entonces jóvenes,
más “mayores y viejos”, pero con nuestra edad actual,
con sus togas en propiedad y quizás, no prestadas como las
nuestras, cargadas de trienios en sus mangas, con distintivos
colgados y medallas en el pecho.
Creímos ser unos privilegiados por jurar ante la Constitución,
aunque nuestros testigos y padrinos lo hubiesen
hecho sobre otra norma ya derogada, porque ya estábamos
en un estado social y democrático de derecho, como allí se
proclamaba, donde la libertad y la justicia eran los valores
supremos del ordenamiento jurídico, pero no reparamos entonces
que, conjuntamente con dichos valores, igualmente
se establecía también la seguridad, que, a la postre y a tenor
de nuestra experiencia, viene primando sobre aquellas.
Con puros o sin ellos, con más o menos folios de la
Mutualidad de la Abogacía bajo el brazo, que nos vendían
según la capacidad económica que se nos presuponía, y que
igualmente iba en consonancia con el aperitivo posteriormente
ofrecido, con presencia, o nula presencia, de los testigos ilustres
del acto de la jura, dimos por concluida la jornada, salvo
los que procedíamos de la provincia, que aún tuvimos que
realizar nuestro primer desplazamiento profesional, ya como
abogados.
Creo que otro momento a reseñar fue, cuando tuvimos
que despachar personal y directamente con nuestro primer
cliente, solos en nuestro despacho propio, de pasante, familiar,
y algunos hasta en nuestro propio domicilio, no sin antes
solicitar de nuestra familia se ubicase en la cocina, para
que el salón de la casa quedase libre para tal acontecimiento
y, en todo caso, con la incertidumbre de si sabríamos responder
adecuada y acertadamente a las cuestiones que nos planteasen.
Presumiblemente creo que en la mayoría de los casos,
el asunto bien pudo tratar sobre el derecho de familia tras la
reciente entrada en vigor la Ley 30/1981 de 7 de julio de
Separaciones y Divorcios, y henos aquí, a unos noveles abogados
mediando y aconsejando a más que expertos y experimentados
cónyuges sobre las relaciones familiares, las obligaciones
del matrimonio, aventurándonos y decidiendo incluso
conjuntamente con ellos su futuro personal y patrimonial.
Y ¿qué decir de nuestro primer juicio, acto con el que
habíamos estado soñando desde que estudiábamos en la Facultad
y que por fin, se iba a producir? Cómo interesábamos
de nuestros compañeros mayores las formas de proceder, los
momentos de intervención, nuestra ubicación en estrados y
hasta la forma de dirigirnos a jueces, compañeros y demás
partes procesales.
Por nuestros compañeros mayores se nos enseñó a saludar
al tribunal, hacerle patente que era nuestra primera in-

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tervención en estrados. Sin duda pasamos nervios y tensiones,
quizás similares a las que precedían a la celebración de
algún examen en la facultad, sensaciones que aún al día de la
fecha, algunos continuamos experimentando, aunque de un
simple juicio de faltas se trate, o de una mera comparecencia
ante cualquier funcionario o autoridad.
Otro momento que señalaría sería nuestra primera sentencia,
estimatoria, no de nuestras pretensiones sino de las
de nuestro cliente, pues entiendo que los abogados no ganamos
ni perdemos pleitos, sino que colaboramos en dichos
resultados. ¡Qué gratificante saberse colaborador de un resultado
justo y, que con nuestro esfuerzo hubiésemos participado
en el mismo, al margen de nuestros legítimos honorarios,
si es que realmente los hubo y/o pudimos cobrarlos!
¡Qué desilusión, por el contrario, cuando el resultado
no fue el esperado y, lo que creímos justo y ajustado a derecho
no se entendió así por el juez ¡ ¿Qué o quién falló? nos
preguntamos nosotros, preguntas que aún al día de hoy nos
hacemos respecto de determinados asuntos que no podemos
olvidar, además de la desconfianza de algún cliente que, dada
la situación política de nuestros comienzos, también se preguntaba
si la ideología y el patrimonio habían intervenido en
el fallo.
A buen seguro que hemos tenido también algunos desengaños,
y a veces, es posible que hasta haya habido momentos
en que hayamos pensado en abandonar el ejercicio de
esta profesión y, me refiero no, a desengaños por nosotros
provocados, sino a situaciones que se han ido produciendo
en nuestro quehacer diario y, como daño colateral, hemos
resultado afectados en alguna medida.
Hemos podido comprobar cómo por parte de algunas
autoridades judiciales y políticas, se hacen declaraciones públicas
de intenciones, a sabiendas de su imposibilidad, y, a
veces, en las que ni ellos mismos creen. Cómo alegremente se
proclaman derechos de los ciudadanos y de los justiciables
cuya vigencia acaba al mismo momento de pronunciarse, sin
reparar que ello genera confianza y esperanza para quienes
creemos firmemente en eso de dar a cada uno lo suyo. Cómo
se proclaman derechos fundamentales y se pretende la imparcialidad,
desde la ignorancia.
Hemos podido tener también momentos ingratos con
algunos compañeros, que creían que, engañándose ellos mismos,
lo hacían con nosotros y con nuestros clientes, ignorando
que la mejor venganza es la que no se cobra. Hemos podido
sufrir la soberbia de algún juez que quiso imponernos su
criterio, sustentado más en la autoridad que ejercía, que en la
racionalidad que de él se esperaba.
Pero, sin duda, han sido mayores y mejores los momentos
que nuestros compañeros nos han dispensado y continúan
dispensándonos, acogiéndonos bajo su protección,
compartiendo nuestra ignorancia, ayudándonos incluso a
minutar, dándonos buenos y sabios consejos y hasta nos han
servido de paño de lágrimas. Igualmente habremos tenido
más momentos gratos con los miembros de la judicatura, de
los que también hemos aprendido de sus motivadas resolu-
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ciones, de su comportamiento y del trato cordial, y a veces,
hasta amistoso, que nos han dispensado, conscientes de que
todos formamos parte de la misma Administración de Justicia,
con idénticos intereses finales, aunque con métodos distintos.
Con la acumulación de tantos momentos, como los
descritos, hemos ido despertando a la realidad del ejercicio
de la profesión, y, sin renunciar a nuestro romanticismo inicial,
quizás ahora atemperado, hacemos frente a los retos que
se nos plantean con argumentos más reales y sólidos, conscientes
de que, no basta con tener razón para obtener un
resultado satisfactorio, sino que es preciso acreditarla en
estrados y todavía aún más, que se nos dé por quien tiene que
resolver. Somos ya conscientes de que nuestra recompensa se
encuentra en el esfuerzo y no en el resultado.
Gracias a los momentos descritos y a otros más, ya no
buscamos desesperadamente el libro de formularios procesales,
hoy base de datos, que según se publicitan permiten hacer
una demanda desde una tumbona en el lugar de vacaciones.
Ya sabemos redactarlos y crearlos nosotros mismos, creemos
que sabemos minutar, preguntamos menos y nos preguntan
más, somos conscientes de que ya dependemos más
de nosotros mismos, debemos cumplir con los plazos procesales
que, como sabemos, son improrrogables para el abogado,
pues no podemos alegar la escasez de personal y la acumulación
de asuntos pendientes existentes en nuestros despachos.
Consecuencia de los momentos vividos ha supuesto
también, la pérdida del miedo, y no sólo el escénico, aunque
a veces aún nos suden las manos y se nos seque la garganta en
los momentos previos a nuestra entrada en Sala. Somos conscientes
de que con el conocimiento y la razón, podemos hacer
frente al contrario, sea juez, fiscal, funcionario, autoridad
policial, etc.
El saber nos hace libres, pero no sólo basta el simple
acopio de conocimientos, sino el conocer y sentir la realidad
social que nos ha tocado vivir; sabemos que la paz social se
sustenta en la justicia, y nosotros, con nuestro trabajo, somos
colaboradores para que la misma se produzca, pues el abogado,
entiendo, ha de ser utópico en sus planteamientos a la
vez que crítico con sus actuaciones.
La lucha continúa, y no debemos desfallecer, los momentos
descritos nos han enseñado que se consigue más con
una sonrisa que con la punta de un sable, que nuestro trabajo
consiste en conciliar más que en litigar, en resolver problemas
en lugar de crearlos, en aumentar el número de conocidos
y amigos que de adversarios y enemigos.
Para terminar, quisiéramos tener un sentido recuerdo
para aquellos compañeros que conjuntamente con nosotros
iniciaron su andadura en el ejercicio profesional y, por circunstancias
de la vida hubieron de abandonarlo, pues a buen
seguro que allá donde estén seguirán compartiendo la idea
de la justicia y añorando sus años de ejercicio profesional.
Igualmente recordar aquí y ahora a los compañeros que ya
no están con nosotros, a los que se les acabó su tiempo antes

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de cumplir estos 25 ó 50 años de ejercicio profesional, y por
qué no, un recuerdo a los compañeros que en este tiempo
han tenido pocos momentos para disfrutar con la verdadera
abogacía, con el sincero deseo de que redescubran su vocación.
Gracias pues, al Colegio por este homenaje, con el deseo
de que sea el auténtico garante del correcto ejercicio profesional,
para hacer valer la real y efectiva aplicación de los
derechos fundamentales de los ciudadanos; gracias a todos
los asistentes y, especialmente a nuestros familiares, por su
comprensión, su inestimable ayuda diaria, su apoyo y confianza,
que todos precisamos para poder desarrollar nuestra
tarea, y que sin ellos nos resultaría más difícil.
A vosotros comparemos homenajeados, os deseo que
sigamos teniendo y disfrutando de muchos y buenos momentos,
como buenos estoicos, sin miedo a los dioses, ni a la
muerte y tratando siempre de hacer el bien a los demás, al
margen del tiempo que, como decía William Shakespeare, es
muy lento para los que esperan, muy rápido para los que
temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que
gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad”.
Discurso de D. Manuel Ramos Guerbos
Posteriormente los compañeros que cumplían 50 años
de ejercicio profesional tuvieron un cálido abrazo del Decano
el cual impuso a cada uno el escudo de oro de la corporación.
Tras el largo aplauso de los letrados y familiares presente
en el acto D. Manuel Ramos Guerbos, en nombre de los
letrados que cumplían sus bodas de oro con la profesión, tomó
la palabra y su emocionado discurso lo reproducimos a continuación:
“Excelentísimo Sr. Decano, Decano de Honor y
Excelentísimas autoridades judiciales y civiles que nos honran
con su presencia, compañeras y compañeros, familiares y
amigos.
Constituye para mí un honor tomar la palabra en este
acto en nombre de mis compañeros Francisco Ávila Jiménez,
José Santos Gómez, José Antonio Romero Fernández y Francisco
Gómez Rivero, que conmigo cumplen 50 años de ejercicio
profesional, agradeciendo al Colegio de Abogados, en
la persona de su Decano y Junta de Gobierno la distinción
que hemos recibido.
También felicitar a nuestras compañeras y nuestros compañeros
que han alcanzado los 25 años, así como a los que los
han iniciado este ejercicio profesional con la jura de su cargo.
Y una breve reflexión sobre estos 50 años de ejercicio
profesional de la que yo destacaría la importancia de nuestra
participación en la sociedad, porque como conocedores e intérpretes
de los derechos y obligaciones que da e impone a
cada uno esta sociedad, hemos enseñado u orientado a nuestro
prójimo en lo que es justo y lo que no lo es, sirviéndoles
de dirección y escudo para reclamar contra la arbitrariedad e
injusticia.
E igualmente, como mediadores, de intereses contrapuestos,
hemos acudido a la transacción en lugar del pleito,
alcanzando aquí su cota más alta esta dimensión humana de

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la profesión, ya que en la transacción no hay vencedores ni
vencidos, restableciéndose la paz entre las partes.
Y también como consejeros hemos resuelto problemas
e inquietudes de los que han acudido en nuestra ayuda.
Todo ello nos da respuesta a esa participación en la sociedad,
a la vez que ha enriquecido nuestras vidas.
Y un consejo de anciano a los más jóvenes, el letrado
además, de actuar con rectitud de intención, libertad e independencia,
lealtad a los compañeros y respeto a jueces y tribunales,
por lo que representan, ha de ser estudioso, prudente,
moderado, abierto al diálogo y comprensivo, con todos
los que por una causa u otra se relacionan con él. Y a los que
han alcanzado los 25 años, ya curtidos en derecho, desearles
otros 25 ó más años de ejercicio.
Y para terminar, expresar nuestra satisfacción de haber
ejercido esta noble y digna profesión de abogado en este dilatado
tiempo, cada uno en su peculiar estilo y yo, concretamente,
en uno de los bufetes más antiguos de la ciudad, el
que fundara en 1871 mi abuelo Enrique Ramos Marín, que
continuó mi padre, mi gran maestro, y mis hermanos Enrique
y Agustín Ramos Guerbos, y hoy a sus 135 años continúa
con la cuarta generación integrada por mis hijos y sobrinas”.
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Clausura
Tras las palabras de los compañeros que cumplían 50 y
25 años de ejercicio profesional el Decano, D. Nielson
Sánchez Stewart, cerró el acto. Destacó que era el cuarto año
que se celebraban las ceremonias conjunta de jura o promesa
de nuevos letrados y la renovación del juramento de los que
cumplían 25 y 50 años de ejercicio profesional porque la Junta
de Gobierno había querido unir ambos actos para simultanear
la ilusión de los que se incorporan con la emoción de los
veteranos. Destacó que había sido deseo de esta Junta de
Gobierno “hacer una ceremonia continua para simbolizar que
la profesión es la misma”.
Resaltó que la abogacía en los momentos actuales se
enfrenta a nuevos retos, a una nueva legislación que le hará
enfrentarse a un profundo cambio: la Ley de Sociedades Profesionales,
la Ley de regulación de la relación laboral especial
de los abogados, la Ley de Acceso a la Profesión y la iniciativa
de la administración de asumir el turno de oficio y la asistencia
jurídica gratuita. Unos cambios a los que se tiene que
hacer frente sin temor.
D. Nielson Sánchez Stewart dio la bienvenida a los que
se incorporaban y los animó a participar y a integrarse en el
Colegio y a respetar las normas deontológicas clave del éxito
profesional.

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A los compañeros que cumplían 25 años les deseó un
futuro de éxito. Especialmente, tuvo palabras afectuosa para
D. Francisco González Palma, Vicedecano, por la valiosa colaboración
que le había ofrecido dentro de la Junta de Gobierno
y por la labor callada, responsable y juiciosa que había
desempeñado en estos años.
Destacó la frescura, el humor y la experiencia de los
compañeros que cumplían 50 años de ejercicio profesional y
los felicitó por ser un referente, un espejo de las futuras generaciones.
MISA Y COPA DE COMPAÑEROS
El domingo 15 de octubre, coincidiendo con el día de
Santa Teresa, el programa de actos llegó a su recta final con la
misa y la copa de compañeros. A las 13,00h. en la iglesia de
los Santos Mártires el Decano, el Juez Decano, el Decano de
Honor y diversos representantes de entes jurídicos asistieron
a la solemne misa en honor de la patrona de la corporación.
Durante la homilía se recordó a los compañeros falleci-
dos D. Gabriel Varo Zurera, D. Ramón Mª Leal Aragoncillo,
D. José Mª López Valero, Dª Eva Mier Fortes, D. Juan Antonio
Pulido Jaime, Jesús Gómez Ros y Francisco Corona Tejada.
Durante la misa el coro del Colegio de Abogados hizo
una excelente interpretación de piezas musicales seleccionadas
para la ocasión. Terminada la ceremonia religiosa tuvo
lugar la tradicional copa de compañeros en la “Hacienda del
Álamo” que se prolongó hasta bien entrada la tarde.
JORNADAS DE PUERTAS ABIERTAS
Por tercer año consecutivo el pasado día 17 de octubre
se celebró la Jornada de Puertas Abiertas en la que participaron
los letrados D. José Antonio Sarriá, María del Río Jiménez,
Asunción Carmona Gutiérrez, Noemí Alarcón Velasco, Mª
José Carmona Jiménez, Isabel Berdugo Albellones y Carolina
Mª Pérez Díaz.
Una jornada que contó con una asistencia muy superior
a la del pasado año y debido a ello esta iniciativa se va
consolidando.