Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
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DESPIERTOS EN LA LLUVIA<br />
Hay una v<strong>en</strong>tana por donde miro el interior, todo está negro, pero es que<br />
v<strong>en</strong>imos de afuera, estamos <strong>en</strong>candi<strong>la</strong>dos. Afuera hay rosas… ¿D<strong>en</strong>tro? Me<br />
lleva a numerosos infi nitos.<br />
No pasé <strong>la</strong> guerra de Europa, otras guerras pasaron por mí. Por eso lo<br />
sé. Sé cómo estamos, pres<strong>en</strong>tido por mí. Ambi<strong>en</strong>te <strong>en</strong>rarecido, voy a v<strong>en</strong>cer,<br />
¿En qué bando estoy? Lo peor, lo más difícil es apr<strong>en</strong>der a despedirse,<br />
de uno mismo.<br />
–Te leo <strong>la</strong>s manos, ¡Qué <strong>la</strong>s leo yo!<br />
–Te tiro <strong>la</strong>s cartas. ¡Que lo hago yo!<br />
–¡Que Ángel de <strong>la</strong> Guarda! ¡Te Guarda!<br />
Desde el jardín-Voy a hacer jardín.<br />
El sol bril<strong>la</strong> desde el norte, y lo contagia a <strong>la</strong>s hojas, a <strong>la</strong>s <strong>la</strong>jas, y al cabello<br />
de <strong>la</strong> jardinera, que va y vi<strong>en</strong>e, llevando, cortando, barri<strong>en</strong>do, baldeando,<br />
trasp<strong>la</strong>ntando, y <strong>en</strong> una de esas el barro que no quiere salir de <strong>la</strong> maceta, fuerza,<br />
golpes, y ¡Pum! Lodo y el<strong>la</strong> al suelo, se sonríe. Otro sol <strong>en</strong> otra tarde, se<br />
iba poni<strong>en</strong>do <strong>en</strong> el cercano horizonte, –¡Vamos a hacer tortitas!-¡Tortitas¡¿De<br />
barro? ¿De dónde sacamos <strong>la</strong> tierra?– Del arrial. –¡Puaj! Qué asco. –¿Nunca<br />
<strong>la</strong>s hiciste? ¡Vamos!<br />
El sol mediaba y <strong>la</strong>s manos café con leche iban haci<strong>en</strong>do los postrecitos,<br />
con los moldes que mamá le había rega<strong>la</strong>do.<br />
La cocinera v<strong>en</strong>ía del caserío humilde cercano, nueve años despiertos y<br />
bu<strong>en</strong>os.-Mamá no quiere que juegue con tierra, ni barro. –No es nada malo,<br />
es divertido. Mirá se hace así, después los dejamos secar. Nunca más volvió,<br />
nunca más se supo. La mujer jardinera vuelve el barro al recipi<strong>en</strong>te, luego lo<br />
echa al cantero, usa guantes, trabaja tranqui<strong>la</strong>. El sol me<strong>la</strong>ncólico se pone y <strong>en</strong><br />
el horizonte <strong>la</strong> tristeza se borronea <strong>en</strong> una lágrima. Siempre el campo me pone<br />
me<strong>la</strong>ncólica. Melita, corre, huye del gigante, y hace que el agua cali<strong>en</strong>te llueva<br />
sobre él. Nunca <strong>la</strong> alcanzará. –Melita, ¿Cómo pasaste <strong>la</strong> tarde?<br />
–Bi<strong>en</strong>, mamá.<br />
–-Pasame <strong>la</strong>s <strong>la</strong>nas, voy a tejer.<br />
–Tomá, mami. A mí no me gusta tejer.<br />
–T<strong>en</strong>és que apr<strong>en</strong>der, ¿Qué vamos a hacer <strong>en</strong> el campo?<br />
–No me gusta el campo.<br />
–Mañana nos volvemos a Bu<strong>en</strong>os Aires.<br />
Siempre mirará hacia atrás.<br />
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