Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
74<br />
MIRIAN CLAUDIA LÓPEZ CAMPORRO<br />
La rutina de qui<strong>en</strong>es compartíamos ese espacio cambió de manera rotunda.<br />
Fue su obra. Cada uno <strong>en</strong>frascado <strong>en</strong> lo suyo, sin advertir <strong>la</strong> pres<strong>en</strong>cia<br />
del otro ni <strong>la</strong> exist<strong>en</strong>cia de esa intrusa que llegó con un objetivo muy c<strong>la</strong>ro.<br />
Después de ocupar cada rincón de <strong>la</strong> casa, se abocó a su víctima. La conocía<br />
muy bi<strong>en</strong>: débil y vulnerable. Manjar servido <strong>en</strong> bandeja. Se regocijaba con su<br />
p<strong>la</strong>n siniestro. La t<strong>en</strong>ía <strong>en</strong> sus manos. Yo continuaba con mi vida y, al igual<br />
que los demás, no había percibido su pres<strong>en</strong>cia. Hasta que un día nos vimos<br />
cara a cara. Char<strong>la</strong>mos horas. Fue un diálogo <strong>en</strong>cantador, compr<strong>en</strong>dió, me dio<br />
tranquilidad, paz… Nos hicimos amigas. Demasiado.<br />
Hoy puedo decir que me acostumbré a su pres<strong>en</strong>cia. Peligrosa, am<strong>en</strong>azante.<br />
Fui su víctima, me ofrecí como cordero.<br />
Soledad. Siete letras, una pa<strong>la</strong>bra.<br />
DESTINO<br />
Era el mom<strong>en</strong>to de empr<strong>en</strong>der el viaje. Su equipaje llevaba lo indisp<strong>en</strong>sable,<br />
me atrevería a decir lo mínimo. Ni siquiera él sabía su destino igual se<br />
<strong>la</strong>nzó a <strong>la</strong> av<strong>en</strong>tura.<br />
El mito de <strong>la</strong> otra oril<strong>la</strong> sobrevo<strong>la</strong>ba <strong>en</strong>tre nosotros. Él fue el primero <strong>en</strong><br />
deve<strong>la</strong>rlo. Más no regresó. Su mirada cristalina quedó det<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> los espejos;<br />
su sonrisa, una mueca; sus pasos no dejaron huel<strong>la</strong>s.<br />
Sólo reinó alrededor un abrumador sil<strong>en</strong>cio haci<strong>en</strong>do eco <strong>en</strong> corazones<br />
desprovistos de emoción. El misterio sólo sería reve<strong>la</strong>do a unos pocos elegidos.<br />
Por ahora, él fue el único. Al resto sólo nos queda fantasear con lo que<br />
v<strong>en</strong>drá. Esperar paci<strong>en</strong>tes o devorar <strong>la</strong> vida, es simplem<strong>en</strong>te una cuestión de<br />
elección. Si de algo estamos seguros, es que también nosotros deve<strong>la</strong>remos el<br />
gran secreto.<br />
Cuando nuestra mirada quede det<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> los espejos; nuestra sonrisa sea<br />
una mueca; cuando nuestros pasos… ya no dej<strong>en</strong> huel<strong>la</strong>s.