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Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

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62<br />

MARÍA LEONE<br />

Al fi n llegó el día, el adiós fue <strong>en</strong> <strong>la</strong> estación de tr<strong>en</strong>es, de allí a Génova<br />

y a seguir. Su cuñado <strong>la</strong> acompañó ese tramo hasta subir al barco y después,<br />

solos. Las otras g<strong>en</strong>tes, <strong>en</strong> igual situación, llorando y agitando pañuelos, así<br />

empezaron a conocerse, acompañarse y confortarse unos a otros. La mañana<br />

del arribo, se despertaron rodeados de agua de color extraño, ¿qué es?, el Río<br />

de <strong>la</strong> P<strong>la</strong>ta, el río color de león, fue <strong>la</strong> respuesta, y el<strong>la</strong> no <strong>en</strong>t<strong>en</strong>día, un río tan<br />

inm<strong>en</strong>so y de ese tono ¿Dónde está el Mediterráneo que salpicaba mi v<strong>en</strong>tana<br />

los días de torm<strong>en</strong>ta? Lejos, muy lejos.<br />

A <strong>la</strong> emoción del re<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro, le siguió <strong>la</strong> sorpresa y el espanto bi<strong>en</strong> disimu<strong>la</strong>do,<br />

al ver cuál era su nuevo hogar.<br />

Dos grandes habitaciones y un espacio improvisado para cocinar, de chapas<br />

metálicas, <strong>en</strong> una propiedad que compartían muchas familias, al igual que<br />

el único baño. Después apr<strong>en</strong>dió que se los l<strong>la</strong>maba conv<strong>en</strong>tillos y allí pasó<br />

los sigui<strong>en</strong>tes siete años, <strong>en</strong> donde nada fue peor que saber que su hermano<br />

había fallecido, y nada fue mejor que dar a luz a esa n<strong>en</strong>a con <strong>la</strong> que tanto<br />

habían soñado. ¡Ay niña!, p<strong>en</strong>saba, algún día me reprochará que sus hermanos<br />

nacieron mirando el Mediterráneo y el<strong>la</strong> bordeando el Riachuelo. Y sí, seguido<br />

lo m<strong>en</strong>ciona, pero no <strong>en</strong>ojada, lo hace más bi<strong>en</strong> con ironía, el<strong>la</strong> se si<strong>en</strong>te<br />

arg<strong>en</strong>tina, vaya si lo es.<br />

Un nuevo recuerdo <strong>la</strong> turbó. Fue aquel el día <strong>en</strong> que su alma confi rmó que<br />

ya no volvería a su tierra. Estaban contando el dinero que t<strong>en</strong>ían ahorrado. A<br />

pesar del sacrifi cio, no habían hecho <strong>la</strong> América, pero sí podían comprar una<br />

casa, y <strong>en</strong> ese nuevo sueño se av<strong>en</strong>turaron.<br />

Al fi n fueron a vivir <strong>en</strong> una casa como t<strong>en</strong>ían allá, de material, los chicos<br />

t<strong>en</strong>ían su habitación, <strong>la</strong> cocina cómoda y un baño d<strong>en</strong>tro <strong>la</strong> casa, ¡sí! después<br />

de años, podían bañarse bajo una ducha. Y lo importante, eran propietarios.<br />

Más <strong>la</strong> vida es un ir y v<strong>en</strong>ir y <strong>la</strong> alegría del techo propio se vio opacada<br />

por una <strong>en</strong>fermedad, tanto clima húmedo, tanto <strong>la</strong>var bajo <strong>la</strong> <strong>lluvia</strong> <strong>en</strong> el conv<strong>en</strong>tillo,<br />

pues había que respetar los horarios asignados para el uso del piletón,<br />

que apareció el reumatismo que de a poco afectó su corazón y más tarde una<br />

parálisis que le difi cultaba <strong>la</strong> movilidad. ¡Bah!, p<strong>en</strong>só, qué importancia ti<strong>en</strong>e<br />

eso, si tuve que pasar por lo peor que le pueda suceder algui<strong>en</strong>, <strong>la</strong> muerte de un<br />

hijo. P<strong>en</strong>sar que emigramos para que una bomba no nos arrebatara a nuestras<br />

crías y un conductor <strong>en</strong>diab<strong>la</strong>do, terminó con los sueños de ese jov<strong>en</strong> y solo<br />

nos quedó su hijita como consuelo.<br />

Ese niño, que a sus cinco años correteaba por el barco, ganándose <strong>la</strong><br />

simpatía de los cocineros y todos los días nos traía al camarote los pancitos<br />

cali<strong>en</strong>tes, recién horneados. Fue creci<strong>en</strong>do ll<strong>en</strong>o de amigos por su carácter ale-

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