Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
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BEATRIZ FERNÁNDEZ VILA<br />
Después, el desarraigo. Los proyectos de otros, <strong>en</strong> los que el<strong>la</strong> no contaba.<br />
La angustia y el extrañar, y el no haber vuelto jamás a su pueblo.<br />
S<strong>en</strong>tía el cuerpo dolorido. Las paredes del cuarto se derrumbaban <strong>en</strong> un<br />
sopor pantanoso. La fi ebre <strong>la</strong> estaba consumi<strong>en</strong>do, o los años tal vez.<br />
Lejos <strong>la</strong> <strong>la</strong>guna, lejos el paraisal, y lejos sus años de Cande<strong>la</strong>ria. Un rumor<br />
de agua tiraba de su sangre, y <strong>la</strong> volvía a los naranjos, a <strong>la</strong>s siestas, y al ar<strong>en</strong>al.<br />
–Quiero estar con usted abue<strong>la</strong>.<br />
–Duerma m’hijita duerma.<br />
UN PACTO CON ELLA<br />
Afuera, el<strong>la</strong> esperaba. Ansiosa como había estado <strong>en</strong> esos días. Desconfi ada<br />
tal vez, por haber caído <strong>en</strong> <strong>la</strong> te<strong>la</strong>raña del jugador. Ad<strong>en</strong>tro, los parroquianos<br />
indol<strong>en</strong>tes, se consumían <strong>en</strong> un truco manso. Él <strong>en</strong>tró, y con él, el soplo<br />
viol<strong>en</strong>to que los despertó del letargo. Insta<strong>la</strong>do <strong>en</strong> <strong>la</strong> mesa, el naipe certero<br />
fue a parar a sus manos. En <strong>la</strong> primera vuelta lo dejó pasar, una y otra vez, lo<br />
dejó pasar. Hasta que <strong>la</strong> sustancia de esos hombres afl oró pl<strong>en</strong>a y dispuesta a<br />
<strong>la</strong> partida. Nadie sabe decir qué fue lo que propuso, qué ponía <strong>en</strong> juego. Pero al<br />
fi n ganó <strong>la</strong> vuelta. Y se quedó ad<strong>en</strong>tro, <strong>en</strong> el espacio límbico, con <strong>la</strong> certeza de<br />
una noche más ganada a <strong>la</strong> suerte. Afuera, el<strong>la</strong> se conformaba con el trueque.<br />
El perdedor <strong>la</strong> miró, y se dejó cubrir por el negro manto.<br />
BEATRIZ FERNÁNDEZ VILA