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Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

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DESPIERTOS EN LA LLUVIA<br />

gemidos que se distingu<strong>en</strong> con esfuerzo <strong>en</strong>tre el eco int<strong>en</strong>so del caos reinante.<br />

Él se deti<strong>en</strong>e al <strong>la</strong>do de una mujer que está rezando, no t<strong>en</strong>go nada le dice el<strong>la</strong>,<br />

estoy bi<strong>en</strong>, que Dios lo b<strong>en</strong>diga.<br />

Una luz t<strong>en</strong>ue aparece l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te, de a poco los contornos empiezan a<br />

recortarse con mayor nitidez porque el sol está sali<strong>en</strong>do; tímidam<strong>en</strong>te se deti<strong>en</strong>e<br />

<strong>en</strong> <strong>la</strong>s v<strong>en</strong>tanil<strong>la</strong>s donde él se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra, y hasta le parece s<strong>en</strong>tir un poco<br />

de abrigo <strong>en</strong> medio de esa deso<strong>la</strong>ción. Desde ahí puede ver otras ambu<strong>la</strong>ncias<br />

que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> al rescate, y lo tranquiliza <strong>la</strong> efi ci<strong>en</strong>cia del operativo. Ya no ve a<br />

su compañera, que se metió <strong>en</strong> otro vagón, con un bombero que vino a buscar<strong>la</strong>.<br />

Dos asi<strong>en</strong>tos increíblem<strong>en</strong>te ap<strong>la</strong>stados atrapan al canillita al que todas<br />

<strong>la</strong>s semanas le compra su revista de comics, alcanza a mirarlo de cerca <strong>en</strong> el<br />

mom<strong>en</strong>to que el muchacho cierra los ojos.<br />

Algunos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos se agolpan desord<strong>en</strong>ados; recuerda a su padre, y el<br />

des<strong>en</strong>canto que le causó, cuando lo puso al tanto de que no seguiría sus pasos.<br />

Hasta el título sí, le había dicho, es todo lo que te prometo, pero trabajo <strong>en</strong><br />

tu clínica no, lo mío está <strong>en</strong> otro lugar. No puedo quedarme acá donde sobra<br />

todo, mi<strong>en</strong>tras otros me necesitan. El padre fue asimi<strong>la</strong>ndo de a poco que ese<br />

lugar estaba junto a los Qom. Simuló calma durante un tiempo, y lo ll<strong>en</strong>ó de<br />

regalos importantes, distante tal vez, de un hijo al que desconocía, y que había<br />

abrazado esta profesión desde sus juegos de infancia.<br />

Volvió a <strong>en</strong>contrar a su jefe <strong>en</strong> medio de los heridos del andén, lo miró de<br />

lejos, y se subió a <strong>la</strong> ambu<strong>la</strong>ncia que partía; acababa de ver a los heridos que<br />

llevaban a quirófano, y p<strong>en</strong>só que sería más útil <strong>en</strong> el hospital. En segundos<br />

estaba surcando <strong>la</strong> ciudad. El sol ya había salido por completo, y <strong>la</strong>s calles<br />

que habitualm<strong>en</strong>te cruzaba caminando se consumían <strong>en</strong> su mirada ll<strong>en</strong>a de<br />

ansiedad. Las calles que guardaban parte de su historia; <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, <strong>la</strong> p<strong>la</strong>za, <strong>la</strong><br />

av<strong>en</strong>ida, ll<strong>en</strong>a habitualm<strong>en</strong>te de g<strong>en</strong>te que se va al trabajo, y tan triste <strong>en</strong> ese<br />

mom<strong>en</strong>to, trastocada por <strong>la</strong> desgracia del accid<strong>en</strong>te.<br />

La llegada le pareció una viv<strong>en</strong>cia de otro tiempo. En <strong>la</strong> guardia, sus<br />

compañeros hacían esfuerzos por volver a <strong>la</strong> vida a un herido. T<strong>en</strong>ía <strong>la</strong> remera<br />

arrancada <strong>en</strong> jirones, <strong>en</strong>sangr<strong>en</strong>tada. “Cuando veas <strong>la</strong> primera gota de sangre,<br />

te dedicás a <strong>la</strong> siquiatría”, le había dicho su hermano <strong>en</strong> broma, el día que dijo<br />

que quería ser cirujano. Se <strong>la</strong>nzó precipitadam<strong>en</strong>te para ayudar, mi<strong>en</strong>tras repicaban<br />

esas pa<strong>la</strong>bras ¡No me hagas esto p<strong>en</strong>dejo! gritó el Chino, con bronca,<br />

antes de pegar un puñetazo contra <strong>la</strong> pared. La <strong>en</strong>fermera se <strong>la</strong>rgó a llorar.<br />

Él dio un paso atrás, deso<strong>la</strong>do. Después, le costó reconocerse <strong>en</strong> ese cuerpo<br />

inerte, lejano ya; su cuerpo, y él, que t<strong>en</strong>ía tantas ganas, y había soñado que<br />

su lugar era otro.<br />

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