15.05.2013 Views

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

DESPIERTOS EN LA LLUVIA<br />

Reía. Ensayaba grotescas piruetas para l<strong>la</strong>mar su at<strong>en</strong>ción. Lo desafi aba…<br />

Él no podía perder <strong>la</strong> calma. Sabía que siempre su desesperación terminaba<br />

<strong>en</strong> un desali<strong>en</strong>to que le pesaba hasta el agobio. Un nuevo golpe, esta vez sobre<br />

un mueble, lo conmovió. Fue <strong>en</strong>tonces que decidió acabar con lo que ya era su<br />

pesadil<strong>la</strong> cotidiana. Observó que se había insta<strong>la</strong>do <strong>en</strong> <strong>la</strong> mesa, distraído. Se le<br />

acercó con sigilo. Inútil. Las paredes rebotaron <strong>la</strong>s carcajadas de su <strong>en</strong>emigo<br />

que de nuevo lo instigaba a apresarlo, mi<strong>en</strong>tras se ba<strong>la</strong>nceaba desde un gancho<br />

junto al único retrato que conservaba. La clásica foto familiar: un chico que<br />

sonríe abrazado a sus padres. Eso lo <strong>en</strong>fureció. Así cobró <strong>la</strong> fuerza necesaria<br />

para derribarlo y <strong>en</strong>mudecer sus demandas para siempre.<br />

La dueña del hotel contaba, cuántas veces le rogaran, <strong>la</strong> forma <strong>en</strong> que<br />

había <strong>en</strong>contrado el cadáver.<br />

El ocupante del cuarto Nº 18 estaba t<strong>en</strong>dido sobre un reloj deshecho.<br />

Una de <strong>la</strong>s piezas le había atravesado el corazón. Pero lo extraño era <strong>la</strong> quieta<br />

sonrisa <strong>en</strong> su rostro que más que <strong>la</strong> mueca ritual de <strong>la</strong> muerte parecía ser un<br />

gesto de satisfacción.<br />

PANGEA<br />

Soledad. Nieb<strong>la</strong>. Confusión y muerte.<br />

El cielo se derramaba ins<strong>en</strong>sible, d<strong>en</strong>so. Convertía <strong>la</strong> brisa <strong>en</strong> un plomizo<br />

bloque que impedía respirar. Las aguas se afanaban por sobrevivir. En vano<br />

buscaban <strong>la</strong> guía de <strong>la</strong> madre luna. Sin control, se agredían unas a <strong>la</strong>s otras, se<br />

devoraban, huían despavoridas, huérfanas de principio y de fi nal.<br />

La tierra se insinuaba <strong>en</strong> grandes <strong>la</strong>nzas que int<strong>en</strong>taban resistir <strong>la</strong> loca<br />

invasión. Los árboles se erguían m<strong>en</strong>os como tales que como cubos gigantescos<br />

de ojos apagados e insondables. Los vuelos y chillidos de los habitantes<br />

del aire ya no los rozaban. Y algunos, cansada y <strong>en</strong>ferma su áspera corteza,<br />

com<strong>en</strong>zaban a inclinarse, v<strong>en</strong>cidos. Formas extrañas fl otaban sobre <strong>la</strong> espuma<br />

regada por el infi erno. Negras siluetas que intercambiaban sombras. Danza<br />

t<strong>en</strong>ebrosa. Rito mortal.<br />

Gris sobre gris, su mirada. Cajas de resonancia con gritos incompr<strong>en</strong>sibles,<br />

sus oídos. Erizo <strong>en</strong>crespado por <strong>la</strong> angustia y el asombro, su piel. Fr<strong>en</strong>te<br />

a él, sin saberlo, toda una Era desaparecía. Testigo ret<strong>en</strong>ido por <strong>la</strong> Justicia de<br />

los tiempos, cerró sus ojos para caer <strong>en</strong> un profundo sueño que lo despertara<br />

de esa pesadil<strong>la</strong>.<br />

21

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!