15.05.2013 Views

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

20<br />

MARÍA DEL CARMEN CÁRDENAS<br />

EL CAJÓN<br />

Iba detrás. F<strong>la</strong>co. Desnudo. Manso y fi el como perro callejero que espera<br />

un m<strong>en</strong>drugo. De vez <strong>en</strong> vez <strong>la</strong> jov<strong>en</strong> madre lo miraba por <strong>la</strong> luneta posterior.<br />

Mi<strong>en</strong>tras acariciaba distraída el pelo de su hija. Atrás había quedado el G<strong>en</strong>eral.<br />

Y con él <strong>la</strong>s cabezas de los que lo habían deshonrado por amantes de su<br />

esposa. Sus ojos de indio bravo escudriñaban el polvo que ya ocultaba lo que<br />

nunca iba a recuperar.<br />

–En Caramiñal 1 , uno va d<strong>en</strong>tro y los demás lo sigu<strong>en</strong> para agradecer a <strong>la</strong><br />

Santa –dijo Pedro, el gallego que conducía el carruaje.<br />

–¡Estas damas de ciudad ti<strong>en</strong><strong>en</strong> costumbres raras! –contestó el postillón.<br />

Ya <strong>en</strong> su destino y a su tiempo, lustraron su corteza deteriorada por el<br />

polvo del camino y lo vistieron con <strong>en</strong>cajes y puntil<strong>la</strong>s. De ser llevado a <strong>la</strong><br />

rastra, m<strong>en</strong>os por precaución que por v<strong>en</strong>ganza, fue depositado con devoción,<br />

al morir su dueña, sobre mármol b<strong>la</strong>nco.<br />

El viejo G<strong>en</strong>eral nunca olvidaba aquel<strong>la</strong> noche, cuando Carlos María lo<br />

había dejado solo, d<strong>en</strong>tro de esa cámara oscura del Templo, para ser iniciado.<br />

Necesitaba el r<strong>en</strong>ombre que los prejuicios le negaran <strong>en</strong> <strong>la</strong> cuna. Lo consiguió.<br />

Reposaría <strong>en</strong> el ataúd ritual con todos los honores. Sin embargo, <strong>en</strong> sus últimos<br />

instantes, sólo recordaba un féretro. El acarreado por el despecho de <strong>la</strong> niña<br />

que había hecho su mujer como parte de su p<strong>la</strong>n de gloria. Gloria que nunca<br />

pudo mitigar el remordimi<strong>en</strong>to por haber<strong>la</strong> desterrado de su vida. Y obligar<strong>la</strong><br />

a cargar con un pecado que él mismo instigó con su abandono.<br />

ENEMIGO<br />

El ruido, aunque minúsculo, lo despertó. Aún adormecido, contempló<br />

desde el sillón todo el cuarto. Al fi n, lo vio. Otra vez se bur<strong>la</strong>ba de él. Trotaba<br />

a su alrededor. Invitaba a perseguirlo.<br />

–No, esta vez corré cuánto quieras. Nada voy a hacer por atraparte–, p<strong>en</strong>só.<br />

Trató de volver a dormir. Pero el sonido se hizo más int<strong>en</strong>so.<br />

1 Galicia: La Romería de los ataúdes. Aquellos que han sido salvados de <strong>la</strong> muerte por<br />

rogar a Santa Marta, sal<strong>en</strong> <strong>en</strong> procesión d<strong>en</strong>tro de sus ataúdes con sus mortajas portados por<br />

sus familiares que dan gracias de llevarlo vivo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!