Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
DESPIERTOS EN LA LLUVIA<br />
COLORES SEPIA<br />
147<br />
La fotografía muestra <strong>la</strong> esc<strong>en</strong>a familiar. La pareja reposa sobre el sillón<br />
de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>. Vestidos con ropas de colores sepia, pálidos y con los ojos cerrados.<br />
No es <strong>la</strong> única antigüedad de <strong>la</strong> casa. La tierra cubre los muebles y <strong>en</strong><br />
los techos cuelgan <strong>la</strong>s te<strong>la</strong>s de araña. Cada cuarto <strong>en</strong>cierra una historia, trae<br />
un recuerdo. Todos mis antepasados <strong>la</strong> habitaron. Me parece escuchar a los<br />
abuelos. La escalera rechina como <strong>en</strong>tonces. Como aquel<strong>la</strong> noche de verano<br />
que creían que estaba dormido. No fue así. El calor era insoportable y me dio<br />
sed. No pude evitar ser testigo de <strong>la</strong> más horrorosa esc<strong>en</strong>a. Una sombra deforme<br />
t<strong>en</strong>ía a <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> acorra<strong>la</strong>da, el abuelo quiso rescatar<strong>la</strong>, pero <strong>la</strong> mole negra<br />
lo elevó con sus <strong>en</strong>ormes brazos y lo arrojó contra <strong>la</strong> pared. Con una mano<br />
alzó por el cuello a <strong>la</strong> anciana y lo presionó hasta dejar<strong>la</strong> sin aire. Un ruido<br />
gutural salió de sus <strong>en</strong>trañas. Corrí al dormitorio y me quedé con los di<strong>en</strong>tes<br />
apretados debajo de <strong>la</strong> cama. El suceso jamás se esc<strong>la</strong>reció. Exist<strong>en</strong> ley<strong>en</strong>das<br />
de fantasmas y de espíritus res<strong>en</strong>tidos. Lo cierto es que mi pasado vive aquí.<br />
Es el mom<strong>en</strong>to de com<strong>en</strong>zar de nuevo. La brisa levantó el polvo b<strong>la</strong>nco de los<br />
rincones y el retrato calló al cerrar <strong>la</strong> puerta.<br />
MICROFICCIONES<br />
I<br />
Me ti<strong>en</strong>ta <strong>la</strong> idea de cruzar. Allí exist<strong>en</strong> campos húmedos y verdes. Legiones<br />
de pájaros que anidan <strong>en</strong> <strong>la</strong> copa de los árboles. En aquel mundo hay<br />
riquezas. Sin embargo yo estoy aquí aferrado al suelo árido. Mis ganas de ir<br />
son tan int<strong>en</strong>sas que odio aquello. Lo odio por no alcanzarlo, por no llegar a<br />
él, porque están <strong>la</strong>s puertas cerradas. Construiré un túnel y apareceré <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />
noche, cal<strong>la</strong>do, beberé de los manantiales, comeré sus frutos, respiraré su aire<br />
y me iré.<br />
II<br />
El invierno amanece con su aspecto de azúcar cuajada sobre los techos.<br />
Acá el frío duele más. Acá <strong>la</strong> vida castiga. Le gusta jugar <strong>en</strong> <strong>la</strong> vía muerta.<br />
Hace más de una década que el tr<strong>en</strong> no pasa por ahí. En su infantil universo