15.05.2013 Views

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

116<br />

JUANA ROSA SCHUSTER<br />

–¿No es hermoso?– Pregunto emocionada, Los chicos asi<strong>en</strong>t<strong>en</strong> con <strong>la</strong> cabeza.<br />

Toman fotos que serán digitales. Sub<strong>en</strong> corri<strong>en</strong>do a <strong>la</strong> cabaña a retomar<br />

el sueño. Mi padre y yo nos quedamos allí, atrapados por el paisaje. Se alzan<br />

<strong>la</strong>s volutas de bruma. Un águi<strong>la</strong> p<strong>la</strong>nea <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s montañas. Nos dirigimos a<br />

<strong>la</strong> cabaña, que ya ti<strong>en</strong>e 90 años. A mitad de camino, giro <strong>la</strong> cabeza. No veo a<br />

mi padre… Tal vez cambió de parecer, me digo. Quizás se quedó <strong>en</strong> <strong>la</strong> rivera,<br />

inmóvil, embriagado con tanta sinfonía.<br />

HAMBRE<br />

Amaso el pan. Mezclo <strong>la</strong> levadura y el trigo candeal. Le añado mi amargura.<br />

Miro <strong>la</strong>s manos <strong>en</strong>rojecidas por el jabón ordinario y <strong>la</strong>s fa<strong>en</strong>as rurales.<br />

Un trozo de madera de quebracho hace perpetuar ese fuego sin humo que da<br />

calor al lugar. Las nubes grises han oscurecido todo y un tru<strong>en</strong>o aterrador me<br />

estremece. Las criaturas se aprietan a mi cintura <strong>en</strong>vueltas <strong>en</strong> l<strong>la</strong>nto. Son <strong>la</strong>s<br />

cinco de <strong>la</strong> tarde, pero no parece. Se diría que estamos <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>a noche. Mi<strong>en</strong>tras<br />

calmo a mis hijos, <strong>en</strong>ci<strong>en</strong>do el farol oxidado del abuelo. Se ha cortado <strong>la</strong><br />

luz de este <strong>la</strong>do del campo. Otra vez el g<strong>en</strong>erador que está a pocas leguas de<br />

aquí. Van a tardar <strong>en</strong> arreg<strong>la</strong>rlo. Siempre es así.<br />

Vas a llegar cansado y de mal humor. No te quier<strong>en</strong> pagar como merecés.<br />

Tampoco son puntuales. Los chicos se calman y juegan con esos juguetes que<br />

les hiciste con corchos de vino y escarbadi<strong>en</strong>tes. Sé que les decís a tus patrones<br />

que Anita, Pablo, Val<strong>en</strong>tina y Juliana se van a dormir con un tazón de leche y<br />

m<strong>en</strong>drugos fl otando <strong>en</strong> <strong>la</strong>s tazas heridas. Lastimada con esos rayones que les<br />

produc<strong>en</strong> <strong>la</strong>s caídas. Doloridas como nosotros, que no sabemos cuáles puertas<br />

golpear. Además tu empleador sabe que estoy <strong>en</strong>cinta otra vez. El médico<br />

recetó medicam<strong>en</strong>tos con hierro y calcio, imposibles de comprar. Por suerte,<br />

<strong>la</strong> curandera me regaló unas hojas de un té especial para embarazadas. Bajan<br />

dos policías. Es extraño. ¿Qué pued<strong>en</strong> querer? Nunca andan por acá. Entran<br />

golpeando <strong>la</strong>s manos. Llevan el pelo mojado.<br />

–¿La señora Maldonado?<br />

–Sí. Los miro interrogante y atemorizada. Uno de ellos acaricia al perro<br />

que nunca le pusimos nombre.<br />

–Su marido está preso.<br />

–¿Cómo?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!