15.05.2013 Views

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

Despiertos en la lluvia ED01_11287.indd - Aula Avatares

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

106<br />

SARA LIDIA NOVAS<br />

–Sí una semana., asi<strong>en</strong>ta Juan.<br />

¡Ho<strong>la</strong> amigo lector!<br />

Volví de un descanso merecedor. Estoy <strong>en</strong> condiciones de contarles<br />

aquel<strong>la</strong> historia protagonizada por Lucero y Marta. Un mediodía como otros<br />

se reunieron a comer. Al pasar por al <strong>la</strong>do de Lucero, Marta sin darse cu<strong>en</strong>ta<br />

volcó gaseosa <strong>en</strong> su pollera. Lucero, creyó que su compañera <strong>la</strong> agredió y con<br />

una ira incontro<strong>la</strong>ble tomó un aerosol que estaba <strong>en</strong> <strong>la</strong> mesada y se lo tiró a<br />

los ojos. Era Cif limpiador. Marta fue hospitalizada. Lucero estuvo susp<strong>en</strong>dida<br />

por una semana. Marta jamás <strong>la</strong> perdonó. Se preguntarán cómo lo sé.<br />

Intuición, solo eso. Hasta mañana. Un nuevo día comi<strong>en</strong>za muy cercano a <strong>la</strong><br />

ansiada primavera. Marta llega más temprano. Deja su bolso y <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves que<br />

correspond<strong>en</strong> a un departam<strong>en</strong>to próximo a v<strong>en</strong>der. Va al baño. En ese instante<br />

<strong>la</strong> ofi cina queda so<strong>la</strong>. Llega Lucero. Cierra <strong>la</strong> puerta y comi<strong>en</strong>za a revisar <strong>la</strong><br />

cartera. Al ver <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves, <strong>la</strong>s esconde <strong>en</strong> un bolsillo de <strong>la</strong> chaqueta. Marta <strong>la</strong><br />

observa hasta que de su cuerpo sale una mujer <strong>en</strong>ardecida de odio. Los harapos<br />

de aquel<strong>la</strong> dama cordial se diluyeron. De su boca chorrea una rabia rancia<br />

que <strong>la</strong> invade. Toma una tijera de uno de los cajones del armario y con paso<br />

sil<strong>en</strong>cioso llega hasta hundir<strong>la</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> barriga de Lucero. Sus compañeros l<strong>la</strong>man<br />

a <strong>la</strong> ambu<strong>la</strong>ncia. Llega tarde. La señora Antorchas muere desangrada. Marta<br />

fue a <strong>la</strong> cárcel. Le dieron perpetua. Ganó <strong>la</strong> intuición<br />

–Juan, t<strong>en</strong>ías razón.<br />

DERRIBAR MIS MUROS<br />

Los hábitos se arraigaron <strong>en</strong> mí que seguí sin decir pa<strong>la</strong>bra hasta aquel<br />

mom<strong>en</strong>to, uno cualquiera, donde me detuve. Fue mi espejo vívido, una voz<br />

que solo yo escuché.<br />

A partir de ese mom<strong>en</strong>to no necesité del torbellino. Miré y acepté mi<br />

camino. Sumergida <strong>en</strong> mis recovecos más profundos puedo ver que no son<br />

tan oscuros e indago y <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro el refulgir de lo cal<strong>la</strong>do. Int<strong>en</strong>to construir un<br />

oasis con lo que no creía sublime. Me despojo de <strong>la</strong> arrogancia de querer t<strong>en</strong>er<br />

<strong>la</strong> última pa<strong>la</strong>bra y apr<strong>en</strong>do que el sil<strong>en</strong>cio <strong>en</strong> muchas ocasiones es lo mismo<br />

pero <strong>en</strong> son de paz. El remanso se divisa, el vi<strong>en</strong>to lo empaña pero <strong>la</strong> t<strong>en</strong>acidad<br />

empuja a mi despertar. No hay cal<strong>en</strong>dario que marque el cambio. Solo yo y <strong>la</strong><br />

adversidad de aquello que me impedía ver lo que había detrás de mis muros.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!