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Rafael Ortega Dominguez Parte 1 - Fiestabrava

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<strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez<br />

Antonio Pérez Tabernero Sanchón de San<br />

Fernando. 1958: Rosaledo, nº 21, cárdeno,<br />

de don Felipe Pablo Romero. 1959: Mariscal,<br />

nº 19, negro, de don Clemente Tassara.<br />

La Feria de San Isidro madrileña,<br />

repetimos, no sólo supone el ciclo más largo<br />

de corridas y, por tanto, el de mayor número<br />

de toros lidiados, acercándose durante los<br />

últimos años a los treinta festejos celebrados,<br />

sino también, en líneas generales, las de<br />

mayores exigencias sobre las condiciones<br />

que deben reunir los toros, aunque a veces,<br />

el desmedido celo de algunos grupos de<br />

aficionados por el tamaño de los toros, peso<br />

y armadura, más bien parecen que quisieran<br />

resucitar los ancestrales toros pintados en la<br />

cueva rupestre de Altamira. Y sin embargo,<br />

ya es bien sabido que los toros demasiado<br />

grande y pesados, no son siempre aptos para<br />

una lidia artística y, como se casan pronto,<br />

se dedican a defenderse dando cornadas.<br />

Agosto:<br />

02:<br />

La reseña de la corrida celebrada en<br />

la Plaza Real de El Puerto de Santa María, la<br />

tarde veraniega del (02-08-1959), debe<br />

comenzarse, con todos los merecimientos,<br />

citando en especialmente al ganadero D.<br />

Juan Guardiola, porque encierro que nos<br />

envió, con divisa grana y oro –según el<br />

cronista- «… tuvieron el tratamiento de usía,<br />

ya que fueron todos de fina lámina, gran trapío<br />

y tuvieron entre cinco y seis años; es decir,<br />

que traían la madera de los toros de antes.»<br />

Pese a que estábamos en 1959, todos los<br />

espectadores conocedores comprendieron<br />

que esos toros eran los que hacían falta para<br />

llevar a la Fiesta por su antiguo y justo cauce.<br />

¿Qué dirían de los de hoy? Porque los<br />

«guardiolas» tenían caras de pocos amigos<br />

y menos genas de fiesta populachera, así que<br />

acometieron con casta brava al percal y,<br />

además, como debía ser, «sobrados de<br />

patas», sin despegar las armaduras del peto,<br />

para llegar al último tercio «con el aplomo y<br />

desarrollando el comportamiento de su edad.<br />

El PUERTO de SANTA MARÍA<br />

Apuntes biográficos y profesionales - I<br />

Y la reseña de las actuaciones de los<br />

diestros la iniciamos con el cabeza de la terna,<br />

«El Torero de Isla», que reaparecía después<br />

de las dos cogidas –la de Madrid y la de<br />

Zaragoza-, se encontró de salida con un toro<br />

cuya presencia fue recibida con una gran<br />

ovación de los espectadores, y con Juan<br />

García (Mondeño). Este astado arrancó tres<br />

tablas de una barrera y rasgó dos capotes<br />

con la misma facilidad que se parte un papel<br />

de fumar, achuchando de salida al diestro a<br />

la salida de unos lances, rasgándole la<br />

taleguilla de tal forma que hubo de continuar<br />

la lidia con un pantalón blanco de «paisano»<br />

y sin chaquetilla, dejando ver su acrisolada<br />

veteranía y sus sobrados conocimientos con<br />

«aquellos de antaño.»<br />

Y como de costumbre, se entregó en<br />

cuerpo y alma toreras a la concurrencia, pese<br />

a lo sucedido. «Con la franela estuvo medido,<br />

justo y porfión.» A sus dos enemigos, que<br />

llegaron punteando en demasía, los remató<br />

de dos medias en su sitio, siendo ovacionado<br />

y teniendo que responder reiteradas veces a<br />

quienes le aclamaban desde los tendidos. Se<br />

rumoreaba que esa tarde era su penúltima<br />

corrida, la que hacía el número 15 de sus<br />

actuaciones en la Plaza Real –la onceava de<br />

Juan García (Mondeño) y la séptima de<br />

Antonio González-, pero fue la última de su<br />

primera etapa, pues reapareció en El Puerto<br />

siete años después, concretamente el (10-<br />

07-1966), toreando dos tarde más ese mismo<br />

año, siendo su verdadera última corrida la<br />

tarde del (21-08-1966), habiendo actuado en<br />

la Plaza Real en 18 ocasiones.<br />

De Juan García (Mondeño) hay que<br />

decir, a juicio del cronista, que «… si genial<br />

estuvo en la última corrida (6, a pie de la página<br />

78) en El Puerto, la de esta tarde la superó»,<br />

ya que realizó su mejor faena desde que vistió<br />

el traje de luces. Los cuatro ayudados, los<br />

dados en redondo y los naturales de su firma,<br />

con su mágica cadencia y quietud, fueron<br />

además kilométricos por la manera de alargar<br />

el brazo, consiguiendo su magistral faena.<br />

Pero a la hora de la suerte suprema no le<br />

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