Rafael Ortega Dominguez Parte 1 - Fiestabrava
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<strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez<br />
1958:<br />
<strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez toreó en la<br />
temporada de 1958 un total de 26 corridas.<br />
En la Plaza Real de El Puerto de Santa María,<br />
logró en total 24 orejas y 3 rabos, saliendo a<br />
hombros por la Puerta Grande de la Plaza<br />
Real en ocho ocasiones.<br />
Abril:<br />
27:<br />
La reseña de esta corrida de toros de<br />
D. Eduardo II Miura Fernández, celebrada la<br />
tarde del domingo (27-04-1958) en la Plaza<br />
Real de El Puerto de Santa María, bajo un<br />
cielo azul y soleado, es doblemente interesante,<br />
porque la esperada miurada ya protagonizó<br />
la tarde anterior un hecho que acentuó<br />
aún más el atractivo del festejo y que vivimos<br />
con toda intensidad . Y es que durante el<br />
desencajonamiento uno de los astados,<br />
llamado Velonero, se emplazó en el centro<br />
del redondel, mirando hacia cuanto se movía,<br />
pero sin perder de vista al camión donde<br />
estaban sus compañeros, ya que sobre él<br />
estaban dos hombres, preparados para dar<br />
salida a otro ejemplar. Esa fue la causa, más<br />
el ruido que hacían sus compañeros, que en<br />
dos ocasiones el toro se fuese hacia el<br />
camión y cornease sobre las ruedas.<br />
Como una y otra vez, sin resultado<br />
alguno, volviera a situarse en el centro del<br />
redondel, no haciendo caso alguno a los<br />
cabestros, por lo que habiendo pasado más<br />
de media hora, alguien, aun a sabiendas del<br />
peligro que ello representaba y porque no se<br />
podía hacer otra cosa, autorizó que saliese<br />
otro miureño, llamado Espejito II, de pelo<br />
colorado, ojo de perdiz, al que <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong><br />
le cortó al día siguiente las orejas. Cuando el<br />
«ojo de perdiz» vio a Velonero, en menos<br />
que canta un gallo, se lanzaron a toda<br />
velocidad el uno contra el otro y del tremendo<br />
encon-tronazo frontal, que retumbó en toda<br />
plaza, por lo que se pudo escuchar por todos<br />
los presentes, ambos saltaron al aire como<br />
si fuesen de juguete, para quedar muerto en<br />
el acto Velonero.<br />
El PUERTO de SANTA MARÍA<br />
Apuntes biográficos y profesionales - I<br />
Las incidencias continuaron, pues de<br />
los seis toros que salieron de Zahariche fueron<br />
sustituidos tres –uno, el citado Velonero y<br />
dos rechazados por pequeños-, dos de ellos<br />
por otros de la misma divisa, llegados la<br />
mañana del día de la corrida y que fueron<br />
embarcados con muchas dificultades en la<br />
madrugada de ese día, y un tercero de la<br />
ganadería de Domecq Hermanos. Los cinco<br />
de la famosa vacada sevillana se comportaron<br />
bien en su conjunto, eso sí, con mucho<br />
poder, casta y nervios; siendo los más grandes<br />
los lidiados en cuarto, quinto y sexto lugar,<br />
aunque todos fueron muy aplaudidos; pasando<br />
seguidamente a relacionar todos ellos,<br />
integrando la segunda parte de la reseña<br />
principal, en la que torearon el citado <strong>Rafael</strong><br />
<strong>Ortega</strong> Domínguez, Dámaso Gómez y Luis<br />
Miguel González Lucas (Luis Miguel<br />
Dominguín):<br />
1º Escogido, de pelaje cárdeno, con<br />
el nº 26 y poco más de 700 kilos de p. v., que<br />
hizo una gran pelea con los caballos,<br />
lanzando al aire tres veces consecutivas al<br />
picador antes de tomar la primera vara,<br />
correspondió al «Torero de la Isla», quien<br />
comenzó la faena con unos lances de capa<br />
torerísimo, con el compás abierto, pero en la<br />
psicosis miureña estaba presente desde que<br />
los diestros hicieron el paseíllo. Con la muleta,<br />
faena variada al son de la charanga, pero nada<br />
nos dice el cronista de cómo lo remató.<br />
2º Navajito, de pelaje negro, con el<br />
nº 20, bizco y astillado del izquierdo, con 600<br />
kilos de p.v., correspondió a Dámaso Gómez<br />
y, al parecer, disgustado con la mala<br />
presencia del toro, se limitó a realizar una<br />
corta faena de aliño, que a nadie agradó y<br />
que a partir de entonces, el ambiente anímico<br />
de todos los diestros comenzó a descomponerse,<br />
de ahí que el cronista «Chamorro»,<br />
escribió en su reseña: «… para qué vamos<br />
a hablar de los banderilleros, picadores y de<br />
lo poco que tienen de aficionados los que<br />
arrojaron botellas…» Y lo peor, en cuanto al<br />
desánimo, se produjo en el tercer toro, en el<br />
que hay una confusión en cuanto al nombre.<br />
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